La interacción social como unidad social elemental (I)

Una de los primeros temas de una teoría social, independiente de cuál es su elección de pregunta, es ¿cuál es la unidad básica de la vida social? Aunque no se plantee de manera explícita, siempre se elige alguna unidad de análisis a partir de la cual se construye la teoría.

En la teoría social existen múltiples alternativas al respecto. Una unidad muy tradicional es la de acción social, esto a su vez se relaciona con la idea que las personas son el elemento básico de la vida social (Weber, 1964 [1920]; Parsons, 1949; Schutz & Luckmann, 1977 [1973]) . Otra unidad es una interacción, la relación entre ego y alter (Parsons, 1951; Coleman, 1990), dentro de esta lógica también podemos incluir la comunicación como unidad básica (Luhmann, 1995 [1984]). Otros teóricos prefieren partir de una unidad social ya constituida, ya sea esta una práctica o una comunidad concreta (Bourdieu, 1990; Giddens, 1984; White, 2008)

Cómo se puede observar de la anterior revisión la elección de unidad básica y las soluciones teóricas no tienen una relación necesaria. La teoría de James Coleman (1990) basa su teoría es una perspectiva de acción racional comprometido con el individualismo metodológico, pero la unidad básica que intenta explicar son interacciones: intercambios, negociaciones etc. De hecho, la discusión inicial de derechos está pensada para entender intercambios y traspasos de derechos entre actores. Se usa un modelo de explicación individual, pero la unidad básica a explicar es una interacción.

La segunda observación es que, a pesar de todas las diferencias, en realidad la interacción es la propuesta más común de unidad básica de la vida social. En el resto de la sección defenderemos que las otras alternativas propuestas –acción o una estructura social ya constituida- resultan insuficientes.

Luhmann (1995 [1984]) ha desarrollado algunos de los argumentos más claros para criticar la idea que la acción pueda ser la unidad básica de la vida social. Del mismo modo, se ha criticado la idea que la persona o el individuo tenga una primacía como unidad analítica (Burt, 1992, págs. 181-194)y que representan una modalidad de elemento más básico de la vida social (White, 2008).

Pero quizás sea más efectivo hacer notar que los objetivos teóricos de hacer esa elección se pueden lograr del mismo modo usando la interacción como unidad básica. Si defendemos la acción como unidad básica porque el actor es previo a la sociedad, o defendemos alguna versión de individualismo metodológico, el ejemplo de Coleman es suficiente para mostrar que todas esas decisiones son compatibles con usar interacción como elemento básico. Por otro lado, la interacción no tiene los problemas que usar la acción como unidad básica tiene.

En relación a la elección de una estructura social ya dada, parte importante del impulso de estas ideas es evitar los problemas que trae pensar en un actor constituido no socialmente, y que todos los seres humanos siempre aparecen en comunidades ya existentes. Bajo esta perspectiva, una preocupación por una unidad básica aparece como similar a la tradición del contrato social en su intento de explicar un presunto y mítico nacimiento de lo social a partir de una situación pre-social Se argumenta que la situación pre-social no ha existido nunca y es en principio impensable. Más aún, se defiende la idea que hay diferentes niveles en la vida social y que esos niveles no son reducibles unos a otros –por lo tanto la interacción no puede tener prioridad como explicación, las explicaciones no son solo de abajo hacia arriba, y bien pueden explicarse por procesos recursivos en su propio nivel. Además, lo que parece realmente interesante de explicar son los patrones de esas estructuras: ‘Hence, the task of sociology can be seen as that of analyzing the logic and consequences of social rule systems’(Klüver, 2000, pág. 1)

En este punto, uno puede recordar nuevamente que elegir la interacción resulta compatible con esas preocupaciones teóricas y conceptuales. Parsons explica la solución de la doble contingencia a través de un elemento social previo –el compartir valores-, y por lo tanto, independiente de lo que se opine de su solución, nos muestra que elegir interacción como unidad elemental no implica una visión individual o reduccionista de lo social. El caso de Luhmann también nos muestra que elegir una interacción (la comunicación) como elemento básico no obsta para dedicarse a hablar de sistemas sociales, y que elegir interacción no es elegir necesariamente lo que sucede en ‘grupos pequeños’[1]. En otras palabras, uno puede elegir la interacción como elemento básico y todavía mantenerse dentro de explicaciones de orden sistémico o de niveles superiores.

En resumen, podemos ver que todos los objetivos analíticos que están detrás de las restantes elecciones pueden ser logrados al interior de la elección de la interacción como elemento básico de la vida social. En este sentido, la interacción representa la más flexible de las posiciones, y la que menos presuposiciones compromete. Si bien lo anterior puede verse como una ventaja, también permite observaciones críticas: Puede que la interacción resulte compatible con todas las perspectivas teóricas sencillamente porque no aporta demasiado, y no resuelve ninguna de las preguntas y dilemas básicos (que es lo que haremos en el siguiente post)

[1] En la terminología de Luhmann(1995 [1984]), de hecho interacción es usada como sinónimo de interacciones en grupos pequeños, pero aquí preferimos usar interacción de manera más general y como atribuible a cualquier nivel de actor y a cualquier modalidad de interacción. Luhmann usa comunicación para referirse a la forma más general, y por lo tanto resulta útil distinguir interacción para referirse a una modalidad concreta. Pero esa solución a su vez eso implica limitar las interacciones a mediaciones de sentido –un tema en el cual todavía no queremos entrar. En este sentido, sería útil contar con una palabra distinta que interacción que se refiriera a la modalidad más general y abstracta

Un concepto de aprendizaje de utilidad para el análisis social

Siguiendo con la locura que ya mencione en un post pasado (sobre crear una teoría axiomática), y habiendo puesto que una de las capacidades básicas de los actores cubiertos por dicha teoría es que pueden aprender, se colige entonces que es necesario desarrollar un concepto de aprendizaje. Entonces, he aquí el concepto.

Aprendizaje: La capacidad de un actor para desarrollar asociaciones, y todo aprendizaje al mismo tiempo tiene elementos cognitivos y prácticos

Comentario 
La definición explícitamente no plantea el aprendizaje como una adquisición de asociaciones o creencias ‘correctos’. Y esto por el hecho simple que no podemos determinar cuál es el conocimiento ‘correcto’: lo que sabemos en un momento determinado puede mostrarse como incorrecto posteriormente.

Lo que nos interesa más bien es que es lo que hace alguien que aprende: Y lo que logra es ordenar el mundo al establecer asociaciones: Asociaciones en el comportamiento (i.e si hago X pasa Y) o asociaciones entre las distinciones del mundo (i.e los objetos X tienen Y cualidad). Esto es una ordenamiento porque, entonces, no todo puede pasar (si hago X pasa Y y no Z). Lo que hace el aprendizaje es permitirme pasar de un mundo informe y sin distinciones a uno con distinciones. El hecho de crear distinciones y establecer asociaciones entre esas distinciones es el hecho crucial del aprendizaje. Por decirlo de otra forma, el aprendizaje es una forma de ‘crear’ (descubrir) orden a partir del caos.

Estas asociaciones no deben pensarse como reglas claramente definidas ni que puedan traducirse en una formula sencilla. La regla de si hago X pasa Y es una forma breve de referirse a la asociación, pero es compatible con excepciones y ambigüedades. En tanto permita orientar al actor que en general si hago X pasa Y usando distinciones que en general funcionan para delimitar X e Y, ya es suficiente para el actor.

El aprendizaje, en este sentido, tiene una relación muy clara con las nociones de complejidad informacional, con la idea de la complejidad de Kolmogorov. Recordemos que una cadena de máxima complejidad es uno que sólo puede ser descrito por una cadena de igual extensión. Una cadena más sencilla es una que puede ser descrito por una cadena mucho menor (es comprimible sin perder información). El aprendizaje es, precisamente, el proceso de descubrimiento de esa cadena de menor extensión.

Hay una cierta paradoja, en todo caso, en lo anterior. Esta simplificación para el actor se puede presentar como una complicación. Esto porque objetos aleatorios en la visión tradicional son máximamente complejos, pero un sistema completamente estocástico puede describirse de manera estadística de manera reducida: No puede replicar igualmente la cadena, pero sí una muy similar. En este sentido, no es estructuralmente complejo (Crutchfield, 1994). El agregar reglas, y por lo tanto posibilidad de compresión, implica complejizar esa descripción sucinta. El aprendizaje, entonces me permite pasar de un mundo sin distinciones y complejo informacionalmente, pero estructuralmente simple en un mundo con distinciones, más simple informacionalmente pero más complejo estructuralmente (i.e un mundo cuya descripción óptima es más larga). Es pasar de un mundo que no puedo describir en detalle y sólo en general a un mundo que puedo describir (y actuar) de manera específica usando las reglas que descubro.

Algunas ideas sobre el Orden Social

Algunas ideas pensando en el orden social al nivel societal o como se la quiera llamar a un conjunto de relaciones. No creo que sea posible el ‘desorden’ social a niveles menores (o sea, uno siempre se encontrará con prácticas sociales, con redes, con algún tipo de rol), Al menos, porque de otra forma los seres humanos sencillamente no pueden actuar, así que por necesidad inventarán algo.

Pero, ¿al nivel de la sociedad? ¿Cómo se relacionan entre sí las diversas prácticas que son operativas en un determinado ámbito?

Dos o más prácticas pueden estar en conflicto en tanto sigan teniendo acceso a los recursos que le permiten el conflicto, y el conflicto no afecte la reproducción de las prácticas en conflicto

La idea me parece relativamente evidente: Toda práctica, dado que se compone de acciones, requiere de recursos. En tanto una práctica tenga acceso a esos recursos puede continuar, aun cuando se encuentre en conflicto con otra. Lo importante es que una práctica no afecte el hecho que la otra práctica tenga acceso a esos recursos.

Una práctica contradictoria puede mantenerse si otras prácticas independientes generan los recursos que requiere esa práctica

Una práctica contradictoria es una en la cual su operación termina por impedir el funcionamiento de sus requisitos. Esto se podría pensar que implicaría  entonces, que una práctica contradictoria debiera ser inestable y desaparecer. Pero de hecho, no; en tanto los requisitos de esa práctica no necesariamente son producidos por esa práctica: Aunque la práctica los tienda a eliminar, en tanto otras prácticas los produzcan continuamente esa contradicción puede continuar indefinidamente.

De hecho, esto nos permite entender algunas célebres tendencias de la teoría de Marx, como que el capitalismo es contradictorio y se supera a sí mismo porque el número de capitalistas progresivamente se reduce (o la tendencia a la disminución de la tasa de ganancia). Las tendencias son efectivas, y uno puede revisar que en un mercado determinado el número de competidores disminuye con el tiempo. Pero lo que la tendencia pasa por alto es que dado que otras prácticas del capitalismo permiten generar continuamente el recurso ‘emprendedores’ (nuevos mercados) esa tendencia no produce la crisis del capitalismo prevista por Marx

El conjunto de prácticas en ejercicio en un área conforman una red dinámica y abierta, no tiene unidad

En última instancia, las prácticas son relativamente independientes. Sólo se preocupan de los requisitos que tienen y producen resultados que son usados por otras, pero ese uso no es un tema para ellas. De alguna forma en el ‘ecosistema’ de una práctica no están incluidas todas las prácticas sino solamente las prácticas que afectan sus requisitos (y es parte del ecosistema de las prácticas cuyos requisitos afecta).En este sentido, el conjunto de prácticas no corresponde a ninguna unidad, ni tiene ninguna coherencia especial. El conjunto de prácticas es contingente y cambiante. Las prácticas tienen relaciones con algunas otras prácticas, pero las prácticas son independientes: Una práctica X requiere un recurso a y se lo proporciona una práctica Y, pero si la práctica Y desaparece, la práctica X no se ve afectada si puede recibir a desde otra fuente. Si bien sus elementos tienen relaciones entre sí, y la desaparición (o aparición) de nuevas prácticas puede tener efectos de largo alcance, el conjunto específico de prácticas en ejercicio en un área es contingente y otros agregados también resultan posibles.

La importancia de esta última proposición es que nos permite deconstruir todo el problema del orden de la tradición Parsoniana (que sigue siendo subyacente a muchas de las discusiones sobre orden social). Una parte importante de la pregunta del orden es por la estabilidad del orden y un supuesto es que las únicas respuestas aceptables son aquellas que permiten órdenes equilibrados, que no tienen fuentes de inestabilidad: la pregunta por el orden y por la estabilidad son tratadas como la misma pregunta (Vanderstraeten, 2002, pág. 81). Es la base, por ejemplo, de la idea que ningún orden puede basarse solamente en la dominación porque no resuelven el problema en el largo plazo: Sólo en el corto plazo funcionan, pero no entregan una base estable. Y esta idea se ha aplicado para criticar explicaciones normativas: Las normas no sirven para explicar el orden dado que pueden ser contradictorias, y por tanto inestables (Lichbach & Seligman, 2000, pág. 44).

Pero los órdenes sociales reales son inestables y sus equilibrios son siempre solamente locales: el conjunto de prácticas en operación es siempre cambiante. No tiene sentido, entonces, aplicar como criterio de solución del problema del orden el que sea estable en el largo plazo, cuando de hecho la vida social no lo es.Este desequilibrio no produce ‘desorden social’ simplemente porque, como lo mostramos anteriormente, las fuerzas que producen nuevas prácticas siempre están en juego. Para existir, la vida social no requiere una solución estable y permanente del orden, sino ir solucionando de manera permanente ese problema con soluciones variables.

Cuatro Modalidades de Coordinación

Definiciones.
Dominación: Cuando ego amenaza con quitar el control de alter sobre elementos para que alter realice la acción pedida por ego
Negociación: Cuando ego ofrece control a alter sobre elementos para que alter realice la acción pedida por ego
Conversión: Cuando ego afecta las representaciones de alter, entregando razones para que alter realice la acción pedida por ego
Deconversión: Cuando ego afecta las representaciones de alter, eliminando objeciones para que alter realice la acción pedida por ego

La teoría que se desarrolla en este texto se basa en la idea que no existe una sola modalidad de coordinación, sino que los actores tienen acceso a una diversidad de modalidades, las que serán usadas de acuerdo a los contextos y circunstancias. La relevancia de lo anterior proviene que muchas teorías tienden a usar sólo una modalidad, o reconociendo la existencia de más de una modalidad insistir que una es basal en la vida social. Por otro lado, el creciente reconocimiento que existen diversas modalidades de interacción social ha quedado, en general, reducido a ese reconocimiento  sin que se desarrollen mayormente teorías que indiquen la relación entre esas modalidades (cuando son elegidas, cómo se relacionan unas con otras etc.). La intención de la teoría que desarrollamos es precisamente producir una teoría sobre la combinación de estas modalidades.

Las modalidades son definidas a partir de una distinción de control / representaciones. Esta distinción expande y adapta la distinción recursos / intereses de Coleman(1990). Pasamos de recursos a control para establecer de manera más clara la universalidad de los ‘recursos’ (que puede ser cualquier elemento) y para enfatizar que lo central es el control que ejerce un actor sobre esos elementos (White, 2008). Por otro lado, usamos representaciones en vez de intereses: Lo que afecta al actor son todos los cambios en percepciones y creencias sobre un elemento, y los intereses propiamente tal son una forma de percepción y creencia. Pero lo básico es la representación (es un elemento de tal tipo, tiene tales características, si quiero lograr tal cosa resulta ventajoso etc.).

La segunda distinción ocurre entre entregar / quitar: Por ejemplo. no es lo mismo ofrecer control sobre recursos que amenazar quitar control sobre recursos. Esto permite una mejor distinción ante entre las relaciones de dominación (poder) y negociación (intercambio). Por una parte, muchas veces se realiza la distinción en torno a la noción de acción obligada: Hay una relación de poder cuando alter no tiene alternativas de acción. Esto tiene la consecuencia que cuando se reconoce que alter siempre tiene alternativas, entonces el poder se reduce al intercambio; o dado que se reconoce que hay relaciones de poder, negar la capacidad de alternativas de alter. Alter siempre tiene alternativas de acción, pero claramente no es lo mismo el ofrecimiento de un nuevo recurso en una negociación (i.e entrégame este objeto a cambio de dinero por ejemplo) o la amenaza de la dominación (i.e entrégame este objeto o si no quemo tu casa).  En una segunda acepción, poder e intercambio se refieren a la existencia de igualdad en el número de recursos, entonces se niega que pueda existir intercambio entre actores con un distinto nivel de recursos, o se tiende a negar la relevancia de esa diferencia. Pero la diferencia de recursos tiene más que ver con la posibilidad de éxito en la coordinación más que con el tipo de coordinación: Alguien pude intentar dominar a otro, aun cuando no tiene los recursos necesarios, y muchos conflictos reales pueden entenderse como resultado de una pretensión de dominación cuando no existe el diferencial de poder necesario.

La diferencia entregar / quitar resulta muy clara en lo que se refiere al control sobre elementos, pero en lo que se refiere a las representaciones sobre estos elementos ¿Tiene sentido esta diferencia para aspectos cognitivos y normativos? Inicialmente, de hecho, no aplicábamos la distinción a las representaciones (y usábamos conversión para referirnos a cualquier cambio en las representaciones).

Sin embargo, parece que se podría aplicar la distinción a las representaciones. Esto porque las personas pueden tener razones positivas o negativas en relación a posibles acciones: Hay que hacer X pero X es bueno; No hay que hacer Y porque Y es malo. Para lograr que alguien realice una acción puedo trabajar sobre ambos elementos: Puedo dar razones para hacer X (es bueno, es conveniente etc.) o simplemente puedo eliminar objeciones para hacer X (no es una mala acción, no tiene malas consecuencias). Y no son los mismos argumentos o razones los que se aducen en una situación o en la otra; y puedo obtener un resultado convenciendo de una serie de razones pero no de otras. Puedo eliminar las objeciones para hacer X sin necesidad de dar razones positivas para hacerlo: puedo convencerte que X no es malo sin convencerte que X es bueno. El uso de estas diferentes modalidades bien puede tener consecuencias distintas, y es por ello que mantenemos la diferencia como modalidad de coordinación.

Es importante diferenciar entre estas definiciones de coordinación y el problema de cooperación. La coordinación aquí referida se reduce sencillamente a cómo un ego obtiene que alter realice una acción deseada. La cooperación usualmente se entiende como ego y alter pueden obtener un mejor resultado: el uso del dilema del prisionero para entender los problemas de cooperación es una muestra de lo anterior. La solución del problema es lograr que ambos realicen una acción que produciría el mejor resultado colectivo (la de ambos elijan cooperar). Entendido de esa forma la cooperación es un tema más específico que el de coordinación.

Un divertimento: Un análisis cientometrico de sociólogos chilenos

Por esas cosas de la vida, baje un software que realiza diversos análisis de indices cientométricos usando la base del Google Scholar. Como todas las cosas, tiene problemas -la base del Google Scholar no es perfecta (y de hecho funciona mejor para papers que para libros, y funciona mejor si eres citado fuera de Chile en publicaciones y conferencias de ‘corriente principal’). Pero también tiene virtudes.

De todos los diversos indices, usamos el h-index que es relativamente fácil de entender. No voy a usar la definición formal, pero un h-index de 4 indica que tienes 4 escritos que han sido citados 4 veces o más. Además presentaremos el g-index que sigue la misma lógica pero pesa más los textos más citados (es el número tal que los g-top textos tienen en conjunto g2 citas).

Bueno, veamos que resultados nos arrojan para sociólogos chilenos:

  • José Joaquín Brunner = 15 (g-index 27)
  • Norbert Lechner = 13 (g-index 27)
  • M. A. Garretón = 13 (g-index 20)
  • Daniel Chernilo = 8 (g-index 13)
  • Eugenio Tironi = 7 (g-index 11)
  • Florencia Torche = 7 (g-index 11)

(También calculé para Moulián, Morandé y otros pero tenían h-index de 5 o menos)

Debido a las características de la base, esto nos mide más bien el impacto ‘global’ de los autores. Alguien que es muy discutido en Chile pero menos fuera de Chile va a aparecer con un impacto más bajo. Pero, como todos los números, ha de verse como un indicador más que otra cosa, y no como verdad absoluta.

Valores comparativos

  • Pierre Bourdieu = 89 (g-index 295)
  • N Luhmann = 38 (g-index 98)
  • Mark Granovetter = 29 (g-index 199)

Una locura total

Algunas veces uno tiene que hacer cosas horribles, y me encuentro entre medio de un espantoso curso de ISO 9000 sobre PMG (¿no entendió nada? No se preocupe, dele gracias a su suerte de no saberlo, bástenos decir que es horrible).

Lo suficientemente horrible que para mantener mi sanidad mental decidí empezar a desarrollar (lo que es de hecho una vieja idea, pero sólo ahora necesite dedicarse a eso para no hundirme) una teoría axiomática para la sociología. Imagínense lo terrible que es esto si lo anterior fue necesario para mantener la sanidad mental.

Bueno, por ahora, y para mostrar el sabor, los postulados y proposiciones de la teoría (todos tienen su ‘demostración’ en versión informal, el trabajo interesante es desarrollar una demostración formal elegante). Y sin explicación ni comentario.

Postulados

  • Postulado I. Las capacidades de los actores quedan completamente definidas por ser capaces de aprender, comunicar y tener preferencias
  • Postulado II. Todas las capacidades de los actores son limitadas en su poder pero no tienen limitaciones en su aplicación
  • Postulado III. Las relaciones de un actor con otras entidades quedan completamente definidas por su control y por su interés

Características Fundamentales de la Interacción

  • Proposición 0: El ámbito de la interacción posible crece hasta cubrir todos los agentes (i.e no hay barreras sociales permanentes a la interacción
  • Proposición I. Toda interacción genera posibilidades para nuevas interacciones (i.e el interés de un actor por coordinar es permanente)
  • Lema I. Toda interacción tiene  efectos y el conjunto total de efectos es necesariamente desconocido para los actores
  • Proposición II (1ª Ley Fundamental de la Interacción): La probabilidad de éxito de la coordinación para ego es proporcional a la energía desplegada por ego y es proporcional a la importancia de la relación para alter
  • Proposición III (2ª Ley Fundamental de la Interacción): En toda interacción, el acuerdo será diferenciado y preferido por sobre el desacuerdo
  • Proposición IV (3ª Ley Fundamental de la Interacción): Los resultados de una interacción no son completamente controlables por la propia interacción
  • Proposición V: El orden energético (de mayor a menor) de las modalidades de coordinación es dominación, negociación, conversión y deconversión
  • Lema I: Movilizar recursos requiere más energía que movilizar creencias
  • Lema II: La coordinación positiva requiere más energía que coordinación negativa
  • Proposición VI: Toda modalidad de coordinación sufre un proceso de decaimiento hacia formas que exigen menos energía
  • Proposición VII: Disminuir las alternativas posibles aumenta la posibilidad de coordinación (Puntos de Schelling)
  • Proposición VIII: Movilizar creencias es más expansivo que movilizar recursos

Sección II.  De las Redes en General

  • Proposición IX. Actores sociales autónomos producen redes que no son controlables por un actor social específico
  • Proposición X: Una ego red es más eficaz para producir coordinación si ego se reserva modalidades de interacción de intereses dejando a los alter primarios el uso de modalidades de mayor energía.
  • Proposición XI: Las posiciones centrales en una red son más estables que las posiciones de puente
  • Proposición XII: El signo de la historia de interacciones pasadas es directamente proporcional a la continuidad futura de la interacción; pero la continuidad futura de la interacción no tiene efectos en el signo de la las interacciones futuras
  • Proposición XIII: Una red de relaciones complejas produce grupos cohesivos
  • Lema I. La dificultad de reemplazar alter depende de la complejidad de la interacción
  • Lema II. Un actor sólo puede mantener un número limitado de relaciones complejas
  • Proposición XIV: No hay tendencia a la clusterización en relaciones simples
  • Lema I. No hay límites al número de relaciones simples que un actor puede mantener
  • Lema II. En una red de relaciones simples todos los alter son relativamente similares entre sí
  • Proposición XV. Un conjunto de actores generará una red con una topografía de mundo pequeño
  • Proposición XVI. Una red siempre es dinámica

Sección III. De las redes organizacionales

  • Proposición XVII: Las organizaciones son actores
  • Proposición XVIII: Las organizaciones sólo pueden aparecer en medios sociales de alta energía

Sección IV. Características Básicas de Prácticas Sociales

  • Proposición XIX. Los roles que conforman una práctica son conocidos por sus practicantes
  • Proposición XX. Toda práctica social tiene requisitos para su reproducción
  • Proposición XXI. No existen prácticas puras  de dominación
  • Proposición XXII. Prácticas puras de conversión y deconversión son vulnerables
  • Proposición XXIII.  Prácticas puras de negociación están asociadas a redes simples

Sección V. Construcción de Prácticas Sociales

  • Proposición XXIV. (1ª Ley Fundamental del Orden Social): Los actores generan automáticamente prácticas sociales
  • Proposición XXV (2ª Ley Fundamental del Orden Social): Es imposible que una práctica social asegura sus condiciones de reproducción
  • Proposición XXVI. La existencia de diferenciales de poder aumenta la velocidad de los procesos de construcción de prácticas
  • Proposición XXVII: Una práctica social creada en una red cerrada puede extenderse en una red abierta
  • Proposición XXVIII: Una red abierta desestabiliza los procesos de construcción de prácticas sociales
  • Proposición XXIX: El desarrollo de información para-interaccional facilita la construcción y deconstrucción de prácticas sociales

Sección VI. Relaciones entre Prácticas Sociales

  • Proposición XXX. Dos o más prácticas pueden estar en conflicto en tanto sigan teniendo acceso a los recursos que le permiten el conflicto, y el conflicto no afecte la reproducción de las prácticas en conflicto
  • Proposición XXXI. Una práctica contradictoria puede mantenerse si otras prácticas independientes generan los recursos que requiere esa práctica

La Miseria de la Sociología.

Este texto también proviene de la intención de re-redactar y de reorganizar textos antiguos. En este caso, una serie de comentarios sobre análisis realizados durante los ’90 sobre la sociedad chilena. Al revisarlos, me dí cuenta que un tema interesante en el desarrollo de la sociología en Chile había sido que si bien durante los ’90 habíamos desarrollado un diagnóstico sobre la sociedad, en los años ’00 no realizamos ninguno -y simplemente seguimos usando el diagnóstico anterior. Así que pensé que esos comentarios eran recuperables, y que haciendo una distinción entre los fundadores y los epígonos bien podía hacer una crítica del quehacer sociológico durante los últimos decenios.

Una crítica porque la opinión seguía siendo la misma: La sociología chilena ha fallado en los últimos 20 años en realizar su tarea más básica, que es el de diagnosticar lo que sucede en Chile, y terminamos usando un diagnóstico limitado que no era mucho lo que nos permitía decir.

Hay dos características esenciales de la sociología en los últimos 20 años: Que se usa un diagnóstico común de que fue lo que sucedió en la sociedad -que nos transformamos en una sociedad de mercado. Esto se dice con retóricas, valoraciones y lenguajes muy distintos pero en lo fundamental eso es lo que se plantea. Y que se un método común para mostrar ese cambio -el ensayo impresionista, y en particular de ensayos que no argumentan demasiado. Ambas características están relacionadas entre sí. El uso del ensayo facilita el no profundizar los temas, y quedarse en lo que -finalmente- aparece como lo más obvio: la importancia del mercado y del consumo. Al quedarnos solamente en lo más obvio, además una vez dicho la obviedad no había más que decir. Y entonces sobre la sociedad después de los ’90 la sociología no ha tenido nada nuevo que plantear. Ni siquiera para discutir, en serio, si efectivamente no se habían dado cambios fundamentales.

¿Porque es relevante que la sociología en Chile en general no argumente y defienda sus posiciones? Al fin y al cabo, esto puede parecer un asunto meramente formal sin mayor relevancia frente a lo central: que es el contenido. ¿Qué importa que no argumentan si lo que plantean es tan interesante y correcto?
Porque sin argumentación con lo que único que nos quedamos es con los nombres. La única razón para tomar en cuenta lo que plantean es, simplemente, que ellos lo dicen. Sin argumentos estamos reducidos al mundo de lo que parece, de lo que a uno le suena. En un mundo sin argumentos, las afirmaciones nos parecen correctas o interesantes sólo por el prestigio del autor. No negaremos que es un mundo intelectual cómodo. sin argumentación, simplemente nos quedamos con el equivalente de una conversación de café de presunta profundidad. Y los textos, finalmente, tienen los mismos vacíos de esas conversaciones: brillantez fácil y frases sugerentes e inteligentes. Pero, nada de importancia detrás de la fachada. Como toda conversación de café, sirven para pasar una tarde y para pretender que uno no es un bruto, pero como aporte al conocimiento de la sociedad no es mucho lo que sirven. Lo extraño del asunto es la pretensión que ese tipo de disquisiciones merecían imprimirse

Para escribir los textos que hemos comentado se requiere algo de inteligencia y pensar unas cuantas tardes. No es una tarea realmente muy difícil. Sin embargo, la tarea de argumentar si es difícil. Es algo que requiere trabajo y dedicación. Al fin y al cabo, argumentar no es repetir varias veces la misma afirmación. Argumentar no es ilustrar la posición con un ejemplo Argumentar no es plantear que la propia posición es evidente. Argumentar es hilvanar: conectar frases. Para ser personas que, presuntamente, trabajan con ideas no deja de ser algo extraño que se salten la parte que efectivamente representa trabajar con ideas.

El problema central es que una consecuencia de esta ausencia de argumentación, de esfuerzo real de investigación, es que quedamos reducidos a las obviedades y al sentido común, las posiciones defendidas no son muy interesantes. La visión de la sociedad chilena que está detrás de las disquisiciones teológicas de Cousiño y Valenzuela -como por ejemplo, su discusión acerca del exódo-, de la retórica de Moulian y del equivalente a comentarios de sobremesa de Tironi es bastante sencilla: Chile se ha transformado en una sociedad dominada por el mercado. Prácticamente todos nuestros autores comparten la idea que Chile se ha transformado de una sociedad dominada por la política a una centrada en el mercado. Gran parte de nuestras actividades y relaciones está mediada por el mercado, y el consumo -especialmente, su aumento del consumo- se ha transformado en una de las actividades centrales de nuestra sociedad.

Pero al no indagar realmente, entonces no sólo decimos lo que parece ser obvio, sino que además sólo decimos lo que parece evidente de eso: Ni siquiera se investigó, mucho, en que consistía exactamente ‘una sociedad de mercado’. Plantear que hay más bienes en una sociedad -mas automóviles, mas lavadoras- no nos dice mucho sobre la experiencia y las prácticas de vivir en una sociedad de mercado, que implica realmente para las personas. Plantear que las personas se endeudan no nos permite entender mucho más si no conocemos cómo se inserta el endeudamiento en las vidas de las personas, como afecta las prácticas presupuestarias. Esto puede parecer cosas nimias, pero el tema es que cuando se mira en detalle es que aparecen elementos importantes que uno no podría haber pensado cuando se queda en la mirada general y obvia. Incluso si aceptamos el diagnóstico general, y aceptamos que lo que pasó fue la instauración de la sociedad de mercado, no sabemos en que consiste ese diagnóstico a menos que vayamos más allá de lo que se puede observar en general.

En última instancia, las debilidades del discurso sociológico se fundamentan en el rol que cumple. Al fin y al cabo, la sociología, en la práctica, no es más que la transposición, algo más compleja y afectada en el decir pero igual de sencilla en las ideas, del discurso político. El consenso político se transforma en consenso en el diagnóstico; y los puntos sobre los cuales se discute en política se transforman en los puntos sobre los cuales se discute en sociología (Estado y mercado a final de cuentas).

En en el apuro por tener alguna interpretación general sobre el Chile de los ’90, la sociología olvidó hacer su trabajo. Una etapa que, por admisión del consenso estándar, representa grandes cambios en la sociedad, debiera ser un período especialmente interesante para un sociólogo. Pero en vez de realizar un trabajo serio y exhaustivo, nos quedamos en lo que es más fácil: en el ensayo y en la metáfora. Y así dejamos abandonado el trabajo porque nada más teníamos que decir

No todo el mundo tiene la oportunidad de analizar una transformación mientras esta se desarrolla. En ese sentido, los sociólogos chilenos de los últimos decenios fallaron en la tarea básica que tenían que realizar, la de entender y estudiar una sociedad en un proceso de cambio.

Las reglas del análisis sociológico

En realidad, esto no es más que un refrito. Originalmente había organizado, editado y aumentado diversos posts sobre metodología que habíamos hecho en este blog en una serie de posts sobre las reglas analíticas del método en ciencias sociales. Y una vez posteadas esas, seguimos organizado, editando y aumentando el texto.

Con lo que finalmente produjimos un pequeño articulo que esta en Scribd y que ahora se llama Las reglas del análisis sociológico (en donde, por un motivo que todavía no logro desentrañar, el texto aparece centrado en vez de justificado, pero en fin, no me voy a poner a reclamar por un servicio que me permite subir artículos gratis para difundirlos como se me de la gana). Ahora, lo de finalmente de todas formas es una trampa. Evidentemente seguiré editando el texto. Siempre es un placer escribir las ideas que uno tenga, por más menores que sean.

¿Tiene mucho sentido? Ni la menor idea. Nunca he sabido si escribir textos sirve de mucho para el lector, pero para quien lo escribe siempre tienen utilidad. Es lo mismo que las clases: el que más aprende siempre es el profesor.

Lo cualitativo es generalizable.

Entre las innumerables premisas del discurso sociológico vulgar (lo cual de inmediato me ha hecho pensar que debiera escribir un texto sobre eso) está la idea que las técnicas cualitativas no permiten generalizar. Que dicho por quienes se dedican a lo cuantitativo suena a ataque (‘vieron, lo cualitativo es limitado porque no permite generalizar’), y que dicho por quienes se dedican a lo cualitativo suena a excusa (‘pero bueno, no se trataba de eso; jamás lo ofrecimos’). Ahora, esa idea es profundamente errada.

Porque si se puede generalizar con lo cualitativo. Para entender la anterior afirmación primero hay que determinar que implica ‘generalizar’. Dado que obviamente en una investigación cualitativa o cuantitativa normal no estamos hablando ante pretensiones de leyes universales, estamos diciendo simplemente si nuestros resultados son aplicables a una población concreta.

Ahora, en la investigación cuantitativa muchas veces, y de manera muy automática, generalizamos a una población aún cuando no estén dadas las condiciones técnicas para ello: Todos sabemos que, en principio, no hay que generalizar una muestra por cuotas, pero regularmente lo hacemos. Por lo tanto, en principio si se aceptan los mismos pecados para lo cualitativo que para lo cuantitativo, entonces bien se pudiera generalizar desde lo cualitativo.

Pero lo anterior es débil, y bien pudiera plantearse que eso sólo debiera reafirmarnos en la convicción que la única manera de generalizar es mediante su buena muestra aleatoria. Lo que, por supuesto, no tiene sentido. Si vamos a usar una técnica cualitativa es porque nos interesan los significados. Y una razón muy sustancial por la cual los significado son relevantes es porque ellos están insertos en las prácticas de las personas -y que en un sentido muy básico, las conforman: las prácticas son inseparables de las distinciones que las estructuran. Y esto implica que esos significados son conocidos por los participantes, de otra forma la práctica no funcionaría.

Lo anterior tiene una consecuencia muy clara: Que los participantes de una práctica conocen los significados y distinciones que componen una práctica. Lo que implica que la indagación de los significados y distinciones de esos participantes es generalizable a la práctica. Puede que un participante no sea un informante válido, pero con sólo algunos debiéramos ser capaces de eliminar los sesgos provenientes de temas personales y adquirir los significados y distinciones de esa práctica. Pero lo cualitativo es generalizable: El resultado es válido para todos aquellos que participan de esa práctica

Y ahora vienen los caveat correspondientes: El argumento precedente se aplica a los significados y distinciones que componen una práctica: digamos, que todo aquél que juega al fútbol puede hacer la distinción arquero / otros jugadores y cuáles son las acciones que el arquero puede realizar. No se aplica a otros elementos necesariamente, como las valoraciones, a menos que estas sean parte de la práctica como tal. Y requiere personas que sean parte de la práctica, no digamos ‘aprendices’ de una práctica (quién está recién empezando a jugar ajedrez). Hay que tener cuidado también con los límites de la práctica -las reglas del fútbol no se aplican al futbolito. Pero bueno, todo siempre tiene sus precauciones, y las afirmaciones no pueden ser usadas más allá de donde pueden ser usadas.

Nada de eso quita que para el tipo de información que supuestamente buscamos cuando decidimos usar técnicas cualitativas, efectivamente se puede generalizar lo cualitativo.

A propósito de la utilidad de la Sociología

Hace unos días atrás, leyendo el blog La Pala me encontré con un escrito sobre la utilidad de la sociología (el link en el título del post en todo caso). En el texto se dicen muchas cosas que a mí me parecen esencialmente correctas sobre lo que se hace en sociología. Como por ejemplo: ‘Dicho de otro modo, a muchos sociólogos les interesa más el fundar programas de acción política reformista (v.g., Alain Touraine, Norbert Lechner, Tomás Moulian, entre otros) que programas de investigación’. Y además plantear que eso está de lo más bien, pero para  cosas normativas hay tantas cosas mejores que la sociología.

Pero hay algo en el texto que creo equivocado

Nosotros parecemos estar en una época de indiferencia, a juzgar por el peso reducido que tiene la sociología en la discusión pública. Más allá de que el libro de Tomás Moulian haya sido un best-seller, de que Villegas tenga tribuna en todos los medios masivos o de que los estudios de opinión se publiquen en todos lados, sigue pareciendo que la disciplina es poco influyente, que la investigación más académica se toma poco en cuenta y que, al fin y al cabo, nadie entiende muy bien en qué estamos, ni siquiera nosotros. Es decir que, a pesar de que Chile ha vivido una serie de transformaciones económicas, sociales, culturales y políticas, el lenguaje sociológico (tradición – modernidad; comunidad – sociedad; diferenciación funcional, etc.) no aparece demasiado en la discusión pública.

Ahora, ¿por qué la utilidad de la sociología se mide en torno a cómo influenciamos la discusión pública? Es cierto que ese sería el lugar que, probablemente, más nos gustaría ocupar; de hecho el que ocupamos por un tiempo; y que el tema que los economistas lo ocupen ahora sea motivo de tirria para más de uno. Pero creo que efectivamente la sociología ha tenido influencias fuera del ámbito de la discusión pública (creo que hay más de un programa de políticas públicas que fue diseñado por sociólogos en los últimos años, y conozco algunas intervenciones en diversos mercados que también tienen esa proveniencia).

En más que una forma, el tratar de abandonar el ‘discurso ideológico’ y cambiarlo por una labor profesionalizante (digamos, no es sólo Tironi que cambio los libros por las consultorías), tuvo ese efecto: Una sociología cuya utilidad opera a escondidas de la sociedad, en vez de hacerlo en la plaza pública. Es posiblemente una mala forma de ser ‘útil’, y en particular puede ser una muy mala para la sociología. De hecho, creo tiene más capacidades para dar mapas a la plaza pública que para elaborar políticas públicas en realidad. Pero sigue siendo una forma de ser ‘útil’.

Aunque posiblemente me siento más cerca del sentimiento de Jean Botteró, especialista en el Medio Oriente antiguo, que alguna vez publicó un artículo, a propósito de su disciplina, ‘en defensa de una ciencia inútil’, basado precisamente en su inutilidad. Por otro lado, siempre me he sentido a gusto con el puro deseo de conocer más sobre el mundo social a decir verdad.