Los límites de la naturalización de lo Social

El concepto de naturalización de la vida social es central en el pensamiento de Norbert Lechner -que es uno de los pocos teóricos que se han producidos en nuestro medio-, y han sido también centrales en los Informes de Desarrollo Humano en Chile, que, en cierta forma, pueden considerarse como la implementación de un programa de investigación lechneriano.

Bajo esta idea lo que se crítica es la concepción que el orden social es algo natural, y por ende fuera de la voluntad humana. No siempre es claro si la oposición entre naturaleza / voluntad es parte del instrumental conceptual lechneriano o de los discursos sociales criticados; pero su carácter determinante en estos análisis no puede discutirse.

Una característica interesante, y a primera vista completamente absurda, es que en la concepción ‘natural’, lo no natural es posible. La idea es que existe un orden social natural, pero que -a veces- los seres humanos intentan hacer otra cosa y producen, entonces, órdenes inferiores ‘anti-naturales’. Lechner, como ya dijimos, plantea la crítica a la idea de un orden social natural desde la idea que es un orden producido socialmente. Nosotros, más bien, nos centraremos en el insuficiente naturalismo de esta concepción.

Porque ella se basa en que es posible -pero errado- salir de la naturaleza. Ahora, si es cierto que lo social es parte de la naturaleza, entonces todo lo social es también parte de ella, y luego también es completamente natural. Por ende, cualquier orden que intenten crear los seres humanos es ‘natural’, o al menos ese intento es natural porque las acciones que componen ese intento también son parte de la naturaleza de la vida social.

En otras palabras, no tiene sentido oponer orden natural / orden construido. Construir a través de la voluntad consciente y política -el ideal de Lechner- es un proceso perfectamente natural para los seres humanos. Lo que el pensamiento lechneriano comparte con el pensamiento que critica es la oposición naturaleza / voluntad, como si los seres humanos (y lo que desean) fueran un orden aparte y distinto de la naturaleza.

Si reconocemos que esa oposición como tal no tiene sentido, que los seres humanos, todo lo que ellos producen, es tan parte de la naturaleza como cualquier otra cosa (estrellas, montañas, colonias de hormigas); entonces podemos reconocer una serie de características de la vida social que saltan a la vista.

(1) Que los seres humanos naturalmente producen órdenes sociales. De hecho, no hay forma en que es posible evitar que lo hagan. En ese sentido, está más allá de la voluntad humana.

(2) Que los seres humanos produce continuamente órdenes sociales, y que entonces de esa forma des-estructuran los órdenes que han creado. En oras palabras, no pueden mantener perfectamente estable el orden que han producido, y eso también es más allá de la voluntad humana.

Pero conste, a su vez, que lo que hemos dicho es sobre el proceso de producción de orden, no sobre los órdenes producidos. Pero nos equivocamos, en realidad ni siquiera son afirmaciones versan sobre los procesos como tal sino sobre sus resultados. En otras palabras, los procesos como tal y los órdenes en cuestión bien pueden ser analizados como productos de la voluntad.

Para ser más precisos, y más coherentes si se quiere: El proceso de construcción (y de de-construcción y de re-construcción) de órdenes a través de la voluntad human es un proceso natural e inexorable en las comunidades humanas.

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