Seis Formas de pensar la Toma de Decisiones Colectiva

Sí, es cierto; esto de aprovechar el Informe para hacer entradas es algo monotemático. Pero, bueno, sucede.

Pocos días atrás hacíamos notar que buena parte de la población tiene un ideario político definido por la doble exigencia de orden y participación. Ahora bien, eso es la descripción general de la orientación básica común. Pero, al mismo tiempo, se puede observar que hay diferentes modalidades de acercarse a esos mandatos, y tampoco hay que olvidarse de quienes están fuera de él. Para abordar entonces la heterogeneidad existente sobre esas dimensiones, y centrándonos por ahora en un aspecto, pasamos a dar algunos resultados que emergen de los datos del Informe de Desarrollo Humano en Chile 2015: Los Tiempos de la Politización sobre las diversas formas de pensar la toma de decisiones colectiva.

Y ahora la descripción metodológica del asunto: Para ello se realizó un análisis de cluster jerárquico -que permite no sólo determinar grupos sino además observar sus relaciones (cuáles son más cercanos entre sí). En concreto, se usó la instrucción daisy del paquete cluster (a quienes se debe el nombre de daisy a la instrucción), tras análisis de PCA sobre las variables constituyentes (la ventaja de daisy es que permitió darle pesos a cada una de los componentes), usando el programa estadístico R. El análisis arrojó seis grupos, usando como algoritmo de agrupación ward. Las variables componentes fueron promedio p68A-p68C (preferencia por asambleas y plebiscitos), p68B (preferencia por decisiones tecnocráticas), p68D (preferencia por decisiones de gobierno); y tres índices creados con los ítems de la p69 y p70 que son de elitismo, populismo  y pluralismo (no me gustan mucho los nombres, pero las preguntas fueron tomadas de cuestionarios que así los llaman).

De ahí emergen las siguientes formas de pensar la toma de decisiones colectivas, y presentamos el árbol que agrupa a los conglomerados -para que se puedan observar sus relaciones. El árbol que presentamos respeta el orden de las uniones pero no está usando la escala de ellas:

Formas de pensar la toma de decisiones colectivas

six_forms

 

Los antielite (10%) 

Una primera orientación es la antielite, y se caracteriza por una fuerte preferencia por decisiones directas (asambleas o plebiscitos), por contraposición a las tomadas por expertos y por el gobierno. En general, la figura del experto no se asocia a la del gobernante, pero en este grupo el rechazo a la elite incluye a ambos. Solo las decisiones que provienen directamente de la ciudadanía son caracterizadas de forma positiva. En consonancia con lo anterior, los antielite tienen un alto nivel de valoración del populismo (0,87) y del pluralismo (0,89), y una baja preferencia por los gobiernos elitistas (0,35).

Asimismo, se trata de un grupo bastante más molesto con el país que el resto de las orientaciones, con una alta demanda de cambio. Respecto a las instituciones políticas, son el grupo con mayor déficit democrático (3,4 puntos en promedio de déficit) y tienden a tener, comparativamente, un menor nivel de confianza en las instituciones.

En cuanto a su conformación social, se trata de un grupo de estratos medios, con un 59% proveniente de ese sector, y en particular con una alta concentración en el grupo C2 (36%) y es el grupo con mayor educación (un 45% tiene educación superior incompleta o más). Se encuentra mayoritariamente concentrado en la Región Metropolitana, siendo un 53% del grupo de esta región.

 

Populistas tecnocráticos (9%)

Este grupo comparte con el anterior una fuerte preferencia por las asambleas y los plebiscitos, los que alcanzan un puntaje de 0,94 en su valoración. Se diferencia del grupo antielite en su alta valoración de las decisiones tomadas por expertos, mientras rechaza las que toma el gobierno. En general son muy populistas, pero no están tan distanciados del elitismo, lo que se debe a que el índice de elitismo combina preguntas sobre políticos (figuras que concentran un alto rechazo) con preguntas sobre expertos. Además, son el grupo con la orientación más marcadamente pluralista: defienden la importancia de escuchar la opinión de todos, incluyendo a los expertos y al pueblo.

Del mismo modo que el grupo anterior, esta orientación muestra molestia con el país, una alta demanda de cambio y un fuerte déficit democrático.

Es un grupo de estratos medios-bajos: un 37% pertenece al grupo C3, y el grupo tiene baja presencia tanto en los segmentos más altos como en los más bajos. Un 35% tiene educación media completa y un 30% menos que eso. Al igual que los antielite, es un grupo que preferentemente vive en la Región Metropolitana (60%).

 

Pro-concordia (23%)

Esta orientación se caracteriza por una fuerte preferencia por decisiones horizontales y por las tomadas por expertos, y a la vez exhibe una de las mayores preferencias por la toma de decisiones por parte del Gobierno (0,65 en la pregunta). En otras palabras, si bien prefieren las decisiones de base y las de expertos, también tienen una opinión positiva de las formas de decisión que limitan esta atribución al Gobierno, lo que se corresponde con el hecho de que es uno de los segmentos con mayor valor en el índice de elitismo (0,63). En cuanto a populismo (0,74), este supera en valor al elitismo, aun cuando el grupo no se ubique entre los más populistas. Asimismo, alcanza un alto valor en pluralismo. En síntesis, es un segmento que otorga una gran importancia a la participación de todos los actores (pueblo, expertos, gobernantes, elites en general) en las decisiones colectivas.

Por otra parte, la orientación pro-concordia tiene un nivel de confianza en las instituciones y una evaluación del país superior al promedio de la población. Aunque su demanda de cambios es alta (0,85), no sienten un malestar especialmente intenso. Y si bien muestran un menor déficit democrático que los otros grupos, de todos modos es relevante (2,2 puntos). En fin, quieren cambios y son críticos pues consideran que en Chile hay un alto déficit democrático, pero no se sienten particularmente molestos ni tienen un nivel de desconfianza en las instituciones especialmente alto.

En términos socioeconómicos el 61% de los pro-concordia pertenece a los grupos C3 y D, con la mayor proporción de todos los grupos. Asimismo el 51% del grupo vive en la Región Metropolitana.

 

Desafectos (19%)

Este grupo ocupa una posición relativamente neutral en las preguntas sobre decisiones colectivas, ubicándose cerca del promedio general de la población. Es decir, valora más las decisiones de base (0,68) que las decisiones del Gobierno (0,25) y, en general, se muestra más pluralista (0,82) y populista (0,75) que elitista (0,55). En este sentido, el grupo de los desafectos reproduce las características más generales de la población en torno a estas temáticas.

Es un grupo más bien molesto, con un nivel de confianza en las instituciones menor que el promedio y una evaluación negativa del país que supera el valor observado en la población general. Tiende a propiciar una importante demanda de cambios y presenta un significativo déficit democrático (2,0), aunque menor que el de los grupos anteriores.

En cuanto a sus características sociodemográficas, un 42% tiene educación media incompleta o menos y un 40% pertenece a los sectores socioeconómicos más bajos. En general, consideran que el país no les ha entregado herramientas para resolver sus problemas. Sin embargo, están motivados, como otros grupos, para intentar cambiar la situación.

 

Pro-Gobierno (27%)

Este grupo valora en forma similar todas las formas de decisión. Se ubica entre los grupos con menor preferencia por las decisiones de base (0,63) y registra la mayor inclinación hacia decisiones de Gobierno (0,59). Además, sin estar entre los que más valoran las decisiones de los expertos, presentan una importante inclinación hacia ellas. Es el grupo con el mayor puntaje de elitismo y uno de los más bajos en populismo: sus valores son idénticos (0,66), pero aun siendo el grupo más elitista su nivel de elitismo no supera su nivel de populismo. Respecto del pluralismo, si bien tienen un alto puntaje (0,73), lo valoran menos que otros grupos. La combinación de estas características lo convierte, en términos comparativos, en un grupo pro-Gobierno que legitima en mayor medida que sea también la elite la que tome las decisiones y dirija el país.

En un contexto en que la mayoría tiene una opinión crítica del país y quiere cambios importantes, este grupo es el menos molesto con el país, el que mejor lo evalúa, el que presenta un menor déficit democrático y una menor demanda de cambio. Más allá de ese perfil, no debe perderse de vista que este grupo tampoco se aleja radicalmente de la valoración de las decisiones de base. Esto demuestra la hegemonía actual de la creencia de que las buenas decisiones son aquellas elaboradas de forma horizontal.

Es un grupo con mayor proporción de personas del estrato socioeconómico alto –un 15% pertenece al grupo ABC1–, pero solo un 48% tiene educación media completa y un 31% algún tipo de educación superior. Las personas de este grupo viven en las zonas centro y sur del país, con muy baja presencia en el norte del país (9%).

 

Antipopulistas (12%)

Esta orientación valora de manera pareja todas las formas de decisión y tiene puntajes similares en los tres índices, pero en menor medida que el grupo anterior. Por otro lado, presenta una baja valoración relativa tanto de las decisiones de base (teniendo la más baja de todos los grupos: 0,46) como las de expertos y las de Gobierno. Este rechazo más bien generalizado lo perfila como el grupo con menor valoración de populismo (0,58) y de pluralismo (0,52). En ese sentido, si bien en general no hay preferencia por una determinada forma de decisión, en comparación con otros grupos destaca por su rechazo relativo a todo lo que implique participación popular.

Se caracteriza por tener un menor nivel de malestar, una mayor confianza en las instituciones y una mejor evaluación del país, aunque menor que el grupo pro-Gobierno. Es el grupo con menor demanda de cambios (aun cuando esta sigue siendo relevante: 0,74) y el menor déficit democrático. En otras palabras, es un grupo relativamente desencantado de todo lo que la política ofrece.

Tiene mayor presencia en la zona sur y centro y es un grupo relativamente escaso en la Región Metropolitana (19%), lo cual es consistente con la concentración de las elites en esta región. Un 49% tiene un bajo nivel educacional (educación media incompleta o inferior), con el menor nivel educacional entre todos los grupos. Además, tiene una menor presencia que los demás grupos en los estratos medio y medio bajo –solo un 43% pertenece a los estratos C2 y C3– y proporcionalmente está más presente en los estratos altos y bajos.

 

Algunos comentarios sobre el conjunto

Una mirada conjunta a estas seis posiciones permite distinguir entre quienes tienen una alta preferencia por las decisiones horizontales y quienes no la tienen. Los cuatro primeros (populistas tecnocráticos, antielite, pro-concordia y desafectos) prefieren la horizontalidad, en cambio, los pro-Gobierno y antipopulistas descreen relativamente de las decisiones horizontales. Estas posiciones muestran a su vez algunas asociaciones con la mirada del país, y es así como las que más defienden las decisiones horizontales son las que más desconfían de las instituciones y son más críticas de la situación del país.

Las distintas orientaciones sobre las decisiones colectivas muestran la importante variedad que se esconde detrás de las afirmaciones generales. Si bien la gran mayoría prefiere las decisiones horizontales y rechaza las jerárquicas, esto no opera exactamente de la misma manera en todas las personas, por lo que es necesario atender a los matices. Así, por ejemplo, los antielite y los populistas tecnocráticos tienen una amplia valoración de las decisiones de base, pero unos rechazan la toma de decisiones mediada por consultas a expertos, mientras los otros aceptan plenamente a los técnicos. Esto plantea el desafío de generar una forma de participación que dé cuenta de estas preferencias diversas. Detrás de la preferencia por la horizontalidad hay matices respecto de cómo ellas se estructuran; las formas y soluciones que algunos valoran y estiman adecuadas no lo serán necesariamente para otros.

Orden y Participación. Acerca del ideario político de la población

Los datos del Informe de Desarrollo Humano en Chile 2015, fundamentalmente la encuesta de Desarrollo Humano pero también los datos cualitativos, permiten aventurar algunas ideas sobre las formas en que los ciudadanos chilenos conceptualizan y evalúan el mundo de la política. A esto se lo puede llamar su ideario político, enfatizando que estamos hablando de concepciones que hablan sobre lo político, sobre las formas en que se deben tomar decisiones y las orientaciones básicas: No son concepciones acerca de qué es lo que debiera hacer el poder político, sino de cómo se conforma.

El punto de partida es una observación conocida: El rechazo fundamental de los ciudadanos a lo que ellos observan suceden en el ámbito de la política formal. Lo relevante es observar desde donde se realiza ese rechazo, y hacia donde lleva. Una de las frases de los estudios cualitativos, que está citada en el Informe, es ilustrativa de una tendencia muy arraigada en los grupos:

Yo soy del partido del sentido común, si algo está malo hay que arreglarlo. (NSE medio bajo)

El núcleo de la crítica a los políticos está en la primera parte de la frase: A los políticos les falta sentido común. Les falta sentido -es un ámbito de falsedad y superficialidad- y les falta comunidad -están separados de los ciudadanos. El núcleo de lo que debiera ser la política está en la segunda parte de la frase: Una concepción de la política como buena administración. Sabiendo cuáles son los problemas (lo que está malo) sólo queda solucionarlos, siendo los criterios de una buena solución compartidos (simplemente hay que arreglarlo). El pluralismo, que de hecho la población parece valorar, es uno de apertura ‘a las buenas ideas’: Como nadie tiene el monopolio de las ideas, bueno es entonces estar disponible a que aparezcan en cualquier parte. Pero todos podemos reconocerlo como buenas ideas (como un’arreglo’ a lo que está mal). Lo que más bien se esconde son los desacuerdos más básicos (que en realidad, no estamos tan de acuerdo en qué es un problema y en qué consiste una solución de él).

A partir de esa idea se puede, entonces, entender algo que aparece con mucha claridad en los datos del Informe de Desarrollo Humano: la combinación de una fuerte preferencia por el orden y por la participación. Se desea la participación del pueblo porque no se puede dejar el país en manos de los políticos (conste que esto implica, al menos por ahora, un rechazo implícito a la solución histórica de un ‘hombre fuerte’ que solucione los problemas); y ello sería ordenado porque lo que el pueblo desearía y  tiene en común es simplemente una buena administración. Por decirlo de otra forma, es a través del pueblo que se puede construir en orden, dado que la política formal hasta ahora sólo habría creado desorden y problemas.

Para mostrar la fuerza de esta combinación de preferencias se mostrará los resultados de un análisis realizado sobre la encuesta. Se construyó una escala de preferencia por el orden y un índice de preferencias por decisiones horizontales.

En relación al primero, este fue resultado del promedio de tres sub-escalas:

  1. La relación con el autoritarismo y la tradición (p54a, P54c, P54d en la encuesta; agregar los otros ítemes de la P54 no producían escalas confiables). Los valores bajos de la escala indican desacuerdo con afirmaciones pro-autoridad y pro-tradición, mientras que los valores altos indican acuerdo con tales afirmaciones.
  2. La relación con las manifestaciones (Preguntas 52a, 52b, 52c, 52d, 52e, 52f, 52g, 52h, 52i, 52j, 52k, 52l). Las preguntas originales van de 1 a 10 y se las modificó de forma que “0” indique máxima justificación de manifestación y “1” indica mínima justificación de la manifestación
  3. La relación con las autoridades legítimamente establecidas (P110,P114,P115). Los valores bajos de la escala plantean una escasa disposición a obedecer decisiones emanadas de autoridades, en los casos de discrepancia con tales decisiones. Por el contrario, los valores altos evidencian una alta disposición a cumplir con ellas.

Como todas las sub-escalas van de 0 a 1, la escala de orden también oscila entre 0 y 1, donde “0” indica una baja disposición al orden y “1” una alta disposición al orden.

En cuanto a los procesos de toma de decisión, se construyó un índice que promedia la justificación de decisiones por asamblea y plebiscito (P68a y P68c), al que se le restó la preferencia por las decisiones de gobierno (p68d). Así, el índice mide la diferencia de la preferencia por decisiones horizontales de la preferencia con decisiones jerárquicas. En otras palabras, alguien que tuviera una alta preferencia por decisión horizontal y por decisión jerárquica (y esos casos existen) aparecería con un valor más bien bajo en este índice. Esto se debe a que la preferencia simple por decisiones horizontales es muy alta, y para tener un criterio más fuerte es razonable decir que quienes realmente les gustan esas decisiones lo hacen claramente por sobre otras formas. Estos resultados fueron transformados para situar los valores de la escala entre -1 y 1, donde -1 indica la mínima disposición a las decisiones horizontales y 1 la máxima disposición a las decisiones horizontales.

Los resultados del ejercicio se pueden mostrar en el siguiente gráfico:

Escala Preferencia Orden e Índice de Preferencia Decisiones Horizontales

orden_horizontalidad

Los resultados son claros: La mayoría de la población se ubica en el cuadrante de alta preferencia por el orden y alta preferencia por decisiones horizontales (un 63% de la población) y quienes se encuentra fuera de dicho cuadrante tienden a estar más bien cerca de él. Un 24% de la población tiene una preferencia menor por decisiones horizontales y alta preferencia por el orden; un 8% tiene una alta preferencia por las decisiones horizontales y baja por el orden. Finalmente sólo un 5% se ubica en la antípoda de la posición mayoritaria: personas con baja preferencia por el orden y por las decisiones horizontales. Además se puede recordar que por la forma de construcción del índice, hay personas con alta preferencia por decisiones horizontales que pueden haber quedado fuera del 63% (porque su diferencia con su preferencia por decisión jerárquica era baja), por lo cual este es más bien una estimación mínima de esa preferencia.

Así, pues, los resultados cualitativos y cuantitativos son coherentes entre sí y nos permiten dar cuenta de un ideario básico sobre el orden político en la población. Si se quiere, en cierta forma una utopía: La utopía que la ciudadanía toda decide en orden los temas públicos. En cierto sentido, es casi una herencia histórica de la influencia del positivismo en América Latina (orden y progreso como todavía plantea la bandera brasileña).

Estas preferencias para los chilenos y chilenas no son solamente compatibles sino hasta que se necesitan entre sí. Ahora bien, ¿es posible realizar esas preferencias al mismo tiempo? En particular, en el mundo político formal muchas veces se las piensan como opuestas -y es fácil pensar en políticos del orden y en políticos de la participación, y difícil pensar en políticos de ambas cosas. Sin embargo, la búsqueda de opciones que den cuenta de ambos deseos puede ser clave para comprender las decisiones y elecciones de los ciudadanos en el tiempo presente.