Las contradicciones derechistas sobre el 12 de Octubre de 1492

En la entrada anterior planteamos algunos mitos tipícamente progresistas en torno al 12 de Octubre. Corresponde entonces escribir otra entrada que sea su par sobre los problemas que aparecen en visiones del ‘ala derecha’. En este caso, no sé cuán dominantes sean estos problemas, pero son todos ellos afirmaciones con las que me he encontrado efectivamente.

La entrada anterior versaba sobre mitos, esta sobre contradicciones. Al final de la entrada discutiremos la importancia de la distinción. Otra nota: la palabra progresista tiene la ventaja de identificar a un grupo amplio sin especificarlo a una ideología en concreto; para el otro lado no haya palabra equivalente (aparte de ‘derechas’). Si pongo conservador, algunos dirían que no aplica a liberales; y lo mismo si uso liberal. La idea es usar una palabra genérica que aplica a un segmento de la discusión de un modo amplio, y por lo tanto, por ahora quedará en derechas. Dichas estas consideraciones, entremos en materia.

Contradicción 1. La conquista fue buena porque trajeron civilización, al mismo tiempo  se propugna el principio de no-agresión

Reaccionando a la crítica progresista, se enfatizará que la conquista nos trajo lenguaje, civilización, religión etc (lo que usted quiera). Al mismo tiempo, entre quienes declaran lo anterior aparece, en otras ocasiones, la defensa de la idea de no-agresión: Que lo que es invalido es el uso y amenaza de la fuerza, de la violencia, en las interacciones. Entendiendo al Estado como estructurado por la coerción y la fuerza, a partir de ese principio se critica la regulación (y llevando el argumento a su extremo lógico, a los impuestos).

La contradicción debiera ser evidente. La Conquista no fue un proceso pacífico de intercambio, fue un proceso violento de coerción. Resulta imposible defender, con buena fe, la preponderancia irrestricta de condenar la violencia (pensada de forma que incluya, digamos, el IVA o regulaciones laborales) y al mismo tiempo celebrar un proceso transido completamente de violencia. Porque si se va a justificar la máxima violencia por sus resultados (por ahora ni siquiera entraremos a discutir el error factual de ese ‘trajeron la civilización), entonces el famoso principio defendido nunca fue el tema.

Contradicción 2. No eran propietarios (Terra Nullius), al mismo tiempo la idea de propiedad es algo universal.

Entre las justificaciones de la apropiación europea del Nuevo Mundo, y esto es algo viejo, ya está en Locke por lo menos, es la idea que los habitantes no tenían propiedad alguna sobre esas tierras. Ya fuera porque se los declarara nómadas, y solo un pueblo sedentario puede tener propiedad; o incluso porque no tenían la idea de propiedad de la tierra, el caso es que su uso de esas tierras no constituía propiedad. Legalmente, entonces eran Terra Nullius -disponibles al primero que la proclamara. Al mismo tiempo, entre estas personas es común declarar que la idea de propiedad es universal -de validez universal y encontrada de hecho a través de las culturas: Lo mío y lo tuyo son cosas bien básicas.

Nuevamente, nos encontramos ante una contradicción evidente. Porque tendríamos a un largo y diverso grupos de cultura que no podrían reclamar que fueron desapropiadas, que se les robaron sus tierras, en ellos esas ideas no aplican. Y al mismo tiempo se declara que la propiedad es un fenómeno universal, sin excepciones. Si la propiedad es un fenómeno tan universal, y si es válido el principio que a nadie se le puede quitar su propiedad sin su consentimiento, entonces la Conquista claramente no es un proceso de respeto de la propiedad ajena, sino un proceso no sólo de apropiación sino de expropiación, algo que, entre estas gentes, es usualmente denostado de forma tajante.

Contradicción 3. Criticar la Conquista es aplicar principios de otras eras lo que no corresponde, al mismo tiempo los propios principios son de validez universal.

Una tercera contradicción es la insistencia en que todos los críticos de la llegada de los europeos están cometiendo el pecado de anacronismo: Criticar a personas del siglo XVI de acuerdo a cánones del siglo XXI. Y ello claramente no correspondería. Al mismo tiempo, es común en estas personas una rígida defensa de sus principios en la actualidad, bajo la idea que -finalmente- sus ideas son universalmente válidas, y que toda crítica es errónea. En más de un caso, esto lleva a preguntarse por los límites de la democracia, el viejo argumento de la tiranía de la mayoría, la vieja desconfianza por la muchedumbre, dado que una mayoría bien puede aprobar algo que es inmoral.

Entonces, se plantea que la opinión mayoritaria no es suficiente para validar algo moralmente, y al mismo tiempo se justifica algo porque correspondía a la opinión mayoritaria de su tiempo. La contradicción es menos flagrante que en ocasiones anteriores: Por ejemplo, alguien podría decir que que esta circunstancia no justifica, sino que aminora la culpa. Sin embargo, sigue siendo una tensión pragmática en el argumento.

En los asuntos anteriores, dado que el centro está en la contradicción, no entré mayormente en la corrección empírica del aserto. En este caso lo creo necesario, porque muestra un desconocimiento cabal del tema. Es bastante sabido, de hecho era uno de los temas recurrentes entre apologistas pro-hispánicos, que la conducta de los conquistadores fue un tema discutido en la época, en España. Está la Brevísima Relación de la Destrucción de las Indias, está la Junta de Valladolid, están las Leyes Nuevas. El tipo y naturaleza de la crítica son diversas, y van desde quienes en la época no creían en la justificación de la Conquista como tal, hasta quienes (como el propio emperador Carlos V) si bien creían en la validez de la Conquista estaban en contra de los excesos de los conquistadores contra los pueblos originarios. De hecho, estamos ante asuntos cuya disputa llegó al conflicto armado. El intento de implantar las Leyes Nuevas por el primer virrey en Perú generó una rebelión, el asesinato del virrey e incluso los conquistadores pensaron independizarse. Claramente, no estamos ante hechos que fueran claramente y fácilmente aceptados en la época.

Por cierto, planteada así la discusión se esconde a un grupo que resulta bastante importante: Cuando decimos que la Conquista era justificada o no en la época, habrá que recordar que quienes actuaron y vivieron en esos años no se reducen a los españoles, sino incluyen a los pueblos originarios. Y aquí claramente la conquista no era algo aceptado ni deseado.

Luego, ¿quienes eran esos de la época que aceptaban la conquista, y la conducta de los conquistadores? Eso no incluye a los pueblos indígenas, tampoco incluye una parte, de cierta influencia, de la opinión y autoridad de los españoles. Pero es la opinión de que era aceptable, la que queda como ‘lo que correspondía a la época’. Lo que no deja de ser una burda simplificación de una era que, como todas, era compleja.

 

Una nota final. Los problemas en la interpretación estándar del progresismo los puse como mitos: Usualmente parten de una constatación correcta, pero extralimitan y obtienen conclusiones equivocadas. Luego, el principal problema es usualmente empírico. En este caso, los problemas son de otro tipo (aunque, de hecho, también hay problemas empíricos): Hay un discurso específico sobre la Conquista que contradice el discurso general que aducen estas personas. En otras palabras, dado su deseo de justificar la Conquista (¿por qué los progresistas se oponen?) entonces no hay problema en caer en contradicción con lo que supuestamente dicen en general con tal de construir un discurso que la justifique. Si se quiere, hay un tema de buena fe que es algo más profundo, y al menos es diferente, de lo que ocurre entre progresistas.

Los mitos progresistas en torno a la irrupción europea en América

Desde el progresismo hay varias ideas, que a estas alturas ya son algo predominantes al interior de estos segmentos, sobre el significado del 12 de Octubre de 1492. Entre ellas hay algunas que tienen claramente problemas, y que esconden temas que son relevantes.

(1) No hubo descubrimiento.

El hecho inicial que es correcto es que eran tierras pobladas, y luego ya sabían dónde vivían. Lo cual es cierto, pero esconde un hecho fundamental: Que nadie más sabía ello. Los habitantes de la meseta de México bien sabían que vivían en sus tierras, y lo mismo es válido para quienes vivían en Cuzco, o en cualquiera de los muy distintos lugares que componen estas tierras. Ahora bien, los aztecas no sabían que existían los chinos, ni los europeos, ni los indios; ni ninguno de estos últimos tenía la más peregrina idea que existía un pueblo como los aztecas. De hecho que existe tal cosa como el conjunto de las tierras que va desde Alaska a Tierra del Fuego era también desconocido para los habitantes de esos lugares, los aztecas bien poco conocimiento tenían que existía un Imperio lejano al sur de ellos.

Lo anterior es relevante, y no mera pedantería, porque enfatizar que eso constituye descubrimiento implica observar una serie de circunstancias que son cruciales: La invasión del viejo mundo por la papa; la irrupción de muchos tipos de ganado en el nuevo; la conformación -por primera vez en la historia- de circulación global de bienes, y así con múltiples otras cosas que se pueden entender sólo si recordamos que en 1492 finaliza una separación prácticamente completa entre América y el Viejo Mundo. Es cierto que para los habitantes América no fue descubierta; pero para todo el resto sí fue un descubrimiento.

(2) Lo que se produce a partir de 1492 es un genocidio.

La afirmación inicial correcta aquí es que existió un desastre poblacional gigante -probablemente, el mayor de la historia. Además es correcto que en las Antillas y el Caribe las poblaciones indígenas fueron exterminadas; y en general, los españoles en sus combates fueron claramente brutales. Sin embargo, de ello no se sigue genocidio.

La voluntad clara y evidente de los españoles es la de subyugar y dominar a los pueblos originarios; claramente para eso querían conquistarlos. Ahora bien, la voluntad de subyugar y la voluntad de genocidio no son compatibles -ambas son formas de pasar por encima al otro, pero claramente son diferentes. Quien quiere subyugar a los pueblos originarios necesita que ellos sigan existiendo, y que se multipliquen -es la forma de poder continuar mi dominación. La disminución de la población originaria era un problema para los españoles (son múltiples los documentos en que, así funciona el colonialismo, acusan a los propios indígenas de su desaparición). Todo ello es distinto a la voluntad de exterminio que es parte de un genocidio.

Por cierto, lo anterior no implica que los españoles no fueran responsables del desastre poblacional. La argumentación de ‘fueron las enfermedades y epidemias’ es muy parcial: Es cierto que la mayoría de los muertos proviene de esas enfermedades, y es claro que no importa quienes fueron los primeros que se contactaran desde fuera con América, las epidemias hubieran sido de gran magnitud. El tema no es ése, sino la falta de recuperación demográfica -la caída es constante  y llega hasta cerca de 1650 (o sea, más de un siglo y medio de contacto). Una población explotada al nivel que fueron buena parte de las indígenas (la cantidad de muertos en el Potosí es seña suficiente de ello) no es una población donde se facilite el crecimiento de la población.

La brutalidad de los españoles al hacer la guerra tampoco tiene relación con genocidio. Y ello no porque la brutalidad sea falsa, sino por una circunstancia más general: Los españoles eran brutales y carniceros en la guerra en todas partes. La famosa leyenda negra no nace en América, nace en Europa: es el tratamiento de Amberes, de Roma, de las ciudades holandesas lo que hizo famosos a los soldados españoles como crueles. Las descripciones que los testigos hacían del destino de esas ciudades no es tan diferente a lo que uno puede leer que hacían por nuestras tierras. La repulsión que generaron esos actos en esos tiempos indica, por cierto, que no eran simplemente ‘diferentes tiempos con diferentes estándares’ (de hecho, en particular, las acciones de Colón en las Antillas fueron denunciadas al interior de la cultura española de ese tiempo). Sin embargo, todo ello es distinto del tema del genocidio.

Ahora bien, decir que genocidio no aplica no quiere negar la debacle demográfica ni la brutalidad de la conquista, ni menos condonar el hecho. Simplemente es recordar que los españoles querían efectivamente disponer de siervos, y eso es distinto de querer exterminarlos.

(3) Que la conquista fue algo que hicieron los españoles contra nosotros

Quienes en la actualidad se identifican y son parte de los pueblos originarios pueden decir, con toda propiedad, que todos estos europeos en sus tierras fueron una invasión de un foráneo. Quienes no somos parte de esos pueblos no podemos decir ello.

No me refiero aquí al tema biológico del mestizaje, al hecho que buena parte de las poblaciones de América Latina tienen entre sus antecesores personas de pueblos originarios y personas europeas (por cierto, ¿desde cuando al progresismo basa algo en un tema biológico?). Estoy hablando de un asunto cultural. Sucede que la lengua materna de buena parte de la población es el castellano, sucede que la religión que las personas aprenden en su infancia (o rechazan después, o por último, tienen que referirse a) es el catolicismo. Y así. Los españoles fueron, más allá de lo que se opine al respecto, extremadamente exitosos en diseminar su cultura y transformar a esas poblaciones en su impronta. No se puede tratar esto como algo simplemente externo que nos hicieron, porque ese ellos que hizo cosas es parte fundamental del nosotros (a 500 años de la conquista de las Galias, al momento de las invasiones germánicas, la cultura romana no era extraña a los habitantes de la actual Francia).

Esto no dice nada en relación con la postura sobre las luchas actuales de los pueblos originarios. Sin embargo, hay que reconocer que son, para buena parte de quienes vivimos por estas tierras, las luchas de ellos. Dudo mucho que un mapuche podría aceptar, por ejemplo, que alguien como yo diga que soy uno de ellos; y habría que asumirse como winka. Esto independiente, nuevamente, del hecho que -como también la mayoría de los que vivimos por estas tierras- parte de mi herencia cultural es también indígena (desde muchas palabras, al uso masivo del maíz, choclo por estos lugares. en la alimentación, pasando por la ubicación de la ciudad donde nací -Santiago); pero el núcleo cultural es producto de la expansión de los españoles. En otras palabras, 500 años de dominación no pasan sin consecuencias profundas.

 

En todos estos casos hay un origen en la afirmación tipícamente progresista que es correcto, pero la elaboración posterior -las implicancias que se obtienen de ella- no lo son (Por si acaso fuera necesario, que en estos tiempos al parecer este tipo de aclaraciones son requeridas: Todo ello no quita nada en torno al criticar o deplorar los hechos sucedidos). Y ellas suelen, más bien, obstaculizar y simplificar la comprensión de esos asuntos.