Touraine sobre el movimiento de mujeres

Nous n’allons pas enter dans une société des femmes; nous y sommes déjà. Le plus remarquable dans cette conversion nécessaire des hommes est qu’ils sont amenés à rompre avec leur habitude de penser par couples d’opposition, pour adopter la manière de penser des femmes par combinaison de termes apparemment opposés -ce qui conduit à des jugements plus ambivalents et donc plus flexibles

Alain Touraine. La fin des sociétés. 2013, Seuil, p 289

El texto de Touraine es su diagnóstico de las transformaciones de las sociedades actuales, todo dentro del marco de la desaparición de la ‘sociedad’ y la instauración de una era post-social. La categoría central es la de sujeto -quien busca su libertad autocreadora como derecho universal. En esta situación, Touraine encuentra el conflicto central (equivalente al obrero en la sociedad industrial) se manifiesta en relación al movimiento de mujeres (que distingue del feminismo, en tanto este último se refiere a la búsqueda de igualdad, mientras el primero se concentra en la cuestión de la libertad del sujeto).

Es en ese contexto que aparece la cita que usamos, y que no deja de resultar interesante. Por dos cosas fundamentales: (1) Que en el mismo libro y tesis que opera por un pensamiento dualista de oposición (social / post-social) se nos dice que lo adecuado no es pensar de esa forma. ¿No es esa una manera en la cual el propio texto se critica? (2) No deja de ser, finalmente, bastante ‘naturalizante’ esta forma de pensar -que el pensamiento masculino es dual y el femenino es por combinación. Uno podría decir lo mismo, y se ha dicho, en torno a la pareja Europa / resto del mundo o moderno / no moderno.

En ambos casos lo que tenemos es, en un texto que intenta dar una nueva mirada cuando está observando lo que es un movimiento nuevo, la potencia de las distinciones tradicionales; que siguen operando incluso en el momento en el cual son criticadas.

Evolución de la propiedad en la Francia medieval.

La petite et moyenne propriété, qui formait le support économique de la société carolingienne, disparaît ente Xe et XIe siècle sous la pression des puissants.

Francois Menant et al. (1999) Les Capétiens, Parte I, Cap 3, p 86. Paris: Perrin.

A propósito de un posible argumento a obtener de The Great Leveler (Scheidel, 2017, Princeton University Press): Que una vez que se ‘estabiliza’ un determinado orden, tiende a aumentar la desigualdad (y no te olvides de escribir la reseña)

Ahora bien, crucial aquí es cómo se entiende la palabra ‘estabilizar’. El período analizado es uno de pérdida de poder estatal, y de traspaso a la aristocracia (a quienquiera que pudiera poner un castillo, a decir verdad, el mismo punto lo hace Baschet, La civilisation féodale, Flammarion 2006, Parte 1, Cap 2, p 143-147). Eso, y los niveles de violencia concomitante, puede observarse como desestabilización -los años previos a la instalación de los Capetos con incursiones vikingas de forma regular son una muestra de ello. Pero al mismo punto, es un tipo claro de orden (de una práctica reconocida y estable en el tiempo). Luego, si se lo entiende de esta última forma podría pensarse como apoyando la hipótesis. Pero, por otro lado, los tiempos carolingios son también un tipo de orden, y claramente más estables en el mismo sentido (mayor fuerza poder central). Y no están, a su vez, esos tiempos ya alejados de la ruptura de la caída del Imperio Romano de Occidente -uno de los ejemplos de Scheidel sobre cómo el colapso social produce igualdad, o para decirlo de otra forma que una de las varias precondiciones del aumento de la igualdad es el colapso-, como para decir que ese efecto debiera diluirse.

Supongo que eso requiere más lecturas de los tiempos previos a los Capetos (entre los 400 y los 900), en particular con los Carolingios. En fin, así sucede con la historia en cualquier cosa.

Refutaciones. O de la racionalidad de la Ciencia.

Las recientes medidas espectrales realizadas por O. Lummer y E. Pringsheim, y las aún más notables realizadas por H. Rubens y F. Kurlbaum, que en conjunto confirmaban un resultado obtenido anteriormente por H. Beckmann, muestran que la ley de distribución de la energía en el espectro normal, deducida por primera vez por W. Wien a partir de consideraciones cinético-moleculares y posteriormente por mí a partir de la teoría de la radiación electromagnética, no es válida en general.

En cualquier caso la teoría requiere una corrección, y en lo que sigue intentaré hacerla sobre la base de la teoría de la radiación electromagnética que he desarrollado (Max Planck en Hawking Los Sueños de los que está hecha la Materia, p 17)

Así inicia Max Planck el paper donde hace aparición la idea de los cuantos, y que representó el inicio de la física moderna (y que por lo tanto aparece en primer lugar en la compilación de Hawking sobre textos fundamentales de la física cuántica que estamos citando).

Ahora bien, recordando viejas (pero todavía algo usuales) discusiones sobre el carácter de las ciencias: ¿Hubo aquí una refutación aceptada? ¿O más bien un intento de mantener la teoría a como de lugar? (incluso si posteriormente, pero sólo posteriormente, se mostró que ello lo que hizo fue dar pie a un cambio fundamental de la física).

El inicio del paper, se puede observar, entrega elementos que permiten obtener ambas conclusiones: Se dice explícitamente que hay una ley que ‘no es válida en general’ y que ‘requiere corrección’. Pero por otro, la corrección, también explícitamente, plantea que eso se hará sobre las bases de las teorías ya desarrolladas, y luego en realidad la teoría no cambia. Todo esto puede leerse, finalmente, como una corroboración de Lakatos: los programas aceptan refutaciones de la periferia (esta derivación no es válida) pero no del centro.

En todo caso, más allá de lo anterior, el caso es que no hay nada en lo que nos planteaba Planck (o en el desarrollo posterior) que sea ‘irracional’ o incluso ‘poco razonable’. Se ha gastado mucha tinta en mostrar que las ciencias no cumplían los cánones de un método racional, y que luego no podían tratarse como racionales. Pero, creo, lo que nos muestra el caso de Planck (y otros) es que la conducta de los científicos era plenamente razonable, y que el problema -más bien- estaba en unas limitadas teorías de la racionalidad científica planteadas desde la epistemología. Sokal, de hecho, ha dicho algo similar al respecto: Los científicos no son popperianos, pero eso no implica que no sean racionales, sino que la teoría de Popper es una mala teoría de la racionalidad científica.

En última instancia toda consecuencia empírica de una teoría lo es de un conjunto de afirmaciones y de sus relaciones. Y cuando la consecuencia resulta equivocada, entonces menester es cambiar ese todo. Pero reemplazar un conjunto no equivale, para nada, a cambiar cada uno de sus elementos (un conjunto con solo unos elementos cambiados es ya un conjunto distinto). Declarar que es ‘menos’ racional modificar un elemento particular o todos los elementos es una simpleza y una definición a priori.  La práctica científica, al final, parece resultar mejor guía de la racionalidad que las teorías de la epistemología.