A propósito de la Elección Presidencial de 2017

Nada muy ordenado, pero:

(1) FA+NM claramente no constituye una mayoría electoral. La ‘unidad’ de las izquierdas se dió (en lo que puede darse, que tampoco hay traspasos del 100%) y no fue suficiente.

(2) Chilezuela funcionó. Y la razón que funcionara implica una derrota para los más izquierdistas. Me acuerdo de conversar con varias personas de derecha en Twitter que estaban usando ese argumento y (a) nadie dijo que fuera un peligro inminente, sino más bien el inicio de un camino y (b) no era tanto Guillier ni la vieja Concertación que generaba ese miedo, sino precisamente el FA (y el viejo PC).

(3) Además implica una preferencia que es preocupante para esos sectores, que tan contentos estaban en 1a vuelta (es lo bonito de las elecciones). El electorado chileno está disponible para y hasta una socialdemocracia, pero no más: No es anti-mercado ni anti-empresarial; puede tener problemas con cómo funcionan, y querer que el mercado no lo sea todo, pero eso es distinto de rechazarlo (en las marchas de No+AFP los mismos marchantes iban felices a comprar al McDonalds, que de hecho estaba abierto el de Santa Lucía).

(4) El programa de Piñera incluye cosas que eran impensables en un programa de derecha hace 10 años. Y ello también debiera servir para poner límites a los discursos que implican cambios abruptos de lo que la población está buscando (leyendo cada elección como un cambio de timón fundamental en la opinión de las personas). Algo me dice que la población es más estable en sus preferencias, y que los cambios electorales se deben a que ninguna oferta política se ha acercado a ella en los últimos tiempos.

(5) El crecimiento importa. Puede que para la población éste no baste (y por eso también reclamó por menos abusos o mejor acceso etc.), pero era más bien algo que se lo daba por dado -pero cuando fue creíble que no existiera, sí genero reacción. Ninguna oferta política puede funcionar sin ser creíble en que es compatible con crecimiento.

(6) La Concertación fue tremendamente exitosa en los ’90 ofreciendo crecimiento con equidad. En cierto sentido, Piñera está ofreciendo ahora algo de eso (su promesa inicial fue más crecimiento, y durante la campaña reforzó elementos ‘reformistas’ -desde gratuidad a ley de pesca, hasta incluso hablar de AFP estatal). Hay muchos cambios (por cierto ni el discurso ni el contenido de los ’90 es adecuado ahora), pero hay una continuidad de preferencias básicas también.

(7) Hay un tema que aparecía en el Informe de Desarrollo Humano del 2015 que es el hecho que la evaluación de cualquier intento de reforma se hacía siempre desde un prisma individual (¿cómo esto me afecta a mí y a los míos de forma concreta?). En ocasiones posteriores la idea fue planteada como una lógica de apoyo colectivo al esfuerzo individual. Luego, todo discurso que hablara desde lo colectivo (como suele hacer la izquierda, y como buena parte de la izquierda leyó demandas de cambio) no funcionaba. Y luego, en el momento en el cual se realizara una oferta de solución a los problemas sociales desde esa óptica, tenía buena

(8) Los anteriores son sólo unas ideas. No están demasiado hilvanadas, ni siquiera sé si sean muy coherentes entre sí, claramente son hipótesis a explorar (la realidad bien podría ser distinta). Hay bastante que estudiar, pero al menos uno de mis viejos leit-motiv sigue en pie: Observar a la población desde las categorías que usa la discusión pública es una forma segura de no entender a la población.

Al centro+izquierda no le fue mal en la elección, pero la Nueva Mayoría fue claramente derrotada

Hace cuatro años la derecha tenía muy buen animo porque, contra pronóstico (¿habrá que recordar que en esa ocasión el CEP se equivocó hacia la izquierda? Lo único constante es que sobre-representa el primer lugar parece), se había logrado. Tanto que pasó por alto (a) que no tenia posibilidad alguna para la 2a vuelta y que (b) la elección parlamentaria había representado una derrota contundente.

Hoy se repite un poco el escenario, pero con actor cambiado (es ahora la Nueva Mayoría la que tiene ese ánimo). Es cierto que hay diferencias. La 2a vuelta es meramente muy difícil en vez de imposible. El 2013 Matthei no tenía donde crecer, y la 2a vuelta la habían producido los candidatos de izquierda. Aquí, sucede que Guillier tiene donde crecer. La magnitud y la dificultad de ese crecimiento lo vuelven muy difícil, pero en principio hay un camino. Pero también ocurría que si Matthei representaba el peor resultado de la derecha en todo el ciclo desde 1989, lo mismo ocurre con Guillier (si se suma Guillier+Goic se repite el resultado 2009).

Ahora bien, lo que sí se repite es el desastre parlamentario. La debacle es en escaños y en votación. Una tabla dejará las cosas más en claro:

Comparación votación parlamentaria (diputados) Nueva Mayoría 2013-2017

Votos Escaños
2013 (Nueva Mayoría) 2.967.896 67
2017 (NM + DC) 2.082.808 56
Diferencia 885.088 11

Casi un millón de votos menos (la votación 2017 es similar a la votación de la municipal que ya era un desastre). Además, 11 diputados menos -en una Cámara que dispone de 35 más diputados.

En general, la Concertación-NM había ganado todas las elecciones parlamentarias desde 1989 en adelante, a veces por poco, pero siempre era la primera coalición. Esta es la primera vez que no es la principal coalición en la cámara de diputados. Y conste que estoy sumando listas que no por nada no pudieron ir reunidas.

En resumen, a la Nueva Mayoría (con o sin DC) el resultado fue paupérrimo.

Ahora bien, al centro+izquierda (no digo centroizquierda porque ni van juntos ni forman una sola sensibilidad, pero tiene sentidos reunirlos porque la alianza entre centro e izquierda ha sido efectivamente una base política desde 1989 en adelante) le fue relativamente bien. O al menos, efectivamente los que apoyan cambios y transformaciones son más de los que no los apoyan. La Suma de NM+FA+PRO en diputados es más que CHV (la votación de diputados de la DC puede ir a cualquier parte).

La derecha obtuvo su un poco menos de 40 puntos y 2.3 millones que es su base electoral. Una base que sigue siendo minoría pero que, como ha sido la tónica desde hace muchos años, es individualmente el sector más fuerte. El centro+izquierda “progresista” sigue siendo la mayoría política, que es lo que ha sido en realidad durante todo el período. Que esa mayoría pueda efectivamente operar como una mayoría (i.e operar como unidad) no es claro -y algo me dice que para poder operar como unidad se requeriría primero una transformación interna importante.

 

Las Encuestas Electorales se equivocaron (pero no todas, y no todos reaccionan igual)

Habíamos dicho en varias ocasiones anteriores (para que no digan que se es general después de la batalla) que había problemas con las encuestas: Que no era claro que estuviera bien analizado lo de votante probable, las tasas de rechazo (aquí link), que las primarias habían mostrado varias sorpresas (aquí link). Más en general, habíamos enfatizado el hecho que los métodos han de articularse con la realidad social que estudian, su validez depende del estado de esa realidad (link)

Los resultados del 19 de Noviembre mostraron eso con claridad. La Radio de la Universidad de Chile tuvo a bien mostrar un cuadro que es bastante claro.

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Las principales encuestas tuvieron varios errores importantes para Piñera (10 puntos en varios casos) y Sánchez (12 a 6 puntos), y con una fuerte subestimación de Kast. Más aún, la impresión general -de una votación muy alta de Piñera, de importantes diferencias entre Guillier y Sánchez- resultó claramente errada.

Ahora bien, ¿eso implica que hay un problema de mala fe? ¿Las encuestas de derecha nos engañaron? Y no. CERC que no es de derecha estuvo entre las encuestas con más problemas. UDD-El Mercurio -que la gente que usa esa interpretación diría que es de derecha- estuvo bastante bien.

¿Se equivocaron todas las encuestas? ¿No sirven para nada? Tanto Criteria como UDD obtuvieron estimaciones que resultaron bastante decentes. En general, las encuestas no se equivocaron con Guiller (sólo CERC), y nadie le otorgó muchos votos a Goic (que también era de quien criticaba antes a las encuestas). Adimark, entre las grandes, tuvo los menores errores con Piñera y Sánchez (y dejó de hacer encuestas antes que las otras).

En otras palabras, hay problemas importantes que resolver (¿cómo se calcula votante probable?); pero no todos se equivocaron.

Aquí es importante hacer dos precisiones cruciales. Una de actitud y otra metodológica.

Partamos con la actitud de la reacción. He aquí Mackenna del CEP en Twitter hoy

Captura_CEP

Para ver otra reacción,Izikson de CADEM a través de la misma red social:

Captura_Cadem

Entre Mackenna e Izkinson está la diferencia entre la seriedad y el burlarse de la población. Entre quien de verdad se cree que las cosas hay que hacerlas bien y quien le da lo mismo. La diferencia entre el mínimo profesionalismo y el vendedor de humo.

Una encuesta es, al final, un instrumento cuantitativo, lo mínimo es que vaya más allá del al orden. La impresión que deja una encuesta no es sólo un tema de orden. Un error de 10 puntos no es un tema de ‘hacer más precisas las estimaciones’.

Al fin y al cabo, basados en resultados electorales y analizar políticamente es posible estimar mejor. En mi oficina se hizo el ejercicio de apuesta en intentar predecir el número de votos de Piñera. Los datos que usamos para ello fueron (a) cuantas personas votaron 1a vuelta el 2013, (b) votación primaria derecha 2017, (c) votación Evelyn Matthei en 2a vuelta el 2013. Basado en ello, el promedio de la oficina fueron 2.6 millones de votos, concentradas las opciones entre 2,3 y 2,5 millones (el nivel mínimo de votación derecha es lo que obtuvo Matthei en 2a vuelta el 2013 y de ahí puede sacar más porque es candidato más fuerte). Los outliers pensaron en 3 millones porque siguieron más bien a las encuestas. Esto es importante porque el mismo Izkinson ha retrucado al hecho de sólo dieron al orden con que ese orden sólo parece obvio dadas las encuestas. Sin ellas también es posible obtener estimaciones.

Luego, una buena encuesta necesita entregar algo más que un buen resultado al bulto. En particular, una buena encuesta electoral.

El segundo tema es metodológico. Es sabido que la encuesta CADEM no cumple con ningún requisito metodológico mínimo. Usar encuestas en punto de afluencia para una encuesta política es impresentable (y de nuevo, eso es sabido y ya había sido dicho en este blog ya el 2015). Y sin embargo, se usaban -no sólo los medios, incluso Kenneth Bunker -que desarrolla en TresQuintos predicciones bayesianas- los usaba. Izkinson realizó varias defensas de su método. Esto es incluso peor porque otras encuestas (Criteria por ejemplo, que recordamos ahora porque sus resultados fueron relativamente decentes) fueron vapuleadas por usar un Panel Online -el mismo Bunker en Twitter las declaró impresentables. Lo que aparecía como mostrando su clara inutilidad era la alta votación de Bea Sánchez. Es bien inconsistente declarar inusable una metodología problemática mientras al mismo tiempo aceptar otra.

Recordemos que los paneles online tienen problemas -el sesgo no se soluciona automáticamente a través de ponderadores. Sin embargo, han sido usados en otros contextos (y en algunos estudios de forma bastante exitosa con muestras claramente sesgadas -hay un estudio del 2015 con usuarios de Xbox que entrega buenos resultados para la encuesta norteamericana, link aquí). Incluso en el caso chileno, aparte de Criteria otras encuestas usando paneles (privadas) dieron resultados razonables. Sabemos que las metodologías tradicionales tienen problemas (tasas de respuesta por ejemplo), y luego hay que probar nuevas metodologías en el contexto actual. Ahora bien, para hacer esas pruebas resulta necesario hacer las cosas con seriedad y cuidado.

Y bien sabemos que seriedad y cuidado no es lo que caracteriza a la encuesta CADEM. Problemas con encuestas hay, fallos los habrá; pero lo mínimo es reconocerlos para poder solucionarlos. Salir defendiendo lo indefendible muestra que no hay mucho interés de hacer las cosas bien. Si de esta debacle al menos se logra que no sea aceptable hacer cualquier cosa, algo se podrá obtener en limpio.

De triunfos y derrotas. Notas sobre la elección municipal del 2016

Las elecciones no se ganan o pierden sólo en las urnas sino además en la interpretación. En particular, cuando una elección no sólo se piensa por sí misma sino por la siguiente. Una elección municipal un año antes de una presidencial no sólo es una forma de elegir alcaldes sino también una forma en que las opciones políticas se miden a sí mismas para pensar la siguiente elección. Luego, observemos algunas de las cosas que se dicen en torno a la última elección bajo esa doble mirada (municipal y anticipo).

(1) La derecha ganó alcaldías importantes pero no constituye un triunfo aplastante ni tampoco una votación que le asegure el 2017

La votación de alcaldes da un punto y medio sobre la Nueva Mayoría (38,5% contra 37,1%). En concejales la votación es inferior -y siendo la votación de concejal más puramente política no deja de ser buen apronte para otras elecciones. La Derecha ganó municipios emblemáticos, pero varios de ellos son tradicionalmente de derecha (Providencia o Santiago) y en otros casos hay división de votación (Maipú). Hay que recordar que la elección de alcaldes es de una sola vuelta, y la presidencial es de dos; y por lo tanto un 40% de la votación es perfecta para ganar muchas alcaldías pero sigue sin ser una gran votación como apronte.

Más en general, el porcentaje de la derecha no es particularmente alto. Es sólo un punto más alto que el 2012 (en las que, se supone, sufrió una gran pérdida), y ha sido menor que el 2000 y el 2008 donde tuvo algo más del 40%. Tampoco la derecha mantuvo su votación absoluta, sólo que su pérdida no es muy amplia (250 mil votos menos entre 2012 y 2016)

En resumen, la elección del 2012 para la derecha no es una elección muy inusual; y en términos de posicionamiento para la presidencial no parece tampoco ser tan promisorio.

Pero para ganar una elección bien se puede decir que basta con sacar más votos que el contrario, lo cual nos lleva al siguiente punto.

(2) Pero la Nueva Mayoría perdió claramente la elección de alcaldes, con todo no está mal para el 2017

Si bien la Nueva Mayoría obtuvo más votos de concejales que Chile Vamos (47% contra 40%), obtuvo menos votos de alcaldes. Y quizás más crucial perdió muchos votos. El 2012 sacó un 44% de la votación contra un 37% esta ocasión. O sea siete puntos porcentuales menos. Y la disminución de votación absoluta en alcaldes es bastante clara: alrededor de 620 mil votos menos. En la elección de concejales también disminuye en 500 mil votos.

En este sentido, si bien vis-a-vis la derecha no está tan mal (no fue tan aplastante su derrota), en términos de evolución si se puede plantear que el resultado fue una derrota aplastante.

Ahora bien, ¿y en términos del 2017? Si pensamos que sacó más votos en concejales y que la diferencia con la derecha en alcaldes no es tan alta, la situación no es muy desastrosa. Más aún, si recordamos que las presidenciales son en dos vueltas y un candidato de la NM podría obtener votos de las listas de izquierda (algunos todavía quedarán disponibles para el tema del mal menor). En otras palabras, no están particularmente mal.

Lo anterior nos lleva, entonces, a las consideraciones de más largo alcance:

(3) Si las elecciones fueran puramente de opciones políticas, la NM sigue teniendo buenas posibilidades para el 2017; pero como también son asunto de los candidatos…

Dado lo anterior es claro que pensando en términos puramente políticos las posibilidades de la NM son más que aceptables: Para repetir, la diferencia en alcaldes es baja, tiene mayor votación de concejales y tiene más donde crecer: la votación conjunta de la izquierda fuera NM es relevante y podría estar disponible para una segunda vuelta.

Lo cual es cierto pero olvida que las elecciones unipersonales importa el candidato. En otras palabras, mientras que Piñera (para usar el nombre más probable de la derecha) es probable que sostenga toda la votación de su sector y además crezca en votación, no es tan claro que ello suceda hacia el otro lado. Los candidatos respectivos son en general más débiles, no es claro siquiera que aseguren el piso de su coalición; y menos es claro que puedan ganar hacia la izquierda. O para decirlo de otro modo, que puedan ganar hacia la izquierda sin perder hacia la derecha.

(4) Si bien las elecciones son un rechazo al gobierno, no se sigue que sean un rechazo a reformas.

Y vamos entonces a uno de los temas cruciales: ¿qué significan las elecciones en relación al tema de si el país quiere reformas o no?

Veamos:

(a) Es claro que la elección es una derrota del gobierno. La pérdida en términos porcentuales y absolutos es innegable.

(b) Por otro lado, esa votación no la ganaron quienes se oponen en general a la idea de reformas importantes. La derecha no obtuvo ni en términos porcentuales ni absolutos los votos perdidos.

(c) La izquierda, que recordemos en principio quiere más cambios que lo que ofrece la NM, obtuvo un 6% en alcaldes y un 9,9% en concejales. En votos de concejales se mantiene prácticamente igual desde el 2012 (455 mil el 2012 y  451 en esta ocasión). Comparo con concejales porque, al revés que las dos coaliciones grandes, no presentan candidatos en todas partes, pero al menos son más amplios en alcaldes. O sea, todos estos movimientos si bien no pierden votación -al revés que la derecha y la NM- tampoco la ganan.

(d) Luego, en líneas generales lo que pasó es que simplemente una parte importante del votante de la NM decidió no votar. A primera vista, esto no implica entonces que ese votante haya pasado a preferir que no se realicen reformas (no pasó a votar por la derecha) ni tampoco lo convence un discurso de cambiar el modelo (no pasó a votar por la izquierda). Se podría adelantar la idea que es sencillamente un grupo de personas que sí desea reformas pero crítica más bien cómo se han hecho -y luego, no puede votar por la NM (lo ha hecho mal) pero tampoco está disponible a cambiarse de tienda política.

(e) En conclusión, sigue siendo perfectamente plausible que existiría una mayoría por reformas. Entre NM e izquierda se alcanza la mayoría de los votos (en concejales ello es claro, es un 56%, y si bien no toda la votación NM aprueba las reformas, al menos podemos decir que no están por que se mantengan las cosas como están). Si además recordamos que los votantes perdidos tampoco es por mantener el status quo, se puede seguir en dicha interpretación. Lo que sí es claro es que todo ello no apuntala al gobierno; pero distinguir apoyo del gobierno de apoyo a cambios es la mitad del asunto.

(5) En realidad el tema es la abstención.

Ahora bien, alguien pudiera decir que toda la preocupación de quien ganó o perdió es menor frente al hecho que sigue disminuyendo la votación, elección tras elección. Y que ello dificultad cualquier lectura política (ya sea en términos de partidos o de posturas sobre la sociedad) porque lo que es más claro es que la mayor parte del país por diversos motivos no vota.

Las interpretaciones de la abstención son siempre disimiles. Pero no es difícil sostener que una parte importante de ello es hastío y rechazo (i.e algo similar al ‘que se vayan todos’). La política como tal no sirve, ni los políticos sirven. Y no sirven para hacer todo lo que hay que hacer, no creo que sea sostenible pensar que muchos de ellos son personas satisfechas con el rumbo de la política y la sociedad (por más que puedan estarlo de sus propias vidas).

Aquí podemos hacer notar lo siguiente. Uno podría decir que el efecto de los escándalos de corrupción es más bien menor. La UDI, supuestamente más golpeada, sigue siendo el partido más votado; varios candidatos con problemas importantes al respecto alcanzaron votaciones importantes etc. Pero eso olvida lo más importante: Que para la ciudadanía la corrupción no es algo que diferencia entre políticos, sino algo que caracteriza al grupo en su conjunto. Y frente a ello entonces a quien le importa la corrupción no es que castigue a un partido en vez de a otro, lo que hace es restarse de la votación. O sea, los 800 mil votos menos entre el 2012 y el 2016 se pueden achacar en parte importante a ello.

Por cierto, tampoco es claro que la tendencia al aumento de la abstención tenga tope

Voto Voluntario y Evolución de Resultados Electorales

1. Introducción

Una de las posibles consecuencias que se han discutido sobre el hecho de tener elección con voto voluntario es el sesgo socioeconómico: Que comunas con menor nivel socioeconómico tenían más abstención (por ejemplo, ver el siguiente artículo de Contreras y Morales). Lo que a su vez fue negado por otros o relativizado por otros, así Valenzuela). En todo esto me ha llamado poderosamente la atención que no exista mayor preocupación por los posibles sesgos estrictamente políticos del voto voluntario.

Aquí uno puede comparar con la atrición en encuestas (que es equivalente al hecho de abstenerse en una votación). De acuerdo con la más clásica de las distinciones hay tres procesos básicos de atrición: Uno es que sea completamente al azar (que es equivalente a proponer que la abstención es pareja para todos los segmentos). Otra es que esté asociada a otra dimensión pero no a lo que queremos medir. Digamos, quiero medir ingresos pero los hombres contestan menos que las mujeres. Ahora como el hecho del sesgo no está asociado a ingresos, entonces los hombres que contestan tienen los mismos ingresos que quienes no contestan. Esto es equivalente a suponer que el sesgo es sólo de nivel socioeconómico, pero dentro del mismo nivel socioeconómico quienes votan son iguales a quienes no votan. Es la hipótesis de quienes mantienen que si hubiera existido voto obligatorio (y luego mayores tasas de participación en comunas populares donde Bachelet ganó en primera vuelta por grandes mayorías) no hubiera existido segunda vuelta: Esos votos ‘perdidos’ se hubieran comportado igual que los que fueron a votar.

La hipótesis más compleja es el tercer tipo de atrición; Cuando el proceso que produce atrición está asociado a la variable que quiero medir: Me interesa conocer ingresos pero un grupo de ingresos tiene menor disposición a participar. Esto es equivalente al hecho que el sesgo electoral está asociado a posiciones políticas. Que es la hipótesis que intentaremos explorar aquí.

Explorar porque con datos agregados sacar conclusiones sobre personas tiene el riesgo de la falacia ecológica. Pero de todas formas sirve como primer ejercicio. Ahora, como ya existe la idea que hay un sesgo socioeconómico, entonces la idea es observar ambas dimensiones.

2. Los datos

Para ello se creó una base de datos con las 34 comunas del Gran Santiago. ¿Por qué? Porque el Gran Santiago está segregado socioeconómicamente, por lo cual una comuna de altos ingresos está compuesta en buena parte por personas de altos ingresos; y una comuna de bajos ingresos está compuesta a su vez por personas de bajos ingresos. En comunas mixtas -como lo es buena parte del resto del país (donde en la misma comuna conviven personas de altos y bajos ingresos)- las diferencias por ingresos entre comunas dividen menos entre personas de altos y bajos ingresos. Es una forma, pequeña, de limitar el riesgo de falacia ecológica.

Dado que nos interesa ver que sucede socioeconómicamente entonces necesitamos una variable para ello. Se eligió como variable el ingreso autónomo del hogar promedio por comuna tal como aparece en la CASEN 2011. Pensé en ocupar nivel de pobreza -como se hace en otros análisis- pero revisando los datos, y recordando las limitaciones de la CASEN para estimaciones en poblaciones pequeñas, los datos de ingreso daban resultados más ‘sensatos’ (por ejemplo, por nivel de pobreza Lo Barnechea no queda en las comunas de altos ingresos).

¿Y comportamiento electoral? Para medir el impacto político supongo que es adecuado observar como ha evolucionado la votación de la Concertación y la Nueva Mayoría y compararlo con la derecha. Para ello, y para comparar igual con igual, se extrajo del sitio del SERVEL los datos de las elecciones de 2a vuelta de 1999, 2005, 2009 y 2013. Y en cada elección se generó un dato para el candidato de la derecha y otro para el candidato de la Concertación.

Luego, se procedió a establecer las diferencias: La diferencia entre la votación 2013 y 2009 y, dado que 2009 no es quizás la mejor base de comparación, también la diferencia entre la votación 2013 y el promedio de la votación 2000-2009. Como esta operación se realizó para la Concertación-NM y para la Derecha es posible establecer el porcentaje de disminución de cada coalición por cada comuna.

¿Por qué no usar el dato de abstención? Primero porque entre medio está el cambio de padrón que para una comparación entre elecciones hace algo inviable -al menos para un ejercicio rápido- llegar y comparar niveles de abstención.

La base -modesta en todo caso- disponible aquí.

3. Los resultados

Lo primero es lo que ya es relativamente conocido: La disminución es mucho más fuerte en la derecha y esto aplica tanto en relación al 2009 como al promedio 2000-2009. Los promedios de todas las comunas en la siguiente tabla:

Coalición Comparación 2013 con 2009 Comparación 2013 con promedio 2000-2009
Concertación-NM 0,7% -10,8%
Derecha -37,9% -35,5%

Así que, en primera instancia, podemos decir que el voto voluntario afecta a una posición más que a otra.

Pero más relevante, y más interesante, es observar la relación con el nivel socioeconómico. Al fin y al cabo, si sabemos que las comunas de mayores ingresos tienen menor abstención y son al mismo tiempo las que votan más por la derecha, hay al parecer un fenómeno interesante que explorar.

Dado que esto es un ejercicio rápido, simplemente colocaremos los R2 (y el signo) de la relación entre el Ingreso CASEN 2011 y las variaciones de la votación a nivel comunal por coalición. Primero presentamos el dato para todas las comunas:

Coalición R2 Ingresos -> Diferencia 2013 con 2009 Signo regresión R2 Ingresos -> Diferencia 2013 con promedio 2000-2009 Signo regresión
Concertación-NM 7,7% Negativa 1,3% Negativa
Derecha 72,6% Positiva 56,1% Positiva

Como podemos observar en el caso de la Concertación-NM no hay mayor relación: El porcentaje de variación no cambia mayormente de acuerdo al nivel de ingreso de la comuna. El poco impacto que existe es negativo: a mayor ingreso disminuye la votación

En el caso de la Derecha la relación es bastante fuerte (56,1% R2 entre ingreso y variación 2000-2009 contra 2013). Y la relación es positiva: En las comunas de menores ingresos la caída de la votación es mucho mayor

Pero sucede que Vitacura tiene un ingreso tanto mayor que el resto que para una regresión lineal tiene sentido hacer las mismas comparaciones sin Vitacura (*)

Coalición R2 Ingresos -> Diferencia 2013 con 2009 Signo regresión R2 Ingresos -> Diferencia 2013 con promedio 2000-2009 Signo regresión
Concertación-NM 2,5% Negativa 0,2% Positiva
Derecha 76,7% Positiva 57,0% Positiva

 

Y podemos observar que, incluso eliminando el caso outlier, las conclusiones son las mismas. De hecho, lo único que pasa es que con la Concertación-NM la relación es inexistente, mientras que en el caso de la Derecha se mantiene.

Quizás la situación de la derecha quede más clara en el siguiente gráfico (en que elegimos el análisis sin Vitacura y comparando diferencia votación 2013 con promedio 2000-2009)

variacion_votacion_derecha_ingresos

 

La disminución de la votación es claramente más fuerte en comunas de más bajos ingresos, y es en las comunas de altos ingresos se pudo observar una variación positiva (Las Condes y Lo Barnechea en las comunas que quedaron en el análisis) o de menor magnitud.

El análisis de regresión tiene diversas ventajas, pero también desventajas. Una de ellas es propugnar una relación lineal cuando no siempre quizás esa sea la mejor forma. Para simplificarnos la vida presentaremos una tabla que resumen las variaciones de las votaciones por niveles de ingreso de las comunas por grupos (por quintiles de comunas)

Quintil Comunas % cambio votación NM promedio 2000-2009 % cambio votación Derecha promedio 2000-2009
Quintil 5 VI, LC, PR, LB, ÑU, LR -13,4% -6,0%
Quintil 4 SA, LF, MA, PE, IN, HU, SM -5,4% -30,1%
Quintil 3 CE, CO, LC, SR, QU, QN, MC -12,7% -42,1%
Quintil 2 LG, LP, PC, EC, PA, PU, RE -10,3% -43,7%
Quintil 1 LP, LE, SB, EB, SJ, CR, RE -12,8% -51,1%

Como podemos observar, en las comunas de menores ingresos la caída de la derecha es de mayor magnitud (el efecto también se produce si se hace la comparación sólo con 2009 pero es de menor magnitud y divide más bien Quintil 1 / Quintil 2 / Quintil 3 a 5). Mientras que en la Concertación-NM es relativamente más parejo.

En otras palabras, no sólo parece existir un sesgo político en los cambios producidos por el voto voluntario, sino que ese sesgo parece tener alguna relación con el nivel socioeconómico: No fueron los pobres en general los que dejaron de votar, sino en particular los pobres de derecha.

En otras palabras, si esas personas hubieran ido a votar no es Bachelet quien hubiera recibido esos votos. Quién fue a votar parece ser distinto de quién no fue a votar.

4. Pequeña Discusión

El ejercicio es burdo y todo pero creo que ilustra que tiene sentido explorar otros sesgos más allá del socioeconómico. No deja de ser razonable que existan sesgos políticos como efecto del voto voluntario. Esto porque la derecha y la izquierda tienen relaciones distintas con la política.

La izquierda es, finalmente, pro-política, cree que es una actividad valiosa y que, en el mejor de los casos, puede llegar a ser noble. Es una posición que cree como solución de los problemas en la construcción colectiva pública, en otras palabras que cree que a través de la política es como se puede mejorar la vida.

La derecha, por el otro lado, es anti-política, sospecha de ella y de lo que en ella se puede hacer, y la buena sociedad es donde hay menos gobierno y actividad colectiva. En el mejor de los casos, la política puede no hacer todos los males que puede hacer, y la labor del político de derecha es la necesaria pero ingrata tarea de evitar esos problemas. Mientras menos política, mejor.

En esas condiciones no es raro que el votante de derecha vote menos cuando es voluntario hacerlo. Y menos extraño es que el votante popular de derecha -la persona que reúne las dos condiciones que hacen rehuir de la política, el menor nivel socioeconómico y su posición política- sea la persona que menos vota. Para un votante cuya visión de la política bien se puede ejemplificar con el refrán de ‘para qué votar si mañana igual tengo que ir a trabajar’  aprovechar la oportunidad de no votar es lo que tiene más sentido.

El análisis anterior es, por cierto, válido para estas elecciones. Una vez que los actores políticos internalicen estrategias adecuadas para relacionarse con el voto voluntario otras cosas sucederán. Pero al menos en estas elecciones el votante que no fue representado fue el voto popular de derecha -el de la UDI popular si se quiere buscar una imagen específica.

 

(*) Conste que en general no tiene mucho sentido eliminar para un análisis de al relación entre Nivel Socioeconómico y Votación las comunas de mayores ingresos: Porque si las eliminamos, eliminamos buena parte de las personas de mayores ingresos; y dada la concentración de ingresos es en esa parte de la distribución donde se producen las mayores diferencias. Sabido es que los deciles de menores ingresos tienen promedios similares, y es sólo en los de mayores ingresos -y en particular en el de más ingresos- donde se produce la diferencia. Eliminar las comunas de mayores ingresos es eliminar el segmento de la realidad donde se produce el efecto. Pero en este caso, al menos hacer un análisis sin Vitacura puede tener sentido.

Las Encuestas tras la elección de Noviembre del 2013.

Mi idea de hacer una entrada sobre el temas de las (vilipendiadas) encuestas y los resultados de la elección del domingo 17 se facilitó enormemente por el hecho que Kenneth Bunker en TresQuintos.com, al evaluar los pronósticos de la elección (incluyendo el suyo) mostró algunos cuadros resumen de lo que sucedió con las encuestas.

El cuadro más relevante para analizar la situación de las encuestas es el tercero de la entrada que comentamos que es el siguiente:

Errores de encuestas en elección

El pronóstico de TresQuintos se basa en un modelo de agregación de los resultados de encuestas (usando un modelo bastante más complejo que un simple promedio en cualquier caso, se usa Bayes, simulaciones de MonteCarlo, se ajuste por varios parámetros etc.). Ahora, dado que usa las encuestas como insumo y no es un pronóstico independiente, no sirve para responder la pregunta de si las encuestas lo hicieron bien, que es lo que nos interesa aquí.

El dato ‘predicho’ por cada encuesta corresponde al porcentaje de preferencia por candidato sobre el total de preferencias declaradas en esa encuesta, que es equivalente a cómo funciona el sistema electoral: En el que sólo se cuentan los votos válidamente emitidos para calcular porcentajes (En ese sentido, el valor CEP de Bachelet es de un 60% por ejemplo). Se puede discutir si esto es o no adecuado, pero dado que replica cómo funciona el sistema no parece ser completamente inadecuado.

Más allá de los preliminares, podemos observar que la situación no es tan compleja como pudiera parecer a primera vista. Conecta se mantiene dentro o cerca del margen de error en todos los casos, Opina y La Segunda tienen errores relevantes en un candidato (Bachelet y Matthei respectivamente). Por otro lado, las encuestadoras grandes sí tienen diferencias importantes -CEP e Ipsos. Ahora bien, dado que hay una diferencia entre la fecha de las encuestas y la fecha de la elección, una diferencia de resultados es esperable porque entre medio bien puede cambiar la realidad (i.e que a la fecha de la encuesta la diferencia con el valor real era menor, y que los altos valores de diferencia sean además producto de una diferencia en la realidad). En otras palabras, los resultados no quieren decir necesariamente que CEP estuviera equivocado en la encuesta de Octubre.

Lo que sí quieren decir es que (a) efectivamente resulta posible tener buenos estimadores de una elección bajo voto voluntario y que (b) queda todavía harto trabajo que hacer para disminuir los errores. Pero esto requiere hacer investigación metodológica, en por ejemplo ¿que tipo de preguntas son adecuadas para filtrar votantes? Dado que las distintas encuestas no hicieron las mismas preguntas para ello bien serviría para evaluar cual funciona mejor -aunque, claro está, requeriría que los cuestionarios fueran públicos, lo que no siempre ocurre, pero parece ser -si queremos mejorar las estimaciones- necesario.

Finalmente, un excurso: Un modelo de agregación bien hecho debe dar menores errores que cada encuesta en particular. Recordemos que cada encuesta extrae una muestra de todas las muestras posibles, y que si no hay sesgo y son aleatorias el promedio de la distribución de todas las muestras es equivalente al promedio del universo. Ahora bien, agregar es análogo a extraer más muestras de esa distribución y por lo tanto a acercarse al promedio del universo. Lo anterior, por cierto, que simplifica mucho del trabajo de un modelo agregado (en que hay que corregir por los sesgos, tomar en cuenta varios parámetros, y por cierto no es exacto decir que son varias muestras del mismo universo); pero nos explica la utilidad y relevancia de ese trabajo: Si se construye un buen modelo, entonces tenemos una alta probabilidad de tener un mejor pronóstico que el que entrega cada encuesta por separado, que es lo que interesa finalmente.

La derecha perdió la elección de Noviembre del 2013.

Usualmente no comento política en este blog, pero dado las cosas que he leído entre comentarios en medios y en redes sociales, supongo que no estará de más recordar algunas cosas:

  • La votación presidencial de la derecha es la peor desde 1993. De hecho, Matthei tuvo menos votos que Alessandri Besa, aun cuando su porcentaje es levemente superior. E incluso sumando Matthei con Parisi se logra un porcentaje que es el peor desde 1993.
  • La situación de las parlamentarias es incluso más clara: Pasó de tener un 45% el 2009 a un 36% en diputados, paso de 58 a 48 diputados, y perdió cerca de 600 mil votos. En cualquier parte esto sería señal de derrota clara y debieran rodar cabezas en las dirigencias. De hecho la posibilidad de defender las leyes orgánicas depende de un hilo (a la Nueva Mayoría le falta 1 o 2 votos por cámara para hacerlo, y por primera vez desde 1989 ello no requiere negociar con la derecha).

Más aún, el hecho que exista una segunda vuelta sólo se debe a la votación de las candidaturas de izquierda fuera de Nueva Mayoría (si se suma MEO, Claude, Sfeir y Miranda se alcanza un 17,4% y alrededor de 1.150 mil votos) que tuvo su mejor desempeño electoral en todos estos años (y si alguien pregunta el 20% de MEO en la presidencial del 2009, en ese caso no era sólo voto de izquierda, el perfil de votante Parisi en ese año también fue parte de ese 20%). El hecho que la izquierda fuera de la Concertación, o sea sin incluir a ningún partido tradicional de izquierda o centro-izquierda, haya estado a 500 mil votos de la representante de la Alianza es algo que nunca había ocurrido desde el retorno de la democracia. En términos parlamentarios, esa misma izquierda pasó del 4,6% al 11,6% y de 300 a 720 mil votos (y esto sin contar candidatos fuera de lista que son de esa tendencia). O más casuístico: que los dirigentes sociales hayan obtenido muy buenas votaciones, y que 5 de ellos hayan sido electos a la Cámara de Diputados también es relevante para mostrar esa fuerza. (Y todo eso sin pensar siquiera que el PS o el PPD puedan ser considerados de izquierda).

Entonces, la votación de izquierda la que produjo 2a vuelta y ese es un cambio fundamental dado que fue la derecha la que estuvo armando esa 2a vuelta anteriormente: El crecimiento de la votación de Lavín en 1999; el hecho que Lavín y Piñera obtuvieran más votos que Bachelet el 2005; o que Piñera fuera primera mayoría relativa el 2009. Que exista segunda vuelta con la peor votación de la derecha en 20 años se debe precisamente a esa votación de izquierda que estamos mencionado.

En otras palabras el discurso (como el de Peña) que la elección fue una de resultados moderados, que indican un voto pro-institucional es una lectura muy errada de los resultados. Hablar que el hecho que Bachelet no arrasara en primera vuelta no es una muestra de voluntad para cambios relevantes cuando lo que evito ese resultado fue la votación que quiere más cambios es tan claramente equivocado que no hay mucho que decir. Hablar que se requiere morigerar discursos y dirigirse al centro es incluso mayor muestra de falta de análisis: Esta no es la elección de 1999 (o 2005) cuando esa búsqueda tenía sentido; hoy no son esos votos los que están en juego o los que decidirán la 2a vuelta.

La votación del 17 de Noviembre -la disminución de la votación de la derecha, en particular las pérdidas de la UDI, el aumento de la votación de izquierda, el hecho que los representantes de los movimientos sociales hayan sido elegidos sin problemas etc.- implicó un desplazamiento importante de la votación hacia la izquierda. Y claramente implicó una derrota importante de la derecha.

Frente a ello, claro está, aparece la interpretación del que no fue a votar. En la lectura del poder establecido ellos son ‘posibles’ votantes, y son moderados y todas esas cosas. Pero no es plausible que voten en 2a vuelta, ya tenemos experiencias de 2a vuelta y en general no cambia mayormente la votación. ¿Por qué alguien desinteresado podría interesarse ahora? Y pensar que ellos son gente moderada es tan antojadizo como aquellos que los ven automáticamente como representantes de un malestar con la política. En cualquier caso, están más allá de la votación, de la política y de sus preocupaciones.

La lectura de 2a vuelta es para moderar, y en general de esconder la derrota de la derecha es, al final, una lectura interesada en plantear que no es necesario ni relevante hacer reformas profundas. Lo cual podrá ser muy razonable pero el caso es que el movimiento de la elección no tiene ese sentido.

 

NOTA: En cualquier caso, esto muestra algo que ya debiera estar claro: En Chile el voto voluntario favorece a la izquierda. Y esto porque al final bajo esas condiciones aparece un voto que es más político, y la izquierda es más política como tal que otras tendencias (i.e es parte de sus creencias básicas darle importancia a esa esfera). El carácter político más que personal también es lo que está detrás que el Bacheletismo como fenómeno electoral no existe. La popularidad personal, que no deja de ser un capital relevante al fin y al cabo al gobernar, no se traduce en votos: Michele Bachelet obtuvo los votos que obtuvo su coalición.

Encuestas Políticas en elecciones voluntarias

A meses de las elecciones ya estamos empezando nuevamente a estar llenos de encuestas políticas y electorales. En relación a ellas creo que vale la siguiente admonición: Una encuesta para ser mínimamente atendible en las presentes circunstancias debe tener preguntas / modelo de intención de voto real.

En otras palabras usar el mismo tipo de preguntas que se usaba normalmente en encuestas políticas previo a las elecciones voluntarias no tiene el menor sentido. Uno podría suponer que lo que sucedió en las elecciones municipales debiera haber sido suficiente, pero al parecer no.

Ahora es perfectamente posible que las encuestas que han salido recientemente en prensa no presenten esos datos porque para los objetivos comunicacionales de dichos estudios no tienen sentido -digamos, dado que quieren instalar un hecho político entonces este tipo de cosas no tiene mucha relevancia.

Pero si uno quiere entender que es lo que está sucediendo diferenciar la mera adhesión de la intención real de votar adquiere alguna importancia. Pensemos en los datos que entrega la última encuesta Adimark en torno a las primarias (disponible aquí)

Adhesión Política % Población % del grupo seguramente votara en primarias % en relación a población que votara en primarias
Gobierno 27 36 10
Oposición 43 44 19
Ninguno / otros (30) 19 6

La disposición a votar en primarias no es la disposición a votar en la elección, pero si ella es un proxy del comportamiento electoral, y además las proporciones se mantienen (lo que son suposiciones con algún grado de plausibilidad) entonces podemos observar nuevamente la relevancia de tomar en cuenta estos factores.

De hecho nos muestra algo que puede ser relevante a la hora de la elección en noviembre: Que el grupo más desinteresado en la política, que muchas veces se ha constituido en el votante móvil que los candidatos buscaban (y decidían las elecciones); puede, por esas mismas características, quedarse en su casa y no votar, y perder relevancia. Que un ciudadano que está lejos de la política y cree que todos los políticos, sin excepción, son un desastre, bien puede quedarse en la casa; o terminar votando por un candidato que es completamente outsider.

A proposito de la ultima CEP, o de como buscar deslegitimar encuestas

La Nación y un sitio llamado Cambio21 se han dedicado en los últimos dias a intentar armar un revuelo en relación a la ultima CEP y a plantear que hay un serio problema y que los datos no sirven y que se intenta perjudicar a Frei y todas esas operaciones políticas de mala muerte que hay que sufrir en el último mes antes de una elección.

Citamos al sitio (link aquí))

Según Leonel Sánchez Jorquera, del Centro de Estudio y Análisis, los datos por edad de la mencionada muestra, se pondera en sus resultados de la siguiente manera: votantes de 18 a 24 años un 17%; 25 a 34 años un 20%; 35 a 54 años un 39%; y mayores de 55 años un 24%. Eso no se ajusta a la información entregada por el Servicio Electoral, Servel, que en cifras gruesas es la siguiente: 18 a 24 años un 5%; 25 a 34 años un 11%; 35 a 54 años un 49%; y mayores de 55 años un 35%.

“En la página 90 de la misma encuesta CEP (que puede ser vista por internet) hacen un análisis de muestra que no corresponde a los datos del Servicio Electoral y queda la duda con respecto al resto de la población, es decir cómo está ponderada. Si uno revisa los datos de la población de mayores de 18 años aparecen datos del INE y no las del Servel”, asevera Sánchez Jorquera.

Además, agrega que “si uno se va a la página 85 (disponible en el sitio web de la CEP) donde está la ponderación de la muestra, evidentemente las cifras no corresponden a la masa votante. La duda cabe si la muestra es de acuerdo a cada grupo etáreo. Porque al final los menores de 34 años corresponden a un 37% según la CEP y según el Servel es un 15% y no se aclara si se elimina a la población no inscrita”.

Lo primero, y lo más central, lo que olvida este tema es que el universo de la encuesta CEP es el total de la población -y por lo tanto la distribución correcta de la edad es la poblacional (o sea, los datos del INE ) no la del Servel. Cuando el CEP entrega datos para la población inscrita lo hace para un subsegmento del universo. Pero la distribución de la muestra está bien cuando corresponde al universo de estudio -que son todos los chilenos mayores de 18 años.

Ahora, alguien podría preguntar ¿y la distribución de los inscritos? Bueno, uno puede revisar -si es mínimamente serio- la distribución de la edad de los inscritos de las encuestas CEP de las que se puede obtener la base de datos (en el sitio están disponible hasta Agosto).

Bueno, ¿cuál es la distribución ponderada por edad de los inscritos en la encuesta de Agosto?
18-24 años = 4,2%

25-34 años = 12.1%

35-54 años = 50,1%

55 y más años = 33,5%

Que es bastante cercana a los datos del Servel.

En otras palabras, una tormenta falsa.

Si la derecha sigue así, no va a ganar nunca una elección

¿La cita importante?

‘De dónde van a conseguir el casi 4% de los votos que les falta para llegar al Gobierno?

-Baldo Prokurica (RN):

“La oposición ha estado, ya en dos oportunidades, muy cerca de ser gobierno. Éste es un elemento que, a pesar de ser tan evidente, no lo es para la opinión pública ni para el gobierno. Somos casi la mitad del país; sin embargo, a la izquierda que gobierna pareciera no importarle lo que piensa la oposición. Y cuando no tiene los elementos para ganar con los votos, recurre a cualquier mecanismo. Como Alianza hemos hecho estudios a fondo y creemos que por lo menos el 10% de los parlamentarios, de los alcaldes y de los concejales de la Concertación han salido producto de la intervención electoral. Nosotros perdimos la elección presidencial pasada producto de lo mismo’.

Si de verdad creen eso, entonces van a continuar perdiendo elecciones como lo han hecho durante los últimos 80 años. Hace casi medio siglo que la derecha no gana una elección presidencial (’57 con Alessandri). Y esa elección sólo la ganaron por la división del voto -digamos con términos de ahora- ‘progresista’. Para decirlo de otro modo, la derecha ha perdido las elecciones de 1938, 1942, 1946, 1952, 1964, 1970, 1989, 1993, 1999 y 2005 (y perdió el plebiscito del ’88 que también debiera contar como elección presidencial). El record es bastante claro.

El 4% parece poco en términos electorales. Pero uno bien pudiera decir que resulta bastante difícil de lograr. Y menos si la explicación va por el lado de ‘intervención’ y no de observar sus problemas.

En todo caso, si incluso llegaran a ganar una elección, no sería tan problemático. Y no por la idea que no son tan distintos al gobierno actual. Es que la derecha llega a gobernar en Chile e, inmediatamente, el país se inocula contra su gobierno. Digamos que tienen una buena incapacidad no sólo para ganar alguna elección, sino que sus posibilidades de ganar seguido son casi minúsculas.