Las Astucias de la razón capitalista. Una nota sobre algunas vertientes del feminismo

Una parte no menor del feminismo contemporáneo se presenta a sí mismo como crítica del capitalismo (derrotar al patriarcado es parte del mismo movimiento que lleva a derrotar al capitalismo). El argumento de esta entrada defenderá que una parte no menor de argumentos bien amplios al interior del feminismo no sólo son perfectamente compatibles con el capitalismo, sino que -de hecho- son una extensión de su lógica. Y así, y con eso vamos a nuestro hegeliano título, la razón capitalista triunfa a través de sus detractores.

Un argumento bastante extendido, y creo que lo es en particular entre quienes se definen criticando al capitalismo, es la idea de la invisibilización del trabajo doméstico. El capitalismo que sólo entendería aquello que se intercambia en el mercado no podría darle valor al trabajo doméstico, y más aún se basaría en ese volver invisible: Sólo oscureciendo el trabajo de reproducción es posible tener un trabajo de producción disponible para la producción capitalista.

Ahora bien, ¿qué forma se escoge para visibilizar el trabajo doméstico? Darle un valor de mercado. En otras palabras, se sigue operando bajo la idea que sólo a través del intercambio en el mercado, del precio que adquiere un bien o servicio, que algo adquiere valor. Más aún, la operación hace como si nada cambiara (aparte de hacer visible) en una actividad por el hecho de convertirse en algo que se intercambia, que uno diría es una de las bases de la producción capitalista. Y algo que, en este caso en particular, bien se podría dudar (¿es lo mismo cocinar que comprar comida hecha?, ¿la única diferencia es que en un caso no se paga y en el otro sí?).

De más está decir que es factualmente incorrecto la idea que la producción capitalista requiere de invisibilizar el trabajo doméstico. El capitalismo puede funcionar perfectamente con la idea de convertir en intercambio mercantil todas las operaciones del trabajo doméstico (en otras palabras, no cocine, compre comida; no limpie su casa, compre los servicios de limpieza). Históricamente, la configuración del hogar donde el hombre trabaja remuneradamente y la mujer es dueña de casa es algo relativamente tardío, y en particular de clases medias (ver De Vries, The Industrious Revolution).

El tema del aborto es otro donde los argumentos feministas estándar son perfectamente compatibles con el capitalismo. El argumento basal es la autonomía corporal, la idea que cada quien es dueño de su propio cuerpo, y un cuerpo que se entiende de forma separada del resto.

Y aquí uno encuentra que la idea basal que las personas son dueñas de su cuerpo es un argumento basal del capitalismo inicial. Décadas atrás, MacPherson escribió un bonito libro llamado The Political Theory of Possessive Individualism, que rastreaba entre Locke, Hobbes y otros el nacimiento de la idea que un individuo se posee a sí mismo -de hecho, en Locke es el origen de cualquier idea de propiedad. Y nuevamente, estamos ante una idea que tiene sus límites. Por un lado, bien se puede decir que uno no tiene un cuerpo, se es un cuerpo; pero el problema más crucial es precisamente el de la separación. La idea de cuerpos individuales separados encuentra justo su límite en los procesos reproductivos de la especie, donde claramente nos encontramos con una configuración que es la menos conducente a esa idea. Y un argumento de este tipo obliga a saltos conceptuales en los cuales un ser pasa de ser cosa a ser persona por el simple hecho de nacer (aun cuando en sus capacidades es relativamente similar al que era antes de nacer). Para evitar malentendidos, aunque estoy seguro, que se producirán igual: De lo anterior no se sigue nada en relación con el aborto. Son posibles muchos otros argumentos para defenderlo (u atacarlo), el caso es mostrar que ese tipo de argumento es inherente a una concepción del ser humano que es perfectamente adaptada a la lógica del capitalismo.

Un tercer caso, y con esto concluimos la entrada, es más general. Es la defensa de una idea de autonomía que se basa en la plena no dependencia de otros. Es también un argumento que aparece en varios lugares que una de las trabas con las cuales se disminuye el valor de las mujeres es la idea que ellas necesitan de otros, mientras que los hombres -libres- se bastan a sí mismos. La liberación consistiría, entonces, en emular esa falta de dependencia.

De más está decir que ese es precisamente el modo básico en que la razón capitalista opera. La forma en que el feminismo se relaciona con el hogar doméstico en particular es una muestra de su alta compatibilidad con el individualismo capitalista. Recordemos que el hogar es uno de los pocos espacios no mercantilizados internamente en las sociedades modernas, de hecho en más de un sentido es una forma de capitalismo real (digamos, no hay intercambio para obtener los servicios que se producen en el hogar, en el caso más concreto, la comida está disponible para todos). La lógica de operación de un hogar puede ser, usualmente es,  jerárquica pero claramente no es individual. Y sin embargo, una de las lógicas del feminismo, al traer las prácticas de negociación, de equivalencia de prestaciones, requiere incorporar las lógicas del capitalismo. Ya decía Aristóteles (es una de las frases famosas de la Ética a Nicómaco) que cuando hay amistad no hay necesidad de justicia (1155a): En última instancia, no hay preocupación por la equivalencia, porque -entre otras cosas- deja de importar lo distinción de lo propio y lo ajeno. Transformar el ámbito de lo íntimo en el ámbito del contrato, y con ello extender la lógica del capitalismo, es parte de algunos argumentos relativamente amplios al interior del feminismo.

De más está decir, antes de concluir, que ninguno de estos argumentos es universal al interior de algo tan variado como el feminismo. Sin embargo, son relativamente extendidos. y no es tan raro encontrarlos entre personas que, de otro modo, se piensan anti-capitalistas.

En cualquier caso, el hecho que el capitalismo aproveche de quienes se manifiestan en posición crítica no deja de ser una muestra más de la fuerza que tienen los mecanismos del capitalismo.

 

 

El capitalismo es una dinámica, no una estructura

Entre las muy diversas críticas al capitalismo un tema común es que el capitalismo necesariamente está asociado a tal y tal cosa. Y creo que eso olvida un hecho clave: Que en el capitalismo, ya lo dijo Marx en frase célebre y sugerente, ‘todo lo sólido se desvanece en el aire’. La misma idea que, en boca ya no de un crítico sino de un defensor, llamaría Schumpeter lo de la destrucción creadora.

El capitalismo no es ninguna de las innumerables prácticas y estructuras que lo han conformado a lo largo de su historia (no es ninguna forma de compañía, de formas de crédito, de régimen de trabajo etc.). Incluso llevaría el argumento más allá: No corresponde a ninguna forma específica de relación de producción. En otras palabras, no requiere el trabajo asalariado (y bien se las ha arreglado, al menos en sus periferias, para operar con la esclavitud y la servidumbre).

Ahora bien, si queremos llamar con capitalismo a un objeto específico y no a algo universal (digamos, identificar capitalismo con mercado) necesitamos darle una definición algo específica. El uso genérico (volvamos, capitalismo igual a mercado) puede tener sus usos, pero tiene sentido darle un nombre específico a los procesos económicos de la modernidad. Al fin y al cabo, si bien intercambios los hay donde quiera que hay seres humanos, y se pueden observar mercados en múltiples contextos diferentes, también es cierto que lo que sucede en las sociedades modernas con ellos se distingue en diversas formas.

Y entonces ¿cómo se distingue? Habiendo rechazado, por declaración inicial, que sea cualquiera de sus estructuras. Creo que lo más sensato es seguir las ideas de Wallerstein: Que el capitalismo es una dinámica de acumulación. Lo que lo define es la búsqueda incesante (e inclemente) por la acumulación y la re-inversión de riqueza, en otras palabras la búsqueda de capital.  Que esa dinámica es la esencial, y que toda estructura no es más que la forma que en algún presente toma esa dinámica; y que puede ser reemplazada por cualquier otra que aparezca como una forma de continuar con esa acumulación.

Y como acumular es reunir fuerza y potencia es una dinámica que todo lo sobrepasa, y que se refuerza a sí misma. Como lo hicieron notar Marx y Weber es una dinámica que no requiere de la creencia ni de la voluntad de quienes están insertos en ella, el propio proceso se encarga de eliminar a quienes no se sojuzgan a sus requerimientos y a ensalzar a quienes lo hacen operar (la jaula de hierro no se refiere en Weber a la burocracia sino aparece en la Ética Protestante para referirse al capitalismo).

Lo cual nos vuelve a un punto inicial: Muchos de los críticos al augurar crisis del capitalismo (y crisis terminales) o nudos que no puede resolver, olvidan que el capitalismo ha sido siempre una gran máquina de cambio de estructuras. La dinámica de acumulación es una de las máquinas sociales más poderosas que han creado los seres humanos en sus asociaciones. Y su recambio, la esperanza de todo crítico, requiere la edificación de una máquina que tenga, si se quiere, incluso más potencia. Ese es el nudo de toda crítica.

Piketty y la Herencia

El muy reciente El Capital en el siglo XXI de Piketty empieza a discutir en profundidad sobre desigualdad en la página 261, la a estas alturas célebre relación r>g se discute en profundidad a partir de la página 385 (ambos números de la edición del FCE 2014). Y no estará de más recordar que el libro se llama Capital. Estas observaciones tienen algo de relevancia porque en la discusión sobre el libro se habla sólo de desigualdad (y ese es el tema sobre el cual el mismo Piketty pontifica habitualmente), pero de hecho varias de las afirmaciones centrales del libro no dependen de las estadísticas y tendencias de desigualdad presentadas.

El texto se inicia dando cifras de evolución del capital y son esas tendencias y las reflexiones a las que dan origen las centrales del libro -a mi bien humilde parecer.  En particular, nos interesa la evolución de la relación capital / PGB. Los gráficos de Piketty son claros en mostrar una curva en U tanto para Francia y el Reino Unido en el largo plazo: relaciones cercanas al 700% (el acervo de capital equivalente a 7 años de producción nacional) hasta el fin de la Belle Époque, una brusca caída posterior, y una recuperación a partir de los 70 (p 131-135). Los datos alemanes son similares en lo que dice relación a la evolución hasta los ’70, porque la recuperación del capital es menos pronunciada pero ello se debe principalmente a la ‘menor capitalización bursátil de las empresas¿ (p 162). Estados Unidos no tiene una evolución similar, porque su punto de partida es menos ‘capitalizado’ (cerca de los 1800 la relación es de 300%), y alcanza cifras de 500% sólo hacia principios del siglo XX. La caída posterior es menos acusada que en Europa, y lo mismo puede decirse de su recuperación posterior.

La otra reflexión relevante que nos interesa destacar es lo que Piketty menciona cómo la ‘segunda ley fundamental del capitalismo’ (la primera es una identidad contable así que no la destacaremos). La fórmula en cuestión es ? = s/g, siendo ? la relación capital/PGB, s la tasa de ahorro y g la tasa de crecimiento. Lo que Piketty enfatiza es que, si damos la tasa de ahorro como dada, entonces si el crecimiento baja la relación aumenta. En otras palabras, el acervo de capital acumulado es más importante cuando la tasa de crecimiento es más baja. Lo cual tiene sentido si pensamos que la acumulación de capital, como Piketty recuerda constantemente, es riqueza basada en el pasado.

¿A que vienen estas consideraciones? Ambas nos muestran la magnitud de las dimensiones que afectan la relevancia del capital (el número ?). En el primer caso, Piketty pierde pocas ocasiones en recordarnos que ello es efecto de las dos guerras mundiales y todo lo que ellas traen consigo (no sólo destrucción física de capital, sino los procesos de inflación y, por cierto, los cambios sociales que permitieron una mayor relevancia del Estado, y del capital público). Por ejemplo:

La guerra redujo a cero -o casi- la acumulación patrimonial llevando mecánicamente a un gran rejuvenecimiento de las fortunas. En este sentido, son las guerras las que hicieron tabla rasa del pasado hasta el siglo XX, creando la ilusión de una transformación estructural del capitalismo (p 436)

En relación a lo segundo, la tasa de crecimiento que Piketty está mencionando es la tasa de crecimiento global, o sea incluyendo el aumento del per cápita y el crecimiento demográfico. Ahora bien, resulta claro que en general la tasa de crecimiento demográfico está disminuyendo, y en particular para los países desarrollados es cercana a 0 (en algunos países incluso en disminución), y este es para Piketty -al final- el mecanismo dominante. No se puede esperar que el crecimiento del per cápita pueda eliminar esa diferencia, Piketty nos muestra que para los países desarrollados en los últimos 40 años sus tasas de crecimiento son de alrededor del 1,7%-1,9% (y muy similares), y que ‘no existe ningún ejemplo de un país que se encuentre en la frontera tecnológica mundial y cuyo incremento de la producción por habitante sea constantemente superior a 1,5%’ (p 111). En otras palabras, la disminución del crecimiento global en los países desarrollados no se puede revertir y es producto de la disminución del crecimiento demográfico. Y esto produce, ‘mecánicamente’ como nos recuerda Piketty, el retorno del capital.

En otras palabras, el mundo de mediados del siglo XX -que a los franceses les gusta denominar ‘los 30 gloriosos’-, un mundo donde el peso del capital era menor, es producto de una serie de factores irrepetibles.

 

Dado ese hecho, el retorno de relaciones altas entre capital e PGB, es que se puede examinar lo que sucede con la desigualdad. Un tema importante a este respecto es la relación entre desigualdad de ingresos y desigualdad de capital. Resulta interesante en torno a este tema que muchas de las críticas a Piketty se refieren a cosas que él trata, y reconoce, en el texto: Por ejemplo, y es uno de los más comunes, que el aumento de la desigualdad en Estados Unidos tiene mucho que ver con el aumento de la desigualdad salarial, y en particular con el aumento de los ingresos de los ejecutivos es algo que Piketty menciona y discute. De hecho, Piketty destaca que una de las innovaciones del siglo XX es la generación de una clase media en torno al capital (debido a la distribución de la propiedad inmobiliaria) que es una innovación clara: Porque en torno al capital una clase media previamente era inexistente y en ese sentido la desigualdad del capital es en la actualidad claramente menor que a principios del siglo XX (p 373-383). Y de hecho, la desigualdad de ingresos ha aumentado.

Pero a pesar de ello, es un hecho estructural que la desigualdad del capital ha sido siempre más alta que la desigualdad de ingresos, y luego el aumento de la importancia del capital que mencionamos anteriormente tiene como consecuencia de largo plazo un aumento de la desigualdad en la sociedad -porque el peso del capital en la sociedad es mayor. Y ese predominio del capital proviene, como vimos anteriormente, de tendencias estructurales bastante fuertes.

 

Llegados a este punto podemos recordar que el título de esta entrada dice Piketty y la herencia, y no hemos mencionado nada sobre herencia hasta ahora. Ahora, ¿por qué estas dinámicas de las desigualdades son relevantes?

Piketty menciona, varias veces, que sociedades tan desiguales no serían estables, y que necesitarían altos niveles de coerción para mantenerse -o lograr convencer que esas desigualdades son naturales. Sin embargo, al parecer es posible lograr ese convencimiento. Los altos niveles de desigualdad han sido estables por largo tiempo en muchas sociedades; y en particular las sociedades de la Belle Époque parecen haber logrado un alto grado de compromiso por parte de sus integrantes, como los ingentes sacrificios que realizaron en 1914 lo muestran. Que esos sacrificios luego fueran parte de los procesos que requirieron la invención del Estado de Bienestar es otra cosa, pero lo que muestra esa situación es que Francia o el Reino Unido (o Alemania para el caso) no tenían problemas de cohesión social -como algunos hablan hoy en día- siendo sociedades altamente desiguales.

Sin embargo, Piketty, de hecho, no se centra en lo anterior. Para él, el punto central es, al final, la importancia de la herencia (en contraposición con el talento). Dicho en corto, una sociedad con una alta pre-eminencia del capital, o sea del acervo acumulado del pasado, es una sociedad en la cual las herencias adquieren mayor importancia: La riqueza del pasado es más importante que la riqueza del presente. Las estadísticas francesas por ejemplo sobre sucesiones, que al respecto son más completas y de más largo alcance que en otros países, así lo muestran; y Piketty muestra como dentro de las grandes fortunas hay una fuerte presencia de las heredades -y no sólo de las empresariales.

En cierto sentido, la desigualdad como tal no es ni siquiera el problema en Piketty. Un autor que tiene una sección donde se pregunta, para las sociedades del pasado, si la alta desigualdad era un requisito para la civilización (p 456-458) ciertamente no es un simple abogado de la igualdad. De hecho, el tema de la desigualdad lo inicia Piketty discutiendo a Balzac (el discurso de Vautrin en el Pobre Goriot), al cual vuelve varias veces durante su texto, y la discusión es sobre los caminos para el ascenso social: ¿Tiene más sentido el camino del mérito y el esfuerzo o el camino de la herencia? (en la novela esto es la elección entre estudiar y casarse con una heredera). El mundo del predominio del capital es el mundo del predominio de la herencia, y del peso del pasado en el presente. Es para evitar esa fuerza de la herencia y del pasado, y luego para darle realce a la elección del esfuerzo y el mérito individual en el presente, que la desigualdad que produce el capital se transforma en un problema.

Esto también es parte del peso que le da Piketty a la discusión de los niveles más altos de la distribución (no sólo de los percentiles, sino de los milésimos e incluso más pequeño). El mundo del predominio del capital no es sólo el mundo en el cual unos pocos concentran una gran parte de la riqueza, es un mundo en el cual esos pocos son además herederos (y Piketty muestra como a medida que se sube en los ingresos aumenta la importancia de la renta, del capital, como fuente de ingresos). Y, dado como son los patrimonios, la riqueza empresarial presente es riqueza heredada futura (eso requiere sólo el paso a la siguiente generación).

Disminuir el peso del capital, y de la desigualdad que ella produce, es también -y eso es en lo que Piketty finalmente más se concentra- disminuir la importancia de la herencia. Es la lucha contra la riqueza heredada lo que concentra las iras de Piketty, más que solamente la desigualdad como tal.

Burawoy y la mercantilización del Conocimiento

Continuemos entonces con presentar y discutir las conferencias de Burawoy (revisar la entrada de ayer sobre la primera conferencia). Después de discutir los cambios en el mundo, el 25 la conferencia fue sobre los cambios en las ciencias sociales. Y en particular, sobre la mercantilización del conocimiento, y como este es la nueva mercancía ficticia que está en juego en el actual proceso de avance del mercado (mercancia ficticia, recordemos, siendo aquella que si se mercantiliza sin límites empieza a perder su carácter y utilidad).

El análisis estuvo muy centrado en la mercantilización de la Universidad, y a partir de allí comprender estas dinámicas.

El punto de partida fue que, aunque en principio compañías vendiendo conocimiento es algo que ha sucedido anteriormente, los cambios fundamentales ocurren a partir de la década de los ’80. En Estados Unidos, cambios legales permiten que el conocimiento generado en la Universidad pueda ser vendido. Al mismo tiempo, Tatcher introduce mecanismos de control en las universidades británicas, research assessment exercises, produciendo la paradoja que una defensora del libre mercado introduzca un mecanismo de planificación en la Universidad. Estos son elementos cruciales porque empiezan a generar cambios en como la Universidad se organiza y se relaciona con el conocimiento.

Los cambios en concreto del proceso de comodificación son los siguientes:

  1. Un movimiento de privatización, y en particular hacia el auto-financiamiento (si aun siguen siendo públicas)
  2. Esto implica reducción de costos: precarización e informalización de la fuerza de trabajo (los profesores), outsourcing y aprendizaje a distancia.
  3. Y esto implica un aumento de los ingresos: Mayores aranceles, inversión privada de las empresas en las Universidades (aprovechando que es una fuerza de trabajo barata, un estudiante de doctorado en biociencias bien paga por participar en investigación que produce beneficios para las farmacéuticas), y un aumento de las desigualdades entre las disciplinas (dado que hay algunas que tienen mayores posibilidades de generar ingresos que otras).

Burawoy, para ilustrar las cosas que generan estos procesos, contó de una situación en India: Algunos políticos se las arreglan para poder fundar centros de educación superior; luego se contactan con alumnos que tienen subsidios del gobierno; consiguen que se matriculen en sus instituciones, diciendoles que con tal que vayan unas 3 o 5 veces al centro en el año obtienen su credencial. Y así todos felices: los estudiantes tienen sus títulos, los políticos dinero y clientela, y las Universidades reciben algo de fondos.

Al mismo tiempo, y en parte asociadas a las anteriores dinámicas, tenemos procesos de racionalización:

  1. Racionalización como branding: La constitución de la Universidad como corporación (como un negocio en última instancia), y toda la preocupación por la ubicación en rankings (del nivel que sean).
  2. Racionalización como globalización: El hecho que toda el prestigio académico se juegue en la publicación en revistas internacionales, una mayor jerarquía, distinción y polarización. Y por cierto una falsa universalidad, con lo particular de Estados Unidos pasando por universal.

He ahí entonces los problemas asociados al conocimiento en esta ola de mercantilización de acuerdo a Burawoy.

Y al igual que ayer, algunos comentarios:

El análisis de Burawoy está centrado en la Universidad. Y claro siendo el lugar en que se (a) se genera buena parte del conocimiento y (b) se reproduce a quienes crean conocimiento, tiene sentido darle importancia. Pero el tema del conocimiento y su mercantilización no sólo tienen que ver con la Universidad y lo que sucede con ella. Los temas de patentes, copyrights y todo el régimen de propiedad intelectual (que es lo que permite comprar y vender conocimiento) afectan más allá de la Universidad. ¿Qué pasa con la mercantilización del conocimiento tradicional, digamos en lo relativo a plantas y medicina?

Y lo central es, creo, que se hace necesario pensar en lo que implica una mercancía ficticia. La comercialización del conocimiento (hacíamos la reflexión en otra entrada) afecta la producción del conocimiento. Un régimen donde el conocimiento está afecto a patentes y limitado por propiedad intelectual, es uno donde se dificulta la diseminación de éste -y la diseminación es crucial para su producción. En la medida en que estamos en un capitalismo de la información, entonces este es una de sus contradicciones básicas: Requiere poder comercializarlo, porque es una de las fuentes de valor; pero al mismo tiempo ese proceso afecta a su producción continua. En ese sentido, no es un tema de ‘rechazar’ la mercantilización como una forma de rechazo del capitalismo, es una dinámica que es compleja para la operación del propio sistema. Ahora, los procesos de contra-mercantilización han sido formas en que estas contradicciones se han ‘solucionado’, y en torno a cómo los diversos actores reaccionan y desarrollan estrategias en torno a esta situación será algo interesante de analizar en el futuro.

Burawoy sobre movimientos sociales y la contra-mercantilización.

Ayer 23 de Julio fui a una conferencia en la Facultad de Ciencias Sociales de la U. de Chile en la que Michael Burawoy habló de ‘Facing an Unequal World’. Bien interesante. Así que ahora procedemos a resumir lo que más me pareció relevante de la conferencia y a hacer algunos comentarios.

La idea fundamental es que para poder entender, básicamente, los movimientos sociales de los últimos años es el contexto del avance del neoliberalismo en el mundo. Y ello se entiende mejor si se lo analiza a partir de de las ideas clásicas de Polanyi en La Gran Transformación. Polanyi hablando del proceso de mercantilización en el siglo XIX lo que propone es que, en ultima instancia, el avance del mercado lo que produce es un contra-movimiento, el mercado autorregulado no es sustentable finalmente: termina amenazando la continuación de la sociedad y por ello la sociedad procede a regularlo. Por lo tanto, los movimientos sociales han de entenderse en general como formas de contra-mercantilizar

Lo que hace Burawoy es plantear que uno tiene que complejizar esta idea básica. Lo fundamental es que lo que Polanyi había visto como un sólo movimiento -que habría probado de una vez por todas que el mercado autorregulado no funciona- en
realidad es más bien tres olas distintas. Y cada una de estas olas no es solamente una repetición de un movimiento hacia y desde la mercantilización sino que tiene características distintas. Para ello Burawoy recupera la idea de Polanyi de una mercancia ficticia: un bien que si se mercantiliza por completo ve amenazado su valor de uso (y deja de funcionar). Además varían los actores involucrados en el contra-movimiento.

En un esquema:

Ola Cronología Mercancía Ficticia Actor Teoría
Primera Ola 1795-1914 Trabajo Comunidad Local Espontaneidad
Segunda Ola 1914-1974 Dinero (+T) Estado Nacional Emancipación
Tercera Ola 1974- Naturaleza (+D + T) Sociedad Global Protección

Uno puede observar, entonces, como los movimientos sociales de los últimos años se ubican como formas de protegerse frente al mercado en relación a estas mercancías ficticias: Frente a la mercantilización de la naturaleza, y en particular del acceso a la tierra (y como muchos son excluidos de ella), frente a la mercantilización total del dinero, expresado en el
capital financiero sin límites y en disputas sobre endeudamiento, y frente a la mercantilización del trabajo, expresado en la ola actual como precarización.

Parte de las conclusiones de Burawoy se detuvieron en la relación con el Estado de los movimientos sociales actuales. En parte enfatizó que existe una desconfianza hacia el Estado, visto éste como algo coludido con el capital; y que existe en general una emergente, pero todavía no establecida, visión de una democracia participativa. Además ¿cuál es el actor encargado del contra-movimiento de esta tercera ola? Porque el Estado habría sido el actor de la segunda, pero ya no correspondería a una ola que ocurre a un nivel global. De hecho, en ese sentido, Burawoy enfatizó la posibilidad que no existiera un contra-movimiento en esta tercera ola. La sociedad no funcionaría como un sistema auto-regulado con mecanismos de retro-alimentación que garanticen la existencia de correcciones.

Hasta aquí Burawoy. Ahora los comentarios

  1. Lo primero es en relación al carácter de esos contra-movimientos. Recordemos, Wallerstein dixit, que el capitalismo es una máquina que se basa en el crecimiento. Ahora, en cada ola lo que ha pasado es que la mercancía ficticia en cuestión es una cuya reproducción y uso se encontraría amenazado y que resulta crucial para la reproducción y el crecimiento del capitalismo. Pensemos en el caso del trabajo: Los resguardos al trabajador lo que permiten es que los trabajadores se reproduzcan y además promover su productividad (i.e a través de educación por ejemplo). Las crisis financieras terminan afectando la posibilidad del uso como medio del intercambio y del funcionamiento de los mecanismos de crédito -que son cruciales para el crecimiento. En ese sentido, podemos explicar porque se han dado estas olas: En cada situación el capitalismo se enfrenta a una crisis de un recurso que se mercantiliza por su expansión pero que su pura mercantilización puede afectar el crecimiento posterior del capitalismo. Por decirlo de alguna forma, las razones del contra-movimiento no son puramente anti-capitalistas o productos de movimientos sociales que se enfrentan a la mercantilización.
  2. Con lo que pasamos al segundo tema que es el carácter del Estado. Una cosa importante de recordar es que el Estado ha sido un actor crucial en cada ola de mercantilización: Una de las cosas que Polanyi enfatizaba es que mercantilizar a la sociedad requiere de una fuerte intervención estatal. Y al mismo tiempo ha sido un actor crucial para cada contra-movimiento. Puede que el actor que genera el contra-movimiento no sea el Estado, como por ejemplo en la primera ola, pero es el Estado el que ejecuta las medidas que lo permiten. En este sentido, y pensando en el primer punto, usando el marco del propio Burawoy, el Estado sí parece funcionar como el comité ejecutivo de la burguesía, al menos de cuando en cuando, y es allí donde se juegan los procesos de ‘corrección’.

Más en general, de alguna forma, nos hemos olvidado que los Estados tienen poder -al fin y al cabo, siguen manteniendo control de medios de violencia- y que hay una razón por la cual, siguiendo el razonamiento de Burawoy, los Estados son cooptados: porque su cooptación es relevante porque efectivamente manejan recursos. Pensar el Estado como un agente sin poder ha sido uno de los trucos más ingeniosos de la ideología de la mercantilización.

Una idea sobre el Capitalismo de la Información

Antes que se me olvide, y no es que sea muy buena o seguramente muy original (tengo que buscar a quién ya se le ocurrió), pero puede ser útil para desarrollarla después.

La contradicción entre la racionalidad del conocimiento -que exige publicidad y libre acceso a la información- y la racionalidad instrumental -que exige propiedad para poder obtener beneficios- es la contradicción del capitalismo de la información. Este requiere apropiación de la información, pero ello atenta contra la reproducción del recurso básico que es la información; pero si se asegura el acceso a la información entonces la apropiación entra en problemas, y es lo que se manifiesta en discusiones sobre copyrights o patentes -pensemos en la recientes decisiones de tribunales sobre patentes de genes.

Ahora, pensemos que el Estado ha cumplido históricamente la función de resolver pragmáticamente las contradicciones básicas. Al fin y al cabo, podemos pensar que el Estado de Bienestar (en educación, salud, vivienda etc.) es una forma en que se asegura la producción de una fuerza de trabajo más productiva y en mejor situación, que en un capitalismo industrial representa un recurso central. Entonces, la aparición y desarrollo de información pública producida/financiada desde el Estado para su posterior apropiación por parte de particulares bien puede ser el equivalente.

Y para otro post las posibles consecuencias de la idea. Al fin y al cabo, el tema recién se me ocurrió en el taxi.