Los argumentos formales suelen ser lateros, no siempre avanzan sustantivamente las cosas y, en general, resultan más difíciles de hacer que los argumentos (y afirmaciones) informales que normalmente hacemos en Sociología.Pero tienen una gran ventaja, que creo es decisiva. Evitan este tipo de cosas:
En el transcurso de criticar al utilitarianismo y a los intentos de esas aproximaciones de explicar el altruismo, Hans Joas y Wolfgang Kobl en ‘Social Theory. Twenty Introductory Lectures’ dicen lo siguiente a propósito del altruismo en biología
The answer that theses scholars came up was structured in almos identical way, in that they believed it possible to affirm that such altruistic behavior always aries in cases where it increases the ‘reproductive fitness’ of the species, at least in the long term. Once again, altruism was ‘elegantly’ traced back to genetic egotism. None of this is terribly persuasive’ (página 105)
Ahora, como parte de las diferencias es que los biólogos formalizaron el argumento en un modelo, resulta que es completamente irrelevante si a alguien le parece ‘terriblemente persuasivo’. El argumento funciona y está bien contruido (y en general, los términos están relativamente bien definidos así que no es necesario poner reproductive fitness entre comillas), y obtiene como consecuencia la conclusión. Si quiero criticarlo tengo que hacer algo más que simplemente decir ‘none of this is terribly persuasive’, necesito demostrar que el argumento no funciona (i.e que sus premisas son malas, que las conexiones no están suficientemente bien hecha) o mostrar empíricamente que no es el caso (bueno, sucede que en tal y tal especie…).
Pero, claro está, eso implica trabajar de verdad al desarrollar teoría y no sencillamente quedarse en el ‘me parece que…’.