Historia de las Tecnologías Sociales (IV). La emergencia de la ciudad

Ziggurat_Ur
Gran Zigurat de Ur, levantado como lugar de culto de Nanna hacia el siglo XXI AC, reconstruido en el siglo V AC. Fachada y escalera reconstruidas en el siglo XX

Mandó edificar los baluartes
de Úruk, bien amurallada,
y también el santo tesoro,
el sagrado templo Eanna.

Admirad su muro exterior,
de bronce parece construido;
sus columnas, inimitables.
Subid la antigua escalinata
y aproximaos al Eanna,
morada de Íshtar la diosa,
tal que hombre alguno ni rey
logrará igualarlo jamás.

Ascended luego a las murallas
de Úruk y allí recorredlas.
Examinad bien sus ladrillos
y fijaos en los cimientos.
¿No fueron acaso cocidos
en horno aquellos ladrillos?
¿Y no fueron los Siete Sabios
los que sus cimientos pusieron?

Estas palabras están al inicio del Poema de Gilgamesh, que se replican en forma breve al fin del poema. Es una de las obras esenciales de la civilización mesopotámica, copiadas en múltiples ocasiones, y que cuenta uno de sus mitos centrales: la búsqueda de Gilgamesh, rey de Uruk, de la inmortalidad, al darse cuenta, tras la muerte de Enkidu, su amigo, de la realidad de la muerte. Y la obra se inicia y finaliza con la loa a la ciudad.

La ciudad es uno de los ejes centrales de la vida social en las civilizaciones. En el caso mesopotámico ello es muy claro, siendo una sociedad altamente urbanizada; pero todas las civilizaciones iniciales del Viejo Mundo se organizan en torno a ciudades. Incluso el caso egipcio, sobre el cual durante un buen tiempo se discutió la importancia de la ciudad, ellas aparecen como núcleos administrativos relevantes.

Ahora bien, ¿qué queremos decir cuando hablamos de ciudad? Si la ciudad es un tipo de asentamiento diferente, y su nacimiento es una de las marcas de una nueva forma de vida social, ¿cuál es la diferencia entre la ciudad y la aldea? No estamos ante un tema sólo de tamaño. Históricamente han existido ‘aldeas’ que han sido mayores que sitios reconocidos como urbanos. La existencia en sí de obras de arquitectura mayor no es suficiente, puesto que existen múltiples de esas construcciones no sólo fuera de ciudades sino en sociedades que no las conocían. Tampoco es necesariamente una diferencia de carácter económico, que la vida urbana sea comercial o artesanal, mientras que la vida ‘rural’ es agrícola o pastoral. Sabemos que, por ejemplo, las ciudades ‘clásicas’ en las culturas griega y romana no tenían una distinción clara entre el habitante rural y el urbano (en contradistinción con el medioevo europeo). Y múltiples aldeas rurales han tenido artesanos incorporados (cuando aparezca el hierro, el herrero será parte de muchos ambientes aldeanos a lo largo del tiempo), y vendedores ambulantes que visitan aldeas rurales también han sido parte de la vida en muchas zonas rurales.

Lo que sí podemos plantear como algo común es que la existencia de ciudades implica la existencia de una jerarquía de asentamientos. Las sociedades que tienen ciudades son sociedades que distinguen, que usan y operan bajo la distinción, entre la ciudad y la aldea (o lo rural). La ciudad es un asentamiento que se ubica en la parte superior de dicha jerarquía. En otras palabras, no es un tema absoluto de tamaño, y el limite siempre es poroso (existen evidencias de áreas suburbanas para la antigua Mesopotamia para el caso) y hay mucha superposición, pero la ciudad aparece cuando se generan asentamientos que pueden distinguirse de las aldeas rurales. Y esto implica entonces que la ciudad ha de entenderse siempre en relación (en sus distintas relaciones) con el mundo rural que lo circunda. Al mismo tiempo, escasas son las ciudades que están aisladas -una ciudad opera en relación también con otras ciudades. Entre ambas relaciones se constituye esta unidad.

La distinción es un tema, si se quiere, de densidad y de concentración de actividad. Quién dice ciudad habla de construcciones cercanas, de habitantes que viven aglomerados, y toda la actividad que ello permite. En particular, en las condiciones de comunicación y de transporte que existen en la época en que nacen las ciudades, algo así como un mercado (que en esos tiempos es equivalente a un mercado físico) permanente se sostiene bajo condiciones urbanas. La capacidad de división del trabajo, que aparezcan y que tengan suficiente actividad para sostenerse, de especialistas y de trabajadores que no vivan de la agricultura, es algo que la ciudad permite. La concentración que implica la vida urbana es una condición de dinamismo de la vida económica y social. Algo que en general sigue siendo válido, pero lo es aún más cuando la disminución de la distancia física facilita crucialmente la actividad social coordinada.

La emergencia de la ciudad es la emergencia de focos de concentración de actividad social, y de ello deriva una dinamización general de dicha vida social. Las ventajas que produce la concentración generan, a su vez, la producción de centros urbanos de tamaño importante a fechas relativamente tempranas. Uruk contó con poblaciones cercanas a 60 mil habitantes cerca del 3.000 AC y Ur con una población similar en la época de la III dinastía de Ur (2100-2000 AC), y siempre es posible encontrar estimaciones mayores. En épocas de ciudades de 20 millones ello puede parece ‘pequeño’, pero si comparamos esos tamaños con una aldea típica podemos darnos cuenta inmediatamente del salto y pensar en todo lo que éste implica.

 

Los otros dos elementos que hemos mencionado como estructurantes de la civilización, la escritura y la organización formal (el Estado usualmente), tienen una relación muy estrecha entre sí. No hay organización sin registros escritos, los registros escritos se generan a partir de las necesidades de estas organizaciones. No ocurre lo mismo, al menos ese es mi parecer ahora, con la ciudad: La vida urbana puede pensarse separada de los otros fenómenos.

Al mismo tiempo, están altamente asociados. Los Estados crean y hacen crecer a sus capitales (y fundar ciudades se convierte en una actividad típica de reyes desde temprano), y la vida urbana  y el Estado han ido muchas veces de la mano. La concentración de actividad que es la ciudad y la concentración de poder que es el Estado si bien no tienen relaciones necesarias entre sí, si se han facilitado mutuamente. La coordinación social urbana fácilmente se transforma en coordinación organizada (y Estado), y el Estado usa y promueve esos bastiones de actividad y poder que son las ciudades. Empero, la ciudad y el Estado no son lo mismo.

En nuestros lenguajes, ciudad y civilización tienen una raíz común. Y esta casualidad de todas formas es relevante: La vida de la ciudad, el mero dinamismo generado por una alta densidad de población y de concentración de actividad, es crucial para comprender las dinámicas de la vida social una vez que emerge la civilización.

No por nada las caídas de las ciudades se presentan y son experimentadas como desastres que equivalen a la muerte de la civilización. O como dice la Lamentación de la ruina de Ur, a propósito de la caída de la III dinastía antes mencionada:

¡Ciudad, alza tu lamento; que sea amargo tu lamento!
Amargo sea tu lloro, alzalo tan grande como puedas.
De una santa ciudad destruida el lamento ha de ser muy alto.
Ur la santa, la dormida: amargo sea su lamento.
Ladrillos de la ciudad, alzad el doliente son.
Santuarios de las deidades, alzad el doliente son.

 

Historia de las Tecnologías Sociales (III). Las Primeras Civilizaciones

Estandarte_Ur
Estandarte de Ur (Siglo XXVI A.C). El objeto tiene dos caras, una de paz y otra de guerra, que ilustran la vida en una ciudad sumeria al inicio de la civilización

 

Ciudades. Escritura. Organizaciones formales, principalmente el Estado. Todas ellas son formas sociales que se consolidan de manera conjunta en algunos lugares del mundo hacia el 3.000 AC. Es claro que todas ellas tienen procesos largos de formación: desde la generación de sellos y marcas hasta el desarrollo de una forma de inscribir información que refleje el lenguaje pasan siglos. Lo mismo se puede decir de las ciudades, cuyos diversos elementos se van consolidando con el tiempo -y de hecho, las primeras ciudades claramente anteceden a la emergencia plena de las formas que hemos mencionado. Todo el cuarto milenio AC, en cierto sentido, es un desarrollo que posteriormente conformará esta nueva formación social, que emergerá plenamente hacia el final de éste.

Lo que nos interesa es lo de ‘consolidan de manera conjunta’. Siempre hay antecesores, y buscar la primera emergencia de una formación es un esfuerzo que no cierra (todo lo que podemos decir es ‘hasta ahora, la referencia más temprana que hemos encontrado es…’). Sin embargo, hay momentos en que se adquiere cierta continuidad, y en particular los elementos que mencionamos se refuerzan entre sí de manera de generar una nueva formación social que, de hecho, no va a desaparecer totalmente de nuevo. Habrá momentos de expansión y de retroceso, ‘edades oscuras’, pero esos elementos no serán perdidos. A falta de mejor nombre, nos referiremos a esto como el nacimiento de la civilización; pero dependiendo de los autores y la perspectiva alguno de los elementos puede adquirir primacía (nacimiento de sociedades estatales, revolución urbana para usar frases conocidas).

Es importante comprender la relación entre estos elementos. Es sabido que para la transmisión de las culturas no es necesaria la escritura, y que las culturas orales tienen importantes capacidades para transmitir información. La posibilidad que entrega la escritura es, por un lado, la posibilidad de transmitir de manera relativamente fidedigna información que no necesariamente es memorable, pero sí es relevante y, por otro lado, la posibilidad de separar la transmisión de información de una persona (o personas) en particular. Ambas cosas no siempre son relevantes, pero sí lo son cuando emergen organizaciones formales: Puesto que ellas sí necesitan información administrativa precisa y para ellas separar la persona de la organización sí es crucial. La organización formal más relevante es el nacimiento del Estado -la conformación de una agencia con capacidad coercitiva para adquirir recursos. De hecho, bien podríamos haber dicho ‘Estado’ dado que en muchos contextos es la principal o incluso única ‘organización formal’. Y sin embargo, vale la pena hacer la diferencia dado que no es claro, por ejemplo, que los templos de las ciudades sumerias -que claramente eran centros de administración de recursos, usando una gran cantidad de registros- puedan ser vistos como ‘aparatos estatales’. La emergencia de estas organizaciones requiere de una cierta concentración de recursos y de actividad que permita roles especializados -administradores, escribas etc.- y esa concentración se traduce físicamente en la constitución de la ciudad: El lugar desde el cual operan estos actores. La ciudad, y sea cual sea su forma, ella implica siempre un nivel de concentración de recursos y población, permite y es muestra de un nivel de complejidad social relevante. Para usar un concepto que estuvo a la base de la emergencia de las ciencias sociales: quién dice ciudad dice división del trabajo, especialización.

No entraremos aquí en el proceso causal de emergencia de estas características. En última instancia, el proceso que genera la escritura o que genera la ciudad o que genera el Estado no son necesariamente los mismos. Lo que sí sabemos es que la formación social que se genera los incluye a todos, y los relaciona a todos. Un Estado no puede operar sin escritura; el fenómeno urbano ha estado asociado a formaciones estatales, la escritura se ha visto impulsada por la ciudad etc.

 

Prolegómenos. La emergencia de la civilización y la expansión de Uruk

El creciente fértil, aquella franja de terrenos cultivables rodeados de desierto, de Egipto a Siria a Mesopotamia, es una frase conocida, y que ahí se encuentra el origen de la civilización también. Como muchas de las ideas tradicionales, es a grandes líneas correcta: Ahí es donde se encuentran las concentraciones más importantes, donde encontramos las sociedades más urbanizadas (Sumer, al sur de Mesopotamia) y la emergencia de un estado territorial (Egipto). Al mismo tiempo, y como muchas de las ideas tradicionales, deja pasar elementos importantes, El primero es que fuera del creciente fértil nos encontramos con la civilización de Harappa, en el valle del Indo -que es de hecho territorialmente más extensa. Sin embargo, siendo otro valle fértil rodeado de zonas áridas se puede plantear que sigue la misma lógica. Lo segundo es que una parte no menor de los procesos previos que llevan posteriormente a la emergencia de esta formación social ocurren fuera de las zonas que posteriormente serán las centrales, en Anatolia por ejemplo. La ocupación de los valles donde emerge la civilización requiere de niveles de organización altos, o sea de civilización -y luego su inicio no se entiende solamente analizando lo que sucede en esos valles, sino en lo que permitían y ya estaba ocurriendo fuera de ellos.

La relación entre estos centros en el valle y las periferias es uno de los puntos de discusión en torno a la así llamada expansión de Uruk, durante el cuarto milenio AC. Tenemos una ciudad, Uruk, al sur de Mesopotamia, que representa una concentración económica y de población mucho más alta que en los alrededores, y en donde podemos observar el desarrollo de sistemas de registro y de organización -que si bien no alcanzan todavía el nivel de la escritura o de un Estado formal- ya son bastante avanzados. Lo que observamos es además un período de expansión de la cultura de Uruk a lo largo de Mesopotamia pero además más extenso -en particular, alcanzado Anatolia, Siria e Irán. Esto ha sido interpretado como una primera muestra de relación centro-periferia, llegando a ser vistos la expansión de Uruk como una forma colonial. Lo cual ha sido también discutido -de la emergencia de rasgos Uruk en sitios en Anatolia o Sirio no se puede deducir inmediatamente la existencia de colonias, los niveles de complejidad social ya existentes en la periferia no eran menores. Lo que sí es claro es que la emergencia de esta nueva formación no puede comprenderse solamente como algo que ocurre al interior de las zonas centrales, sino que requiere una comprensión de un fenómeno más extendido.

El otro fenómeno relevante es que esta expansión sufre un quiebre y la cultura de Uruk se concentra posteriormente en dicha ciudad. Sea cual sea lo que explicaba esa expansión, lo que sí es claro es que no pudo consolidarse. El fenómeno de expansión con un posterior retraimiento será repetido en varias ocasiones -la civilización no surge de una vez para siempre; y la adquisición de una plena continuidad será un adquisición posterior. Al fin y al cabo, de muchas de las ciudades de esta primera urbanización no quedará ni el nombre y serán completamente olvidadas con posterioridad.

En las siguientes entradas procederemos a analizar más en detalle lo que implican estas nuevas formas sociales, estas nuevas tecnologías del Estado, la ciudad y la escritura. Sin embargo, antes de ello una narración -aunque sea muy somera- de las principales zonas, que nos permitirán ubicar los casos e información que relataremos en los siguientes capítulos.

 

Mesopotamia. Desde el Dinástico Temprano hasta el Período Paleo-babilonio

De los diversos espacios en que emerge la formación social ‘civilización’ Mesopotamia, la tierra entre el Tigris y el Eufrates, es lejos la más urbanizada, con una densidad bastante alta de sitios urbanos, particularmente en el sur. Lo que se observa al inicio de este desarrollo, cuando ya ha aparecido con plenitud la escritura y las organizaciones, es un conjunto de ciudades-Estado. Las ciudades sumerias, más al sur, (Ur, Uruk, Nippur y otras), se ordenan y se estructuran en torno al templo -que opera como la unidad administrativa y económica principal. El palacio, y en ese sentido podríamos decir ‘el Estado’ es más relevante en las ciudades del norte y adquiere progresivamente más importancia con el tiempo.

Esta situación de un conjunto de ciudades-estado independiente no resultó muy estable. Encontramos muchos intentos de lograr una hegemonía – de convertirse en el gobernante del mundo (o de las cuatro partes del mundo). El primero que logró un éxito relevante al respecto fue Sargón de Akkad hacia el 2.250 AC -el Imperio Acadio creado no fue de gran extensión temporal, pero durante un tiempo efectivamente gobernó a todas las ciudades de Sumer y de Akkad (o sea, Irak al sur de Asiria fundamentalmente), y con expediciones victoriosas hasta el Mediterráneo y en Irán. La III dinastía de Ur (2.100-2004 AC)  realizó un control más restringido espacialmente pero más intensivo. Cada uno de estas formaciones finaliza de modo similar: un ataque externo que destruye la capital. La destrucción de Ur, por muchos siglos la ciudad más importante de la zona, causó un fuerte impacto cultural (pensemos en el saqueo posterior de Roma). La hegemonía Babilónica con Hammurabi (1.728-1.686 AC) es relativamente célebre, debido a la estela con el ‘código’ de Hammurabi. Una narración completa de la historia política de Mesopotamia por durante todo este período es compleja, precisamente por la falta de estabilidad de los Estados: El gobernante de una ciudad expande su poder, genera una dinastía, pero esta posteriormente decae y con ello vuelve el poder se desconcentra, y se genera una nueva lucha hasta que uno de ellos genera nuevamente una hegemonía. No se conforma un estado territorial como tal estable, y si bien las ciudades conforman el eje del poder (cada estado hegemónico se constituye conquistando otras ciudades, pero usandolas como centro administrativos) tampoco puede mantenerse una situación de equilibrio entre ellas. Sin embargo, con el paso del tiempo las unidades políticas se van progresivamente consolidando.

Si bien hemos hablado de Mesopotamia, en este resumen nos hemos limitado a la tierra que inicialmente se conocía como Sumer y Akkad y luego como Babilonia. Si ya era complejo relatar lo ocurrido ahí, agregar lo que ocurre en Asiria hacia el norte, hacia Siria y Anatolia (Ebla), y en los valles intermedios (Mari), o hacia la meseta Iranía (Elam) sería simplemente agregar más y más nombres.

 

Egipto como un estado territorial.

El valle del Nilo, que es lo que es Egipto en sus orígenes, permitió la consolidación temprana de un Estado territorial. Para el año 3.000 AC Egipto está recientemente unificado -al unirse el Bajo y el Alto Egipto por Narmer (alrededor del 3.050 AC) y en general permanecerá unificado a lo largo del tiempo. Si en Mesopotamia se reconoce una unidad ‘cultural’, basada en el lenguaje, la escritura y la religión, en Egipto ella es también una unidad política. En vez de ciudades-estado durante mucho tiempo separadas y que cuando logran hegemonía lo hacen cada vez como una formación política diferente; aquí las ciudades se transforman en capitales de provincias (nomos).

La dinámica de períodos de centralización y de descentralización también ocurre aquí. La principal diferencia es que los períodos centralizados son más estables en Egipto y que cuando se conforma un nuevo período centralizado se lo piensa como heredero del Estado anterior (no el reemplazo de un Imperio por otro). Así al Reino Antiguo (2.686-2.181 AC) sucede el primer período intermedio y luego el Reino Medio (2.050-1750 AC). En ambos casos, más allá desde donde se ejerce el poder, se mantiene el mismo Estado y la misma identidad. Si se quiere, en vez de la lucha entre diversas ciudades y zonas por la hegemonía, la historia Egipcia es la lucha entre el poder central (el faraón) y los poderes locales.

El valle del Nilo simplemente parece ser más fácil de operar como una sola unidad y más fácil de aislar con respecto a situaciones externas. De hecho, durante todo este período, si bien Egipto está conectado por vías comerciales con otras zonas civilizadas, en general están más bien separados. Una de las características de Egipto será, precisamente, su relativo aislamiento frente a otra zonas.

 

Harappa y la civilización del Indo.

Un poco más tardía a las sociedades anteriores, aunque menos conocida, son los desarrollos en el valle del Indo. En comparación uno puede observar que el territorio ocupado por las sociedades urbanas es mucho más extenso que en los casos anteriores (en particular, en lo que concierne a sus territorios centrales: Egipto y Mesopotamia). Al mismo tiempo, hay gran claridad de un fuerte desarrollo urbano: Harappa y Mohenjo-Daro por ejemplo muestran señales de planificación, lo cual implica una fuerte capacidad de coordinación. El sistema de sellos y de registros es bastante complejo, pero no parecen existir registros de escritura más allá de lo administrativo (en otras palabras, no hay equivalentes a cartas, tratados, edictos etc.). Y si esta compleja sociedad efectivamente constituyó Estado, y por consiguiente instauró fuertes desigualdades sociales, es algo que se ha discutido. En cualquier caso, sea cual fuera su organización administrativa, ello no impidió su despliegue económico: esta área desarrolló un fuerte comercio con las sociedades mesopotámicas (y poseemos comunicaciones comerciales en las ciudades del sur de Mesopotamia al respecto)

La otra característica esencial es su desaparición. Como hemos dicho, la dinámica de expansión-repliegue es relativamente común en estas civilizaciones tempranas. Que la forma social civilización adquiriese estabilidad fue tarea de largo tiempo. Sin embargo, en los otros casos -más allá de crisis y repliegues- el hecho mismo de la civilización no desaparecía. En este caso, la crisis de la civilización del Indo implicó el abandono de toda la zona y la pérdida del hecho mismo de esta vida urbana y con escritura. Cuando esas características re-emerjan en India l harán en otras zonas y con olvido de lo ocurrido aquí. Esta discontinuidad de la mayor de las civilizaciones tempranas es un hecho relevante.

 

El club de los grandes poderes (circa 1500-1200 AC).

Uno de los procesos más comunes a lo largo de la historia, una vez que aparecen las formaciones civilizadas, es su expansión: Ya sea que los primitivos núcleos se expanden directamente, o que otras sociedades en contacto (ya sea como defensa o como imitación o cualquier otro proceso) procedan a transformarse en civilizaciones, el territorio que pasa a convertirse en campo civilizado aumenta. A los núcleos mesopotámico y egipcio se agrega la consolidación de la civilización en Siria-Palestina, a lo largo de Anatolia y en el Egeo y en Irán. Entre alrededor del 1500 y el 1200, la era del Bronce Tardío, emergen una serie de estados territoriales relativamente consolidados con relaciones establecidas entre ellos: Los grandes reyes se reconocen entre sí y se separan de los gobernantes menores (la zona de Siria-Palestina es usualmente uno de los focos de competencia, donde los gobernantes de estados menores buscan la protección de los grandes reyes).

En Egipto es el Reino Nuevo, es el período del Imperio Hitita en Anatolia, de los Casitas en Babilonia y del Reino Medio Asirio. Estos grandes estados están relativamente consolidados, y las luchas entre ellos no terminan con la aniquilación de un estado por otro, sino en cambios territoriales o de cambios en las zonas de influencia (así tal como en la Europa de la Modernidad temprana). Las guerras entre el Imperio Hitita y Egipto, por ejemplo, son sobre su influencia en Siria-Palestina. El estatus de gran rey es algo reconocido, que implica participar en unas relaciones de intercambio (de regalos, de esposas) establecido, con relaciones asimétricas reconocidas con los reyes de menor estatus. Lo cual implica, entonces, una cierta lucha por el reconocimiento de quienes adquieren poder algo más tardíamente, como es el caso de Asiria.

Una característica interesante del período es un cambio de tecnología militar: la aparición del carro tirado por caballos. Este cambio está asociado a su vez a una cultura más aristocrática. El poder depende de poder manejar una cantidad importante de estos carros, y por lo tanto el poder de quienes pueden equiparlos aumenta. En Mesopotamia, por ejemplo, podemos observar un cambio en las formas de propaganda y legitimación: Al período previo en que existe una preocupación por defender a la base campesina de las deudas, sucede un período en que existe, por el contrario, una fuerte preocupación para limitar y devolver a quienes huyen de la opresión estatal. A los edictos que promulgan la justicia en la tierra (que dan por nulas las deudas), suceden los tratados de devolución de fugitivos. La consolidación de los grandes poderes en términos de competencia entre pares ocurre al mismo tiempo de una fuerte diferenciación interna al interior de las formaciones políticas.

Al mismo tiempo, este período experimenta una de las primeras, si no la primera, revolución religiosa, la de Akhenatón (1.353-1.336 AC). El intento de instaurar a Atón como único Dios oficial en Egipto, en vez de los tradicionales, generó toda una serie de conflictos en la época. El cambio puede ser entendido como una variante de los continuos conflictos entre el faraón y el clero egipcio, mediante la instauración de un orden religioso que elimina la intermediación del clero. Sin embargo, es uno de los primeros momentos hacia una orientación religiosa que dominará buena parte de las sociedades en siglos siguientes.

Estamos ante sociedades altamente desiguales, con una burocracia importante en sus centros administrativos, que desarrollaron importantes capacidades de almacenamiento y distribución. En algún sentido, las sociedades posteriores no alcanzarán esos grados de burocratización por mucho tiempo: la burocrática sociedad micénica tiene mayores grados de administración que la Grecia clásica.

Todo este sistema experimentará una crisis muy fuerte alrededor del 1.200 A.C. La urbanización experimentará un fuerte repliegue, e incluso varias de  las zonas centrales (que continuarán siendo sociedades letradas, estatales y urbanas, experimentarán una crisis). La crisis del fin de la Edad del Bronce -en la recuperación siguiente el metal de base será el hierro, que cambia las dinámicas sociales- sirve como cierre del período. En la época siguiente las bases sociales de la civilización (como ya hemos dicho: ciudad, escritura y Estado) se despliegan y se complejizan, y la civilización como tal se expande a nuevas zonas y adquiere cierta estabilidad de base: con todas las crisis y repliegues, y cambios fundamentales, aparecen ciertas continuidades.

Nos hemos dedicado a describir con algo más de detalle (siendo siempre muy sumarios) a los tres siglos de la edad tardía del bronce con un propósito muy definido: Para mostrar lo inadecuado que es tratar todos este tiempo simplemente como ‘lo mismo’. La tecnología básica (tanto social como material) es, ciertamente, la misma -tratarlas como sociedades complejas agrarias es válido, y también será válido de varias de las situaciones posteriores hasta cerca del 1700-1800 D.C. y observar toda esta historia como una simple repetición de ciclos dinásticos o de imperios: Aparte que en un momento el centro está en Ur y en otro en Babilonia, no hay tantas diferencias. Sin embargo, dentro de este carácter común, hay importantes variaciones en las formas en que se usan y operan esas tecnologías básicas. Del mismo modo que en la actualidad podemos decir que en todas partes hay una base tecnológica común (des-ruralización, combustibles fósiles, expansión universal de la forma Estado y así), pero no es lo mismo vivir en Detroit que en Estocolmo o en Kuala Lumpur. Para un campesino libre, o un artesano, por ejemplo, no era lo mismo vivir en momentos de mayor o menor centralización, o en momentos de alta desigualdad y concentración, o donde el sector no-administrativo era más o menos importante. El hecho mismo de la consolidación de un estado territorial implicaba relaciones diferentes con la población: en una ciudad-estado, aunque fuera basada en templos o en palacios, hay menor distancia (para bien y para mal) entre los habitantes de la ciudad y sus gobernantes, que en un estado territorial.

Las sociedades complejas del fin de la edad del bronce, estos tres siglos, cubren un período de alrededor de tres siglos -algo similar a, por ejemplo, la modernidad temprana en Europa (desde el inicio de la expansión europea ultramarina hasta la revolución industrial). Y también representa un período relativamente definido, con características distintas a lo que estuvo antes y a lo que vino después. El efecto de la distancia hace que todo nos parezca lo mismo, pero así no ocurre cuando se piensa desde el punto de vista de la experiencia.

Más en general, el período del cual hemos hablado cubre alrededor de 1.800 años (de cerca del 3.000 cuando se inicia el período dinástico, o sea la emergencia plena de la tríada Estado-escritura-ciudad hasta el 1.200, con la crisis del fin de la edad del bronce. Lo que hemos mencionado en tan pocas líneas, donde hemos reducido sociedades enteras a un sólo nombre, es muy extenso. Toda la historia de la China imperial (desde los Qin hasta los Qing) es sólo un poco más extensa (alrededor de 2.200 años). Toda la historia de Europa tras el fin de un imperio Romano que cubriera todo el mediterráneo (o sea entre los siglos VI y VII DC, desde Justiniano hasta las conquistas árabes) es sólo un poco menor.

Para insistir: Y todo ello que, particularmente en un resumen corto, puede parecer sólo una sucesión de lo mismo, implican cambios importantes. Las estructuras económicas de la III dinastía de Ur parecen ser más centralizadas y concentradas en el segmento administrativo que en otros períodos. Hay fenómenos económicos completos (como las colonias comerciales asirias en Anatolia) que ocurren al interior de este período, y podemos contrastar el peso diferencial de sectores económicos entre el sur mesopotamico (con una mayor base agrícola) que lo que ocurre en el norte, en Asiria. Y aunque la base de tecnología social es la misma, hay importantes desarrollos a lo largo del tiempo: La escritura adquiere a lo largo del tiempo mayor capacidad como medio de comunicación y se lo amplia a más usos: En algún momento se desarrolló la idea (y la práctica y el sostén social) de escribir y enviar cartas cubriendo espacios importantes, con todo lo que implica en términos de coordinación a distancia. Ello no fue ni evidente ni inmediato -hubo que crearlo y desarrollarlo.

Excurso. El inicio de la civilización en China.

Los desarrollos en China de una civilización urbana, el inicio de la escritura y el nacimiento de Estados son algo más tardíos que en el creciente fértil (al momento en que aparecen estos fenómenos en esta última área, en China estamos en el Neolítico, con la cultura Longshan), pero ocurren al interior del período que hemos indicado. El período Shang se desarrolla entre alrededor del 1.600 hasta el 1.046 AC, que corresponde a la primer momento donde tenemos observar la tríada de formaciones sociales de manera plena (Estado-cuidad-escritura). Nuevamente, también tenemos desarrollos previos importantes; y no hay que olvidar que el territorio cubierto por los Shang no es el único donde se encuentran desarrollos paralelos.

Es un desarrollo, al parecer, más bien independiente de los anteriores -que entraron con cierta prontitud en interacción y que siendo relativamente contiguos se pueden observar impactos y relaciones. Por lo tanto, sus movimientos y desarrollos no siguen la estructura dada anteriormente: No se pueden integrar en la descripción que hemos hecho del período del bronce tardío. En general, poseemos menos información -hay inscripciones contemporáneas, pero los relatos continuos y los textos más desarrollados que tenemos son más bien posteriores.

Lo anterior tiene dos consecuencias: Que para la discusión en los capítulos posteriores, sobre las dinámicas de emergencia de la ciudad, la escritura y el Estado, los desarrollos en China son un caso bastante relevante en términos comparativos. Lo segundo es que la incorporación plena de la situación China en la narración sería más bien tarea del siguiente período: Cuando al expandirse la civilización en China, y con la expansión de la civilización en general, el conjunto de las tierras civilizadas de Eurasia (y África al norte del Sahara) entre en contacto y en interacción -el qué podrá ser indirecto y tenue, pero existente. Ese hecho -la expansión de las tierras bajo civilización hasta cubrir el terreno desde las Islas Británicas al archipiélago Japonés representa uno de los desarrollos básicos del periodo posterior. Para poder analizar dichas dinámicas, será necesario -en todo caso- proceder a describir primero los elementos que hemos mencionado como constitutivos de la civilización. Procedamos, pues, a ello.

 

NOTA. Como ya lo dijimos en la entrada anterior: Aquí van las primeras ideas que corresponden a este capítulo de la obra, simplemente para obligarme a iniciarla. Siendo una primera redacción, obviamente las ausencias y problemas son gigantes. Esperemos que la vergüenza de la presentación sea aliciente para la mejora. En cualquier caso, hay que dar los primeros pasos para poder hacer cualquier cosa. Sean estos los primeros pasos de la megalomaníaca idea de la Historia de las Tecnologías Sociales.

Historia de las Tecnologías Sociales (II). Un Mundo de Sociedades Tribales (10.000-3.000 A.C.)

El fin del período glacial es un buen punto de partida de nuestra historia. El mundo adquiere ahí las características basales que ha mantenido posteriormente -en términos de clima, de geografía, e incluso de biología: Tras la extinción de la megafauna pleistocénica el mundo adquiere características modernas.

Los seres humanos, además, ya han adquirido toda su ‘tecnología social básica’ a lo largo de su larga prehistoria: Desde el desarrollo del lenguaje pasando por la capacidad artística y la creación de varias tecnologías básicas (el manejo del fuego por ejemplo) o la práctica de contar con ‘campamentos’ o ‘cubiles’ hacia los cuales volver cada día o la vida en grupos multifamiliares hasta el desarrollo del parentesco. Al mismo tiempo, todavía son lo que habían sido: Una especie de mamífero gregario singularmente exitoso (cubriendo todos los climas y continentes) pero básicamente siendo un omnívoro que además es un ‘apex predator’ en los diversos ecosistemas en que habita. Ya es en lo fundamental quién es, pero todavía no ha realizado los grandes cambios que transformarán su posición en el planeta y sus vidas.

La importancia del parentesco como institución social básica.

Las herramientas sociales con las que cuenta para operar en sus vidas son, como dijimos, las básicas: Todo se soluciona al interior de la banda y el parentesco, con quizás un par de roles especializados (podemos suponer que posiciones cercanas a chamanes han sido comunes en los inicios). Las bandas son, en sí, equivalentes a los grupos sociales de muchos otros mamíferos -digamos, los grupos de elefantes-; lo que es distintivo es la institución del parentesco.

El parentesco implica varias cosas que son de interés. En primer lugar, es una herramienta altamente diferenciadora de roles, que quedan bien definidos. El vocabulario actual es relativamente limitado en comparación con el barroquismo de varias de las estructuras de parentesco de grupos organizados en bandas (lo cual tiene sentido: dado que nosotros hacemos descansar en otras instituciones todo lo que estas sociedades hacen descansar en el parentesco), pero ese incluso es bastante desarrollado: No sólo reconocemos la relación básica padres-hijos y las de pareja, y las de hermandad, sino además todas las derivadas: tíos, primos etc. Cada individuo tiene una posición bastante precisa (es hijo de X, hermano de Y, padre de Z) y cumple diversos roles en relación a distintos individuos. Las sociedades de bandas han sido muchas veces, por parte de la sociología, vistas como sociedades sin individuos, pero el hecho es que el parentesco individualiza.

En segundo lugar, y esto es altamente distintivo, mantenemos relaciones de parentesco a pesar de no compartir la misma banda. Cuando ya sean los hijos o hijas (o ambos) abandonan la banda materna y se dirigen a otras, no por eso dejan de mantener los roles de parentesco establecidos con quienes ya no viven cotidianamente: Si no vives con tu hermano/a en la misma banda, no por eso han dejado de ser hermano/as. Este hecho es bastante inusual: En otras especies las relaciones y roles se mantienen entre individuos que pertenecen al mismo grupo pero no cuando ya no lo son. En una jauría de leones, la relación con ‘sobrinos’ se puede mantener si son parte del mismo grupo, desaparece cuando ya no lo son.

En tercer lugar, y muy asociado con lo anterior, está el hecho que usualmente las personas monitorean, y tienen roles asociados, con parientes tanto hacia el lado paterno como con el materno. Por cierto, no son las mismas relaciones y estructuras (el hermano de la madre, o primos cruzados, para usar casos recurrentes en estudios antropológicos clásicos) por ambos lados; pero el caso es que el parentesco ‘cuenta’ por ambos lados.

Todo lo anterior implica que el parentesco, si bien asociado con el hecho basal del vivir en grupo, no es lo mismo. El parentesco supera a quienes viven en el mismo grupo (tienes parientes que viven en otras bandas, con quienes tienen roles y expectativas) y es mucho más flexible (las posiciones permitidas por el parentesco son mucho más amplias de lo que se puede distinguir al interior de una banda). La conformación de colectivos mayores al grupo local, una característica tan relevante para nuestra vida social (cada vez que decimos ‘el pueblo de X’ para referirnos a algo más que una sola banda estamos aprovechando ello), está ya inscrito en la estructura de parentesco.

El parentesco es además una institución social: algo que existe porque reconocemos que existe. Pensemos en el hecho e idea de matrimonio. Éste es distinto del hecho que dos personas sean ‘pareja’ o que habiten juntos -aunque una sociedad bien puede establecer como su institución que ambos sean lo mismo. Pensemos en todas las posibilidades y roles basados en la idea de ‘alianza entre familias’ que ha estado asociado al matrimonio en muchos contextos: ellos provienen del hecho institucional del matrimonio, no de otra cosa. La paternidad (a su vez asociada con el matrimonio) es algo diferente del hecho biológico que algunas personas engendren a otras personas. Ambos fenómenos, hechos sociales en el sentido más básico, constituyen parte esencial de lo que es esta tecnología del parentesco.

Todos los elementos que conforman la vida social humana (la cocina, la religión, la danza, los juegos, el contar cuentos etc.) se estructuran y organizan en torno a la banda como unidad de vida y el parentesco como tecnología social fundamental. Lo que sea que haya que hacer se realiza, o está cruzado, a través de mis compañeros de vida y a través de las relaciones con parientes.

 

El nacimiento de la agricultura.

La situación mencionada al inicio de esta entrada sufre uno de sus primeros cambios radicales con el desarrollo de la agricultura La revolución neolítica, para usar una vieja frase. Estamos ante un cambio de nicho ecológico basal realizado por una especie a través de la innovación cultural. Exagerando mucho: si se quiere de cazar a los hervíboros a ocupar el mismo nicho de ellos. Es exageración puesto que nuestros antepasados eran cazadores-recolectores, y porque la creación de la agricultura está asociado a la creación de la ganadería, que implica el mismo nicho; pero es un cambio fundamental, que se manifiesta con claridad en el registro arqueológico: Aumento de población, cambio de sus características físicas etc.

Una discusión que ya tiene varias décadas es la idea que el desarrollo de la agricultura no fue beneficial para las personas. La vida del cazador recolector aparece como menos dura (menos horas de trabajo) y más saludable (menos enfermedades infecciosas, los esqueletos muestran personas fornidas y sanas en comparación) que la de los agriculturistas que los suceden. Dado eso, el paso a la forma de vida agrícola sería un error.

Lo cual nos muestra más bien las limitaciones de intentar comprender los procesos sociales desde el punto de vista de si entregan mayor bienestar al individuo. O más bien, de pensar esas opciones en términos abstractos. Es claro que aquellos grupos que incorporaron la agricultura y la ganadería adquirieron ventajas por sobre aquellos que no los tuvieron: Un aumento de población y una mayor capacidad de acumulación que se manifiesta, finalmente, en mayor poder, en más capacidad. Los grupos que usaron esa nueva práctica desplazaron a los que no. Lo cual explica, entonces, la ventaja real a nivel individual: Los individuos que pertenecen a grupos que adquirieron esa práctica tuvieron mejores resultados que quienes no lo hicieron (sus culturas y grupos,o sea la suerte de quienes ellos conocían, se expandían, mientras que los otros retrocedían). Si además observamos, como ocurre en varias trayectorias de grupos que terminan desarrollando la agricultura, como fueron variando los recursos disponibles (cambio de especies cazadas o recolectadas) termina siendo comprensible porque eligen una fuente de alimentación relativamente segura y abundante. En cualquier caso, quienes se decantaron por el camino de la agricultura resultaron más exitosos (en un sentido muy claro: sus poblaciones crecieron y sus prácticas fueron imitadas) que quienes no lo hicieron

En el argumento anterior mencionamos el tema de la acumulación. En una sociedad de cazadores-recolectores no hay demasiado ‘capital’ que acumular o del cual apropiarse. Es probable que bienes personales (ropa, joyas) fueran personales y ciertos bienes (tiendas por ejemplo) fueran grupales; y algunas reglas sobre cotos de caza y recolección probablemente existieran. La agricultura y la ganadería implican y requieren una capacidad de cierre de recursos, y en particular del espacio: Al menos, tal terreno es ‘nuestro’ (donde se sembró y donde se pretende cosechar), tal manada es ‘nuestra’ (la que estamos cuidando y usando). En ese sentido, la apropiación es consustancial al hecho de tener producción agropecuaria -y ello independiente del tipo de propiedad en juego (en muchos casos históricos sabemos que esos derechos corresponden al grupo local más que hogares o individuos). Este cierre además tiene una consecuencia, si se quiere, ecológica: Si las sociedades cazadoras-recolectoras están plenamente insertas en el resto de la naturaleza, lo que hacen las sociedades agropecuarias es producir cierres y diferencia entre un espacio humano (donde hay sembradíos organizados por seres humanos) y un espacio para el resto de a naturaleza (no organizad por ellos). La diferencia no es exclusiva de los seres humanos: las hormigas agricultoras también hace ello al interior de sus nidos; ello no obsta para que sea una transformación crucial. Por cierto, este cierre no equivale a pensar esa diferencia como una distinción absoluta o pensar el resto de la naturaleza como pura negatividad (la mayoría de las sociedades agrarias simplemente no se piensa como separado), ni su falta implica una visión de armonía previa (los seres humanos como todas las especies estaban preocupados de como buscar su propia sobrevivencia); pero la existencia de esa diferencia permite lo que mencionamos con anterioridad: la generación de la apropiación. Y aquello que es apropiado puede entonces acumularse -terrenos, cabezas de ganado y, dependiendo del alimento en cuestión, graneros, almacenes de alimento.

He ahí entonces un núcleo de una institución (la propiedad) y de lo que ella permite (acumulación) que afectará en manera importante los procesos posteriores. En cualquier caso, en el marco de sociedades que todavía están organizadas en torno al parentesco y que se organizan en grupos locales y en tribus todavía ese despliegue no se desarrolla.

Hasta ahora no hemos mencionado otro de los cambios que usualmente se menciona en relación al período, que es la sedentarización. Lo que importa aquí, desde la perspectiva de este texto, es el nacimiento de la aldea. Más que nada, porque con ella se manifiesta con mayor claridad algo que mencionamos con anterioridad: la diferencia entre el grupo local, la banda (y ahora la aldea) y el grupo de parentesco. El grupo local es común a todo el grupo: Todos los aldeanos comparten el mismo grupo, pero cada aldeano tiene un grupo de parentesco distinto. Eso ya existía, pero la existencia de una aldea -donde es más fácil generar grupos más numerosos- vuelve ello más claro.

 

Una mirada retrospectiva y otra mirada prospectiva.

Hay temas en lo que nos hemos entrado aquí: Cuáles son los procesos que producen el nacimiento de la agricultura y la sedentarización, cómo se asocian ellos entre sí. No hemos abordado en profundidad, tampoco, por ejemplo, discusiones sobre desarrollo de la desigualdad Sobre estos temas hay una larga discusión y la evidencia es cambiante. Sin embargo, para nuestros propósitos no resultan cruciales. Sea cuales sean esos procesos, se realizaron a través de las instituciones sociales que hemos mencionado: la banda y el parentesco, nuestras instituciones sociales básicas.

Estas sociedades si bien en términos institucionales parecen simples y comunes, tienen una gran complejidad y variedad al interior de esas instituciones. Y claramente esas instituciones permiten grandes oportunidades. Al fin y al cabo, fue viviendo con esas instituciones que los seres humanos desarrollaron uno de sus cambios más, si no el más, significativo de toda su trayectoria: el desarrollo de la agricultura y la sedentarización.

 

Hacia finales del cuarto milenio de nuestra era empiezan a aparecer nuevas formaciones sociales: El estado, la ciudad, la escritura. Con respecto a cada uno de estos aspectos hay desarrollos previos, pero es hacia el 3.000 AC y algunos siglos anteriores que todo ello eclosiona en una nueva forma de vida social. Es con ellos que la vida social empieza a desplegar los procesos de desarrollo y de generación de nuevas instituciones que nos interesa estudiar.

Las sociedades de las que hemos hablado, sociedades tribales o jefaturas para usar una nomenclatura antropológica tradicional, en el título de esta entrada, no son desplazadas de inmediato. En muchos espacios ellas seguirán existiendo, y seguirán teniendo desarrollos históricos y tecnológicos. El paso del bronce al hierro, por ejemplo, es en varios casos algo experimentado en tiempos ‘históricos’ en sociedades estatales, en otros casos siguió operando en este tipo de sociedades -agregando un rol especializado (el herrero) a su vida social. La ‘conquista’ de la Polinesia fue realizada también por sociedades pre-estatales, mostrando nuevamente que estas formaciones simplemente no desaparecen con la aparición de las nuevas instituciones. Por largo tiempo, de hecho, la interacción entre contextos sociales ‘estatales’ y ‘pre-estatales’ será crucial para entender dinámicas sociales.

Al mismo tiempo, las instituciones básicas que hemos mencionado hasta ahora -el parentesco, la aldea etc.- siguen siendo extremadamente relevantes y también experimentarán profundas transformaciones a lo largo del tiempo. No dejarán de ser instituciones básicas incluso en las nuevas formaciones sociales. Lo que hacen estas nuevas formaciones es agregar nuevos elementos al conjunto institucional, no desplazar ni eliminar los anteriores.

En otras palabras, de un mundo que solo conocía tribus y jefaturas, parentesco y aldeas, se pasará a un mundo que a lo anterior agregará además Estados, organizaciones, ciudades, escritura (con todo lo que ello trae: leyes formales, cartas, contratos etc.), un mayor desarrollo de roles especializados, un crecimiento de la desigualdad, la formación de clases organizadas formalmente y así sucesivamente. Toca en las siguientes entradas tratar de ese nuevo mundo social.

 

NOTA. Recuerdo que cada una de las entradas en la serie sólo son las primeras ideas, todavía muy desordenadas, del proyecto general de escritura. Por eso mismo no agrego el aparato bibliográfico ni la empiria subyacente (de qué autor y qué fuentes proviene tal idea). Es sólo que de esta forma me obligo a ordenar el material y las ideas, y me obligo entonces a desarrollarlas después.

Historia de las Tecnologías Sociales (I). Introducción

En alguna ocasión los proyectos de largo plazo deben comenzar a realizarse. Desde hace un buen tiempo me interesa escribir una historia de las sociedades humanas. En realidad, no de las sociedades; sino, como dice el título, de las tecnologías sociales. En esta entrada intentaré mostrar un poco la idea y así iniciar una serie de entradas sobre el proyecto. Cada entrada corresponderá a la idea y esquema de cada capítulo -en este momento, tengo el esqueleto general decidido con cierta claridad, pero no los detalles. Pero como los textos se escriben a medida que se escriben, mejor partir con el torso y de ahí se irán agregando las diversas capas.

De alguna forma la vida social humana se las arreglado para subsistir, para reproducir y para cambiar a lo largo del tiempo. Ahora bien, hacer lo anterior implica hacer uso de ciertas prácticas, de ciertas formas de hacer y de pensar de los seres humanos. Y en particular, implica el desarrollo de formas de interactuar. Describir la variedad histórica y analizar las trayectorias de esas formas de interacción es el objeto del texto. ¿Por qué llamar a eso ‘tecnologías sociales’? Porque llamar, por ejemplo, al desarrollo de esa forma de habitar que es la ciudad o de esa forma de coordinar actividades que llamamos corporación o esa forma de registro a distancia que llamamos escrituras, de esa forma? Al fin y al cabo, se puede decir que nada de eso fue creado o ‘inventado’ para lograr un fin determinado (del modo que crear una herramienta determinada si busca un fin, si bien puede ser usado para muchas otras cosas). Ello es claro, pero de todas maneras esas formas de interactuar (1) han sido creadas, muchas veces no de forma consciente pero no estaban ahí simplemente disponibles y (2) tienen efectos funcionales, generan consecuencias en torno a la subsistencia y evolución de la vida social. Es cierto que nadie creó la ciudad para que pudiera resolver un problema de la convivencia social, pero sí es cierto que fueron creadas y generaron consecuencias sobre la vida social posible. Enfatizar esas características es el propósito de nombrar a la historia una de tecnologías sociales.

Lo cual tiene implicancias estructurales. Los dramatis personae del texto no es que no sean individuos, sino ni siquiera lo que llamamos sociedades: No el Imperio Romano, la China de los Tang, el Imperio Otomano o México. Los objetos que analizaremos y de los que observaremos su evolución son cosas como el nacimiento de la vida urbana, el desarrollo de las universidades, la generación de la codificación legal o la evolución de los medios de comunicación de masas. Los elementos -las formas para coordinar e interactuar- que forman la base de la vida social, y su evolución -de eso intentará tratar el texto.

 

Dos precauciones previas, de alguna utilidad al pensar escribir una historia de las tecnologías sociales.

(1) La vida social, como la vida general, no orienta su evolución en busca de un objetivo. No tiene un estado final, ni un criterio que va en una trayectoria constante. No hay tal cosa como una filosofía de la historia; pero tampoco se requiere para escribir una historia general. Pero del mismo modo que escribir una historia de la vida en nuestro planeta no implica pensar que los miles de millones de años de ella han tenido como objetivo la evolución del ser humano o pueden entenderse como una trayectoria única (de mejor adaptación de la vida por ejemplo); escribir la historia de la vida social tampoco lo requiere. Hablar de una historia implica reconocer que, por un lado, hay conexión espacial y temporal en su desarrollo, y además que -en particular en los últimos cinco siglos- dichas conexiones han crecido lo suficiente como para tratar la historia como un solo conjunto.

(2) Es relevante tratar de evitar la trampa de lo reciente. Si uno revisa muchas historias se dará cuenta que el relato es más detallado mientras más cercano al tiempo presente. Ello tiene sentido: Hay más datos, el interés por lo que está más cercano a lo que más nos importa que es nuestro tiempo es entendible, y dado el crecimiento de la población de hecho hay más actividad y desarrollo. Pero tiene defectos graves: El hacer pasar largos períodos como si nada hubiera pasado y la pérdida de la conciencia que un siglo, por ejemplo, es el mismo lapso no importa cuando suceda. Para nosotros hablar, por ejemplo, del Principado en Roma (y quien habla así ya está reconociendo cambios y no sólo una uniforme Roma) puede sentirse como ‘lo mismo’, pero entre Marco Aurelio y Tiberio hay 150 años -la distancia entre nosotros aquí el 2019 y la Comuna de París, por ejemplo. Un sentido de la distancia que, por ejemplo, cualquier lector de las Meditaciones del emperador romano puede recordar. Aunque cierto sesgo reciente es imposible de evitar, se intentará en estas páginas tratar de mostrar la profunda diversidad existente en el pasado y darle peso a los lapsos de los cuales hablaremos.

(3) Una historia de instituciones, como tantas otras, tiene que evitar el ídolo de los orígenes, usando la expresión de Marc Bloch: Tanto la búsqueda del ‘primer’ evento como la idea que todo se explica al conocer su inicio. Es importante diferenciar la primera aparición del despliegue de un fenómeno: Buscar cuál fue la primera ciudad es diferente a analizar lo que sucede cuando el fenómeno urbano resulta crucial para comprender una sociedad. Determinar cuál fue la primera ocasión en la cual se realizó una investigación ‘científica’ es diferente a determinar cuando aparece y se despliega una comunidad científica y cuando ella impacta en el resto de la vida social. Y comprender el impacto de estos despliegues no es equivalente a suponer que la forma en que se desarrolla posteriormente la vida social o esa institución siempre sigue esos lineamientos.

 

Todo intento de escribir una historia es un intento de establecer momentos y situaciones cruciales (no se puede decir todo), ordenar en períodos (la historia no se divide realmente en ellos, pero son útiles para estructurarla). Desde la perspectiva de una historia de las ‘tecnologías sociales’ el núcleo no queda más que esté representado por lo que en sociología se denominan usualmente ‘sociedades complejas’, y para los cuales la palabra civilización se usa a veces. Son ellas las que tienen la variedad de instituciones para operar que da sentido a esa historia. Las sociedades ‘simples’ (no es buena palabra, y argüiremos ello en su momento) resuelve todos sus problemas usando una variedad limitada de instituciones (lo cual implica, a su vez, que cada una de sus instituciones suele ser muy compleja a su vez, ilustrando porque lo de simple no es adecuado). Pero si lo que nos interesa es analizar la evolución de las instituciones, entonces aquellas sociedades que en términos de morfología cuentan con una variedad de ellas son las que interesan.

Pero baste ya de prolegómenos y entremos en materia. Lo que haremos en esta serie será escribir una entrada -en otras palabras, las ideas básicas no su desarrollo- de cada uno de los capítulos de los que se compone (al menos, en este momento) el texto. El ejercicio de escribir, aunque sean sólo notas, servirá para el ejercicio de pensar.

Antes de cerrar, entonces la estructura -tal como la pienso actualmente. La obra se divide en tres partes (períodos): las primeras civilizaciones, su expansión y desarrollo, y el surgimiento de las sociedades modernas. En cada parte aparecen capítulos que ilustran las principales ‘innovaciones’ en términos de instituciones sociales que ocurren en él, y cada parte está enmarcada por capítulos narrativos. Además tres capítulos aparte. Uno inicial que describe la situación antes de la aparición de las sociedades complejas -o sea, la tecnología social basal si se quiere. Uno intermedio que se refiere a aquellas civilizaciones y sociedades que quedan fuera de lo que denominaré ‘corriente principal’ (que se refiere a las sociedades del viejo mundo que van en ese cinturón desde las Islas Británicas al Japón que se encontraban de una u otra forma en contacto, si no directo, si claramente indirecto) hasta antes de la emergencia, tras el siglo XVI, de los primeros flujos globales. Uno final de cierre para referirse a las condiciones actuales.

He aquí la estructura, en todo caso.

Preludio. Un Mundo de Sociedades Tribales

Parte I. La Creación de la Civilización (3000-1200 AC)

Cap. 1 Las Primeras Civilizaciones
Cap. 2 La Ciudad
Cap. 3 Escritura y Registros
Cap. 4 Élites y Subordinados
Cap. 5 El Estado y las Organizaciones
Cap. 6 La crisis del fin de la Edad del Bronce

Parte II. La Expansión de la Civilización (1200 AC-1450 DC)

Cap. 7 La ampliación y consolidación de las ecúmenes (1200 AC-500 DC)
Cap. 8 Un mundo de civilizaciones conectadas en el Viejo Mundo (500-1450 DC)
Cap. 9 Formaciones Imperiales
Cap. 10 Religiones Universales
Cap. 11 El dinero
Cap. 12 Educación Superior
Cap. 13 Albores de la Globalización y la Modernidad

Interludio. Fuera de la Corriente Principal 47

Parte III. Sociedades Modernas (1450-2000 DC)

Cap. 14 La creación de flujos globales (1450-1750 DC)
Cap. 15 Despliegue de la Modernidad (1750-2000 DC)
Cap. 16 Las Ciencias
Cap. 17 Medios de Comunicación y Esfera Pública
Cap. 18 La Corporación
Cap. 19 Monitoreo y Vigilancia
Cap. 20 La sociedad como proyecto
Cap. 21 Ecosistemas Antropogénicos

Postludio. Condiciones de Sola Modernidad