Sobre que a la racionalidad a veces se le exige demasiada racionalidad

La revisión de pruebas es la tarea más ingrata de dedicarse a hacer clases. Ahora bien, sólo tiene una característica redentora: permite darse cuenta de algunas peculiaridades del sentido común sociológico. Que es lo que procederemos a comentar ahora.

En la última prueba de consumo, y dado que los alumnos tuvieron que responder una pregunta sobre Becker (*), resulto notorio que fuera extremadamente común declarar que para que una acción sea racional debe ser sin error. Y no error de juicio (no sacar las consecuencias válidas del conocimiento dado) sino error de conocimiento (no tener todo el conocimiento).

Ahora, ¿por qué resulta tan común una mirada tan tradicional sobre la racionalidad? Pensemos que, por ejemplo, en lo que concierne a todas las disciplinas que analizan el conocimiento, la idea que la racionalidad tenga algo que ver con estar en lo correcto (encontrar la verdad) ha sido abandonada desde hace mucho tiempo. Digamos, desde Popper al menos que eso ya no es mantenido. Porque, entonces ¿insistir en ello para la acción?

De hecho, ni siquiera en economía -que tiene una de las nociones más restringidas y limitadas de racionalidad posible- se usa tal equiparación. O al menos, lo que se requiere es no tener error de juicio. Pero exigir que sin tener todo el conocimiento no se puede tener acción racional implicaría que, por definición, no se puede tener acción racional en situaciones de incertidumbre -que no tiene sentido a decir verdad..

Al final, me imagino, el mantener esa equiparidad tiene una explicación sencilla: Si mantenemos que para que una acción sea racional tiene que cumplir unos requisitos imposibles, entonces podemos desechar toda esa línea de explicación de manera muy sencilla.

(*) ¿Por qué pasar a Becker en un curso de sociología de consumo? La razón ilegítima es que a mí me parece interesante. La razón legítima es que, al fin y al cabo, nunca esta de más conocer al ‘enemigo’ por así decirlo.
(**) 100 entradas. Para algo más de un año y medio. Hmm, el ritmo inicial no fue muy rápido, pero bueno -hay cosas peores.

Una nota sobre los supuestos de este blog

En realidad, el supuesto es más que evidente, pero en aras de que las cosas queden explícitas nunca está de más mencionarlos.

El lector atento, e incluso el muy inatento, se habrá dado cuenta que la crítica al estado de la sociología se basa en la postura que la Sociología es una ciencia y que su tarea es explicar los fenómenos sociales.

Ahora, como la mayoría de las declaraciones sencillas, esto requiere de una explicación. Que debiera ser larga, pero que aquí sólo desarrollaremos en breve.

El problema de decir la Sociología es una ciencia es que con eso uno pudiera decir muchas cosas, que no es la intención decir. Por ejemplo, uno pudiera querer decir que la sociología debiera imitar la física. O que, por ejemplo, uno se ha olvidado de las necesarias dialécticas que implica la sociología (que es la sociedad estudiando la sociedad, cosa que se supone trae innumerables complejidades). O que, entonces eso implica necesariamente una postura acrítica sobre la sociedad. Veamos que podemos decir a cada una de ellas.

A la primera, que imitar a la física puede decir -a su vez- muchas cosas. Claramente no podemos imitar una ciencia experimental, ni probablemente el tipo de esquema teórico de la física (con constantes universales, leyes formalizadas etc.) Pero eso también es cierto de la química (que no trabaja mucho con leyes universales, aun cuando las use) o de la biología (que durante un buen tiempo ha sido claramente científica sin necesidad de grandes formalizaciones). En realidad, cuando decimos que la sociología es una ciencia queremos decir que lo que debiéramos imitar de la física es el rigor en el trabajo, la necesidad de claridad (los conceptos pueden ser todo lo complejos que se requiera, pero conceptos ambiguos no son una ventaja a final de cuenta). Finalmente, la idea que entender como funciona la sociedad es una tarea difícil y compleja, que requiere trabajo serio.

A lo segundo, que la sociología no tiene ninguna dialéctica especial al respecto. La física es materia investigando materia, la biología vida investigando vida. Ninguna de esas cosas ha sido óbice para desarrollar esas ciencias, no veo porque debiera ser especial en el caso de la sociología. Independiente de que eso esté o no fundamentado, el caso es que en la práctica el que X estudie X no ha implicado nada muy particular para el estudio de X en ningún otro caso. A final de cuentas, yo tiendo a pensar que ese tipo de ideas no son más que otra forma de querer vernos (y, por tanto, a las sociedades que creamos) como algo distinto, especial, diferente a la naturaleza.

A lo tercero, que la convicción crítica o no es un asunto de uno como ciudadano, no como sociólogo. Es cierto que el hecho, necesario en un sociólogo, que regularmente piensa en alternativas posibles (*), facilita una posición crítica, pero sigue siendo cierto que no es necesario (Todavía resulta posible que se evalúen todas esas alternativas como inferiores). La sociología necesariamente quita uno de los puntos de apoyo de una visión acrítica de lo social, pero no los quita todos. Y, en general, las posturas sobre la sociedad son un asunto de los ciudadanos como ciudadanos, no de algunos grupos en particular que -vaya uno a saber por qué- saben por donde tiene que ir la sociedad. Nada peor que el filósofo-rey, y la pretensión que la sociología, per se, implica una posición política tiene una cercanía a esa posición. Obviamente, en todo caso, cuando el sociólogo habla como ciudadano, entonces debiera hablar como sociólogo (aprovechando y usando su saber particular). Pero así habla todo el mundo, y debiera estar claro que está hablando él usando la sociología, no que está hablando la sociología. En otras palabras, una visión de la sociología como ciencia no implica la torre de marfil o una visión conservadora, implica que cuando uno habla en la sociedad, lo hace como ciudadano de a pie.

Con lo que podemos pasar al segundo punto que basa este pobre blog: Que la sociología no sólo es (debiera más bien) una actividad científica, sino que su objetivo debiera ser explicar.

Más bien, debiera incluir explicar. La disciplina, como toda disciplina, tiene muchos objetivos posibles. No es que la sociología sea una ciencia ‘teórica’ dejando a otras las tareas de contacto directo con la realidad (ya sea como estudio o como acción). Lo que sí defendemos es que la sociología también incluye esos aspectos teóricos, y que la teoría debiera entenderse como explicación, no sólo como desarrollo de modelos conceptuales.

Para defender esta idea vamos a usar un atajo. Vamos a criticar a uno de los exponentes más conocidos de la idea contraria, a Giddens. Para Giddens una sociología explicativa es imposible, o a lo más naïve, acaso ¿no es cierto que lo que pasa en la sociedad depende de los conceptos de los sujetos? ¿no es cierto que los actores son, finalmente, también teóricos sobre lo social, y que sus teorías constituyen lo social?

Sí, todo eso es cierto. Pero nada de eso obsta para desarrollar una ciencia explicativa (o peor, incluso generalizante). El propio Giddens lo muestra: Su teorema de la dualidad de la estructura (**) es cierto independiente de los sujetos. Incluso, seguiría siendo válido si los sujetos lo dieran por verdadero y lo usaran en su vida. Lo que dice Giddens sobre la importancia de la seguridad existencial básica en la vida social puede ser verdadero o falso, lo que sí es cierto es que verdad o falsedad no depende de si los sujetos sociales lo usan en su vida cotidiana o no. Por ejemplo, si lo usaran -y entonces lo convirtieran en objetivo político- no cambiaría su validez.

De hecho, lo mismo es válido para uno de los ejemplos típicos de Giddens: soberanía. Nos dice que ese concepto, que parte como conceptualización teórica de académicos, ‘inventada’ para explicar ciertas cosas; se transforma en un objeto social en la medida en que es adaptada por los actores y usada como uno de los conceptos básicos mediante los cuales entendemos (y por tanto, constituivo) la vida social. ¿No implica esto, entonces, que la validez de los conceptos al final depende de los actores sociales? ¿Que soberanía no es un concepto externo de la vida social, sino constitutivo de ciertas sociedades?

No, no es esa la consecuencia real. Efectivamente, soberanía es un concepto interno de los sujetos, efectivamente para discutir, describir y explicar la política contemporánea tenemos que usar el hecho que los actores describen su accionar usando el concepto de soberanía. Ahora, eso es independiente del hecho si el concepto de soberanía es un concepto explicativo (en sentido generalizante o de un nivel separado de los sujetos) sobre lo político. El hecho que el concepto funcione en los dos niveles no implica que no pueda usarse en el nivel explicativo general, implica que efectivamente opera en los dos niveles. Y que así sucede con los conceptos de las ciencias sociales en general.

Por ejemplo, usando el concepto de soberanía teórica y generalmente uno podría intentar preguntarse, ¿por qué ese concepto se incorporó en las concepciones de los actores políticos? ¿tiene eso efectos sobre la forma en que se usa la soberanía? (‘trabajan’ con la soberanía de manera diferente quienes tienen el concepto y quienes no lo tienen).

En general, el hecho que los autores tengan conceptos, que esos conceptos son parte de los hechos que investigamos, es reconocer y entender de qué se trata la tarea explicativa. No implica que no se pueda tener una tarea explicativa. Al fin y al cabo, Giddens está lleno de afirmaciones explicativas y generalizantes: Que la falta de seguridad existencial tiene tal y tal consecuencia es claro de la lectura de su texto. Que Giddens no lo lea en términos de explicaciones y no quiera desarrollar ese camino es otro asunto, y uno que limita (limitó) profundamente sus esquemas

(*) Que es el punto, esperemos no olvidarnos, del siguiente post en la serie sobre el método de la sociología.
(**) Ese es el tipo de frases que muestra lo útil que sería imitar a la física. El teorema de la dualidad de la estructura es cualquier cosa menos un teorema, si uno quisiera imitar se daría cuenta de ello y usaría alguna frase menos rimbombante

Alabado sea con grandes alabanzas el Internet Archive

Alabado sea con grandes alabanzas el Internet Archive y su magnífica Wayback Machine. ¿Por qué?

Porque me ha permitido recuperar mi antiguo sitio, El Francotirador, y mis viejos comentarios (circa 2001-2002). Recuperar lo que uno suponía perdido no deja de ser una pequeña felicidad.

Lo otro que me causa algún placer es que, mirando los textos con 4 o 5 años de distancia, creo que no están tan mal. Es cierto que siempre quedaron ripios, que algunas veces debiera preocuparme de dejar más en claro las ideas, y que -en general- algún trabajo de edición nunca estuvo de más; pero he de decir que me gusta el contenido y, en particular, el estilo -al menos en algunas partes.

Todavía me gusta el inicio de la crítica al libro de Cousiño y Valenzuela (Politización y Modernización en América Latina). Después de una larga cita, se partía con ‘Se agradece a un texto que buena parte de sus errores, todos mayúsculos, estén tan concentrados en un solo párrafo‘. Y también, en el comentario La Miseria de la Sociología dijera en una nota a pie de página que ‘Moulian además usa el método probado de decir que la ideología de los adversarios les impide ver la verdad‘. Y en el cuerpo de ese mismo comentario ‘Como toda conversación de café [que era la comparación que usaba para esos textos], sirven para pasar una tarde y para pretender que uno no es un bruto, pero como aporte al conocimiento de la sociedad no es mucho lo que sirven‘. Y me gusta la frase, usada para criticar a Tironi, de ‘las afirmaciones pueden ser ciertas, y parecen ser plausibles, pero es la perdición de las ciencias sociales si nos vamos a quedar en el reino de lo plausible‘.

No me acordaba tampoco que la crítica al informe del PNUD de 1988 fuera tan severa. ‘Si las incertidumbres son ineludibles en la vida social, entonces para investigar la seguridad en Chile no hay que estudiar incertidumbres, hay que analizar amenazas‘ para plantear que, efectivamente, el PNUD nunca realizó ese análisis. Y más en genérico:

Decir que un difuso malestar recorre Chile puede querer decir varias cosas: Puede querer decir que los chilenos plantean que existen problemas importantes. Puede querer decir que los chilenos perciben que viven mal, que el balance general de su vida es negativo. Si la tesis del PNUD plantea sólo lo primero, entonces no plantea nada interesante. Es relativamente obvio que las personas nunca son tan ilusas, en general, para crear que todo está bien y que no existen problemas. Lo interesante es la segunda versión: que decir malestar es decir que, en balance, los chilenos estiman que lo negativo supera a lo positivo. Pero para poder plantear ello, se requiere evidencia sobre ese balance. Y esa evidencia no está presente.

Lo del estilo, en particular si el lector no comparte mi gusto por esas frases, puede parecer menor. Pero, al menos para mí, no lo es tanto. Pero, para ello será menester referir a una historia personal y anterior. En 1996-1997, saliendo de la Universidad, por algún motivo releí algunos de mis trabajos de cuando recién ingresé a la escuela -2º año para ser preciso, 1991- y me deprimí. Encontré que sencillamente no podía repetir el estilo de esos trabajos, y que la persona que los escribió era irrecuperable. Y pensé que había quedado, sin vuelta posible, atrapado por el seco, mediocre e ilegible estilo de los sociólogos. Lo que me muestran los textos del 2001-2002 es que no era la caída en esa forma de escritura no era irreversible. Que, mal que mal, era posible recuperar una forma de escritura más personal. Una forma que podrá ser todo lo desastrosa que se quiera, pero refleja al menos que uno no se ha separado de sus propios textos.

En todo caso, lo que me resulta incluso más placentero -en realidad, debiera preocuparme, pero por ahora simplemente disfrutaremos del asunto- es que todavía mantenga firmemente algunas de las opiniones de esa época. Al parecer 5 años no es tiempo muy largo para cambiar de (algunas) opiniones.

Porque todavía doy por cierto, como decía en mi introducción a mi nada mesurado proyecto de Historia de las Sociedades Humanas (*) que:

¿Queremos saber porque Japón fue la única sociedad no occidental que en el siglo XIX logró modernizarse y no quedar bajo la dominación -sea directa o indirecta- de las potencias coloniales europeas? Pues bien, busquemos la respuesta en la estructura social japonesa -en el carácter de su feudalismo, de su vida urbana, de la extensión de sus mercados- más que en la cultura japonesa. ¿Queremos saber porque las religiones monoteístas se expandieron tan fuertemente? busquemos la razón de ello en la precisa forma en que se relacionan entre sí los miembros de una secta profética y las formas en que se reaccionó a ello.

En otras palabras, me siguen gustando las explicaciones estructurales (aunque por algún motivo son los temas culturales a los que vuelvo).

En fin, terminada esta excursión por asuntos más bien personales que no debieran importarle -creo- a nadie más allá de mi pobre persona, podemos continuar con la programación habitual del blog.

(*) Y se coloca en mayúsculas porque siendo un proyecto sin mesura debiera marcar su importancia, Al fin y al cabo, si yo no me creo la importancia del proyecto intelectual que se supone debiera orientar mi experiencia, entonces ¿quién podría hacerlo? Y el pobre proyecto se merece que alguien se lo tome en serio.
(**) Alguna vez leí, que por supuesto no me acuerdo donde, que Beethoven era uno de los pocos compositores en que todo lo que había escrito era bueno o al menos interesante. Escuchando la Sonata a Kreutzer, op 47, he de reconocer que estoy de acuerdo: Nunca le he escuchado algo mediocre.


Fordismo y Posfordismo

Entre las innumerables transformaciones que a los sociólogos nos encanta plantear se han desarrollado en la actualidad, está la vieja (a estas alturas) idea del cambio al fordismo al posfordismo (se puede usar el siguiente link para una descripción somera del asunto)

Ahora, cuando la fábrica del mundo se trasladó a China, ¿podemos decir que la forma contemporánea de producción es el post-fordismo? Porque, no tengo claro que las fábricas chinas sigan ese modelo (tampoco que sean fordistas para el caso). Bien puede ser que en el mundo desarrollado no se esté en fordismo, pero también es el caso que el centro de la producción material está abandonando ese mundo.

Al parecer, el eurocentrismo sigue siendo fuerte en la disciplina.

Sobre el fin de la crítica a la sociología

¿Por qué abandonar, aunque sea por un rato, el deporte de criticar a la sociología?

El bueno de Demóstenes, criticado en el siglo IV A.C por su oposición fallida a Filipo de Macedonia, respondió así a Esquines -su más enconado oponente:

‘A ti se deben, ¿qué trirremes? ¿qué municiones? ¿qué arsenales? ¿qué restauración de murallas?, ¿qué caballería?, ¿en qué de todo esto has sido tú útil? ¿cuál ha sido tu aportación monetaria, en bien de la ciudad y la comunidad, a los ricos y a los pobres?’ (Sobre la Corona, 311).

El punto de Demóstenes no es que los críticos no saben de lo que hablan, y que sólo pueden hablar con conocimiento quienes algo han hecho (no es el punto de ‘los que saben hacen y lo que no, critican). Al fin y al cabo, la política había ya fracasado -esto se produce después de Queronea. Su punto es que, en los momentos de crisis sufridos , lo que corresponde a todo buen ciudadano fue haber hablado y propuesto cosas, y no hablar solo a posteriori. El realmente preocupado hubiera propuesto algo sobre trirremes y municiones.

Y por tanto, volviendo a la sociología. Cuando tenga trirremes y murallas a mi haber, me dedicaré a la crítica de la sociología de nueva. Al fin y al cabo, si es que la disciplina va a mejorar en algún momento, será cuando se propongan nuevas tirremes y no simplemente diciendo lo mal que se han hecho las cosas

(Qué, por cierto, se hacen mal. Pero ya hemos dicho eso en muchas ocasiones).

De la limitación de las categorías sociológicas

Me imagino que esta debiera ser una de las últimas veces -al menos por un buen tiempo- en que me dedico a criticar el estado de la disciplina. Todos los divertimentos tienen algún final supongo.

El texto que da origen al post -y conste que pudiera ser cualquier cita, el texto está elegido sólo porque lo leí recientemente. Nina Eliasoph y Paul Lichterman escribieron un artículo publicado en el American Journal of Sociology el año 2003 (Culture in Interaction, AJS, 108, 4: 735-794) parten de la idea -común en la sociología contemporánea- de ver a la cultura en términos de comunicación, en términos de códigos públicamente compartidos. Y entonces, lo que intentan es complejizar un poco la idea, a partir del supuesto que dado que estos códigos no tienen un sólo significado, hay que analizar cómo se implementan y se producen en diferentes contextos y grupos. Hasta aquí todo bien.

El problema es el ejemplo que usan para fundamentar su idea. Y aquí comienza la cita:

‘But we came to realize the we could not adequately understand how the groups we studied drew upon collective representations. To illustrate, we offer just one example here: in different groups of activists and volunteers, the ‘langugage’ of individualism made public-spirited community involvement meaningful. This poses a puzzle, if not a downright paradox, for theories of collective representations. For these theories, the dominant language of individualism makes it hard for Americans to express concern about anything beyond their own private affairs. These theories would guess that participants would have used the language of individualism to signify selfish action or withdrawal from public engagement altogether’ (p 736).

La oposición individualismo / involucramiento en la comunidad es lo que muestra la pobreza de nuestras categorías. Porque, en principio, no hay razón alguna para la oposición (individualismo no es egoísmo). Pero, efectivamente -por más que toda vez que uno reflexiona algo en el asunto se da cuenta que no hay oposición, y por más que se haya dicho y planteado miles de veces- siempre volvemos a ella. El artículo ya citado muestra efectivamente cómo no se produce mayor oposición. El problema no es la tesis del articulo, sino con el hecho que algo trivialmente cierto (se puede fundamentar la participación social en un lenguaje individualista) sea motivo de publicación el año 2003.

Nuestro conjunto de oposiciones binarias (tradición / modernidad es otro par que pudiera haber dado miles de citas similares; y todas las que se derivan de ella), en realidad oscurece más que otra cosa nuestra comprensión de la sociedad. Es claro que uno siempre necesita algún conjunto de categorías para empezar siquiera a pensar sobre un tema, pero no todas las anteojeras conceptuales son igualmente útiles. Y las nuestras no brillan por su capacidad para decir cosas de interés.

(*) Es extraño pero a Haydn si bien los cuartetos le salían mejor con la madurez, con las sinfonías creo que ocurre lo contrario. Iba a escribir decenas de sinfonías luego de la del Adiós (45 en Fa sostenido menor) pero no iba a escribir mucho mejor. Y no me refiero sólo al Adagio final.

En otro orden de cosas, Freude, schöner Götterfunken, / Tochter aus Elysium. La versión Bayreuth /1951 de la 9º con Furtwängler es una de las que más comunica efectivamente el sentido de la obra.

De la facilidad para hablar sobre tendencias de la sociedad, o de cómo decidimos que La Distinción estaba obsoleta

‘El estudio cultural sociológico pionero de Pierre Bourdieu La Distinción es, tal vez, el último gran análisis cultural bajo las condiciones de la modernidad organizada. Aunque Bourdieu señala que no debe establecerse una conexión unidimensional entre las decisiones de los consumidores y las posiciones de clase, observa también, en la Francia de los años sesenta, una estructura clara y reproducible en dos ejes. Puede afirmarse con seguridad que ya no ocurre así en nuestros días. En el momento actual puede comprobarse la existencia de una base más amplia de las prácticas consumistas y una mayor diversidad y variabilidad en la definición y la creación de la propia identidad social’ (Peter Wagner, Sociología de la Modernidad, pp 283-284).

Para establecer que existía la relación Bourdieu tuvo, o al menos le pareció necesario, hacer una larga investigación sobre el tema (y revisar encuestas, hacer entrevistas, y darle varias vueltas al análisis). Para decir que esto no es así, a Wagner le basta con citar a varios teóricos, que a su vez, en general, no se basan más que en observaciones anecdóticas(*). En realidad, no desarrolla mucho el análisis: Para decir que ya no se puede organizar la economía nacionalmente, al menos cita varios casos y estudios. Para esto basta el ‘con seguridad’.

Claramente nunca vamos a avanzar como disciplina si nuestras principales ideas y discusiones provienen de lo que se puede hacer cuando no se estudia el tema. Y estudiar el tema no consiste en hacer algunas cuantas reflexiones, significa observar cómo funciona.

Al fin y al cabo, lo que descubrió Bourdieu -la forma en que se podían mapear los gustos y las clases- no era evidente. El hecho que el gusto se desprendía de la estructura social era sorpresivo (y en particular, los gustos específicos encontrados y como se mapeaban). También se decía en esos tiempos que habían aumentado las posibilidades del consumidor (las posibilidades del individuo, el aumento de alternativas era parte de la tradición sobre lo que era la modernidad en esos tiempos)

No deja de ser revelador, al fin y al cabo, que -pensando en el tema del consumo- quienes efectivamente se dedican a su estudio siempre encuentran otras cosas que lo que ‘se puede afirmar con seguridad’. En realidad, lo que ‘se puede afirmar con seguridad’ brilla por su ausencia. Es cosa de pensar, por ejemplo, en Miller investigando la compra en Inglaterra en los años ’90 -o sea, en medio de la desorganización, de la postmodernidad, y de la búsqueda de la identidad- y que no encuentre nada de eso.

Bueno, tampoco debiera extrañar que la reflexión sin investigación no sirva de mucho para entender que es lo que pasa en la sociedad.

(*) Por nombrar a algún autor cualquiera, por ejemplo, Featherstone -uno de los hombres del consumo postomderno, y que enfatiza todo el tema de las identidades en el consumo, no realiza nunca mayor estudio. Decir que cuando uno observa la vida moderna se da cuenta que… no es estudiar la vida moderna, ni ninguna vida a decir verdad.

A propósito de la sociología de la ciencia.

A propósito que me acabo de dar cuenta que el affaire Sokal ya tiene más de 10 años (los artículos fueron publicados en 1996), paso a preguntarme ¿por qué los sociólogos tendemos, cuando analizamos la ciencia, a caer en el relativismo? (en la idea que o todos los sistemas tienen igual validez, o igual base o lo que sea).

Porque es claro que no se requiere relativismo para hacer sociología de la ciencia (La vieja sociología de la ciencia -old Merton- decía muchas cosas sin necesidad de meterse en esos asuntos). Si se requiere si uno quiere, como Bloor, que la sociología debe y puede entar en el sancta sanctorum y determinar la validez del conocimiento.

Entre las innumerables razones voy a usar una de sociología del conocimiento: Ese argumento supera el sentido de inferioridad de nuestra disciplina: Ah, es desde lo social (desde la sociología entonces) que se puede explicar la ciencia. Y mostraremos que para sus ideas son equivalentes a cualquier otra. En otras palabras, no son mejores que nosotros.

O para decirlo de otra forma, somos tan científicos como ustedes. Nuestros criterios y nuestras costumbres son equivalentes. No tiene sentido decir que sean más rigurosos que nosotros.

Lo que tiene como consecuencia hacer más plausible el hecho que la ciencia no es nada especial. Porque si las ciencias naturales son tan rigurosas como la sociología, entonces es claro que no son muy rigurosas, ni de verdad implican un buen conocimiento del mundo (porque todo sociólogo con algo de sentido crítico sabe que la sociología no es, de hecho y en la actualidad, un buen conocimiento del mundo).

Por así decirlo, mientras los viejos positivistas pensaban que la sociología podía ser una ciencia como cualquier otra, y eso implicaba ‘subir’ al nivel de las otras ciencias; la nueva sociología de la ciencia nos dice que la sociología es una ciencia como cualquier otra, porque las otras ciencias no son mejores que nosotros.

En otras palabras, pensamos que las ciencias naturales no representan una forma válida de aproximarse al mundo no debido a nuestro atrevimiento intelectual. Sino a que pensamos que, de esa forma, podemos dejarlo en nuestro mediocre nivel.

Opacidad y transparencia en la vida social.

Probablemente este sea el comentario menos relevante que hacer con respecto al Transantiago, pero de todas formas me parece a mí interesante.

Entre las innumerables cosas que se dijeron para plantear la necesidad de cambiar el sistema público de transporte en Santiago fue que era un caos. Ahora, ¿un caos para quién?

Porque el sistema no era, para nada, caótico para el usuario. En general, era un sistema navegable sin demasiado conocimiento (entre preguntas al micrero, alguna que otra suposición, la información puesta en las micros sobre donde iban y donde paraban) era posible llegar a destino incluso sin saber nada sobre el recorrido.

Para quién el sistema era caotico era para el gobierno, para el Estado. Un actor que tenía poco conocimiento sobre el sistema. Una de las declaraciones de la autoridad, días después del accidente en La Pirámide, fue que con el Transantiago se había puesto una línea en el sector. Pero de hecho, una línea de Metrobus hacía el trayecto Escuela Militar- Zona Norte y pasaba por La Pirámide. La complejidad del sistema lo hacía poco entendible para el actor externo.

El Transantiago es, en realidad, lo contrario. Bastante asible por un observador externo (se puede, de hecho, poner en un mapa el sistema completo -por complejo que sea el mapa, eso no se podía hacer con el sistema antiguo). Pero para el usuario, que lo navega, el sistema es de hecho más complejo. El hecho que, normalmente, sea necesario para hacer cualquier viaje usar transbordos, que las mciros paran donde el sistema dice que tienen que hacerlo, hace que sea necesario conocer el sistema antes de usarlo (fuera del recorrido habitual). Sin tener en la mente la totalidad del sistema es difícil pensar en las alternativas y en las posibilidades. O sea, uno no puede llegar y usarlo simplemente saliendo a la calle.

¿Tiene alguna importancia la observación anterior? Ni idea si la tiene para el Transantiago, pero la circunstancia me hizo acordarme de una observación de Ibáñez. Que uno puede distinguir sistemas que son claros para un observador externo (el Transantiago mirado desde el mapa) pero opacos para quien los actores El ejemplo de Ibáñez si mal no me acuerdo es un conjunto marchando: el orden es muy claro para quien lo mira desde fuera, pero para quien está marchando el orden general es invisible. Por otro lado, tenemos sistemas que son inentendibles para el observador externo, pero cuya lógica es perfectamente asible para los actores.

Siempre me sorprende cuando la sociología puede usarse para hacer observaciones sobre eventos reales. (Y más me sorprende que Ibáñez sea útil para algo)

Sólo lo espontáneo existe

La primera y más fundamental regla de la construcción de pautas y cuestionarios es que las personas sólo pueden responder de lo que efectivamente tienen una opinión o recuerdo formado.

No tiene sentido hacer preguntas sobre aspectos específicos en los que las personas no se han formado opinión o no recuerdan de ese modo (Por ejemplo, pensemos en preguntas de hábitos: ¿cuanto tiempo ve TV en la semana?, ahora si el hábito es diario, la respuesta posible -con todo lo imprecisa que puede ser- corresponde a la regularidad de ese hábito. Lo que la persona puede saber es cuanto ve al día. Lo otro tiene que calcularse, y claro, que las personas calculen cuanto están respondiendo no sirve de mucho.

Ahora lo anterior, aunque varias veces olvidado, es evidente y se sabe.

Pero lo importante es darse cuenta del equivalente cualitativo o lo referente a la opinión: Que sólo la opinión espontánea es la opinión social real. La respuesta ‘forzada’ (cuando el tema se pregunta sin que haya sido instalado por el entrevistado, cuando el investigador introduce el tema), en realidad no existe. Es construida, ‘calculada’ en ese momento; el entrevistado lo que no hace es sencillamente reproducir la opinión que produce en las situaciones sociales normales. Y bien puede ser que en la situación forzada esa sea su opinión, pero claro está, nunca se topa con esa situación en la vida real, por lo que no tiene mucha importancia.

La única ocasión en que lo forzado tiene sentido es cuando lo forzado corresponde a una situación real de esas características: Como las votaciones, en que lo irreal es preguntar que candidato prefiere, lo real es que uno elige entre alternativas pre-existentes. En ese caso, la pregunta forzada, la alternativa forzada es lo que corresponde porque es así como funciona esa práctica social (*).

Pero fuera de esos casos, mejor es recordar y pensar que, en realidad, sólo lo espontáneo existe.

(*) Juro que es lo único de Ibáñez que encuentro tiene sentido.