El problema de la élite en las movilizaciones actuales

Una característica de las reacciones de la élite a la situación actual (como se observa en la prensa masiva, donde  escriben columnas) es su recurrente refrán de comparar con la situación del ’73 o en general con una situación de quiebre del orden social: lo que se requiere es cuidar al país al decir de Gallagher por ejemplo (aunque Gallagher hace la comparación con los recientes disturbios en el Reino Unido).

El caso es que lo anterior no tiene sentido. Pero nos habla bastante bien de los problemas y limitaciones de la elite.

¿Por qué no tiene sentido? Daré un ejemplo de otro ámbito de cosas. Hace un tiempo me comentaron los resultados de un estudio de clima laboral realizado en una empresa (la que posteriormente se enfrentó a una huelga). Bueno, el tema era que los ejecutivos se decían si existía un ánimo de alta conflictividad e insatisfacción que pudiera producir una huelga. El caso es que conversando sobre los datos, lo que aparecía claramente eran dos cosas: No había un ánimo tan conflictivo, pero igual existiría una huelga. Y esto porque para los trabajadores la huelga era algo completamente normal, así que no requería un ánimo de alto resquemor e insatisfacción para realizarla. Lo que se requería eran demandas no cumplidas.

Y eso, en parte, es lo que sucede en general: La idea de movilizarse simplemente se normalizó. Y ya no se piensa ‘¿protestas y marchas? Oh, caos’. Los aspectos de violencia pueden asociarse al caos, pero si algo es claro en las movilizaciones es una cierta voluntad de los manifestantes de separarse de la violencia.

Esto también está detrás de por qué una sociedad donde las encuestas muestran niveles de satisfacción importantes con la vida tiene estas manifestaciones (otras razones las dimos en la entrada anterior): Simplemente que ya no se asocian las cosas, y no se requiere estar altamente insatisfecho con la vida  para protestar. Lo que se requiere es, sencillamente, tener una demanda importante no cumplida y una conciencia (y una confianza) en las propias capacidades para generar un cambio.

De hecho, lo preocupante es precisamente esa sobre-reacción de la élite. Porque nos muestra que estamos ante una élite que no sabe comportarse frente a situaciones de movilizaciones, no sabe relacionarse con una ciudadanía empoderada que le dicen. Si se genera una situación de ingobernabilidad -para usar esa palabra- será sólo porque la élite no sabe cómo comportarse frente a estas situaciones (por ejemplo, la acción del gobierno el 4 de agosto).

Aunque, por otra parte, también es entendible. El argumento central de la élite, para evitar la situación de crisis general que se estaría incubando a su parecer, es entonces fortalecer la idea (y la práctica) de la democracia representativa. Que se requiere fortalecer esas instituciones y esos actores porque de otra forma el caos. En una situación en que esas instituciones y esos actores están en crisis, y con deslegitimación total, cuando nadie cree que los representantes hagan lo que se supone hacen; defender la importancia de la representación como tal, es una de las únicas cosas que se pueden hacer.

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