Desigualdad de clase, género y etnia

El argumento es bien sencillo:

La relevancia de la desigualdad de un criterio depende de los tamaños de las clases que define. Así, por ejemplo, para que una clase dominante realmente sea dominante (i.e tenga realmente acceso a muchos más recursos que los dominados) necesita ser pequeña, de otro modo se ‘diluye’ su ventaja entre muchos poseedores. Por otro lado, una clase dominada muy pequeña también puede ser muy dominada: Puede que los dominantes no adquieran muchos beneficios por su dominación, pero los dominados pueden ser claramente muy explotados.

Ahora, ¿que implica todo lo anterior? Que en muchas ocasiones la desigualdad más relevante será la de clase (dado que la clase dominante puede ser muy pequeña en esos casos). Probablemente la discriminación étnica sea la que más varía -dado que las relaciones entre dominantes y dominados son muy variadas (hay de todo tipo de situaciones en relación a la razón numérica entre dominantes y dominados). En el caso de género, la discriminación hombre / mujer (donde tanto los dominantes como los dominados son muy extensos) probablemente no produzca muchas desigualdades, y que claramente las restantes orientaciones sean donde se concentre la discriminación.

En cualquier caso, y esto es algo que sólo recientemente he empezado a pensar, los aspectos meramente cuantitativos de la vida social (la pregunta casi no sociológica de cuantas personas hay en un grupo y su relación con otros) no dejan de tener relevancia

Un par de equivocaciones teóricas: Progreso, determinismo y contingencia.

Leyendo un comentario acerca de la importancia de la guerra y el conflicto en el libro de Joas and Knöbl, Social Theory: Twenty Lectures, surgieron en mi pobre cabecita algunas ideas.

La primera es que definitivamente si vamos a usar la palabra progreso es necesario quitarle toda resabio de carácter moral. Los autores para mostrar que no se puede analizar la historia como progreso, mencionan la importancia (constante y no disminuida) de los conflictos bélicos. Claramente no habría progreso si la guerra todavía fuera importante.

Pero si hay un aspecto de la vida social donde hay progreso es en los asuntos bélicos. Digamos que una legión romana no tendría ninguna oportunidad contra una brigada napoleónica, y lo mismo ocurre si enfrentamos a esa brigada con una fuera contemporánea. Si alguien dice, ‘pero un ejército moderno puede ser derrotado por una guerrilla, que es tecnológicamente inferior’, eso es correcto; pero la comparación debe ser igual con igual: Ejércitos formales contra ejércitos formales, guerrillas contra guerrillas. Al interior de cada comparación probablemente encontraremos progreso. Si progreso simplemente se refiere a un avance lineal en una trayectoria dada, entonces si, podemos encontrarlo.

Con lo cual pasamos al segundo de los puntos que quería discutir. Otra de las conclusiones que extraen de la importancia de los conflictos armados es sobre la importancia de la contingencia. Siendo relevantes las guerras, y no siendo predecible el lado victorioso, entonces claramente la contingencia y no la necesidad es relevante.

Lo cual puede ser correcto pero a condición de entenderlo en un nivel específico. Porque si bien puede ser muy contingente lo relativo al resultado de los conflictos, al nivel de mecanismos encontramos mayor determinismo. Una carga de caballería contra una posición defensiva preparada era difícil a principios del siglo XIX y prácticamente suicida a principios del siglo XX. Contar con mejores comunicaciones que permitan reacciones más rápidas es usualmente una ventaja. Y así con muchas otras cosas (aunque claramente los mecanismos en operación son más específicos que la simple descripción dada anteriormente). Pero nos sirve para ilustrar un punto de importancia general: En nuestro apuro por desechar el determinismo de las grandes narrativas, no nos hemos percatado de su importancia en otros niveles de análisis.

Las tres vaciedades de la teoría de sistemas

I. La Vaciedad Epistemológica

La teoría de sistemas siempre se presenta a sí misma como una gran novedad en términos epistemológicos. Al revés que la tradición, ellos se habrían dado cuenta que no hay acceso directo a los ‘objetos’ y que todo depende del observador. El constructivismo es un cambio radical en nuestra percepción sobre la construcción del conocimiento.
Y sin embargo no mucho de lo que efectivamente dicen es muy distinto a cosas que se decían en el siglo XVIII. En lo que se refiere a desontologización, creo que David Hume ya tenía toda la desontologización que uno pudiera querer. Y que no tenemos acceso directo al objeto y lo que conocemos depende de las categorías del observador es algo que no creo representara mucha novedad para Kant.

El único cambio sería que mientras en la filosofía clásica se habla de sujeto, en la teoría de sistemas se abandona esa referencia para universalizarla. Aquí aquello que puede observar va mucho más allá del sujeto. Pero una simple expansión del mismo marco analítico (y demonios, es el mismo marco analítico, toda la ausencia de contacto entre sistema / entorno reproduce la misma característica en sujeto / objeto), no representa una importante renovación conceptual. Y tampoco, finalmente, representa una solución en relación a todas las dificultades que históricamente ha tenido la teoría del sujeto. Ahora, claro está esto implicaría tomarse en serio el tema de las inter-relaciones entre entidades, y eso implica no usar la distinción sistema / entorno ni nada parecido. El hecho que Luhmann, por ejemplo, tome un paradigma de una inter-relación, la comunicación, y la transforme en una unidad en sí (y aplica sistema / entorno a ella) es una muestra de su determinación en mantener una lógica tradicional y no tratar con relaciones entre cosas.

En cualquier caso, hay que reconocerles que para repetir trivialidades del siglo XVIII y presentarlas como una gran novedad, tienen una buena retórica.

II. La Vaciedad Metodológica.

Un tema interesante cuando uno revisa lo que escriben los sistemicos dice relación con la metodología y las técnicas de análisis o investigación. Porque es el caso que no existen tal cosa como ‘investigación sistémica’. Lo que sucede es que se toman análisis y herramientas desarrolladas con otras intenciones, y cuya validez e interés nunca ha dependido de sistemas, y se los coopta como posibles usos para estudios sistémicos.

Esta falta de estudios sistémicos se puede explicar porque, en realidad, no era la preocupación inicial poder desarrollar técnicas -y que habiendo pocos investigadores, bueno difícil crear una tradición. Pero eso no tiene mucho sentido: otras tradiciones, también en sus estados iniciales, con pocos investigadores a su haber, prontamente desarrollaron sus propias técnicas y modalidades -adaptados a sus necesidades. El análisis de redes o la teoría de juegos eso es lo que hicieron. Imagínense que hubiera sido de la teoría de juegos si se hubiera limitado a hacer algunas declaraciones sobre la perspectiva sin jamás desarrollar el instrumental analítico. Posiblemente no hubiéramos encontrado nunca la mayor parte de los resultados de esa teoría si no se hubiesen dado el trabajo de desarrollar los instrumentos correspondientes. Claro es que, cuando eso sucede, es que existe una preocupación por la investigación finalmente.

Es incluso peor cuando uno observa que existen herramientas analíticas para tratar estos temas en los supuestos textos básicos que usa Luhmann. Si la conceptualización de Spencer-Brown era tan básica para la teoría, entonces ¿por qué no usarla para efectivamente desarrollar y formalizar la teoría? Si todos son distinciones, entonces usar un cálculo de distinciones parece lo más razonable de realizar. Pero ese no es el camino seguido, sino simplemente se ‘usa’ a Spencer-Brown de una forma muy ligera, que implica insertar sus conceptos en frases, pero nunca darse el trabajo de usar su cálculo.

III. La Vaciedad Teórico-Empírica

En última instancia, una teoría puede ser completamente vacía en lo que se refiere a epistemología o metodología y todavía ser una buena teoría, si es que tienes cosas interesantes que decir. Conste que esto no es lo que la propia teoría de sistemas a la Luhmann diría de sí misma, que insistiría que sin epistemología no hay nada que hacer.

En todo caso, tampoco en estos ámbitos en realidad la teoría dice mucho.

 Lo primero es lo más evidente: Luhmann nunca analiza el funcionamiento de los sistemas (i.e como una comunicación económica enlaza con una comunicación económica y todos los fenómenos asociados con ello), sino se limita a hablar de la semántica.

Esto envía a la segunda vaciedad: la teoría de sistemas a la Luhmann no prohíbe nada. Por ejemplo, se nos dice que la comunicación económica sólo puede enlazar con economía (que no lo hace con la política). Bueno, supongamos que uno muestra que esos enlaces existen. Entonces, no ha pasado nada, era que no estaba diferenciado. En otras palabras, tenemos un vocabulario, una forma de descripción, pero nada más fuerte que eso.

Lo que nos dirige a la tercera vaciedad: la falta de claridad en los temas básicos. Por ejemplo, Luhmann no usa la definición de autopoiesis de Maturana y Varela, pero nunca deja en claro a que se refiere él con autopoiesis. De hecho, lo mismo ocurre con los sistemas diferenciados: ¿cuando la economía pasa a ser un sistema diferenciado? ¿Es cuando existe el dinero? (y por lo tanto hay transacciones que usan el medio dinero que sólo enlazan a través del medio dinero) ¿es cuando existe el interés? (y el dinero ‘produce’ dinero), ¿es en otra condición? En última instancia, si la teoría de sistemas es básicamente un vocabulario, una forma de hablar que se quiere hacer pasar como teoría, no es un vocabulario muy claro. Es un vocabulario, en cualquier caso, parece complejo e impresionante, pero no hay mucho detrás de él en realidad.

De la (nula) importancia de la epistemología

Entre las innumerables características de las ciencias sociales que en realidad no es mucho sentido que tienen esta nuestra inveterada costumbre de aplicar a una discusión teórica elementos epistemológicas: Esta teoría no sirve (o al revés, es de lo más mejor) porque no está de acuerdo (o cumple) con tales características básicas de la epistemología contemporánea. La teoría de sistemas en su versión luhmanniana es una de ellas (pero no es la única): es la gran alternativa para las ciencias sociales actuales porque está de acuerdo con lo más avanzado de la epistemología.

Ahora, en realidad uno debiera usar una perspectiva distinta: Las teorías no son más o menos buenas dependiendo de sus características epistemológicas. La epistemología puede ser un campo interesante de estudio, pero no sirve para guiar el desarrollo de una ciencia (y si uno quiere, tiene abundante fundamento epistemológico para defender la idea que no se debiera tomar en cuenta lo que dice la epistemología a la hora de investigar, Rorty y Feyerabend dixit). Lo que sí puede guiar el desarrollo teórico es lo que ‘sirve’, en otras palabras aquello que tiene éxitos como perspectiva.

Al fin y al cabo, en medio de visiones sobre la ciencia que exigían explicarlo todo de acuerdo a conceptos mecanicistas, apareció la teoría de gravedad newtoniana. Una teoría que desde una perspectiva mecanicista es un escándalo (tiene acción a distancia, algo que simplemente no debiera ocurrir si uno cree que todo se explica mediante mecanismos). De hecho, fue uno de los problemas en la adopción de la teoría: ¿cuál es la causa de la gravedad? Pero, en última instancia, el hecho que la teoría ‘funcionaba’, y tenía muchos éxitos a su haber, contó más que cualquier debilidad epistemológica.

Teorías que pueden ser horribles epistemológicamente, tener millones de problemas, y no ser suficientemente coherentes y completos de todas formas pueden ser buenas teorías: En tanto expliquen alguna cosa.

Reproducción y transformación social. Una nota crítica a su separación analítica

Hay una muy vieja tradición que separa los procesos que llevan a reproducir el orden son distintos de los procesos de cambio. Una de las manifestaciones claras es cuando se plantea que una teoría que explica la reproducción del orden social no puede explicar el cambio. Pero en realidad, la distinción no tiene sentido.

Por una parte, una teoría del ‘orden’ es formalmente al mismo tiempo una teoría del cambio. Una teoría que dice que el orden se reproduce se debe a las razones X, Y, Z es al mismo una teoría del cambio: El cambio ocurre cuando no ocurre X, Y o Z. Lo mismo sucede en una teoría del cambio, que es una teoría de la reproducción del orden social: Si cuando se da A, B o C hay transformación social, entonces al mismo tiempo cuando no hay A, B o C hay reproducción. No se requieren procesos distintos para explicar la reproducción y la transformación, los mismos procesos (de acuerdo a sí ocurren o no, o si ‘funcionan’ o no) explican ambas cosas al mismo tiempo. Pensemos que exista un proceso X que produce estabilidad y uno A que produce transformación, entonces sabemos que esos procesos han de tener relaciones mutuas (digamos, si X ‘funciona’ entonces A ‘no funciona’ o quizá combinaciones más complejas). En última instancia, entonces, estamos hablando de un mismo conjunto de procesos

Ahora alguien podría plantear que lo anterior no es correcto, porque hay ciertos procesos que tienen necesariamente que ocurrir (o que siempre funcionan). Por ejemplo, no queda más que suceda X (y por lo tanto, supongamos, reproducción del orden social) porque de otro modo no existiría vida social. Por cierto que el argumento no ha de ser que sin X no hay orden social como tal, eso es parte del argumento que el mismo proceso explica tanto el orden como la transformación. El argumento ha de ser que sin X (digamos, consenso en valores) no es posible relación social alguna -reproducida o no.

Pero sabemos que no existe tal proceso: No existe ningún proceso que es necesario para que existan relaciones sociales que tenga como resultado ineludible la existencia de reproducción del orden social ¿Por qué? Porque sabemos, empíricamente, que hay cambio social en las relaciones sociales, por lo que toda condición necesaria ha de ser compatible con la existencia de transformaciones sociales.

Detrás de todas estas discusiones hay una confusión muy relevante en torno a la estabilidad de un orden social. Pensemos en el argumento de Durkheim (o de Parsons) sobre por qué el contrato no es suficiente para construir orden social: Porque este sería inestable (cambiante). Pero, ¿y por qué el orden social a explicar debe tener altos niveles de estabilidad? ¿Qué es lo que haría un orden social inestable una imposibilidad?

Con ello, volvemos a nuestro punto de partida: la equiparidad analítica entre reproducción y cambio. Ambos se explican por parte del mismo conjunto de factores. Y ambos son parte de las características de los ordenes reales existentes.

Acerca de la existencia de leyes en las ciencias sociales

La idea de establecer leyes en las ciencias sociales se ha batido en retirada de manera sistemática desde que las visiones positivistas perdieron credibilidad. Sin embargo, ambos movimientos no necesariamente debieran ir de la mano. Lo que desarrollaremos a continuación es un argumento que muestra que cada una de las críticas a la idea de leyes apuntó a criticar una forma de establecer leyes, pero que subsisten afirmaciones nomotéticas (para usar esa nomenclatura) en cada una de ellas –de hecho, usan una gran cantidad de ellas. En otras palabras, es posible una concepción no positivista de la idea de ley en ciencias sociales.

Primero veamos el argumento desde el significado: No es posible establecer leyes en las ciencias sociales porque las entidades de las que hablan estas ciencias son entidades que dependen de los significados de los actores. En un mundo social formado por significados, los significados no pueden ser entendidos por leyes causales. No podemos crear leyes cuando los conceptos son específicos a sociedades particulares (i.e no hay leyes de soberanía cuando la soberanía es un concepto específico a ciertas prácticas y sociedades).

Y sin embargo, podemos ver que esa argumentación, finalmente, usa varias afirmaciones que son nomotéticas (y universales): Al fin y al cabo, depende de la idea que los grupos sociales crean significados que están insertos en las prácticas sociales. También se usa la idea que los significados no son universales sino específicos a los grupos y prácticas. En otras palabras, dependen de una teoría de generación social de significado.

Esto implica una forma distinta de pensar en que consiste una ley social. Podemos trasladar la idea de ley desde una que aplica en los resultados de significados (por ejemplo, que usa como elementos los significados producidos en una sociedad) a una idea en que una ley trata sobre los procesos de construcción de significado (que establece las condiciones en que se produce significado, o en que el proceso es más lento o más rápido, más extenso o menos estable etc.). De esta forma, podemos establecer formulaciones de leyes que son compatibles con la afirmación que los significados sociales son constitutivos de lo social.

Segundo observemos el argumento histórico: No es posible establecer leyes en las ciencias sociales porque las entidades que hablan estas ciencias son históricamente ubicadas y específicas: las instituciones y estructuras son siempre cambiantes: no existe tal cosa como la ‘familia’, porque cambia fundamentalmente dentro de cada sociedad. No pueden existir leyes generales porque cualquier generalización que realicemos puede ser rota por el proceso social (mediante una ‘invención’). Pensemos en la defensa que hace Wallerstein de la idea de ciencias sociales históricas. Pero en el análisis aparecen, al fin y al cabo, leyes generales:

‘Conversely, a capitalist system cannot exist within any framework except that of a world economy. We shall see that a capitalist system requires a very special relationship between economic producers and the holders of political power. If the latter are too strong, as in a world-empire, their interests will override those of the economic producers, and the endless accumulation of capital will cease to be a priority’ (Wallerstein, World-Systems Analysis: An introduction, Duke University Press, 2004: 24)

Primero, aparece afirmación de perfecto carácter de ley (a capitalist system cannot exist…) argumentada generalmente. Se podría retrucar que esa ‘ley’ no es suficientemente histórica: ¿Y si el proceso social inventara una forma de hacer compatible el capitalismo con un imperio-mundo? Entonces la afirmación ‘universal’ se mostraría como una generalización histórica. Pero eso olvidaría que ahora necesitaríamos otro argumento general, que diera cuenta de en qué circunstancias un imperio-mundo es compatible con el capitalismo

Segundo, y más fundamental, detrás de ese argumento hay toda una serie de cuestiones generales (acerca dela organización de intereses por ejemplo). Las que podrían ser respondidas por leyes generales, y que de hecho para poder ser ‘dadas por supuestas’ requieren ser generales.

En otras palabras, podemos asumir la historicidad de los procesos sociales y pensar en leyes generales, con tal que nuevamente nos centremos en procesos sociales (y no en las instituciones o situaciones concretas). El argumento histórico, además, nos hace ver que las leyes generales tienen que operar en un campo general de abstracción.

Después de examinar los argumentos contra la existencia de leyes, podemos darnos cuenta que lo que hacen más bien es criticar la existencia de leyes en niveles más concretos de la vida social. Sin embargo, en ambos casos, de hecho, requieren y usan generalizaciones y regularidades. Sólo que de otro nivel y tipo: Pasando de generalizaciones de resultados a generalizaciones de procesos podemos dar cuenta del carácter subjetivo e histórico y al mismo tiempo tener regularidades generales.

Ponencia sobre Metodología

Y habiendo, al mismo tiempo, hecho una ponencia en el mismo congreso sobre Metodología (basado pero modificando, las ideas expresadas en la serie sobre las reglas del análisis sociológico), también haremos lo mismo. O sea, publicarla (link aquí)

Y he aquí el resumen:

La metodología en ciencias sociales muchas veces opera en un vacío, separada del resto de la disciplina. Esto representa un problema para el desarrollo de las ciencias sociales. La metodología debiera basarse en el saber disciplinar: Las formas que pueden resultar útiles para investigar lo social, dependen de sus características.

En esta ponencia se proponen algunas reglas para el análisis sociológico. La primera es que las acciones de los actores tienen sentido para ellos (pero que esto no opera para los entramados que los actores construyen). Lo segundo es que no hay actores especiales, y sus diferencias han de explicarse. La tercera es que todas las acciones tienen consecuencias. Lo cuarto es que la pregunta relevante es sobre la vida social ,y no sólo sobre lo que la sociedad influencia.

Y descubrí que soy Parsoniano

Sin nunca haber estudiado profundamente a Parsons en realidad.

En otras entradas en este blog (la última: Cuatro modalidades de coordinación) había desarrollado una de mis pocas ideas teóricas: que uno podía dividir la coordinación en cuatro grupos de acuerdo a si uno actuaba sobre los intereses/representaciones o los recursos de alter; y si uno entregaba o uno quitaba a alter. La idea se me había ocurrido leyendo a Coleman (sobre los temas de control y de recursos) e intentando buscar formas que distinguieran claramente, y al nivel de coordinación elemental, entre sus diversas modalidades (pensando que muchas teorías tienden a ser univocas al respecto).

Bueno, he aquí que unos meses más tarde -volviendo a leer el viejo texto de Habermas sobre la Teoría de la Acción Comunicativa- me encuentro con lo siguiente (cuando comenta a Parsons)

Si sólo se permite elegir entre sanciones positivas y negativas y solo se dejan abiertos dos canales de influjo, el influjo sobre las opiniones y deberes del otro o el influjo sobre su situación de acción, resultan cuatro estrategias o formas de llevar a efecto ese condicionamiento. Parsons las llama modo de interacción y pone  cada una de ellas en relación con uno de los medios (Habermas, Teoría de la Acción Comunicativa,  Vol 2, página 396)

Ahora, los términos de Parsons se pueden traducir a la idea que se me había ocurrido: positiva (agregar) o negativa (quitar), influjo opiniones o deberes (representaciones), influjo sobre situación de acción (recursos). De hecho, la crítica de Habermas -que esto olvida que no se puede aplicar el esquema de sanciones a las opiniones / deberes (la idea de sanción no aplica a las ‘posturas de afirmación o de negación frente a pretensiones de validez susceptibles de crítica’ (página 397)- no se aplica a la visión que había desarrollado que hablan directamente, finalmente, de afirmación o negación. En un caso das razones para que alter haga algo; en otro quitas las objeciones para que alter haga algo.

En resumen, sin darme cuenta, había elaborado (y refinado, creo) un argumento de Parsons. De hecho, lo peor es otra cosa: Este es un argumento que Parsons a su vez usa para fundamentar y desarrollar la idea de medios de comunicación simbólicamente generalizados. Y todos sabemos quién ha sido desarrollado posteriormente más estas ideas. Sí, el malvado de Luhmann. Con lo que, sin darme cuenta, ya había empezado a entrar en ese horrible camino.

El extraño caso de la influencia de Luhmann en la sociología chilena

¿Por qué Luhmann se transformó en Chile en uno de los principales teóricos? (es cosa de revisar programas, por ejemplo, los de doctorado, para observar su influencia). Al fin y al cabo, no es cierto que sea extremadamente influyente de manera universal.

Lo que vuelve aun más extraño el tema es que su teoría no tiene, que yo sepa, ningún ‘éxito’ explicativo o descriptivo relevante. De casi todos los otros teóricos se puede decir que iluminaron un aspecto de la vida social o que entregaron una respuesta interesante sobre un problema -que permitió avanzar nuestra comprensión de lo social.

Del funcionalismo, bien podemos decir que -equivocadas y todo- las ideas de Merton sobre anomia o sobre sociología de ciencia permitieron comprender mejor ciertos aspectos de la vida social. Incluso de Habermas se puede plantear que sus disquisiciones permitieron avanzar en la comprensión de la esfera pública. En el caso de Bourdieu, incluso cuando se lo declara obsoleto, sería difícil negar que La Distinción representó un aporte a todo el campo de la sociología de la cultura y la del consumo. Y así uno podría seguir con otros teóricos y tradiciones.

Pero en el caso luhmanniano, ¿que parte del análisis vida social ha recibido un aporte sustancial de esa teoría? A veces tengo la impresión que el asunto se reduce a una simple (bueno, compleja) redescripción de temáticas y dimensiones.

La interacción social como unidad social elemental (II) Disolviendo el problema agente-estructura

A continuación observaremos que la elección de la interacción como unidad básica permite además disolver algunas disyuntivas clásicas de la sociología. En particular, nos permite resolver el problema de la relación actor y estructura. Tradicionalmente hemos tenido teorías que enfatizan o al actor o a la estructura, llegando a plantear en el extremo que, por ejemplo, sólo los individuos existen (y que las estructuras no tienen capacidad causal aparte). La búsqueda de una forma de superar la dicotomía, y entender que la vida social es al mismo tiempo un producto de la acción de los actores, pero donde existen estructuras establecidas ha sido una constante en la teoría social en las últimas décadas (Giddens, 1984; Alexander, 1988; Bourdieu, 1990; Archer, 1995).

Pero no se puede plantear que estos esfuerzos hayan sido un éxito. En el caso de Giddens y Bourdieu se puede observar que aunque sus orientaciones son muy similares, se les acusa de los problemas contrarios (Van den Berg, 1998). En ambos casos tenemos la idea que los actores generan acciones usando una estructura, que al mismo tiempo permite y limita sus acciones. Pero en el caso de Giddens se lo critica porque ‘elimina’ la estructura al establecer que las reglas están en las personas. Y en el caso de Bourdieu la critica es que ‘elimina’ el actor que sólo reproduciría su habitus (King, 2000). Más allá de lo útil o certero de las críticas, el caso es que no logran superar la dicotomía, al ser fácilmente reducibles a una perspectiva.

En el caso de Alexander (1988) la situación es incluso más sencilla: La solución del problema se reduce a reconocer que existe agencia y que existe estructura. Pero una teoría debiera especificar las formas de su relación.

Archer (1995) enfatiza la necesidad de separar la estructura y los actores, para poder así entender su relación. La estructura es algo que existe antes de los actores, es un efecto de las acciones de actores pasadas, pero que afecta la situación presente, por ejemplo la estructura demográfica. Pero si esto es cierto, entonces estamos convirtiendo en un gran problema conceptual algo que, si bien implica cadenas causales largas, no implica ningún misterio o problema conceptual al respecto (Healy, 1998): actores tomaron una acción X que tuvo consecuencias Y que afecta otras acciones X’. Siendo cíclico, de hecho podemos plantear la relación como hay una situación Y donde actores hicieron X que generó una situación Y’. La estructura tendría una capacidad causal separada, pero al mismo tiempo alguien podría decir que es sólo el agregado de decisiones de actores individuales, y el hecho que sean actores pasados no es relevante, sólo quiere decir que las consecuencias de las acciones.

En otras palabras, podemos observar que cuando partimos del actor o de la estructura, tendemos a crear un problema conceptual misterioso, difícil de resolver. Cuando partimos de la interacción el problema sencillamente desaparece. Supongamos el caso más simple de una diada. En este caso, es claro que hay actores y que toman decisiones. Del mismo modo, para cada actor es cierto también que no puede tomar cualquier determinación: alter representa un límite. Y recordemos que la intuición más básica de la estructura, que ya proviene de Durkheim, es precisamente la de un actor que se encuentra con límites puestos por otros actores. En otras palabras, en la situación de interacción tenemos –al mismo tiempo- agencia y estructura.

Más aún, todas las otras interacciones en que el actor no participa constituyen y crean una estructura que afecta mis decisiones (siendo al mismo tiempo resultado de decisiones de actores). Cómo se relacionan los actores afecta, por ejemplo, la posibilidad de difusión de innovaciones, y ese es un efecto estrictamente estructural, que proviene de una característica de la estructura de interacciones; pero que al mismo tiempo es generada por las distintas interacciones. ‘The main point is that we do not need dualism (and some form of reification) to explain that actors face real people and other environmental features they did not choose and design’ (Dépelteau, 2008, pág. 65). Pensar en actor y estructura mistifica una situación que cuando pensamos en las interacciones aparece como algo muy sencillo y que no representa mayor problema.

Si pensar la interacción como el hecho social básico nos permite superar el problema de la agencia y la estructura, eso representa una ventaja suficiente de ese enfoque.