Las reglas analíticas del Método en Ciencias Sociales (VII) Epílogo. La posibilidad de una ciencia naturalista de lo social

El argumento que hemos desarrollado durante estas páginas se basa en el supuesto que las ciencias sociales son, pueden ser, efectivamente una ciencia. Para ser más precisos, que el proyecto de realizar una descripción y una explicación racional de la realidad social es posible y válido. En otras palabras, que resulta posible una aproximación naturalista a lo social: la vida social es una realidad como cualquier otra, y por lo tanto puede ser analizada con una aproximación empírica, sistemática, y que intente explicar y no sólo describir.

Una afirmación como lo anterior será altamente criticada dado que olvidaría características esenciales de la vida social que hacen inviable usar la aproximación anterior: la vida social claramente no es una realidad como otras y requiere una aproximación específica y muy distinta a la de las ciencias naturales[1].

A pesar de lo anterior, es importante hacer notar que hay elementos de ese proyecto naturalista que sí son parte del consenso en ciencias sociales. En las ciencias naturales una aproximación naturalista implicaba mantener que uno puede describir la realidad sin necesidad de factores extra-naturales, que no pudieran observarse (o que no tuvieran consecuencias sobre lo que se puede observar): Digamos, que se puede explicar la naturaleza a partir de la naturaleza, sin necesidad de usar elementos extraños: No se explica la lluvia a partir del dios de la lluvia. En ciencias sociales hay una situación análoga, no con seres sobrenaturales, pero sí con ‘personas’ sobrenaturales: la explicación de los grandes hombres, ya sea la explicación del nacimiento de la agricultura, el descubrimiento del fuego a partir de los grandes héroes civilizatorios, o la explicación de procesos sociales a partir de las acciones de personas específicas y especiales. La idea de la ciencia social es que los procesos sociales se pueden explicar a partir de regularidades en esos procesos, no requiriendo fuerzas especiales. Esto no es negar la importancia de los actores individuales, pero sí que sus acciones se dan dentro de un entramado social. Esta convicción es parte esencial de lo que representa una aproximación naturalista, y es de hecho una convicción antigua, previa al desarrollo de las ciencias sociales modernas: Cuando Polibio intentaba explicar por qué la república romana había sido capaz de conquistar todo la cuenca mediterránea, su explicación (en el libro VI de su historia) se basa en la idea que es en las características de la estructura política romana que debemos buscar la explicación. En lo que concierne al rechazo a la explicación por grandes hombres y a la idea que necesitamos centrarnos en el proceso social, el proyecto naturalista puede plantearse es común a estas disciplinas.

Sin embargo, más allá de lo anterior, es un proyecto altamente criticado. Es posible argumentar que una ciencia social del modo antes indicado no es más que una imitación de la física. Una imitación aún más inadecuada dado que se basaría en modelos de ciencia que la sociología de la ciencia ha mostrado no corresponden a la realidad de la ciencia. Se puede plantear también que todo proyecto en ciencias sociales que intente una aproximación naturalizante es imposible porque olvidaría el hecho que los sujetos sociales son reflexivos y, en general, dado que las ciencias sociales son parte de la realidad social, es sociedad estudiando la sociedad, entonces no se pueden aplicar métodos generalistas o de índole explicativa: No se puede realizar una teoría general del matrimonio dado que el concepto de matrimonio es algo que generan los propios actores sociales, y toda afirmación al respecto depende de los conceptos del actor –es el argumento de Giddens por ejemplo. Más aún, se puede plantear que toda aproximación naturalista es una forma de evitar una aproximación crítica, haciendo que el status quo aparezca como lo natural y lo necesario. La ‘naturalización de lo social’ implicaría un olvido de las características básicas de la vida social: los seres humanos construyen el orden social mediante sus acciones.

La crítica que una aproximación naturalizante implica imitar a la física, lo que no se puede realizar en ciencias sociales resulta inválida: Hay muchas disciplinas de las ciencias naturales que no imitan a la física y no por ello dejan de realizar una aproximación naturalista a los fenómenos. ¿Qué no podemos realizar métodos experimentales? Hay muchas disciplinas que se basan más bien en la observación. ¿Qué no podemos realizar una descripción matemática? La biología durante mucho tiempo trabajo sin esas herramientas sin dejar de ser una ciencia natural. ¿Qué no podemos desarrollar leyes universales formales? La química tampoco trabaja en el modo de creación de leyes universales. Ninguna de esas características define la aproximación naturalista. Lo que la define es sencillamente la creencia que podemos describir una realidad claramente, de manera sistemática y ordenada, obteniendo resultados replicables[2].

La crítica que una aproximación naturalista demanda el uso de afirmaciones generales que olvida el carácter reflexivo de la vida social es inadecuada en términos de su amplitud. Además, que el hecho que la sociología sea sociedad estudiando sociedad no implica nada especial: La física es materia investigando materia, la biología vida investigando vida. Ninguna de esas cosas ha sido óbice para desarrollar esas ciencias, no veo porque debiera ser especial en el caso de la sociología. El hecho que sea cierto que lo que sucede en la sociedad dependa de los conceptos de los sujetos o que los actores sean, finalmente, también teóricos sobre lo social, y que sus teorías constituyen lo social no cambia la situación. Uno puede seguir desarrollando una ciencia explicativa y generalizante. La teoría de Giddens, tan crítico a esa idea, está llena de argumentos explicativos y generalizantes: La idea que la seguridad ontológica es esencial para construir orden social (Giddens, 1984) no depende para su validez del conocimiento de los actores ni la pierde si los actores la conocen. Si los actores lo conocieran cambiarían sus acciones, pero usarían esa afirmación como fundamento de ello. Lo mismo es válido para la idea del teorema de la dualidad de la estructura cuya validez es independiente de los sujetos. Incluso, seguiría siendo válido si los sujetos lo dieran por verdadero y lo usaran en su vida. En otras palabras, puedo construir un conjunto de afirmaciones válidas para todos los sujetos reflexivos como los describe Giddens.

En relación a la posibilidad de la crítica y a evitar la ‘naturalización de lo social’ tampoco aparece como muy fuerte. De partida, describir una realidad de determinado modo no implica evaluarla de un modo determinado, con Hume uno puede recordar que no hay forma de pasar del ‘ser’ al ‘deber ser’. Las convicciones críticas no tienen por qué verse afectadas por el hecho de mantener un conocimiento general naturalista. Se puede observar que el problema no es lo anterior sino el hecho que pensar en una realidad social como algo dado, algo que no se puede modificar, evita el pensar el cambio como posible: Si la realidad es así, entonces quizás podamos mantener que es una realidad criticable, pero no podríamos demandar su modificación. Sin embargo, Una aproximación naturalista no implica plantear una ‘naturalización de lo social’ o establecer que la forma que en la actualidad toma la vida social es la única forma posible -de hecho, el darse cuenta que han existido múltiples formas de estructurar la vida social es uno de los hechos básicos que estas disciplinas analizan. Lo que sí plantea es que no toda combinación de características es posible. Y en ciencias naturales el conocimiento de esas imposibuilidades ha aumentado nuestra capacidad para hacer cosas: Precisamente porque no todo es posible es que se pueden construir herramientas para el cambio. Del mismo modo, uno podría plantear que conocer reglas universales en el mundo social (por ejemplo la necesidad de seguridad ontológica) nos permitiría aumentar nuestras capacidades para generar cambios (sabiendo que si queremos hacer tal cambio debemos mantener la seguridad ontológica, de otro modo no funcionará). El conocer que no todo es posible nos permite aumentar el campo de lo posible.

Más allá de las críticas específicas que hemos enunciado, podemos mostrar que las reglas del método que hemos delineado en este texto nos permiten mostrar que resulta posible el proyecto de una ciencia naturalista de lo social que reconoce las características específicas del mundo social. Las reglas enunciadas –los actores tienen iguales capacidades, las acciones tienen sentido, las acciones tienen consecuencias, lo que nos interesa estudiar son los entramados que generan las interacciones sociales- son a la vez reglas que nacen de características específicas del mundo social y que nos permiten generar una ciencia que intente explicar el mundo social.


[1] El tema no es que las ciencias sociales no requieran métodos de análisis y técnicas específicas. Al fin y al cabo, toda disciplina lo hace, y no se usan los mismas aproximaciones de análisis en biología que en física (o que en química). El tema es si estas diferencias ameritan una aproximación radicalmente diferente, que no puede equipararse al uso de herramientas específicas.
[2] Por otro lado, es común en ciencias sociales plantear que los descubrimientos de la sociología de la ciencia muestran que las ciencias naturales, y en particular la física, no son tan objetivas, rigurosas ni ‘verdaderas’, sino que ellas mismas están afectadas por factores sociales. La física no cumple con los supuestos requisitos de cientificidad y, en el fondo, opera del mismo modo que las ciencias sociales. Esto es una característica antigua, es cosa de recordar algunas reacciones a la noción de paradigma de Kuhn en ciencias sociales.
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