Una nota sobre las carreras funcionarias de la burocracia colonial en el Imperio Español

Es una costumbre algo diseminada el que cuando se escribe la historia de X normalmente se usan los límites territoriales actuales. Entonces operamos como si una Historia de Chile fuera una historia continua y común de los territorios que en la fecha en que se escribe esa historia son parte del territorio de ese Estado, y así sucesivamente. Pero esa costumbre tiende a hacernos perder de vista el que las unidades territoriales cambian con el tiempo y se constituyen a través  de esas relaciones. Charles Tilly recordaba en su Big Structures, Large Processes, Huge Comparisons (de 1984) que, por ejemplo, Suecia no era sólo un país contiguo a Dinamarca o Noruega, sino un Estado que a lo largo del tiempo había sido parte de una misma unidad territorial con dichos territorios o con otros (en el momento de su máxima expansión en el siglo XVII buena parte del litoral báltico era sueco).

En el caso chileno, esto tiene particular relevancia en relación a los tiempos coloniales. Desde el punto de vista del Imperio Español, y desde la óptica de sus administradores, no tenía mucho sentido separar como cosas distintas lo que sucedía en el Perú y en Chile. Esto es muy obvio en relación al período de la conquista, en que no se entiende nada de lo que sucede en Chile si no se entiende lo que sucedía en el Perú (todo el período de las guerras civiles, desde pizarristas hasta almagristas hasta la rebelión contra los primeros virreyes; y donde no estará de más recordar que el empeño del Imperio para continuar en Chile tenía directa relación con la voluntad de proteger el Perú y evitar que en estos territorios pudiera crearse una base que los amenazara).

Una forma sencilla de observar esta relación, y además de sus vaivenes, es examinar las carreras de los gobernadores (de Chile) y Virreyes (del Perú). En la siguiente tabla se muestran los nombres de quienes desempeñaron ambos cargos a lo largo de su carrera administrativa colonial:

Tabla de quienes fueron tanto Gobernadores de Chile como Virreyes del Perú

Nombre Período Gobernador de Chile Período Virrey del Perú
Melchor Bravo de Saravia 1568-1575 1553-1566
García Hurtado de Mendoza 1557-1561 1589-1596
José Antonio Manso de Velasco 1737-1744 1745-1761
Manuel de Amat y Juniet 1755-1761 1761-1776
Agustín de Jauregui y Aldecoa 1772-1780 1780-1784
Ambrosio O’Higgins 1788-1796 1796-1801
Gabriel de Avilés y del Fierro 1796-1799 1801-1806

Como se puede observar el total de los períodos en los que Chile y el Perú fueron gobernados por personas que gobernaron a ambos no es desdeñable: En 43 años de la colonia chilena y en 55 de la peruana experimentaron dicha situación.

Al mismo tiempo podemos observar que esta situación se concentra en dos períodos: en la conquista inicial (Bravo de Saravia y Hurtado de Mendoza) y en el período borbónico. En este último período además podemos observar que es bastante más regular y común -4 gobernadores pasan inmediatamente a virreyes, y en el caso de Avilés es un par de años de diferencia. En el período colonial, si bien esto ocurre es menos regular: Bravo de Saravia ejerce el cargo en tanto oidor más antiguo de las respectivas Reales Audiencias -y es por ello que es el único que primero ejerce el poder en Perú y luego en Chile. Y en el caso de Hurtado de Mendoza su virreinato opera a más de 20 años de su gobernación. La centralidad de la relación entre gobernador y Virrey en la segunda mitad del siglo XVIII se muestra además que desde 1745 hasta 1806, en un 74% del período el Virrey era alguien que había sido gobernador de Chile (Por cierto, el hecho que el Virreinato del Perú financiara parte relevante de los gastos de Chile puede haberse facilitado por la circunstancia que los virreyes fueran antes gobernadores).

Esta cierta regularidad posiblita que si uno piensa la situación desde la perspectiva de un administrador colonial, ¿cómo separar ambos territorios, cuando claramente parece que la carrera administrativa – el cursus honorum de la administración colonial en América del Sur implica que el ascenso de ser gobernador de Chile es ser Virrey del Perú? Ambos puestos son parte de la misma historia. Para decirlo de otra forma, son carrera funcionaria dentro de la misma organización.

Las posibilidades de carrera funcionaria en el período colonial por cierto eran bastante más amplias que la relación que hemos discutido. Así Alonso de Rivera en la primera mitad del siglo XVII entre sus períodos como gobernador, fue gobernador de Tucumán. Ortiz de Rosas fue gobernador del Río de la Plata entre 1742 y 1745 antes de hacerse cargo de la gobernación de Chile entre 1746 y 1755. Luis Muñoz de Guzmán fue presidente de la Real Audiencia de Quito entre 1791 7 1796 antes de ser gobernador entre 1802 y 1808. También se pueden observar ejemplos a niveles más bajos: De acuerdo al Diccionario Biográfico Colonial de Chile de José Toribio Medina (disponible en el magnífico Memoria Chilena aquí) alguien como Luis de Alava, gobernador de Valparaíso y de Concepción a finales del siglo XVIII continúo su carrera como gobernador de Yucatán. Alguien como Tomás Alvaréz de Acevedo fue, en distintos momentos también de finales del siglo XVIII, miembro de la Real Audiencia de Charcas, de Lima y de Santiago (y volvió como consejero de Indias a España). Dividir como historias separadas implica perder de vista lo que, para parte relevante del funcionariado, era parte de la misma unidad).

Algo que resulta interesante es que todos estos casos son de funcionarios españoles pasados a América. Luego, la mirada unitaria del Imperio bien puede ser reducida a ese grupo, y la facilidad con la cual el imperio se resquebrajó en la independencia vuelve más factible que la unidad estuviera reducida sólo a ese grupo. En todo caso, habría que preguntar por sobre si los funcionarios americanos, ¿tenían esas carreras? Puede ser interesante también observar las carreras eclesiásticas (otro de los centros de poder coloniales) para observar estas dinámicas.

El caso es que lo que nos recuerdan estos casos es algo muy simple: Separar las trayectorias y las sociedades en el período colonial a través de las delimitaciones nacionales posteriores esconde bastante. Por cierto que cierta idea de ‘Chile’ es previa a la existencia del estado chileno (es cosa de recordar todos los textos coloniales que hablan del reino de Chile), pero también lo es que la unidad imperial era algo también real. De hecho, también fiscalmente existente -como las múltiples transferencias al interior del Imperio lo muestran (ver The Spanish Empire and Its Legacy, Regina Grafe y Maria Alejandra Irigoin, 2006, Journal of Global History, 1, 2: 241-267). Pero al mismo tiempo pareciera que esa unidad fuera algo real sólo en el nivel de la burocracia imperial.

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