Las reglas Analíticas del Método en Ciencias Sociales(VI) El postulado de explicación de lo social

Las secciones anteriores han sido reglas sobre aspectos necesarios de tomar en cuenta para una adecuada descripción de la vida social. El siguiente postulado es una regla sobre donde tendría que centrarse dicha descripción o explicación.

Una parte muy importante del esfuerzo de las ciencias sociales es sencillamente mostrar la importancia de los aspectos sociales o culturales en algún determinado. Casi cualquier ‘Sociología de X’ dedicará una parte importante, si no prácticamente todo su esfuerzo, en mostrar la importancia de los aspectos sociales y culturales, como por ejemplo en sociología de la ciencia (Bloor, 1998) o sociología del consumo (Sassatelli, 2007; Zelizer, 2005). Es un procedimiento cuyo linaje es antiguo, El Suicidio de Durkheim es uno de los trabajos originales cuya intención explícita es mostrar la importancia de los factores sociales en explicar un fenómeno, en su caso presuntamente sólo individual. En el caso de Durkheim, y esto también ha ocurrido en quienes lo siguieron, esto está muy asociado al proyecto en sí de una ciencia social: Una ciencia social sólo puede existir, sólo tendría sentido si resulta cierto que para explicar diversos fenómenos es necesario tomar en cuenta los factores sociales o culturales. Si sucediera que todo el comportamiento fuera explicado por los genes -que no hay factores sociales en la inteligencia, en las diferentes entre hombres y mujeres o en otros asuntos-, entonces no habría lugar para la sociología.

Sin embargo, lo anterior parece innecesario y, de hecho, contraproducente. En última instancia, incluso si todo lo que sucediera en la vida social se explicara por factores que no son culturales o sociales, de todas formas tendría sentido una disciplina como la sociología. Al fin y al cabo, si todo lo que pasa en un ser vivo se explicara por aspectos químicos, la biología seguiría siendo una disciplina con sentido. Negar lo anterior es plantear que la legitimidad de una disciplina depende de afirmaciones teóricas específicas, que el interés de una dependa de la verdad de una teoría particular sobre un fenómeno –que es, plausiblemente, el interés de Durkheim.

En última instancia, lo que permite una ciencia social es el reconocimiento que existe una parte de la realidad –el mundo de las relaciones sociales si se quiere- que puede describirse y explicarse. En otras palabras, que más que intentar explicar un determinado fenómeno estableciendo que la sociedad es relevante, la verdadera tarea de las ciencias sociales consisten en intentar explicar la sociedad. La sociología no es, no debiera ser, la disciplina que explica cualquier cosa a partir de influencias sociales; es, o debiera ser, la disciplina que explica las cosas sociales

Incluso si los factores sociales no fueran relevantes para analizar muchos comportamientos, quedarían muchas preguntas específicas a responder sobre el mundo social: ¿En qué condiciones se crean o modifican prácticas sociales de manera más fácil? ¿En qué condiciones las prácticas sociales son más estables? ¿Cuáles son los efectos en la vida social de tener redes sociales centralizadas, descentralizadas o distribuidas? ¿Es el mundo social un ejemplo de redes de ‘mundos pequeños’ y que nos dice ello sobre la evolución de dichas redes? O pasando a preguntas más específicas: ¿Por qué y cómo en ciertas sociedades hay miles de diversos trabajos y en otras no? (la pregunta original de Durkheim en la División del Trabajo Social) ¿Qué factores afectan la importancia y extensión de las organizaciones en una sociedad? ¿Por qué y cómo se da que en ciertas interacciones sociales las personas conversan y otras usan la violencia? ¿Por qué y cómo en ciertas sociedades los ‘trabajadores’ tienen contratos y en otras son tratados como bienes? ¿Por qué y cómo en algunas sociedades las personas alcanzan la plenitud de sus derechos en la pubertad y en otras hay categorías especiales como la adolescencia? ¿Por qué y cómo es el caso que los ‘escándalos’ por los cuales los políticos pierden sus posiciones son diferentes entre sociedades?

Todas ellas son preguntas sobre la vida social como tal, y se basan solamente en que existe un trozo de realidad que puede ser investigado y descrito mediante el uso de ciertas herramientas y conceptos. En otras palabras, tiene una cierta unidad –es el mundo formado por relaciones sociales, o por comunicaciones, o por acciones sociales-, en la cual se usan conceptos específicos para trabajarla. Es el interés por describir esa realidad la que genera la legitimidad de la disciplina, no el hecho que influya otras dimensiones.

Si combinamos el énfasis que hemos dado a explicar la vida social con la primera regla que expusimos en el texto -la idea que todos los actores tienen las mismas capacidades- podemos desarrollar los siguientes argumentos:

Para explicar las constantes de la vida social podemos usar una amplia gama de posibles razones: Algunas teorías se centraran en aspectos que provienen de características de la interacción social como tal (la doble contingencia que es el punto de partida de Parsons o Luhmann), pero también resulta posible intentar explicarlas por factores no-sociales que sean universales.

Pero si lo que queremos explicar las diferentes variedades de situaciones sociales que existen, entonces probablemente el camino más fructuoso para explicarlas sea el análisis de las diferentes reglas y modalidades de interacción que ocurren en una sociedad . Cuando se trata de explicar porque pasa tal cosa en una situación y no en otra, nuestra principal herramienta de análisis es hacer variar las características en las interacciones sociales. Por lo tanto, podemos plantear que una tarea central del análisis social ha de la descripción y explicación de las diferentes y múltiples formas de reglas de interacción.

Las reglas analíticas del Método en Ciencias Sociales (V) El postulado de consecuencias de la acción

La afirmación que toda acción tiene consecuencias no debiera requerir mayor defensa. Realizar una acción implica usar algunos recursos –los necesarios para llevarla a cabo-, y esos recursos no se encuentran disponibles después de dicha acción. Realizar una acción implica obtener ciertos resultados –resultados que implican ciertos cambios con respecto a la situación anterior –en la cual esos resultados no existían.

A pesar de la aparente obviedad del postulado, resulta una afirmación muy fácil de olvidar o no de tomar en cuenta. De hecho, una parte importante del análisis de reproducción de prácticas sociales suele pasarlo por alto. No resulta extraño encontrar autores para quienes la única o principal condición para que una práctica se reproduzca es sencillamente que las personas queden convencidas de que deben realizarlas.

The problem, as these critics have argued, is this: If the habitus were determined by objective conditions, ensuring appropriate action for the social position in which any individual was situated, and the habitus were unconsciously internalized dispositions and categories, then social change would be impossible. Individuals would act according to the objective structural conditions in which they found themselves, and they would consequently simply reproduce those objective conditions by repeating the same practices (King 2000, 427).

La anterior cita, y muchas otras podrían haber sido posibles, ejemplifica la tendencia. Al parecer la única consecuencia y el único requerimiento de una práctica social está formado por las acciones que lo constituyen. Por lo tanto, asegurar la disposición a realizarlas es todo lo que una práctica requiere y su aseguramiento convertiría al cambio social en imposible.

Esa forma de mirar la acción resulta insuficiente. Para colocar el ejemplo más claro de por qué resulta insuficiente: Por más que los pascuenses fueran ultra-eficientes en lograr que todos siguieran al pie de la letra sus reglas culturales, no podían seguir con la práctica de construir moais una vez que se quedaron sin árboles (Diamond 2005, 79-119). La práctica tenía una consecuencia, un nivel de uso del recurso árbol, que eventualmente sería exterminado por el éxito de la práctica en su reproducción. Pero obtener ese recurso era una condición necesaria para la práctica. O para usar otro ejemplo, por más que las sociedades mesopotámicas pudieran reproducir sus prácticas y sus habitus, la salinización de los suelos producto de sus prácticas agrícolas habría vuelto imposible el cultivo de cereales en ciertos territorios (Liverani 1991 [1988]). La corrección de la hipótesis de la salinización ha sido discutida (Postgate 1992), pero lo que es claro en el debate son las consecuencias que se habrían producido de haber existido ese procesos. O para usar un ejemplo que no ocupe recursos ecológicos: El desarrollo de las prácticas económicas de la sociedad moderna conlleva un aumento de los requerimientos de educación de los trabajadores. Esto implica el desarrollo de la educación (básica al menos). Esto lleva a que los niños tienen que quedarse en las salas de clases en vez de participar en la fuerza de trabajo. Que a su vez lleva al aumento del costo de los niños. Que a su vez tiene como consecuencia una disminución del número de hijos. Que a su vez….

Lo que nos muestran todos esos casos es que la reproducción de una práctica no depende solamente de lograr que las personas estén dispuestas a realizar las acciones que constituyen una práctica. Hay otros requerimientos, al menos el que existan los recursos que se usan en las acciones que conforman la práctica. En los ejemplos mencionados hemos usado loop muy corto: las prácticas afectan casi directamente los recursos requeridos para su continuación (para facilitar su uso como ejemplos). Sin embargo, los loop pueden ser mucho más amplios.

Una razón por las cual muchas veces nos olvidamos de lo anterior tiene que ver con la relación de los requerimientos / consecuencias con esa reproducción. Por un lado, si entre los efectos de una práctica se encuentran algunos que la desestabilizan, bien podemos pensar que esas prácticas no son relevantes: No serían prácticas en equilibrio –para usar un término que le gusta a los economistas- y por lo tanto desaparecerían pronto. Sin embargo, una práctica puede tener consecuencias negativas hacia su permanencia, pero el tiempo en que se despliega el proceso puede ser largo, por lo que la práctica se puede mantener por un tiempo relevante.

Por otro lado, si entre los efectos de una práctica se encuentran varios que la estabilizan, mayor razón para olvidarnos del tema, dado que la consecuencia sería ‘trivial’, lo importante todavía sería lograr que las personas tuvieran la disposición a realizar la acción. Sin embargo, esa disposición puede provenir exclusiva o principalmente de esos efectos, por lo que no dejan de ser relevantes. La idea de la dualidad de estructura de Giddens, y que las consecuencias de una acción son el contexto de la siguiente (Giddens 1984), ha de recordarse tiene consecuencias tanto en lo relativo a la reproducción como al cambio de las prácticas.

La idea que las acciones y las prácticas tienen consecuencias y requerimientos nos hace ver que ninguna práctica puede analizarse por separado. Sus requerimientos pueden verse afectados por muchas otras prácticas -que son independientes de la inicial- y tiene consecuencias que pueden afectar muchas otras prácticas -y que una práctica no siempre puede controlar. Esta importancia de la interrelación entre prácticas producto de sus mutuos requerimientos e influencias es incluso más relevante si observamos que las consecuencias de una acción son múltiples y variadas: Por lo tanto, el camino completo de relaciones entre diversas prácticas puede llegar a ser altamente complejo: Una misma práctica puede afectar múltiples recursos que son requerimientos de múltiples otras prácticas, y a su vez los recursos que requiere pueden ser afectados por muchas otras prácticas, y quizás fueron afectados por prácticas que ya no existen para recursos de largo plazo. El tema de la opacidad del entramado de las relaciones sociales (que observamos anteriormente en la sección anterior) vuelve a mostrar su relevancia.

En nuestra discusión sobre consecuencias (y requerimientos) hemos destacado la importancia de los recursos para la acción. Si bien las consecuencias no se reducen a los recursos, éstos no dejan de ser una consecuencia y requerimiento relevante. Lo que nos lleva a enfatizar que, aunque la vida social puede sólo estar constituida por elementos sociales (interacciones, comunicaciones etc.), no puede ser analizada separadamente de su ‘materialidad’. Puede que la estructura social no incluya los edificios asociados con sus acciones, ni los bienes que se usan en sus acciones o la energía requerida para ellos, pero tampoco puede existir sin ellos.

El hecho que las acciones tengan consecuencias puede parecer un hecho obvio, pero las consecuencias de tomar en serio lo anterior son relevantes. Ningún análisis de la vida social debiera pasar por alto esta característica.

Las Reglas Analíticas del Método en Ciencias Sociales(IV) El postulado de sentido de las acciones

Si existen actores, entonces no hay alternativa a reconocer que las acciones que realizan tienen sentido para ellos. ¿A qué nos referimos con lo anterior? A una afirmación muy sencilla: Que todo actor requiere un mapa del mundo, tener distinciones y reglas que relacionen esas distinciones, para poder moverse . Para poder hacer cualquier cosa, un actor ha de definir que hay cosas del tipo A y cosas del tipo B (digamos peras y manzanas), y que esas diferentes cosas se relacionan de manera diferente con otros temas (digamos, las peras son más dulces o me gustan menos que las manzanas). Sin ese mapa del mundo, un actor no puede desarrollar acciones. Por lo tanto, toda acción tiene sentido para el propio actor –el que viene dado por esas distinciones y por esas relaciones. Otra forma de referirse a la regla es que los actores siempre son capaces de describir la acción que están realizando.

En otras palabras, cuando nos encontramos ante una acción, comunicación o práctica social debemos partir de la hipótesis que ella tenía sentido para los actores. Puede que los propios actores encuentren que esas acciones resultan inadecuadas, o que hubieran preferido realizar otras acciones en el pasado. Pero lo que no podemos hacer es plantear es que la acción per se no tenía sentido.

Lo anterior es relevante porque marca una de las distinciones entre una aproximación de ciencias sociales y otras aproximaciones. Si queremos entender y describir a los actores tenemos que partir de la idea que sus acciones tienen sentido. Pero no siempre lo que nos interesa es entender y describir, en particular muchas veces nos interesa evaluar las acciones. Una tentación muy fuerte en esos momentos es que la labor de crítica elimine la labor de descripción: Cómo esa acción nos parece deplorable, entonces no nos interesa la lógica del actor. De hecho, podemos llegar a concluir que entender la lógica del actor es parte de un proyecto para justificar lo injustificable. Es importante no perder de vista la importancia de la lógica del actor, y que esto no obsta para desarrollar la aproximación evaluativa .

Para usar un ejemplo relativamente ligero, pensemos en el tema del consumismo. Muchos de quienes se aproximan al tema del consumo lo hacen desde una perspectiva crítica: pensando en los males que el consumismo trae en la sociedad, y en particular cómo los grupos más vulnerables caen en esa trampa: Los pobres terminan realizando mayores consumos de los que pueden sostener y por lo tanto, terminan en una vida llena de deudas. Lo que nos interesa destacar es que a menos que podamos entender el sentido del consumo para los actores, no podremos entender las dinámicas que están detrás de ese resultado. No es simplemente que las personas tengan altos niveles de endeudamiento y de consumo sin que las personas no sepan lo que están haciendo, y los riesgos que toma. Endeudarse es una opción ingrata (la cultura económica popular siempre tiene el sueño de ‘no encalillarse’), pero las funciones y sentido del consumo lo vuelven una opción relevante: Un televisor requiere endeudarse, pero permite tiempo libre relativamente barato, y construir un hogar más agradable (que protege de los peligros que están fuera del hogar). Una lavadora automática tiene un fuerte significado de abandono de pobreza, que el lavado a mano simboliza (Catalán 2005). Podemos plantear, aplicando a Chile los resultados del estudio de Miller en Inglaterra, que el consumo cotidiano de la compra de aprovisionamiento (el supermercado), es una forma en que se ejerce y manifiesta el ‘amor de familia’ (Miller 1998). Más en general, a través del consumo los sectores de menores ingresos pueden manifestarse a sí mismos que han salido de la pobreza, y por lo tanto no ven como consumismo las compras que las clases medias sin perciben como consumismo en ellos. (Van Bavel y Sell-Trujillo 2003). Premunidos de esas herramientas podemos volver a preocuparnos del consumismo, pero requerimos entender que es lo que sucede en los actores.

Como toda afirmación, la anterior ha de entenderse en su amplitud correcta. Que las acciones de los actores tengan sentido interno no quiere decir que el sentido se reduzcan al sentido consciente de las acciones: Requerimos que pueda hacer distinciones, no que se de cuenta reflexivamente de todas sus distinciones y de todas las relaciones que tienen esas distinciones con otras. Tampoco quiere decir que ese sentido sea un sentido ‘racionalmente’ correcto: que los actores tengan toda la información disponible o que extraigan todas las consecuencias correctas de esa información. Usando la formulación alternativa que planteamos: El hecho que los actores sean capaces de describir la acción que realizan no implica que sean capaces de explicarla o de dar una descripción completa que dé cuenta de todos los aspectos relevante.

En otras palabras, plantear que las acciones tienen sentido, y que es relevante tomarlas en cuenta, no implica rechazar la idea que las descripciones de los actores son incorrectas o insuficiente, y que en general las descripciones del actor no tienen primacía sobre las del investigador (que debe superar la ‘teoría ingenua’ de los actores a la Bourdieu o Leví-Strauss). Para entender la relación entre el postulado y este tema de la primacía de las descripciones del actor o del analista, es necesario analizar en mayor detalle el tipo de conocimiento que los actores tienen de la vida social: ¿Qué elementos de la vida social son transparentes, conocidos, por los actores? ¿Qué elementos de la vida social son opacos para ellos?

Los aspectos significativos de la vida social son transparentes para los actores. Si distinguen entre vestimenta formal e informal, y establecen que la formal se ocupa en el trabajo –con la excepción (o no) de los viernes; entonces para poder usarla requieren conocerla y saberla aplicar. Participar de la práctica requiere saber aplicarla (las reflexiones de Wittgenstein y de Winch sobre que significa seguir una regla son relevantes al respecto). En última instancia, los actores pueden señalar cuando no se cumple. En relación a las prácticas y las acciones, los actores conocen lo que están haciendo, y en relación a ello, entonces la descripción del actor tiene primacía: el analista puede elaborar, dar más claridad (y traducir a otros contextos) esos significados.

Pero la vida social no está compuesta sólo por significados. El entramado de las interacciones sociales y de sus consecuencias está lleno de significaciones (Fuhse 2009), pero no se reducen al sentido. Un actor no necesariamente conoce todas las ramificaciones de las redes sociales de las prácticas en que participe, o de la transferencia de recursos a su interior, o de los efectos (específicos y agregados) que ellas tienen. De hecho, hay que recordar que tampoco conoce necesariamente los significados de las prácticas en que no participa: puede tener ideas, pero no tiene necesariamente el conocimiento requerido para ser parte de ella. En otras palabras, el entramado de relaciones sociales es opaco para él. Por lo tanto, en este ámbito, la descripción del actor no tiene primacía por sobre la del analista, y la ‘teoría nativa’ puede ser adecuada o inadecuada como descripción de ese aspecto de la vida social .

Por ejemplo, los sujetos conocen, los significados del trabajo, y pueden señalar en que cosiste comportarse como un ‘buen trabajador’ Ahora, cuales son las posibilidades reales de encontrar trabajo, la efectividad de las diversas estrategias, la situación del contexto al respecto es algo que puede o no puede conocerse; y los conceptos que elaboren al respecto no necesariamente tienen relación alguna con lo que sucede .

Esto implica una interacción entre estos niveles y de cómo se aplica el tema del sentido de la acción. Por ejemplo, Bearman (1997) nos muestra que las normas planteadas explícitamente por los miembros de una tribu aborigen australiana sobre matrimonios no dan cuenta de las dinámicas reales existentes a este respecto: Las normas son más bien teorías de los actores para explicar lo que sucede, y lo que realmente explica las dinámicas es el carácter gerontocrático de esta tribu. El sentido de la acción aparece en torno a la participación de las prácticas que tienen esos efectos: los miembros de esa tribu si saben cuándo hay matrimonio, y su saben cómo manifestar deferencia y otorgarle autoridad a las personas de edad, si saben realizar distinciones en torno a la edad de las personas. El sentido de esas acciones es lo que produce efectos que, en este caso, resultaban desconocidas para los actores.
Aunque no todo en la vida social es sentido de la acción, no podemos describir la vida social sin tomar en cuenta que existe sentido en ella, y que las interacciones son producidas por actores que necesariamente le otorgan sentido a sus acciones.

Las Reglas Analíticas del Método en Ciencias Sociales (III) El postulado de la igualdad de actores

El primer postulado de las reglas es que todos los actores han de tener las mismas capacidades. No necesariamente han de poseer las mismas características, y podemos variarlas –aun cuando en lo posible, resulta interesante intentar explicar las diferencias en ellas a partir de sus diferencias en el entramado social más que en atributos de actor. Pero si ello no funciona, las diferencias en características de los actores es algo que se puede incorporar en el análisis. Sin embargo, en lo que concierne a capacidades esto es una condición del análisis: las diferencias en lo que los actores pueden hacer sólo pueden provenir de sus diferentes ubicaciones en el mundo social. En tanto actores debieran ser iguales en sus capacidades .

En otras palabras, el método sociológico tiene la exigencia que no existan actores especiales. Básicamente, si postulamos que un actor dado puede hacer X (se puede organizar, puede aprender etc.) entonces cualquier actor puede hacerlo. Si encontramos que un actor no realiza la acción, entonces no podemos basar la explicación en que el actor es diferente, sino que su situación era diferente: por ejemplo, que dado el entramado de interacciones sociales ese actor no tiene los recursos necesarios para realizarla, u otros actores no permiten que la realice. No hay actores con capacidades especiales, a lo más hay situaciones especiales que les permiten o no realizarlas.

Pensemos por ejemplo en el caso de la acción colectiva y la vieja observación de Olson que no todos los actores con intereses comunes se organizan para su logro, sin embargo algunos actores efectivamente se organizan para ello (Olson, 1965). Ahora, lo que hace Olson es buscar identificar qué circunstancias, situaciones, estructuras se dan en los grupos que producen acción colectiva. Lo que no hace es plantear, digamos, que donde hay acción colectiva es porque los actores son diferentes. Por ejemplo, simplemente plantear que tienen una orientación colectiva más fuerte. En última instancia, si se planteara dicha explicación, habría que mostrar las circunstancias y situaciones del entramado de interacciones sociales que tiene ese resultado .

Si lo anterior es correcto, entonces todo modelo conceptual o empírico que se base en una distinción entre verdad / falsedad que es conocida para el analista pero no puede ser conocida para los actores es inaceptable. Los analistas son actores sociales, y por lo tanto y por tanto si ellos tienen la capacidad de detectar la ‘verdad’, entonces esa capacidad está disponible para los actores –dado que algunos actores (los analistas) efectivamente la tienen. Entonces, explicaciones basadas en una falsa conciencia, que el analista puede observar pero que los actores son ingenuos para observar, no resultan adecuadas. El argumento que sólo externamente se podrían observar ciertas cosas resulta insuficiente dado que los actores también podrían ubicarse ‘fuera’ de la interacción. El planteamiento a la Bourdieu de la necesidad de la doxa para el mantenimiento del orden social cae en este problema y se basa, finalmente, en una creencia también algo ingenua: Que si los actores se dieran cuenta del juego que están jugando, dejarían de jugar. Por ejemplo, si se dieran cuenta que, digamos, las características del gusto se usan para distinguir grupos sociales y no son expresión simple de un ‘buen’ gusto; entonces dejaría de funcionar la mecánica que subyace a ese juego. Pero dado que las presiones para participar de los juegos sociales son presiones sociales, entonces el mero hecho de salir de la doxa y ver al juego como juego no debiera tener esa consecuencia. En última instancia, los actores sociales no requieren ser tan naïve como lo plantean diversas teorías sociales. Lo mismo ocurre en diversos análisis de racionalidad imperfecta donde se usa como método de análisis un término de error que marca la diferencia de la decisión o creencia del actor de la decisión o creencia racional. Pero, ¿de donde proviene la capacidad de identificar la decisión o creencia ‘racional’? (que es lo que permite establecer un término de error). Si el analista puede determinarlo de alguna forma, entonces los actores también podrían hacerlo, y eso debiera incluirse en el análisis.

Para diferenciar entre las capacidades del actor y el analista, se terminan usando explicaciones que resultan implausibles. La idea de Mannheim que los intelectuales al ocupar un lugar ‘libre’ en la vida social puede observar cosas que los actores no pueden, se basa en el supuesto que los intelectuales no poseen intereses propios generados por la posición específica que ocupan en la vida social.
La importancia de reconocer que los actores y los analistas están en el mismo plano no sólo ocurre con el tema de la capacidad de acercarse a la ‘verdad’. Por ejemplo, Ekelund y Tollison plantean, usando como base teorías económicas actuales de rent-seeking (Ekelund & Tollison, 1997) que las explicaciones del mercantilismo dadas por los propios autores no corresponden: Las políticas mercantilistas tienen otros efectos que los que planteaban las ideas contemporáneas. Las elites dirigentes europeas no fueron mercantilistas por las razones esgrimidas en las teorías de su tiempo (que tienen que ser ‘falsa’ conciencia o sólo propaganda), sino que fueron mercantilistas por las razones que esgrime la teoría económica actual. Sólo eso sería compatible con la idea que esas elites dirigentes eran racionales, si hubieran actuado de acuerdo a las ideas que se discutían en la época del mercantilismo hubieran sido irracionales. A primera vista, este tipo de explicación cumple con los criterios que hemos mencionado: Tanto al actor como el analista se le reconoce la capacidad de actuar racionalmente.

Sin embargo, de todas formas se plantea una diferencia: el barómetro de la racionalidad lo tiene un actor en particular (el investigador), y por lo tanto para que un actor sea considerado racional ha de pensar como lo hace él. El hecho que una persona pudiera creer efectivamente en las creencias del mercantilismo y, que por lo tanto, para ese actor lo racional hubiera sido actuar en consecuencia con sus propias creencias (y no con las creencias de otro actor) no siquiera aparece como posibilidad. Es otra forma de plantear una diferencia entre las capacidades del actor y del analista.
En la discusión anterior nos hemos centrado en la diferencia actor / analista porque es uno de los casos más claros donde se desarrollan modelos de análisis en que aparece una diferencia básica en las capacidades de los actores. Y es una que es fácil perder de vista. Si le damos capacidades al analista que no le damos al actor bien podemos pasar por alto que los analistas son una clase de actores (que son ‘parte de la sociedad’). Si más aún le damos a todos los actores –otros que el analista- las mismas capacidades, podemos creer que hemos cumplido con esa idea, aun cuando el modelo usa una distinción básica en lo que concierne a las capacidades.

Sin embargo, la importancia del postulado no se refiere solamente a la discusión anterior. El postulado nos impele a no quedarnos simplemente satisfechos con una descripción cuando alcanzamos a observar una diferencia en las capacidades de los actores. Lo que requerimos es determinar qué es lo que establece que en determinada situación social, se produzcan diferencias en esas capacidades; pero esas diferencias no pueden ser un dato primario. Es la sociedad, por ejemplo, la que determina quienes son los que pueden atestiguar en un juicio o de quienes pueden representar a una persona en un juicio. Las diferencias en los actores son un punto de partida, no uno de llegada en la discusión de ciencias sociales.

Las Reglas Analíticas del Método en Ciencias Sociales (II) Un análisis de agentes

Una consecuencia de la discusión anterior es que toda discusión de método tiene compromisos teóricos. Corresponde, entonces, plantear los compromisos teóricos que subyacen a esta discusión del método.

En el mundo social hay agentes, y hay acciones. La base de la discusión que desarrollaremos a continuación es que la afirmación anterior es relevante, y sus consecuencias deben ser tomadas en cuenta cuando realizamos investigaciones.

Lo que no queremos afirmar es que en el mundo social sólo hay agentes y acciones; ni tampoco queremos afirmar que la explicación de los fenómenos sociales tenga que fundamentarse en dichos agentes. De hecho, ni siquiera queremos plantear la afirmación que los actores son parte de la sociedad. La afirmación, incluso, es compatible con la idea luhmanniana que las personas no son parte de lo social, y que la unidad básica de la vida social son comunicaciones. Pero las comunicaciones –aun cuando no incluyan agentes- requieren que existan agentes . La intención de la afirmación es más sencilla: no podemos pasar por alto la circunstancia que en la vida social existen actores.

La afirmación es limitada, pero tiene consecuencias relevantes. Porque el carácter de los agentes, y las características que les asignamos, nos entrega un rango de explicaciones y de análisis aceptables o no. Si planteamos que los agentes que nos interesan son, para usar el ejemplo más restrictivo, agentes completamente racionales, entonces esto tiene efectos en el tipo de análisis que podemos realizar (siguiendo con el ejemplo luhmanniano, en el tipo de comunicaciones y en las conexiones que estas realizan).

En este texto nos limitaremos a plantear algunas consecuencias del hecho en sí que existan actores en la vida social, sin entrar en mayores detalles sobre el tipo de agentes. En principio, las reglas que enunciaremos debieran ser válidas para todo tipo de agentes.

Las Reglas Analíticas del Método en Ciencias Sociales (I) La Naturaleza del Método

Revisando hace un par de días todos los posts hechos en este blog -que llegan a una buena cantidad de páginas en realidad- pensé que agrupando algunos podía escribir algunos papers. El primero, porque era el más avanzado, era uno sobre Las Reglas del Método Sociológico. Así que lo que haré en los siguientes días es ir publicando cada una de las partes del artículo, de manera de ir ordenándolo y dejándolo más publicable. En varios casos esto será sencillamente una nueva versión de un post anterior, pero en otros será efectivamente un nuevo análisis.

A continuación, entonces, la introducción

Una de las características extrañas de las ciencias sociales es la importancia que la metodología tiene en la discusión y en la enseñanza de estas disciplinas. La separación que existe entre la metodología y el resto del saber de estas disciplinas es una de las características más irritantes de ellas. Es posible abrir cualquier manual de metodología y observar que poco de lo aparece en el texto se relaciona con las discusiones sustantivas de la metodología[1]. Por ejemplo, sólo recientemente se ha empezado a tomar en cuenta en serio el hecho que las encuestas son una especie de conversación y que requieren, entre otras cosas, que los entrevistados hagan uso de la memoria; y por lo tanto, sólo recientemente el conocimiento sobre cómo la gente desarrolla conversaciones o los descubrimientos de la sicología cognitiva sobre la memoria es un conocimiento relevante en la elaboración de cuestionarios (Tourangeau, Rips, & Rasinki, 2000). La práctica habitual, de hecho, en muchos manuales de metodología sigue siendo discutir sobre cuestionarios sin relación a esos conocimientos sustantivos.

Esta separación de la metodología del resto del saber disciplinar tiene como consecuencia una concentración en las técnicas de investigación. Dado que la discusión del método no se basa en nuestras ideas sobre la interacción social, entonces no puede centrarse en el tipo de aproximación que resulta más adecuado (¿qué tipo de preguntas son más relevantes?, ¿cuáles son las maneras más adecuadas de responderlas?). El análisis, a su vez, queda reducido a la aplicación de técnicas estadísticas –sin discusión de su aplicabilidad o necesidad de adaptarlas a los requerimientos específicos de explicación de las interacciones sociales[2]. Lo que queda, entonces, es la discusión sobre las técnicas de producción de datos.

La concentración en las técnicas de investigación sin relación con un saber disciplinar tiene una consecuencia muy negativa en la aproximación a dichas técnicas. Porque esto reduce a las técnicas de investigación a un saber general sobre estas técnicas. Pero, ¿qué se puede decir sobre las encuestas o las entrevistas cuando se habla generalmente? No demasiado, y no mucho que efectivamente sea útil para quienes practican la investigación. Las preguntas cruciales en una investigación suelen estar asociadas con los saberes particulares asociados al tema de investigación. Pero esos son saberes disciplinares, no metodológicos.

La concentración de la metodología en las técnicas, y en particular en un saber general de las técnicas, y su aislamiento de la discusión disciplinar tiene su raíz básica en la función que cumple la metodología dentro de las ciencias sociales. No ha resultado posible ponerse de acuerdo en lo sustantivo, pero si es posible ponerse de acuerdo en lo metodológico: Si explicaciones estructurales, o basadas en agentes, o basadas en actores racionales son las más adecuadas sigue, y seguirá siendo, asuntos a discutir; pero es posible que todos estemos de acuerdo en que la confiabilidad y la validez son características de una buena medición. La metodología es un conocimiento poco conflictivo que sirve para constituir entonces cierta identidad disciplinar. Una de las consecuencias de lo anterior, en todo caso, es la construcción de un conocimiento metodológico inadecuado.

Si queremos superar lo anterior, entonces es necesario reconocer que los métodos han de estar relacionados con las ideas teóricas sobre la interacción social y sobre las sociedades. Las reglas del buen análisis son lo que debiera constituir la base del método, y esas ideas no queda más que basarlas en conceptos y en afirmaciones sobre cómo funciona el mundo social. De hecho, lo anterior no debiera ser polémico: Definir reglas de análisis es lo que hizo Durkheim en Las Reglas del Método Sociológico (Durkheim, 1986 [1895]), o lo que Giddens hizo en Las Nuevas Reglas (Giddens, 1976). La discusión sobre la relación micro-macro de Coleman en Foundations of Social Theory es una discusión sobre qué tipos de análisis y explicaciones son adecuadas (Coleman, 1990). Es posible defender, de hecho, la afirmación que la discusión metodológica fuera del campo especializado en metodología, es de hecho la discusión sobre cómo se realiza un análisis adecuado.


[1] En el caso de las técnicas cualitativas hay usualmente mayor discusión disciplinar. Parte importante del argumento de estos textos es que las características de los actores y de la interacción social hacen útil o necesaria una aproximación cualitativa. Pero esto se debe a que la legitimidad de las técnicas cualitativas sigue en discusión, y sigue siendo necesario para quienes las desarrollan defender que representa una adecuada forma de conocer la realidad social. Dado que las técnicas cualitativas sigue estando fuera del mainstream metodológico, el argumento sólo puede provenir de ideas teóricas sobre la interacción social.

[2] Cuando nos preocupamos de ello, efectivamente se producen técnicas específicas. El análisis de redes sociales, por ejemplo, implicó desarrollar indicadores y formas de análisis específicos, adaptados a las necesidades de ese tipo de análisis (Wasserman & Faust, 1994). Lo que no se podía hacer, si uno realmente tomaba en cuenta los requerimientos de analizar redes, era aplicar sencillamente los análisis ya existentes, desarrollados sin tomar en cuenta esas características.

Elecciones y encuesta

Eduardo Arriagada, en su blog en Comunicaciones de la UC, hizo un post sobre que en Chile no había sorpresas en las elecciones. En el blog se mostraba un gráfico creado por Roberto Méndez en que se planteaba que, básicamente, todas las encuestas -si uno contaba sólo los votos válidamente emitidos- habían estado cerca del resultado. En ese sentido, la elección había estado decidida hace varios meses.

Carlos Hunneus, que en El Mostrador ha escrito varias columnas sobre su predicción de resultados, escribió otra columna que Arriagada también publicó en su blog. En esa columna, luego de insistir que CERC fue el único que realizó predicciones, que todos son generales después de la batalla escribió lo siguiente:

En tercer lugar, la igualación del desempeño de las encuestas no es correcto, porque se hace cometiendo manipulación estadística, porque se sacan las respuestas no sabe/no responde, nulos y blancos después de las elecciones. Esta práctica, iniciada por Roberto Méndez después de las elecciones presidenciales de 1999, no ha conducido a que los encuestadores hagan este ejercicio antes de las elecciones presidenciales de 2005 y del 13 de diciembre, sino que después. El encuestador debe decir antes cual será el resultado, sabiendo que en Chile es sobre los votos validamente emitidos. No se puede ser general después de la batalla.

Y no se ha hecho por una razón muy simple, este es mi cuarto punto: los NS/NR no se pueden eliminar, porque una buena parte de ellos es voto escondido y debe ser asignado correctamente. Hay distintas maneras de hacerlo: mediante la aplicación de otras preguntas electorales y de temas políticos (asi lo hacemos en el CERC) o mediante una distribución proporcional según las respuestas de intención de voto o una combinación de ambas. El segundo ejercicio es riesgoso, porque puede llevar a sobreestimar al candidato que tiene un clima electoral muy favorable, que lo hace aparece como ganador.

Saber interpretar a los no sabe/no responde, este es otro punto que quiero aclarar, no es una elegancia académica, sino que es una exigencia profesional, para trabajar con la realidad y no con fabricaciones de ella

El problema es que no es ninguna manipulación estadística contar para calcular los porcentajes de votos sólo las preferencias de los candidatos. Los porcentajes de las elecciones se calculan sobre votos válidamente emitidos, no sobre el total de inscritos. Y ambos universos son distintos, por lo que no queda más que calcular los porcentajes como corresponde.

De hecho, es sencillamente incorrecto plantear que “los NS/NR no se pueden eliminar, porque una buena parte de ellos es voto escondido y debe ser asignado correctamente”.

La encuesta CEP de Octubre, para dar el ejemplo más claro, plantea que un 14% de los inscritos fueron NS/NR (link aquí). Bueno, ¿cual es el porcentaje de personas inscritas en los registros electorales que no dieron un voto válido en la elección reciente?

De acuerdo a elecciones.gob.cl el número de votos válidamente emitidos fue de 6.937.519 votos. El número de inscritos de acuerdo al SERVEL a Septiembre del 2009 fue de 8.285.186 (lamentablemente no hay datos más recientes). La diferencia corresponde al 16%.

En otras palabras, el porcentaje de NS/NR de la encuesta del CEP corresponde con pequeña diferencia (que es parte del margen de error) al porcentaje que no expresó preferencia por candidato alguno: No votaron, anularon, votaron en blanco etc. En otras palabras, no hay que asignarlos a candidato alguno, porque no votaron por algún candidato.

O sea, el universo de votos válidos (casi 7 millones) no es el universo de inscritos (8 millones y algo). Y para hacer comparable porcentajes calculados con respecto a esos universos distintos, tengo que hacer el calculo correspondiente. Eso no es ningún truco o manipulación estadística. Es sencillamente reconocer que hay gente que no vota en las elecciones. Que es un dato de la realidad. Perdón que son 1.327.667 datos de la realidad.

En defensa de los Focus Groups

Para ser una metodología en amplio uso, en general los Focus no tienen muy buena prensa. Habiendo superado el problema general de la legitimidad de las técnicas cualitativas, habiendo posicionado la idea que el hecho que no sean representativas de una población no es un problema, se enfrentan ahora a una cantidad de críticas hechas desde una perspectiva diferente.

Se plantea que los Focus no entregan información en profundidad sobre la opinión de las personas, lo que ‘realmente’ piensan. Y por ello son más bien inútiles o superficiales.

Ahora, el caso es que esa crítica se basa -creo- en un malentendido: Los focus no son para investigar opiniones individuales. No entregan información sobre ‘lo que piensa la gente en el interior de sus corazones’ porque nunca fueron diseñados para ello en primer lugar.

Los focus, y en general toda técnica de entrevista grupal, nos entregan información sobre el discurso colectivo no el individual (como muchas cosas, una vez dicho se muestra eminentemente obvio). Lo que nos hablan en un focus es el sentido común: O sea, lo que ‘todos suponen que es lo que todos piensan’, es sobre lo que se puede decir, lo que se puede plantear públicamente. En última instancia, puede que nadie tenga las opiniones que son parte del ‘sentido común’, pero lo que lo establece como sentido común es el hecho que hay que reaccionar a ellas y hay que referirse a ellas.

Si eso corresponde o no a lo que uno piensa interiormente es un asunto completamente diferente. De hecho, en un grupo -y esa es la idea de hacer discutir a un grupo- uno puede responder a una opinión no planteada (y no mantenida personalmente) pero que ‘esta en el aire’, que ‘así dicen que es el tema’. Y las reacciones de las personas, el discurso que plantean, está basado entonces en ese sentido común supuesto.

Lo que nos revelan los focus más que las opiniones es la estructura del discurso (nuevamente, una vez que uno dice esto queda manifiestamente obvio que así es): El conjunto de distinciones, oposiciones, asociaciones, conexiones que las personas realizan entre frases y conceptos. El sentido común que se muestra en un focus no es más que el conjunto ‘preferido’ (no en el sentido que sea el adoptado por las personas, sino el que se supone que está instalado).

Algunas de las dificultades de los focus (y de la poca profundidad de sus resultados) son efecto de este malentendido. Como uno supone que está recuperando opiniones entonces la conducción y el análisis se orientan en torno a ese supuesto. Y por lo tanto, lo que efectivamente pueden dar los focus -el sentido común y la estructura del discurso- se deja de lado, y muchas veces ni siquiera aparece.

Ahora, bien se podría preguntar ¿y por qué es interesante el sentido común si no corresponde a las opiniones mayoritarias? (Asumo que descubrir la estructura del discurso -que organiza los mensajes y por lo tanto es lo que permite entender mensajes sean cuales sean- tiene interés, al menos para quienes quieren comunicar mensajes). El sentido común es relevante porque tiene efectos aún cuando no corresponda a las opiniones individuales. Puede que buena parte de la población (quizás la mayoría) no sea muy democrática en el fondo, pero dado que la ‘democracia es buena’ es parte del sentido común, entonces una crítica a la democracia como tal será vista de manera negativa (y probablemente rechazada) aun cuando muchos estén de acuerdo individualmente. Pero se supone que hay que ser democrático, y eso es lo que lo convierte en sentido común y lo que le da su potencia en la práctica.

Al fin y al cabo, la idea que lo que importa en los focus son las opiniones (que es lo que está detrás de muchas de sus críticas) es parte de una visión más amplia. Que paradojalmente es muy compartida en ciencias sociales: Que lo que importa es, finalmente, el nivel individual; y lo social se entiende de manera individual. Pocas disciplinas tan poco orientadas a lo que es supuestamente su tema de estudio (cómo funciona lo social) que las ciencias sociales.
NOTA FINAL: Por supuesto que los focus tienen problemas incluso desde la perspectiva en que efectivamente son útiles. Suelen ser extra-dirigidos, con pautas muy estructuradas -que al final se diferencian de las encuestas en que son sólo preguntas abiertas-. Pero al menos, y por mucho que me cueste, hay que reconocerles lo que efectivamente pueden hacer.

A propósito de la CEP y las Telefónicas

Por supuesto que todo el mundo va a comentar los aspectos políticos de la encuesta CEP, pero nosotros nos dedicaremos a los asuntos de encuesta (BTW, la presentación disponibles en el link). En particular, sobre un tema que unos días antes de la presentación discutí con otras personas: el efecto sobre las encuestas telefónicas.

Porque las encuestas telefónicas no sólo daban que Enríquez-Ominami había crecido, sino que varias (casi todas las últimas) daban que estaba muy cerca de Frei. Ahora, claramente la CEP indica que no es así -la distancia es considerable.

Lo más obvio es plantear que las encuestas telefónicas no sirven de mucho, y eliminar así uno de los métodos de recolección. Y uno podría recordar la columna de Engel sobre las muestras telefónicas. Si la extracción de muestras no representa al universo, estamos mal.

Sin embargo, creo que más que un problema metodológico en las muestras hay un problema de elección de universo.

La CEP tuvo la ¿amabilidad? ¿ganas de pavonearse? de mostrar y comparar los resultados de quienes tienen teléfono y de quienes no. Entre quienes tienen teléfonos sucede que Frei y Enríquez-Ominami se acercan: Obtienen respectivamente 24 y 16% contra 30% y 14% para inscritos y pregunta en cuestionario de la CEP. En otras palabras, las encuestas telefónicas entrevistaron a un grupo en que efectivamente las diferencias eran menores. Si a eso le sumamos también el efecto de muestras más urbanas (y muchas veces en grandes ciudades) en relación al universo -el voto Frei es particularmente alto en zonas rurales- podemos ver que la diferencia bien se puede haber marcado en el universo respectivo.

En otras palabras, en lo que respecta a representar su universo -hogares con teléfono, usualmente urbanos- las telefónicas no estuvieron tan mal (o al menos, estuvieron menos mal que en relación al universo total). El problema es el universo. Ahora en muchos casos, efectivamente el universo que interesa es el que puede alcanzarse con telefónicas; en otros -como las políticas- nos interesan otros universos.

(BTW, si alguien cree que estoy diciendo eso porque así uno defiende su pega: Por un asunto de precios, a uno le convendría que se eliminaran las telefónicas y se cambiara todo a cara-a-cara. Así que vilipendiar a la telefónica es donde queda el propio intéres)

Las reglas del método: Toda acción tiene consecuencias

El que las acciones tienen consecuencias (y además requerimientos) es del tipo de cosas que una vez mencionadas suenan relativamente obvias. De hecho, no parecieran merecer siquiera el esfuerzo de puntualizarlas. Pero, como muchas otras cosas igualmente obvias, no deja de ser relevante decirlas. Porque usualmente las olvidamos.

El ejemplo más claro quizás esté en lo que se refiere a reproducción de prácticas sociales. Si pensamos en que las acciones no tienen consecuencias o requerimientos entonces es fácil caer en la idea que si una determinada práctica logra conseguir que las personas la sigan tal cual, entonces su reproducción queda asegurada. La idea queda sucintamente expresada en la siguiente cita:

The problem, as these critics have argued, is this: If the habitus were determined by objective conditions, ensuring appropiate action for the social position in which any individual was situated, and the habitus were unconsciously internalized dispositions and categories, then social change would be impossible. Individuals would act according to the objective structural conditions in which they found themselves, and they would consequently simply reproduce those objective conditions by repeating the same practices (Anthony King, 2000, Thinking with Bourdieu against Bourdieu, Sociological Theory 18, 3: 417-433, página 427)

Pero claramente eso resulta insuficiente. Eso es pensar que las únicas consecuencias de una práctica son las acciones que la constituyen. Para colocar el ejemplo más claro. Por más que los pascuenses fueran ultra-eficientes en lograr que todos siguieran al pie de la letra sus reglas culturales, no podían seguir con la práctica de construir moais una vez que se quedaron sin árboles. La práctica tenía una consecuencia, un nivel de uso del recurso arbol, que eventualmente sería exterminado por el éxito de la práctica en su reproducción. O para usar otro ejemplo, por más que las sociedades mesopotámicas pudieran reproducir sus prácticas, el hecho es que la salinización de los suelos volvió imposible el cultivo de cereales en ciertos territorios (si bien la hipótesis de la salinización para explicar el abandono de las ciudades del sur de Mesopotamia ha sido discutido, lo que nadie ha negado es que es una hipótesis plausible. No se discute que la salinización podía tener esos efectos, sino el hecho de si hubo o no salinización).

El ejemplo anterior es relativamente obvio, pero la importancia de las consecuencias de la acción no se limitan a ese tipo de resultado (i.e recursos ecológicos o una práctica que elimina las condiciones de su existencia). La importancia de las consecuencias no se limita al tema de la reproducción de esa práctica.

Pensemos en otro ejemplo, que también es conocido. El desarrollo de las prácticas económicas de la sociedad moderna conlleva un aumento de los requerimientos de educación de los trabajadores. Esto implica el desarrollo de la educación (básica al menos). Esto lleva a que los niños tienen que quedarse en las salas de clases en vez de participar en la fuerza de trabajo. Que a su vez lleva al aumento del costo de los niños. Que a su vez tiene como consecuencia una disminución del número de hijos. Que a su vez….

En este caso las consecuencias no son desestabilizadoras para las prácticas económicas iniciales -aunque de todas formas lo afectan, al cambiar quienes pueden ser parte de la fuerza laboral-. Pero el caso es que no debiéramos olvidar que una determinada acción tiene una serie de consecuencias, para sí misma o en otras acciones.

No podemos pensar como si lo único que existiera en una práctica fueran las acciones e interacciones que la conforman, ajenas a todo otro elemento. Esas acciones o interacciones requieren, usan y generan recursos que pueden afectar a cualquier otra acción o interacción. En última instancia, toda interacción usa cierto nivel de recursos -en el limite, usa tiempo- que no quedan disponibles para otras interacciones. En ese nivel, todas las prácticas estan ligadas.

Que toda acción tiene consecuencias tiene a su vez una consecuencia de importancia. Las consecuencias de una práctica son múltiples y diversas. Y muchas de ellas van más allá de lo que esa práctica puede controlar, afecta interacciones que no son parte de esa práctica. Y por lo mismo, entonces ninguna práctica puede garantizar -en última instancia- las condiciones de su propia reproducción. Porque esos efectos que no pueden controlarse, entonces pueden afectar los recursos y requerimientos de una práctica de maneras imprevisibles.

Esto nos enfatiza que ninguna práctica puede analizarse por separado. Tiene requerimientos que pueden verse afectados por muchas otras prácticas (que son independientes de la inicial) y tiene consecuencias que pueden afectar muchas otras prácticas (y que una práctica no siempre puede controlar). El circulo que las consecuencias de una acción son el contexto de la siguiente que planteaba Giddens no es un círculo que pueda verse a través de una práctica de manera aislada.

Finalmente lo que hemos discutido se basa en otra idea que me parece relevante (y que quizás también debiera ponerse como una regla del método). Aunque lo social pueda ser constituido solamente por interacciones (o comunicaciones u otro elemento), en otras palabras, constituido solamente por elementos sociales; no puede analizarse separadamente de su ‘materialidad’. La estructura social, si se quiere, no son solamente ciertos patrones de acciones, son también los edificios asociados, los bienes que se usan en sus acciones o la energía que se usa en las interacciones.

>Pensar que todas las acciones tienen consecuencias implica darse cuenta que las prácticas no pueden analizarse aisladamente, porque -en última instancia- las prácticas sociales no sólo son sobre las interacciones que las constituyen.