Refutaciones. O de la racionalidad de la Ciencia.

Las recientes medidas espectrales realizadas por O. Lummer y E. Pringsheim, y las aún más notables realizadas por H. Rubens y F. Kurlbaum, que en conjunto confirmaban un resultado obtenido anteriormente por H. Beckmann, muestran que la ley de distribución de la energía en el espectro normal, deducida por primera vez por W. Wien a partir de consideraciones cinético-moleculares y posteriormente por mí a partir de la teoría de la radiación electromagnética, no es válida en general.

En cualquier caso la teoría requiere una corrección, y en lo que sigue intentaré hacerla sobre la base de la teoría de la radiación electromagnética que he desarrollado (Max Planck en Hawking Los Sueños de los que está hecha la Materia, p 17)

Así inicia Max Planck el paper donde hace aparición la idea de los cuantos, y que representó el inicio de la física moderna (y que por lo tanto aparece en primer lugar en la compilación de Hawking sobre textos fundamentales de la física cuántica que estamos citando).

Ahora bien, recordando viejas (pero todavía algo usuales) discusiones sobre el carácter de las ciencias: ¿Hubo aquí una refutación aceptada? ¿O más bien un intento de mantener la teoría a como de lugar? (incluso si posteriormente, pero sólo posteriormente, se mostró que ello lo que hizo fue dar pie a un cambio fundamental de la física).

El inicio del paper, se puede observar, entrega elementos que permiten obtener ambas conclusiones: Se dice explícitamente que hay una ley que ‘no es válida en general’ y que ‘requiere corrección’. Pero por otro, la corrección, también explícitamente, plantea que eso se hará sobre las bases de las teorías ya desarrolladas, y luego en realidad la teoría no cambia. Todo esto puede leerse, finalmente, como una corroboración de Lakatos: los programas aceptan refutaciones de la periferia (esta derivación no es válida) pero no del centro.

En todo caso, más allá de lo anterior, el caso es que no hay nada en lo que nos planteaba Planck (o en el desarrollo posterior) que sea ‘irracional’ o incluso ‘poco razonable’. Se ha gastado mucha tinta en mostrar que las ciencias no cumplían los cánones de un método racional, y que luego no podían tratarse como racionales. Pero, creo, lo que nos muestra el caso de Planck (y otros) es que la conducta de los científicos era plenamente razonable, y que el problema -más bien- estaba en unas limitadas teorías de la racionalidad científica planteadas desde la epistemología. Sokal, de hecho, ha dicho algo similar al respecto: Los científicos no son popperianos, pero eso no implica que no sean racionales, sino que la teoría de Popper es una mala teoría de la racionalidad científica.

En última instancia toda consecuencia empírica de una teoría lo es de un conjunto de afirmaciones y de sus relaciones. Y cuando la consecuencia resulta equivocada, entonces menester es cambiar ese todo. Pero reemplazar un conjunto no equivale, para nada, a cambiar cada uno de sus elementos (un conjunto con solo unos elementos cambiados es ya un conjunto distinto). Declarar que es ‘menos’ racional modificar un elemento particular o todos los elementos es una simpleza y una definición a priori.  La práctica científica, al final, parece resultar mejor guía de la racionalidad que las teorías de la epistemología.

La emergencia de la Diversidad

Una de las características más claras del mundo es la diversidad de formas que existen (especies en biología, pero también podemos pensar en lenguajes). La pregunta es, ¿cómo se genera y se mantiene esa diversidad?

Un estudio reciente sobre evolución de levaduras, publicado en Science en Junio del 2014, (aquí un artículo de prensa y aquí el link al paper) ilumina un poco estas preguntas. El objetivo del estudio es algo distinto, pero después argumentaremos porqué nos dice acerca de diversidad: Es preguntarse por el rol de la contingencia en la evolución. Si la evolución es muy contingente, entonces cada vez que ‘se repitiera’ (si usáramos esa imagen) entonces daría un resultado distinto: aquí tal especie habría tenido como resultado X, pero aquí habría tenido como resultado Y. Lo que muestra el estudio es que, si se mantienen las condiciones constantes, entonces eso no sucede: Uno puede ‘repetir’ el juego y, a través de muy distintos caminos, al final se llegaría al mismo resultado (un óptimo de adaptación).

El experimento es relativamente sencillo: Se crean centenares de situaciones idénticas y se deja a una colonia de levadura evolucionar. Cada 12 horas se seleccionan la línea que está mejor adaptada (i.e la que crece más rápido), se descarta el resto. Tras 500 generaciones lo que se encuentra es que, aunque inicialmente las líneas tuvieron una alta divergencia, al final todas convergen a una solución óptima. Luego, la evolución -es la conclusión general- lleva a una sola forma que es la mejor adaptada.

Si alguien pensara que esto no dice relación con la diversidad sino con trayectorias evolutivas (el hecho que no sean tan al azar no debiera afectar el tema de la diversidad), debiera recordar que evolutivamente la diversidad emerge de esos procesos de divergencia. No es que el experimento nos diga: tomamos un conjunto de leones y al final la evolución de esa línea siempre será la misma, lo mismo si tomamos un conjunto de gatos domésticos. Porque, recordemos, tanto los leones y los gatos tienen el mismo origen y ambos pueden verse como divergencias a partir de una misma situación -que es precisamente lo que hace el experimento.

Entonces, ¿cómo se mantiene la diversidad a pesar que, como el experimento constata, hay presiones evolutivas hacia una solución óptima? La respuesta, en principio, es relativamente sencilla: Que la mantención de las situaciones, y las situaciones idénticas, es algo que no se da en la realidad. Ellas cambian y son diferentes, y al cambiar posibilitan entonces que esas divergencias iniciales se mantengan, se estabilicen y permitan construir diversas formas (especies).

Más aún, y esto creo es lo crucial (y algo que finalmente es sabido pero no sé si siempre se recuerda), es el hecho que ese ambiente, esas situaciones, están formadas por las otras especies. Luego, la propia diversidad genera las condiciones para que ella se mantenga (i.e dado que genera y amplia la cantidad de situaciones y de posibilidades de adaptación).

Pensando ahora en el mundo social, es importante enfatizar el resultado que aunque existan presiones hacia la convergencia por optimización la diversidad se mantiene empíricamente en el mundo (y más aún cuando la diversidad no funciona por optimización, como en el caso de los lenguajes, todos los cuales cumplen perfectamente la función de comunicar -y donde la presión a convergencia no es por adaptación a un óptimo sino sólo por presiones a relacionarse con otro). Esto puede parecer no muy relevante para nuestras disciplinas, pero sí pensamos que un modo de pensamiento usual en la economía es la de encontrar un óptimo, y luego suponer que entonces todas las situaciones se estabilizarán en ese óptimo, convergerán a él, vemos su relevancia.

Porque nos muestra que sí incluso ello sucede, la diversidad (i.e no converger en ese óptimo) no desaparece. Basta con que antes que esa tendencia a converger resulte, aparezcan cambios en las situaciones (que puedan cambiar esos óptimos en diferentes lugares). Y dado que es la propia diversidad la que genera esas situaciones, podemos pensar que la diversidad y la divergencia son relativamente auto-sustentables.

Las Ciencias Sociales como estudio de la Naturaleza

El estudio de la vida social es en sí mismo vida social. El estudio de la vida social es una operación recurrente de ella misma, en el cual están involucrados todos los agentes y no sólo los practicantes delas ciencias sociales. Ese conocimiento de los agentes es, además, una actividad constituyente de lo social.

Todas estas características se han observado como diferenciadoras de la ciencia social que hacen indispensable pensarlas como ciencias fundamentalmente distintas. Argumentaremos más bien que siendo todo lo anterior cierto, nada de ello obsta para que las ciencias sociales estén unidas al resto de las ciencias.

Primero, en sí mismo el hecho que las ciencias sociales sean vida social que se estudia a sí misma no la diferencia de otras: la biología no es más que vida estudiando vida y la física no más que materia investigando materia. Puede aducirse que estas últimas ciencias eluden estos problemas y se perciben a sí mismas fuera de sus objetos, mientras que las ciencias sociales eso no ocurre. Ello podría ser cierto, pero no cambia el hecho que se puede hacer ciencia del modo usual bajo la condición que el que estudia es parte de su objeto de estudio.

Segundo, sucede también para todas las ciencias, o al menos las más generales, que en su estudio están involucrados todos los gantes. Los agentes, en su vivir, usan y descansan en conocimiento de sentido común sobre la naturaleza; y en ello no hay distinción profunda entre las ciencias.

Donde sí aparece una distinción es que esos conocimientos son objeto del estudio de las ciencias sociales, mientras que el sentido común sobre biología o física no es parte de esas disciplinas. Pero ese conocimiento no es más que otro objeto a estudiar, y para el cual se puede usar la misma aproximación metodológica. Dado que el conocimiento de la ciencia social no reemplaza al sentido común -incluso cuando este último se apropia de elementos del primero, cuando esto sucede cambia de carácter-, y son por lo tanto distintos, entonces no hay consecuencias metodológicas o epistemológicas especiales. Aunque sí lo tienen en relación a las técnicas, no es un cambio metodológico (sigue aplicando la idea de conocimiento objetivo, replicabilidad, control de variables intervinientes etc.).

La necesidad de separar las ciencias sociales de otras ciencias es, finalmente, una herencia del idealismo alemán y de la filosofía de la conciencia, y en última instancia de Kant, del su intento de salvaguardar un espacio para la causalidad de la libertad frente a la causalidad de la naturaleza (por más que en el propio Kant eso es parte del nivel trascendental y no del empírico). Es un intento de defender al ser humano de ser rebajado al nivel de mera naturaleza animal. Pero ese empeño no deja de ser un ejercicio de vanidad.

Tendemos a pensar en torno a la distinción cultura y naturaleza, que al final desciende de la diferencia sujeto y objeto. Pero la cultura no es más que una forma específica de la naturaleza, del mismo modo que el sujeto no es más que un tipo de objeto especial -uno que observa. Si uno quisiera usar ese lenguaje, bien podría decir que los seres humano sson una forma en que la naturaleza adquiere ‘conciencia’, la conciencia no es algo aparte del mundo, sino parte de él.

Si simplemente nos aceptamos como parte del mundo natural, entonces, asumiendo las características específicas de la vida social, la ciencia social es simplemente parte integrante del estudio de la naturaleza. Es el estudio de una parte de la naturaleza, de la naturaleza social.