La Baburnama. Entre la vida no imperial y la imperial

Babur (1483-1530) es el fundador de lo que la posteridad ha conocido como la dinastía Mogol, y es conocido por su conquista de la India, al menos del norte de la India (desde la zona de Kabul). La batalla de Panipat (1526) en particular es recordada como uno de los casos más relevantes del desplazamiento de la guerra tradicional por la guerra moderna basada en las armas de fuego. La expansión europea en el Nuevo Mundo es contemporánea con la implantación de varios nuevos imperios islámicos que se basan, ambos, en su dominio de esta herramienta (Marruecos también hace lo mismo en el Norte de África en los mismos momentos).

Es además conocido por escribir su autobiografía, la Baburnama, uno de los pocos casos de este género en el mundo del Islam. La lectura de esa obra nos permite recordar además otro elemento relevante: La conquista de la India es algo que hace después de varios años como participante (no demasiado exitoso a decir verdad) en los distintos conflictos y disputas en Asia Central por la época. Tierras que, por cierto, Babur siempre prefirió a sus conquistas. Buena parte del texto se dedica efectivamente a narrar esas disputas.

Esto permite entonces contrastar dos modalidades de ejercer el poder. Una en una situación no imperial -en competencia entre poderes- y otra en una situación imperial. Lo que procederé a destacar no es particularmente novedoso, sólo que la Baburnama lo ilustra con claridad: la cotidianeidad de la violencia.

Para personas que habitamos en sociedades modernas resulta posible imaginarse vidas alejadas en general de la posibilidad del conflicto bélico. Incluso en sociedades (como Estados Unidos) que está regularmente en guerra resulta posible para buena parte de su población imaginar su vida sin pensar en esa participación (como participante militar o víctima civil). Por cierto, no es la única experiencia de la modernidad. No sólo en la actualidad los habitantes de varias sociedades claramente tienen esa experiencia y en ocasiones (la primera mitad del siglo XX) ella ha resultado extremadamente común -y extremadamente violenta. El caso es que, aunque no sea la única, sí es una recurrencia relativamente común.

En sociedades premodernas esa presunción sólo es operativa para un habitante de una formación imperial. y en particular, de sus zonas centrales. Sólo ahí la idea de la guerra como algo lejano (que le ocurre a otros) y donde la posibilidad de ella no es algo que afecte la propia vida resulta posible. Ese contraste es lo que aparece en la Baburnama. Ello quizás no tanto directamente a través de la vida del propio Babur, porque como líder político la guerra y la conquista no dejan de operar, y lo que narra una vez triunfante es una seguidilla de rebeliones y conquistas. La diferencia que nos importa es lo que implica para la vida en general en sociedad.

La vida de Babur en sus años pre-Panipat es un continuo batallar, intentos de conquistar ciertas tierras, ataques y repliegues. Samarcanda y Andiyán son tomadas y perdidas en más de una ocasión. Babur pasa de ser un gobernante, a ser uno de tantos líderes en un conflicto a -en una de las escenas más dramáticas- a huir solo, después de perder una batalla, y estar a punto de ser enviado a manos de sus enemigos cuando aparecen algunos fieles seguidores y lo salvan (después que él ha soñado con que recibirá un reino) antes de recibir a sus amigos:

I readied myself to death. There was running water in the orchard. I made my ablutions and performed two cycles of prayer. I put my head down for intimate conversation with God and was making my requests when I dozed off. I dreamed that Khwaja Ya’qub, son Khwaja Yahya and grandson of Khwaja Ubaydullah, was coming straight toward me on a dappled horse, surrounded by a group also mounted on dappled horses.

Luego de ello observa al grupo que está buscando apresarlo (para llevarlo probablemente a su muerte) y entonces:

When I heard this, my trepidation increased and i did not know what to do. At the very instant the horsemen, without waiting to break down the gate, crashed through a hole they made in a crumbling place in the wall […] I felt as though God had granted me a new lease of life (Eventos del año 908 [1502-3], p. 138)

La anécdota nos muestra un mundo de violencia continua, de cambios abruptos de suerte. Cuando Babur ha sido perseguido sólo ya era un comandante importante, ya había tomado (y pérdido) Samarkanda. Ese es el mundo de la violencia no-imperial. Un mundo en el cual cuando Babur nos hace una reseña de algún gobernante o líder nos tiene que decir de las batallas que ha realizado y de muchos de ellos su muerte ocurre en torno a una situación de combate (o asociada a conflictos políticos) -donde cada cambio de gobernante es ocasión de oportunidad y peligros (ambo vitales). En que los habitantes de un pueblo saben que es probable que sea sitiado (y cambie de gobernante) en varias ocasiones.

Esta violencia continua y permanente no implica una situación de tierra arrasada: Esos mismos líderes tienen tiempo para desarrollar sus habilidades en poesía (que Babur se encargará de evaluar en cada caso, y nos contará de sus propios esfuerzos) y las ciudades no parecen sufrir demasiado. Sin embargo, estamos ante una violencia normalizada y cotidiana. La violencia no es algo que aniquile la ciudad, pero es parte continua de lo que sucede: Sufren algunas cabezas recortadas como nos dice Babur al tomar Kabul (Eventos del año 910 [1504-5], p. 151), y el mismo se vanagloria de no abusar del comerciante -lo cual implica que era algo que sucedía.

Babur, al realizar una reseña del sultán Husayn Mirza (1438-1506) dice lo siguiente, y en ello está una mecánica esencial detrás de ese mundo:

He abandoned the toil and trouble of conquest and military leadership. Consequently, as time passed, his retainers and realm dwindled instead of increasing (Eventos del año 911 [1505-6], p. 197)

En una formación imperial las cosas cambian (y de hecho, la narrativa también experimenta un cambio). La violencia y la guerra no desaparecen, y de hecho los hechos bélicos y las batallas aumentan en magnitud y en intensidad (la batalla de Panipat en 1526 y o Khanua en 1527 son batallas de gran magnitud). La invasión de la India se hace con repetidas referencias a ‘montañas de cráneos’. Lo que sucede es que la guerra cambia de modalidad: Ella se traslada a las ‘fronteras’ y deja de ser algo cotidiano para quienes habitan en el centro una vez conquistadas Delhi y Agra desaparecen de la operación militar. Eso es lo que implica el cambio

La diferencia es precisamente entre una presencia permanente y continua de una guerra, quizás de menor magnitud contra una situación en la cual la batalla no es permanente, puede ser mayor en sus efectos, pero aparece la posibilidad de un espacio libre de violencia y de guerra. No es casual que sea sólo después de conquistar la India que Babur nos menciona algunas decisiones de gobierno civil (sobre alcohol, sobre impuestos, sobre rutas de correos): He ahí el contraste.

La Baburnama, crónica de la vida de un gobernante que pasa de una modalidad a otra, es uno de los textos donde ese contraste entre la violencia no imperial y la violencia imperial se puede apreciar, quizás, de mejor forma.

NOTA. O al menos, uno de los textos que haya leído donde ello queda más claro. En el gigantesco universo de crónicas e historias no deben faltar los que narran algo similar. De todas formas, el Baburnama siendo escrito por un conquistador de imperios no deja de ser un buen caso.

Cito de acuerdo a la edición de The Modern Library, traducción de Wheeler M. Thackston