Sobre los lamentos de la situación en sociología y la construcción del saber disciplinar

La sociología es, entre tantas otras cosas, una disciplina que periódicamente se plantea a sí misma en una crisis,  o con una necesidad de renovación total, y con una sensación de no haber producido mucho de interés. Se podrían hacer muchas citas al respecto (y este pobre blog ajeno no fue a ello en sus inicios). Pero creo que todo ello está profundamente equivocado -y dado que estamos en un doctorado, defender eso sería la tarea de la tesis.

En última instancia, el único consenso alcanzado es que una parte importante de la discusión sobre temas generales en estas disciplinas –ya sea en metodología o en teoría- se caracteriza por un diagnóstico de una situación crítica de la disciplina y la necesidad de su superación por la aproximación que ese texto defiende. Al mismo tiempo la repetición de las polémicas y debates se muestra que nada se supera. En 1937 Parsons iniciaba La Estructura de la Acción Social preguntándose quién lee ahora a Spencer pensando que el utilitarismo y el evolucionismo habían desaparecido de las ciencias sociales. Nadie podría partir un texto con esa alocución ahora: bien sabemos que hay quien lee a Spencer, y el utilitarismo y el evolucionismo retornaron, y que eso es cierto de casi cualquier tradición conceptual. Los mismos debates, y casi los mismos argumentos, se tienden a repetir. No es raro que esa situación lleve a esos textos genéricos a la desesperación. Esa desesperación está, en todo caso, mal planteada.

O para decirlo de manera más preciso: mal especificada. Porque no se aplica a la sociología en general, sino a esas discusiones generales: a la teoría general y a la metodología general. En relación a ellos bien podemos plantear que efectivamente los participantes de esos debates comparten –aunque por razones muy distintas- un diagnóstico de una ciencia social, y de una sociología, que se encuentra en crisis y que en general no ha realizado grandes aportes al conocimiento social. Y en ese sentido, la labor del conocimiento general es una labor de Sísifo: los mismos debates (sobre el positivismo o sobre la relación acción-estructura) se repiten y muchos de los argumentos específicos también lo hacen.

Pero lo que es cierto en relación a esos conocimientos generales el diagnóstico de un fracaso funciona, no lo hace cuando lo aplicamos a la praxis de investigación, porque en ella si podemos encontrar adquisición de conocimiento que es valioso. Dicho de otra manera, si uno se preguntara ¿han valido la pena las ciencias sociales? ¿nos ha aportado algo todo ese esfuerzo y todos esos estudios? Si la respuesta es sobre teoría y metodología general, la respuesta es –a confesión de quienes se dedican a ello- que no mucho se ha alcanzado. Pero si respondemos sobre los estudios específicos si encontraremos conocimiento sustancioso.

El tema, ahora, no es solamente plantear que en la práctica de investigación concreta se alcanza conocimiento. No es solamente una vindicación del viejo Robert K. Merton y las teorías de alcance medio.

Es pasar más bien al siguiente paso: ¿Y si construimos nuestro saber general a partir de lo que ha funcionado? (i.e la investigación concreta). Elucidar entonces la metodología y la teoría desde la investigación, no a partir de consideraciones epistemológicas, ontológicas u otras de ese tenor –que ha sido lo habitual entre nosotros. Que además tendría la ventaja no menor de conectar la metodología y la teoría general con la investigación específica, que es de hecho la separación más relevante en sociología -y mucho mayor que la usualmente mencionada de separación de teoría y método: ambas están separadas de la investigación.

Lo cual implica, finalmente, recuperar nuestra propia tradición disciplinar. Al fin y al cabo, lo más interesante de los clásicos no ocurre en las declaraciones metodológicas o teóricas, sino en los estudios concretos. No en las Reglas del Método Sociológico, sino en la División del Trabajo Social; no en los conceptos generales de Economía y Sociedad sino en la Ética Protestante.

El trabajo, entonces, es desarrollar una propuesta de saber general a partir de la práctica de investigación.

Acción y estructura. Un ejemplo de la falsa contraposición ente acción racional y estructura.

En los interminables debates que suele tener la sociología sobre acción y estructura, solemos poner la perspectiva de la acción racional como parte de la perspectiva de la acción y opuesta a la estructura. La acción racional es sobre como las personas eligen y la estructura sobre como las personas no eligen (parafraseando a frase de Duesenberry sobre economía y sociología).

Ahora, esa relación no tienen ningún sentido. Si todas las personas son racionales (y, a la Becker, comparten sus preferencias básicas), entonces ¿qué es lo que genera comportamientos distintos? Situaciones distintas, estructuras de intercambio distintas etc. La diferencia en el comportamiento entre mercados competitivos y mercados monopolicos sólo tiene que ver con la diferencia en el número de oferentes, lo que diferencia el comportamiento de las personas en distintos juegos son los distintos payoffs, si es repetido o no, si es cooperativo o no. En otras palabras, las diferencias las causan las diferencias en estructura.

Por otro lado, una explicación estructural requiere que los actores sean racionales. ¿Por qué? Porque sólo para un actor racional sería posible pasar de la estructura a la acción sin intermedición: el actor lee la estructura, obtiene la acción correcta dada ella y la realiza. Dado que todos hacen lo mismo, entonces puedo olvidarme del actor y pasar de la estructura a los resultados. Si los actores no fueran racionales, entonces requiero analizar el nivel del actor (dado que no lee la acción a realizar desde la estructura, sino que tiene que desarrollarla a partir de él mismo).

Pensemos en un caso concreto: la delincuencia. Entonces tendremos a quienes nos dicen que la acción de los delincuentes es racional -y por lo tanto, se ve afectada si cambiamos los incentivos y los costos, así que subamos las penas- o que es efecto de factores sociales -y por lo tanto, tenemos que cambiar las estructuras sociales y culturales. Pero si observamos las explicaciones, veremos que -de hecho- son traducibles.

Pensemos la explicación de factores sociales. Puedo plantearla de la siguiente forma: Dada las condiciones sociales que enfrenta esta persona (los posibles resultados de sus acciones, los costos de ellas, sus preferencias) entonces tomará acciones delincuentes. O sea, de hecho podría decir que es racional en esas condiciones tomar acciones delincuentes.

Pensemos la explicación de actor racional. Puedo plantearla de la siguiente forma: Para un actor dado es racional tomar acciones delincuentes. ¿Por qué? Porque dadas las condiciones sociales que enfrenta (los posibles resultados de sus acciones, los costos de ellas, sus preferencias) es racional hacerlo.

La diferencia crucial entre ambas no es teórica, sino puramente ideológica. El defensor de la actor racional postulará que lo crucial es aumentar los costos de la acción delincuencial en relación a otras (aumentar las penas). El defensor de los factores sociales nos dirá que lo crucial es aumentar los beneficios y disminuir los costos de las acciones alternativas. En ambos casos, lo que modifico es la situación estructural (el contexto) y luego espero que los actores se comportan racionalmente.

Sobre la importancia del estudio de redes sociales

Por otros motivos entre -a veces realmente estar estudiando el doctorado tiene ventajas- al Journal Citation Reports de ISI y uno puede observar las comparaciones entre revistas.

Bueno, y para entrar en el tema que nos convoca en el título sobre la importancia de las redes sociales, uno puede analizar la suerte de la revista central sobre el tema –Social Networks– y su ubicación en los dístintos indices dentro de la sociología:

Indice Puesto en el Ranking
Factor de Impacto 14
Factor de Impacto en 5 años 4
Indice de Inmediatez 4
Puntaje de Influencia de Artículo 5

O sea, aparte del factor de impacto, queda en los 4 o 5 primeros lugares (luego de las 3 primeras que siempre son las mismas: American Journal of Sociology, American Sociological Review y el Annual Review of Sociology). Y para ciencias sociales, en realidad el factor de impacto en 5 años me parece más representativo que el factor de impacto general, que lo mide en 2 años, que es algo corto para los patrones de uso de nuestras disciplinas. La vida media de un artículo en sociología es más de 10 años así que claramente el de 5 años es mejor.

En otras palabras, luego de las revistas generales más importantes, la revista temática más relevante en la disciplina es Social Networks. Algo que es además relativamente reciente. Los gráficos del SCImago Journal & Country Rank son claros en mostrar que la influencia creciente de la revista: De 51 citas el año 1999 a 293 el año 2010 (el link con estos datos aquí).

Para más abundancia, en el año 2011 sobre el tópico redes sociales se han publicado 3.207 papers en revistas ISI y ellos han sido citados por 790 artículos (en lo que lleva de este año).

En cualquier caso, el tema definitivamente se transformó en unos pocos años de ser uno relativamente menor y específico, en uno de los principales temas de investigación y publicación

(*) Por supuesto, parte de esto es pura moda (como capital social). Entre los usos metafóricos de las redes sociales y el tema de redes digitales se toman no pocos artículos. Pero buena parte de los artículos citados, y en particular los mencionados en la revista analizada, son bastante más serios.

Un articulo sobre la formación y evolución de redes

Stability in flux: community structure in dynamic networks. 
Journal of the Royal Society Interface, 2011, 8, 1031-1040
John Bryden, Sebastian Funk, Nicholas Geard, Seth Bullock and Vincent A. A. Jansen

El artículo presenta un modelo para entender cómo se crean (y se mantienen) comunidades -i.e grupos que interactuán fuertemente en su interior pero menos fuertemente entre ellos. Un tema central es cómo los procesos que producen esas comunidades pueden terminar (o no) separando la población total o la mantienen todavía conectada.

Para ello establecen un modelo en que las conexiones son modificadas (rewired) a través de dos procesos: Un proceso homofílico -donde se conectan dos nodos si comparten sus estados (y se borra otra relación). Y además un proceso aleatorio -donde los cambios suceden al azar. El modelo también incluye procesos para el cambio de estados. Uno de ellos es la dispersión de estado -se elije una conexión cualquiera y se establece que ambos nodos tienen el mismo estado- o innovación -elije un nodo cualquiera y establece que ese nodo tiene un estado elegido al azar. El proceso de innovación, en realidad, corresponde al equivalente al proceso de azar, pero es importante para renovar la población.

Los resultados de las simulaciones son bastante claros: Una población donde se encuentran comunidades conectadas (i.e no un sólo gran componente o comunidades separadas), que en general pareciera corresponder al mundo social que observamos, sólo se produce en los puntos medios de las relaciones entre los procesos: Cuando hay tanto modificación por procesos homofílicos y por procesos aleatorios, y cuando el cambio de estado se produce tanto por expansión de estados como por innovación. Cuando domina un proceso entonces se forman las otras configuraciones mencionadas.

¿Cuál es la importancia de todo esto? Muy sencillo. Hace no mucho más allá de 10 años (en 1999) Duncan Watts desarrolló específicamente modelos de ‘mundos pequeños’ para dar cuenta de redes con alto grado de agrupación -donde se forman clusters de personas con alta densidad interna de conexiones- pero al mismo tiempo conectadas por lazos de larga distancia -entre grupos que de otra forma no estarían conectados, y que permiten una baja distancia promedio entre grupos. Ahora, para ‘crear’ esas redes no tenía ningún proceso a la mano, y tuvo que usar un ‘sustrato’ para producirlos. El modelo presentado en el artículo permite crear a través de procesos específicos ese tipo de redes (o más bien, unas relativamente similares, los lazos entre grupos aquí no son necesariamente lazos globales que conecten secciones que si no estarían separadas). Lo que era algo dado hace tan sólo 10 años, ahora es algo producido internamente en el análisis.

Esto también es muestra de algo más general. El análisis de redes, en general, ha pasado de una concentración en configuraciones estáticas a una preocupación por la dinámica de las redes: los procesos mediante los cuales se crean o se destruyen conexiones. Y eso claramente sólo puede implicar una mejor comprensión de estos fenómenos. O para decirlo de otra forma, son tiempos interesantes en estos temas

Leyendo cosas de interés: Hierarchical Market Economies and Varieties of Capitalism in Latin America*

Hierarchical Market Economies and Varieties of Capitalism in Latin America. Ben Ross Schneider. Journal of Latin American Studies 41, 553–575. 2009. (link al artículo)

Quizás no sea mala idea comentar algunas cosas que uno lee. En los últimos años ha crecido la importancia de analizar las distintas formas que adquiere el capitalismo (variedades del capitalismo es el nombre usual). De hecho, eso no es más que una preocupación más general por las variedades que toman los fenómenos: Esping-Andersen hace lo mismo en relación a los distintos régimenes de bienestar, y algo similar ha ocurrido en general  para abordar el tema de la modernidad. O sea, más o menos nos hemos -quizás algo más tarde de lo debido- dado cuenta que los procesos no ocurren de una sola forma (y que, por otro lado, esas diferencias no implican que no sean procesos comparables).

Dentro de esa literatura, hay también algunos estudios en torno a donde ubicar a América Latina. Así en lo relativo a regímenes de bienestar, Mario Marcel y Elizabeth Rivera tienen un estudio en el volumen de Redes, Estado, y Mercado: soportes de la cohesión social Latinoamericana que editó Tironi el 2008. Y en lo que concierne a variedades del capitalismo, está el artículo que citamos -que si bien no es tan reciente, es del 2009, nosotros lo leímos recién ahora.

El artículo se basa en mostrarnos que la literatura ha distinguido al menos dos modelos de capitalismo: El LME (liberal market economies) para los países anglosajones y el CME (coordinated market economies) que caracteriza especialmente de Alemania, Japón y otros países europeos. Las diferencias ocurren, uno puede plantear, en torno a los mecanismos de inter-relación intra e inter firmas. En el caso de los CME, la negociación entre actores (por ejemplo, trabajadores y empleadores) es un mecanismo ampliamente usado -desde como se establecen los sueldos hasta cómo se realiza la capacitación. En los LME el mercado manda. Y en ¿América Latina? La propuesta de Schneider es que la lógica de la jerarquía es la que organiza la relacion entre empleadores y trabajadores, pero también la relación entre empresas (por ejemplo, entre supermercados y proveedores). La jerarquía organiza y además se refuerza como mecanismo institucional: ‘hierarchy is the default preference, especially for state and business elites, who have greater influence in initial institutional formation. Longer-term complementarities and path dependence arise from the fact that hierarchies impede movement to either coordination or markets’ (569).

Esto se observa con mayor profundidad cuando observamos los cuatro pilares que caracterizan este modo de capitalismo: ‘diversified business groups, MNCs, atomistic labour and employee relations, and low-skilled labour’ (557).

Los dos primeros dicen relación al mismo problema: la organización de las empresas. Los grupos económicos -caracterizados tanto por su carácter familiar y por su alta diversidad en términos de sectores económicos que cubren- y las multinacionales operan como los lugares centrales que organizan la vida económica, y que de hecho producen una relación jerárquica. Así por ejemplo, los grupos tienen relaciones jerárquicas en torno a las empresas que las constituyen (y con relaciones jerárquicas en torno a la familia que la organiza), pero también con las empresas con las que se relacionan. La combinación de ambos tipos es algo que caracteriza a América Latina -y lo distingue de, por ejemplo, los países de Asia del Este, donde los grupos eran importantes pero las multinacionales no lo eran tanto. Esto les permitió a los grupos ingresar al sector manufacturero, uno donde los grupos latinoamericanos en general no han entrado.

Las relaciones laborales, caracterizadas como atomizadas, se ordenan en torno a una baja tasa de sindicalización, una muy alta rotación laboral y una alta informalidad. Al mismo tiempo, las regulaciones laborales pueden ser más estrictas pero no siempre son seguidas -y además son segmentadas. De hecho, aunque el autor postula que esa alta regulación es paradójica, en realidad no lo es tanto: Esa alta regulación sólo opera para algunos, y precisamente por ser alta ’empuja’ a la informalización -y a la rotación- al resto de los trabajadores.

Lo anterior también está relacionado con el bajo nivel de habilidades (skills) de los trabajadores. Bajos niveles educacionales y bajos niveles de capacitación. Y está relacionado porque en situaciones de alta rotación el riesgo de la capacitación (desde el punto de vista del empleador) aumenta: es muy fácil que ese trabajador se vaya a la competencia. Incluso, como el autor lo señala, en circunstancias donde la rotación es  muy alta entre sectores, no sólo la adquisición de habilidades específicas a la firma es difícil, sino incluso para el sector.

Esta última discusión nos envía a uno de los puntos que más enfatiza el autor: El sistema descrito establece un modo específico de capitalismo y no sólo un sistema ‘mixto’ (entre el LME y el CME) porque las características mencionadas se refuerzan entre sí. ‘Some of the core features, as well as other background factors, reinforce one another in ways that sustain many institutional aspects of HMEs in Latin America and impede convergence towards either LMEs or CMEs’ (564-565). Es por ello que propiamente representa una variante específica, y que podemos ver una misma lógica común. No son sólo cuatro características que se dieron al mismo tiempo en estos países, sino que representan un conjunto de características que se refuerzan entre ellas. En última instancia, todas ellas son expresiones de esta lógica jerárquica que Schneider establece.

Además del link que aparece al inicio del post (que envía a la página del journal), otra versión del paper está disponible en este link.

Desigualdad de clase, género y etnia

El argumento es bien sencillo:

La relevancia de la desigualdad de un criterio depende de los tamaños de las clases que define. Así, por ejemplo, para que una clase dominante realmente sea dominante (i.e tenga realmente acceso a muchos más recursos que los dominados) necesita ser pequeña, de otro modo se ‘diluye’ su ventaja entre muchos poseedores. Por otro lado, una clase dominada muy pequeña también puede ser muy dominada: Puede que los dominantes no adquieran muchos beneficios por su dominación, pero los dominados pueden ser claramente muy explotados.

Ahora, ¿que implica todo lo anterior? Que en muchas ocasiones la desigualdad más relevante será la de clase (dado que la clase dominante puede ser muy pequeña en esos casos). Probablemente la discriminación étnica sea la que más varía -dado que las relaciones entre dominantes y dominados son muy variadas (hay de todo tipo de situaciones en relación a la razón numérica entre dominantes y dominados). En el caso de género, la discriminación hombre / mujer (donde tanto los dominantes como los dominados son muy extensos) probablemente no produzca muchas desigualdades, y que claramente las restantes orientaciones sean donde se concentre la discriminación.

En cualquier caso, y esto es algo que sólo recientemente he empezado a pensar, los aspectos meramente cuantitativos de la vida social (la pregunta casi no sociológica de cuantas personas hay en un grupo y su relación con otros) no dejan de tener relevancia

Un argumento arqueológico contra la idea que la modernidad está relacionada con la cultura

Una visión relativamente común sobre la modernidad, y que hemos criticado ya varias veces aquí, es la idea que la modernidad es -preferentemente- un proyecto cultural. Wagner ha sido uno de los más importantes defensores de esa idea, y aquí en Chile es básicamente la visión que Morandé tiene de la modernidad (y por lo tanto de porque no seríamos modernos).

Y en fin, puede ser, uno puede definir los conceptos como uno quiera; pero plantear que el cambio de la modernidad es centralmente sobre un proyecto cultural olvida algunos cambios que son de gran relevancia. Pensemos en otro cambio de gran magnitud, aquél que estuvo asociado al nacimiento de la ‘civilización’, o al menos al nacimiento de las ciudades, el Estado y al escritura -que aunque no siempre estuvieron juntos, tendieron a hacerlo. Ahora, este es un cambio observable sin relación alguna a temas culturales o de proyecto: Los restos de las ciudades se pueden observar, del mismo modo que las inscripciones y otros registros de escritura, y el tipo de construcciones realizadas (que van desde grandes monumentos a acueductos pasando por obras de regadío).

El caso es que lo mismo se puede plantear de los cambios asociados a los siglos XIX y XX. Un arqueólogo del futuro bien podría observar restos de ciudades de gran magnitud y extensión, líneas férreas y carreteras, incluso los cuantiosos restos de basuras, de los restos de naufragios, de aumento de población, y del territorio usado por los seres humanos; incluso del aumento de la longevidad y la altura (comparando esqueletos). Toda una gran cantidad de cambios que distinguiría claramente a estos siglos del resto de la historia.

Uno bien puede nombrar las cosas como quiera, pero claramente un cambio de esa magnitud -equivalente al ya nombrado o al de la así llamada revolución neolítica- necesita un nombre para que sea identificado. El de sociedades modernas pareciera ser el nombre que más claramente podría recibir ese uso. Comparado con esos cambios materiales, en realidad el tema del proyecto, identidad o cultura moderna no tiene tanta importancia.

(*) Este argumento puede ser usado, mutatis mutandis, contra Wallerstein. Su argumento es más bien que la Revolución Industrial no es tan relevante porque, bueno, la moderna sociedad mundial ya estaba establecida. Lo cual bien puede ser así, pero el caso es que la magnitud de las transformaciones experimentadas en los últimos 2 siglos no puede ser pasado por alto o mirado en menos.

Pobreza y Educación

Leyendo a propósito de un tema absolutamente sin relación con el título de este tema (leyendo sobre cómo realizar Event-History Analysis) me encontré en un texto introductorio con lo siguiente:

For example, it is well known that people with higher educational attainment have a lower probability to become poor (e.g., receive social assistance); but at the same time, educational attainment obviously has no significant effect on the probability to get out of poverty (see, e.g., Leisering and Leibfried 1998; Leisering and Walker 1998; Zwick 1998). This means that the causal variable educational attainment influences the poverty process in a specific way: it decreases the likelihood of inflows into poverty and it has no impact on the likelihood of outflows from poverty. (Hans-Peter Blossfeld, Katrin Golsch, Götz Rohwer, Event History Analysis with Stata, Lawrence Erlbaum, New York, 2007, página 6)

Todavía no tengo muy claro que hacer con esto. Pero me pareció interesante

Un par de equivocaciones teóricas: Progreso, determinismo y contingencia.

Leyendo un comentario acerca de la importancia de la guerra y el conflicto en el libro de Joas and Knöbl, Social Theory: Twenty Lectures, surgieron en mi pobre cabecita algunas ideas.

La primera es que definitivamente si vamos a usar la palabra progreso es necesario quitarle toda resabio de carácter moral. Los autores para mostrar que no se puede analizar la historia como progreso, mencionan la importancia (constante y no disminuida) de los conflictos bélicos. Claramente no habría progreso si la guerra todavía fuera importante.

Pero si hay un aspecto de la vida social donde hay progreso es en los asuntos bélicos. Digamos que una legión romana no tendría ninguna oportunidad contra una brigada napoleónica, y lo mismo ocurre si enfrentamos a esa brigada con una fuera contemporánea. Si alguien dice, ‘pero un ejército moderno puede ser derrotado por una guerrilla, que es tecnológicamente inferior’, eso es correcto; pero la comparación debe ser igual con igual: Ejércitos formales contra ejércitos formales, guerrillas contra guerrillas. Al interior de cada comparación probablemente encontraremos progreso. Si progreso simplemente se refiere a un avance lineal en una trayectoria dada, entonces si, podemos encontrarlo.

Con lo cual pasamos al segundo de los puntos que quería discutir. Otra de las conclusiones que extraen de la importancia de los conflictos armados es sobre la importancia de la contingencia. Siendo relevantes las guerras, y no siendo predecible el lado victorioso, entonces claramente la contingencia y no la necesidad es relevante.

Lo cual puede ser correcto pero a condición de entenderlo en un nivel específico. Porque si bien puede ser muy contingente lo relativo al resultado de los conflictos, al nivel de mecanismos encontramos mayor determinismo. Una carga de caballería contra una posición defensiva preparada era difícil a principios del siglo XIX y prácticamente suicida a principios del siglo XX. Contar con mejores comunicaciones que permitan reacciones más rápidas es usualmente una ventaja. Y así con muchas otras cosas (aunque claramente los mecanismos en operación son más específicos que la simple descripción dada anteriormente). Pero nos sirve para ilustrar un punto de importancia general: En nuestro apuro por desechar el determinismo de las grandes narrativas, no nos hemos percatado de su importancia en otros niveles de análisis.

Las tres vaciedades de la teoría de sistemas

I. La Vaciedad Epistemológica

La teoría de sistemas siempre se presenta a sí misma como una gran novedad en términos epistemológicos. Al revés que la tradición, ellos se habrían dado cuenta que no hay acceso directo a los ‘objetos’ y que todo depende del observador. El constructivismo es un cambio radical en nuestra percepción sobre la construcción del conocimiento.
Y sin embargo no mucho de lo que efectivamente dicen es muy distinto a cosas que se decían en el siglo XVIII. En lo que se refiere a desontologización, creo que David Hume ya tenía toda la desontologización que uno pudiera querer. Y que no tenemos acceso directo al objeto y lo que conocemos depende de las categorías del observador es algo que no creo representara mucha novedad para Kant.

El único cambio sería que mientras en la filosofía clásica se habla de sujeto, en la teoría de sistemas se abandona esa referencia para universalizarla. Aquí aquello que puede observar va mucho más allá del sujeto. Pero una simple expansión del mismo marco analítico (y demonios, es el mismo marco analítico, toda la ausencia de contacto entre sistema / entorno reproduce la misma característica en sujeto / objeto), no representa una importante renovación conceptual. Y tampoco, finalmente, representa una solución en relación a todas las dificultades que históricamente ha tenido la teoría del sujeto. Ahora, claro está esto implicaría tomarse en serio el tema de las inter-relaciones entre entidades, y eso implica no usar la distinción sistema / entorno ni nada parecido. El hecho que Luhmann, por ejemplo, tome un paradigma de una inter-relación, la comunicación, y la transforme en una unidad en sí (y aplica sistema / entorno a ella) es una muestra de su determinación en mantener una lógica tradicional y no tratar con relaciones entre cosas.

En cualquier caso, hay que reconocerles que para repetir trivialidades del siglo XVIII y presentarlas como una gran novedad, tienen una buena retórica.

II. La Vaciedad Metodológica.

Un tema interesante cuando uno revisa lo que escriben los sistemicos dice relación con la metodología y las técnicas de análisis o investigación. Porque es el caso que no existen tal cosa como ‘investigación sistémica’. Lo que sucede es que se toman análisis y herramientas desarrolladas con otras intenciones, y cuya validez e interés nunca ha dependido de sistemas, y se los coopta como posibles usos para estudios sistémicos.

Esta falta de estudios sistémicos se puede explicar porque, en realidad, no era la preocupación inicial poder desarrollar técnicas -y que habiendo pocos investigadores, bueno difícil crear una tradición. Pero eso no tiene mucho sentido: otras tradiciones, también en sus estados iniciales, con pocos investigadores a su haber, prontamente desarrollaron sus propias técnicas y modalidades -adaptados a sus necesidades. El análisis de redes o la teoría de juegos eso es lo que hicieron. Imagínense que hubiera sido de la teoría de juegos si se hubiera limitado a hacer algunas declaraciones sobre la perspectiva sin jamás desarrollar el instrumental analítico. Posiblemente no hubiéramos encontrado nunca la mayor parte de los resultados de esa teoría si no se hubiesen dado el trabajo de desarrollar los instrumentos correspondientes. Claro es que, cuando eso sucede, es que existe una preocupación por la investigación finalmente.

Es incluso peor cuando uno observa que existen herramientas analíticas para tratar estos temas en los supuestos textos básicos que usa Luhmann. Si la conceptualización de Spencer-Brown era tan básica para la teoría, entonces ¿por qué no usarla para efectivamente desarrollar y formalizar la teoría? Si todos son distinciones, entonces usar un cálculo de distinciones parece lo más razonable de realizar. Pero ese no es el camino seguido, sino simplemente se ‘usa’ a Spencer-Brown de una forma muy ligera, que implica insertar sus conceptos en frases, pero nunca darse el trabajo de usar su cálculo.

III. La Vaciedad Teórico-Empírica

En última instancia, una teoría puede ser completamente vacía en lo que se refiere a epistemología o metodología y todavía ser una buena teoría, si es que tienes cosas interesantes que decir. Conste que esto no es lo que la propia teoría de sistemas a la Luhmann diría de sí misma, que insistiría que sin epistemología no hay nada que hacer.

En todo caso, tampoco en estos ámbitos en realidad la teoría dice mucho.

 Lo primero es lo más evidente: Luhmann nunca analiza el funcionamiento de los sistemas (i.e como una comunicación económica enlaza con una comunicación económica y todos los fenómenos asociados con ello), sino se limita a hablar de la semántica.

Esto envía a la segunda vaciedad: la teoría de sistemas a la Luhmann no prohíbe nada. Por ejemplo, se nos dice que la comunicación económica sólo puede enlazar con economía (que no lo hace con la política). Bueno, supongamos que uno muestra que esos enlaces existen. Entonces, no ha pasado nada, era que no estaba diferenciado. En otras palabras, tenemos un vocabulario, una forma de descripción, pero nada más fuerte que eso.

Lo que nos dirige a la tercera vaciedad: la falta de claridad en los temas básicos. Por ejemplo, Luhmann no usa la definición de autopoiesis de Maturana y Varela, pero nunca deja en claro a que se refiere él con autopoiesis. De hecho, lo mismo ocurre con los sistemas diferenciados: ¿cuando la economía pasa a ser un sistema diferenciado? ¿Es cuando existe el dinero? (y por lo tanto hay transacciones que usan el medio dinero que sólo enlazan a través del medio dinero) ¿es cuando existe el interés? (y el dinero ‘produce’ dinero), ¿es en otra condición? En última instancia, si la teoría de sistemas es básicamente un vocabulario, una forma de hablar que se quiere hacer pasar como teoría, no es un vocabulario muy claro. Es un vocabulario, en cualquier caso, parece complejo e impresionante, pero no hay mucho detrás de él en realidad.