Un Informe Lechneriano. El Informe de Desarrollo Humano 2015

portada-final-2015Finalmente salió el Informe de Desarrollo Humano 2015, Los Tiempos de la Politización, en el cual trabajé -siempre tiene algo de alivio que salgan las cosas que uno hace. El Informe está disponible en este link. Ahora bien, aquí aprovecho de presentar lo que de acuerdo a mi opinión son las cosas más interesantes del Informe.

Cuando me integré al equipo -el trabajo del Informe ya estaba iniciado en ese momento- una de las primeras cosas que conversamos fue que el texto de Norbert Lechner sobre la Conflictiva y nunca acabada construcción del Orden deseado (de 1984) era clave para entender la situación actual. Algo en broma, que la mejor recomendación que uno podía hacer era la de leer ese texto. La intención de esta entrada es fundamentar un poco esa impresión.

Al tratar de interpretar los resultados que se obtenían de la encuesta, de los estudios cualitativos y de el estudio de prensa, una formulación que se ensayó, y que a mí personalmente me gustaba bastante, fue la que Chile experimentaba una politización profunda pero frágil. Al final se optó por no usarla porque cuando la comunicábamos nunca se entendía bien, pero como este es mi blog y sólo tiene mis opiniones personales puedo darme ese permiso.

El punto de partida era que en la discusión sobre los procesos en curso uno podía observar al menos dos posiciones polares. Una que minimizaba los procesos de politización -insistiendo en que la ciudadanía estaba más bien lejana y estos son temas de unos pocos y otros que la maximizaba -insistiendo en una ciudadanía empoderada. Indicios y señales para cada una de ellas no faltaban, y de hecho no faltan en el propio Informe. La idea era que ambas posiciones observaban algo, y no se equivocaban en ello, pero no observaban el conjunto del fenómeno: cada una tenía un punto ciego. Por otro lado, tampoco era una simple asunto de ‘la verdad está en el medio’, porque cada uno efectivamente observaba bien una parte. La idea era que estas posiciones se pueden combinar en el aserto de profunda y frágil.

La politización es profunda porque está en todas partes, y es ello lo que observan quienes maximizan el proceso. Durante la elaboración del Informe a veces nos decíamos que cualquier día podíamos tomar el día y observar sus señales. Y como muestra en estos días de abril: Se promulga ley de Acuerdo Civil, se discute Reforma Laboral, están las próximas recomendaciones de la Comisión Engel, la bancada AC propone reforma constitucional etc. Uno puede observar discusiones en todo nivel, y cada día de más temas y con más actores; uno puede observar la incorporación de nuevos actores; movilizaciones -que con sus flujos y reflujos de todas formas están en un piso más alto que durante el cambio de siglo por decir algo; e incluso al nivel de las conversaciones de los ciudadanos sobre los temas públicos. El hecho que la politización fuera ineludible era lo que nos referíamos con profundidad.

La politización era frágil porque, a su vez, cada uno de los actores involucrados lo hacía con problemas y trabas internas. En la ciudadanía, donde mucha crítica hay, no es claro que sus acciones estén a la altura de lo que esa crítica demanda. Una cosa es involucrarse en el sentido de estar atento a lo que sucede, de tener opinión sobre los temas públicos y otra participar activamente (desde el voto hasta la movilización). En los movimientos sociales, donde la idea que ellos representan el sentir de la ciudadanía muchas veces simplemente se asume, y la distancia y la diferencia con los ciudadanos -que de hecho existe y es relevante- no se tematiza ni trabaja. En el caso de la élite donde la reacción de temor y reticencia frente al proceso es bastante común, y precisamente por esa actitud se dificulta su rol en él (o sea, es más difícil ser élite en estos tiempos). El que todos los actores actuaban casi a tropezones era a los que nos referíamos con frágil.

En última instancia, más allá de si la formula de profunda pero frágil comunica bien la impresión que se tenía, lo relevante era la consecuencia. Porque implica que la sociedad chilena se está planteando preguntas que no está en condiciones de responder.

La tarea de construir esas condiciones es una tarea intrínsecamente política -es construir un espacio social para la labor política. En la tarea de construir esas condiciones, para volver al inicio de esta entrada, la lectura de Lechner no parece estar de más. Más allá de lo que uno opine de su obra, el caso es que una de las preguntas centrales del Chile de hoy es, precisamente, una de las preguntas centrales de Lechner: ¿Cómo hacer política?