Las estrategias del terrorismo intelectual (o leyendo a Bourdieu y Luhmann)

Por esas cosas de la vida estaba leyendo, al mismo tiempo, textos de Bourdieu y de Luhmann y apareció de nuevo una vieja impresión que tengo con ambos autores: El continuo uso de lo que se puede denominar terrorismo intelectual como argumenta. Ambos suelen simplemente declarar, para decirlo en palabras sencillas, la idiotez de ciertas posiciones de forma de eliminar la posibilidad de posicionarse ahí (porque ubicarse en ellas automáticamente implicaría defender una posición absurda).

La cita de Luhmann que me recordó este rasgo fue la siguiente:

Comparado con la intensidad en la que aquí se viven y representan esperanza y necesidad, vanguardismo y supervivencia y comparando también con la forma en que la sociedad moderna trata de autodescribirse en en ese ámbito, la sociología ha hecho poca cosa. Los clichés -no se puede hablar de conceptos- que produce tienen todos los rasgos de una forzada unilateralidad. Piénsese tan sólo en sociedad del riesgo o sociedad de la información. Falta -abstracción hecha de viejos temas como diferenciación y complejidad- una idea de los caracteres estructurales que distingan a la sociedad moderna -y a largo plazo y no sólo para el momento- frente a formaciones sociales anteriores (La Modernidad de la sociedad moderna, p. 18 en Observaciones de la modernidad, original 1992)

En el caso de Bourdieu es una larga exposición en su Sociologie Générale vol I (clases en el Collège de France entre 1981 y 1983) sobre lo que denomina el ‘efecto Montesquieu’, nombrado a partir del caso de la teoría del clima que usa Montesquieu para explicar diferencias sociales entre el ‘Norte’ y el ‘Sur’:

Pour arriver à faire croire à sa scientificité, Montesquieu avait élaboré toute une réthorique. Il avait fait des expériences, il avait mis una langue de bœuf au froid et avait vu ques les fibres étaient plus resserrées, d’où il tirait des conclusions sur les gens du Nord, il citait un médecin anglais… Bref, il avait mobilisé tout un appareil \ (au sens de Pascal) scientifique pour faire croire qu’il était capable de prouver ce qu’il avançait (Clase 23 noviembre de 1982, p. 418-9)

Y finaliza de esta manera:

Le paradigme de cette fausse science, de cette mythologie scientificisée que j’ai trouvée chez Montesquieu, pourrait être la graphologie ou la physiognomonie (Clase 23 noviembre de 1982, p. 420)

Las citas, entonces, muestran el mismo tipo de retórica: Los que postulan otras cosas son claramente inferiores y no merecen siquiera el gesto de un argumento retrucador. Es obviamente equivocado. Ello busca generar en el lector una anulación de toma postura crítica: Defender lo que es trivial (‘que ni siquiera alcanza el nivel de concepto’) deja a quien lo postula de inmediato, por el mero hecho de hacerlo, fuera del nivel intelectual para participar de la discusión. Si al lector le baja el temor (el temor de quedar marcado de manera evidente como un idiota) entonces se ha logrado lo que el argumento quería buscar.

El tema no es la postura defendida, ni siquiera la denostación bien basal que se realiza (bien puede ser que la sociología haya hecho poca cosa y que la teoría de Montesquieu del clima merezca el calificativo de errónea). La corrección de la posición no está en discusión aquí. Lo que queremos marcar es el gesto argumentativo que propele a devaluar una posición y anular el intento de defenderla.

Y en ambos casos eso no se sostiene más que en el gesto desdeñoso del autor. ¿A propósito de qué la idea de la sociología del riesgo no merece siquiera el nombre de concepto? ¿A propósito de qué el ‘aparato’ usado por Montesquieu -a mediados del siglo XVIII- merece ser tratado como seudo-científico, como mera pretensión? (uno puede recordar la aproximación bien distinta usada por Durkheim en El Suicidio, en el cual siendo igual de crítico de la idea, lo que hace es proceder a su demolición sistemática, porque al fin el que la idea fuera equivocada no era algo evidente).

La estrategia descrita se usa porque es efectiva. Al fin, y usemos términos del propio Bourdieu, son formas de violencia simbólica en el cual se usa el propio capital simbólico en el campo (en este caso, de la sociología) para imponerse y para devaluar a los otros. El gesto dominante y dominador (casi aristocrático) de mirar en menos a los adversarios, de hacerlos ver como que ni siquiera valga la pena tomarlos en cuenta, es una forma de reproducir y acrecentar el propio capital cultural.

Realizar esos intentos de promover la propia posición no son el problema -uno cree en lo que cree se supone-, pero la estrategia del terrorismo intelectual no debiera ser aceptable. Y uno como lector debiera estar atento con su aparición.

La interacción elemental, o sobre la doble contingencia

Si hubiera que copiarle algo a los físicos es su práctica de siempre partir con la situación más básica y elemental para comprender un fenómeno, y de ahí luego aumentar la complejidad. En el caso de las ciencias sociales la situación de dos individuos interactuando es nuestra situación más simple. No deja, entonces, de tener pleno sentido que algunas de las teorías más sistemáticas -léase Parsons y Luhmann- usan esa situación como punto de inicio, y ambas se enfrentan a lo que denominan doble contingencia. Por otro lado, no deja de resultar una pérdida el hecho que ambos rápidamente encuentren una solución a ello y pasen a partir de esa situación de forma casi inmediata a hablar de sistemas en general, sin proceder a una construcción sistemática de las mecánicas de esas interacciones básicas. Lo cual implica entonces que tiene algo de sentido analizar las situaciones básicas.

El inicio es la interacción.

Partamos entonces por dos individuos interactuando. Ahora bien, ¿que necesita esa interacción para que sea estudiada por las ciencias sociales? La interacción como tal es una categoría que claramente supera a estas ciencias. Hay claramente interacción en física. En las ciencias biológicas, incluso, podemos observar tipos de interacción que corresponden a preocupaciones constantes de las ciencias sociales, como conflicto y cooperación (que puede analizarse a nivel de relaciones celulares si se quiere). Al menos habrá que recordar aquí que en algún nivel los interactantes que nos ocupan suelen ser seres biológicos. Pero usualmente queremos analizar un conjunto más específico de interacciones.

Proponemos que las interacciones que son estudiadas por las ciencias sociales son aquellas que son mediadas simbólicamente. Lo cual nos viene a decir algo que ha sido hecho notar por diversos autores: que los sistemas sociales que analizamos son también sistemas culturales (por dar un ejemplo cualquiera, así Harrison White finaliza su Identity and Control, 2008: 376). Al mismo tiempo hay que recordar que la transmisión cultural no es algo exclusivo a los seres humanos, y que la vida social es más extensiva que la cultura, y en particular que no puede existir cultura sin sociedad (Schaeffer 2009: 209). En otras palabras, las ciencias ‘sociales’ estudian las relaciones sociales en las cuales está intrínsecamente ligada la cultura (i.e no todas las formas de relaciones sociales). O al menos, que tiene sentido distinguir un estudio de ese tipo específico de relaciones sociales, dentro del estudio del conjunto de ellas.

Ahora bien, el lector atento se habrá dado cuenta que, de hecho, no dijimos relaciones mediadas culturalmente, sino mediadas simbólicamente. ¿Cuál es la diferencia? La diferencia que queremos usar es que con mediación simbólica nos referimos a la aplicación de la transmisión cultural a sí misma. Un sistema de comunicación no-simbólico es uno que aplica códigos y diferencias (por ejemplo, uno que distinga ‘no hay predador a la vista’ de ‘predador a la vista’). Pero uno simbólico es uno que se aplica a sí mismo (que puede comunicar sobre él mismo, que puede decir ‘y ahora usaremos este código para diferenciar cuando hay predadores y no hay predadores’). En general, los lenguajes humanos son recursivos (aunque existen discusiones sobre si la recursión es la característica básica que diferencia el lenguaje como tal, y sobre si todos sus elementos son recursivos, Hauser, Chomsky y Fitch, 2002; Pinker y Jackendoff 2005; Fitch, Hauser y Chomsky 2005).

La importancia de insistir en esa característica específica de las interacciones básicas a analizar son sus consecuencias. Si estamos ante comunicaciones que pueden aplicarse a sí mismas (se puede comunicar sobre comunicar) y no ponemos más limitaciones, entonces el conjunto de todas las comunicaciones posibles es infinito. Pero incluso, se puede plantear algo más, que no sólo es infinito sino indefinido.

Existen muchos conjuntos que son infinitos y definidos. Los números naturales son un caso (y uno de los más sencillos; si parto de 1 puedo crear todos los otros números naturales aplicando reiteradamente la regla n+1, que es la razón por la cual la inducción matemática funciona). Los números reales lo son también (no hay una regla tan sencilla para generarlos, pero en principio todos ellos son ubicables e identificables en una línea -la recta numérica). La idea que en el caso simbólico el conjunto es indefinido proviene, en cierta forma, en el hecho que las formas en que puede aplicarse a sí mismo son, a su vez, ilimitadas (mientras que en los otros casos mencionados se produce un conjunto usando una regla en particular). No hay forma previa de poder mapear todas las distinciones posibles. Lo cual implica que no hay forma que un actor pueda conocer todas esas distinciones (porque el conjunto no está definido).

Volviendo a la situación básica.

La discusión anterior nos permite, entonces, dejar más en claro cuál es la situación básica que queremos analizar: Dos animales con capacidad simbólica que interactuan. Es importante constatar que estamos hablando de interacción y no de coordinación -que es de donde emerge el problema de la doble contingencia tanto en Luhmann y en Parsons. Esto es algo más general, sin embargo el tema de la doble contingencia sigue aplicando: Alter no puede saber cual de todas las posibles distinciones hará uso Ego; y Ego no puede saber como actuará Alter a su distinción.

Aunque no es coordinación, los lineamientos de la vieja argumentación luhmanniana en Sistemas Sociales de cómo se resuelve la doble contingencia siguen aplicando: Que en situaciones de doble contingencia, ella es autocatalítica, que en ellas todo es informativo y productor de orden (Luhmann 1995: 116).

Ego realiza una distinción, y eso es algo que no puede evitar hacer -porque no puede dejar de operar si se quiere. Esa distinción ya le dice cosas a Alter: Que de todas las distinciones Ego usa en particular esa, y que entonces conoce esa distinción. Eso puede agregarlo a su conocimiento de Ego. Más aún, estamos ante animales cuyos comportamientos implican -a lo menos- que tienen ‘preferencias’ (i.e hay cosas que los atraen y cosas que los repelen), y que esas preferencias alguna relación tienen que ver con su supervivencia. Luego, en principio Alter puede leer la acción/distinción de Ego como una que indica preferencias de Ego, y entonces Alter conoce también algo de las preferencias de Ego.

A su vez, Alter puede seguir o negar esa distinción de Ego. Esto en el sentido muy básico de usar esa distinción (y la valencia de esa distinción). Ahora bien, esas respuestas representan información para Ego (por las mismas razones que ya pusimos para Alter en el párrafo anterior, dado que en estas situaciones las perspectivas son recíprocas, Ego/Alter para Ego es Alter/Ego para Alter)

Más aún el propio proceso de realizar distinciones (Ego) / observar distinciones (Alter) genera a su vez información. Dado que una misma situación puede ser distinguida de diferentes formas, y dado que las distinciones pueden aplicarse a distintas instancias, entonces el uso de distinciones ya mencionado siempre deja abierta nuevas posibilidades y aplicaciones (Meyer 2013 pp 110-116 para una aplicación de la idea de la apertura fundamental de todo dicho para la argumentación y la retórica). En particular, dado que estamos ante animales que tienen motivos, cada uno de los participantes observa al otro para señales de sus motivaciones y las indicaciones como tal son señal de ello (si indicó esto es por algo, si infiero ese algo a su vez puede crear indicaciones a partir de ello).

Todo lo anterior es una forma larga de mostrar que a partir de esa situación básica de encuentro, de doble contingencia, se genera una interacción. Por decirlo de alguna forma, dejamos a nuestros individuos conversando. Cierto que esa conversación puede ‘fracasar’ o romperse en cualquier momento, pero es claro a su vez que en esa situación no parece ser complejo generarla.

En este sentido, hemos desarrollado, si se quiere, una de las ideas básicas de Luhmann ya mencionadas: que la doble contingencia se resuelve sola. Ahora bien, entonces ¿a qué la necesidad de explayarse en ello? En mostrar que tiene interés observar en cierto detalle estas mecánicas -en la breve descripción dada ya hay muchos elementos que podríamos empezar a complejizar en una argumentación teórica- en vez de simplemente saltarse a la descripción general del sistema (o sea centrarse, como Luhmann lo hace, en que se generó una unidad social autopoietica y de ahí hablar en general de sistemas sociales).

Volviendo al punto de partida: la idea no es tan sólo imitar la idea de partir del punto más simple y básico, es realizar efectivamente el camino de construcción sistemática a partir de esas bases.

Referencias Bibliográficas.

Fitch, Tecumseh, Hauser, Marc y Chomsky, Noam (2005) The evolution of the language faculty. Cognition 97: 179-210
Hauser, Marc, Chomsky, Noam y Fitch, Tecumseh (2002) The Faculty of Language: What is it, Who has it and How it did evolve? Science 298: 1569-1579
Luhmann, Niklas (1995) Social Systems (ed. original 1984) Stanford University Press.
Meyer, Michel (2013) Principia Rhetorica (ed. original 2008). Amorrortou
Pinker, Steven y Jackendoff, Ray (2005) The faculty of language: what’s special about it. Cognition 95: 201-236
Schaeffer, Jean-Marie (2009) El fin de la excepción humana (ed. original 2007) Fondo de Cultura Económica
White, Harrison C. (2008) Identity and Control. 2a edición. Princeton University Press.

Influencias de autores y las tradiciones de la Sociología. Habermas, Luhmann y Bourdieu.

En la actualidad es relativamente sencillo hacer algunos divertimentos con datos. Usando el Ngram Viewer de Google -que realiza un sencillo conteo de problemas en diversos corpus de libros, es posible tener algunas impresiones sobre la influencia de determinados autores: Es cosa de observar cuanto aparecen sus nombres en los libros del corpus. Como Google presenta los datos por idioma es además sencillo comparar esa influencia entre diversas tradiciones, y como la Sociología no es una ciencia universal es quizás interesante hacer comparaciones.

Luego, ¿que pasa con la influencia de autores relevantes como Habermas, Luhmann o Bourdieu? Partamos con el corpus en español:

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Bourdieu y Habermas tienen una trayectoria muy similar: Crecen a partir de 1985, alcanzan un peak entre 1990 y 1995 y luego empiezan a disminuir. A partir del 2000, en todo caso, hay recuperación pero claramente Bourdieu aparece como más central -y vuelve a alcanzar su peak previo. Luhmann prácticamente no existe hasta el siglo XXI en que empieza a subir, pero sigue siendo menor (lo cual nos indica nuevamente su anómala posición en Chile donde su posicionamiento como gran teórico es anterior).

Ahora revisemos la situación en Inglés:

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Habermas es claramente mucho más relevante que Bourdieu y que Luhmann. Habermas es relevante desde 1970, alcanza un peak en 1990, luego disminuye pero en el siglo XXI el porcentaje de libros en que es mencionado vuelve a aumentar de manera muy clara. Bourdieu a partir de 1975 claramente es un autor menos citado que Habermas y entra luego en una etapa de menor popularidad, la que se vuelve a recuperar en este siglo -pero claramente a mayor distancia de Habermas. En el caso de Luhman hay cierta influencia entre 1975-1980 (de hecho previo a la publicación del Sistemas Sociales en Alemán), la que prácticamente desaparece posteriormente, y luego a partir de 1995 empieza una lenta y pequeña recuperación (y si mal no me equivoco la traducción al inglés es de ese año). Pero claramente está lejos de los otros autores.

En español y en inglés, Luhmann es claramente menos relevante que Habermas o Bourdieu. En el caso inglés, Habermas -que ha sido servido por mejores traducciones (pero eso es en sí una señal de influencia)- es más popular. En español, ambos estaban en una situación similar, pero en los últimos años Bourdieu es más dominante.

Ahora revisemos la situación en alemán (dado que dos autores son alemanes). Y aparece lo siguiente -que claramente es un mundo distinto de los que hemos visto hasta ahora:

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Aquí Habermas fue muy influyente, pero sólo hasta cerca de 1990 (o sea, la publicación en 1980 de la Teoría de la Acción Comunicativa le sirvió para mantenerse 10 años) y luego prácticamente desaparece. Luhmann en cambio, que hasta 1995-2000 no era tan relevante, adquiere una fuerte tendencia de aumento. Bourdieu aquí aparece como un autor más bien secundario -aun cuando ha aumentado en años recientes y supera a Habermas.

En alemán entonces, Habermas -al revés que en español y en inglés- es un autor ‘antiguo’, Luhmann ha adquirido gran importancia -en español y en inglés tiene curva de aumento en las mismas fechas pero mucho menores. Y Bourdieu claramente no alcanza la posición que mantiene en español o en inglés.

No presentó el ejercicio en francés, pero el dato más relevante quizás es que -de forma totalmente contrapuesta al corpus en alemán- Luhmann de hecho no existe (i.e no aparece en el gráfico que produce ngram).

El ejercicio es claramente muy burdo -y los datos usados tienen varias falencias (y además hay preguntas sin contestas: en todos los gráficos entre 1990-2000 disminuyen las referencias, ¿es un problema de los datos? ¿fueron reemplazado por otros autores?). Hay algunos autores que, lamentablemente, no pueden incluirse -sin entrar a un análisis más serio: Por ejemplo, Archer (donde el apellido es una palabra común en el idioma inglés, lo que claramente afecta a los resultados).

Con todo, no deja de ser interesante. Y no deja de mostrar con claridad lo provinciano de las ciencias sociales. Un cambio de idioma (o cruzar un río en el caso francés-alemán) y el mundo de referencias es completamente diferente.

El extraño caso de la influencia de Luhmann en la sociología chilena

¿Por qué Luhmann se transformó en Chile en uno de los principales teóricos? (es cosa de revisar programas, por ejemplo, los de doctorado, para observar su influencia). Al fin y al cabo, no es cierto que sea extremadamente influyente de manera universal.

Lo que vuelve aun más extraño el tema es que su teoría no tiene, que yo sepa, ningún ‘éxito’ explicativo o descriptivo relevante. De casi todos los otros teóricos se puede decir que iluminaron un aspecto de la vida social o que entregaron una respuesta interesante sobre un problema -que permitió avanzar nuestra comprensión de lo social.

Del funcionalismo, bien podemos decir que -equivocadas y todo- las ideas de Merton sobre anomia o sobre sociología de ciencia permitieron comprender mejor ciertos aspectos de la vida social. Incluso de Habermas se puede plantear que sus disquisiciones permitieron avanzar en la comprensión de la esfera pública. En el caso de Bourdieu, incluso cuando se lo declara obsoleto, sería difícil negar que La Distinción representó un aporte a todo el campo de la sociología de la cultura y la del consumo. Y así uno podría seguir con otros teóricos y tradiciones.

Pero en el caso luhmanniano, ¿que parte del análisis vida social ha recibido un aporte sustancial de esa teoría? A veces tengo la impresión que el asunto se reduce a una simple (bueno, compleja) redescripción de temáticas y dimensiones.

De la falta de Poiesis en la Teoria de Luhmann

Algo ya habíamos dicho en un post anterior, pero la cita de ahora es bastante clara creo al respecto:

‘De acuerdo con ello, la ciencia es un sistema estructuralmente determinado de un tipo particular. Pero aparte de esto ¿es también un sistema autopoiético, es decir, un sistema que produce él mismo, por medio del entramado de elementos que le dan consistencia, los elementos que lo conforman?

Podemos dar una respuesta positiva a esta pregunta, con al que veamos la comunicación científica como un elemento que afirma la verdad y excluye la falsedad (o viceversa, que excluye aquélla y afirma ésta). Tan pronto como el carácter simbólico de la verdad como medio da origen a una cualidad especial dentro de la comunicación social general -que solamente puede ser obtenida en una conexión recursiva con otras comunicaciones anteriores y futuras del mismo sistema -surge un sistema autopoiético que genera estos elementos precisamente por medio de estos elementos mismos, delimitándose con ello del entorno de otra comunicación’ (Luhmann, La Ciencia de la Sociedad, p 203, U Iberoamericana 1996, original 1990).

No creo que se requiera una prueba más clara que para Luhmann la autopoeisis es un tema de conexión. Lo que muestra en la cita es precisamente el carácter de conexión recursiva, pero no tiene nada con respecto a lo propiamente poiético: Que las comunicaciones científicas no sólo se comunican con comunicaciones científicas (y están cerradas con respecto a otras), sino que las comunicaciones científicas producen otras nuevas comunicaciones. Y conste que en el caso de la ciencia no sería tan extraño defender la idea que los ‘papers’ producen ‘papers’.

En la siguiente página, luego de recoger algunas dudas de Maturana, Luhmann dice que le parecen esas dudas limitar el poder y el alcance del concepto. Pero creo que la concepción amplia de autopoiesis en Luhmann, que lo hace equivalente a auto-referencia finalmente, lo que hace es quitarle potencia al concepto: Había una idea específica que decía varias cosas, ahora tenemos una idea difusa que no dice mucho.

Y baste con esto de criticar a Luhmann por ahora.

Auto-referencialidad y autopoiesis en Luhmann

‘For a theory of autopoietic systems, by contrast, the pre-eminent question is: How does one get from one elemental event to the next? Here, the basic problem lies not in repetition, but in connectivity (Social Systems, Niklas Luhmann, p: 36 Stanford University Press, ed 1995)

‘Their autopoiesis is their self-reproduction, whereas their observation orients itself to distinctions and operates with designations. This is how a communicative system, in which communication trigers communication, reproduces itself’ (Social Systems, Niklas Luhmann, p: 36 Stanford University Press, ed 1995)

El problema de Luhmann es, a mi entender, que tiene mucho más claro el primer tema -la conectividad- que el segundo -el gatillo. Ni siquiera tengo tan claro que efectivamente los distinga.

Porque una cosa es la auto-referencialidad de los sistemas de comunicación: Que las comunicaciones sólo se conecten con comunicaciones (del mismo modo que los pensamientos se enlazan con pensamientos). Y Luhmann desarrolla latamente el tema de la importancia de esas conexiones, de la necesidad de que estas se produzcan para que el sistema se reproduzca. O sea, en torno a la conectividad hay todo un discurso y una argumentación en el autor.

Pero lo que no es claro, lo que no me acuerdo que defienda tan bien, es el hecho -que es necesario también para poder hablar de autopoiesis- de que la comunicación produzca comunicación. No tan sólo que lo único que puede conectarse con una comunicación es otra comunicación, sino que las comunicaciones gatillen comunicaciones. Todo el centro del concepto de autopoiesis en Maturana y Varela está precisamente en el tema de la producción: Que los robles producen nuevos robles, que los conejos producen conejos (y que las máquinas no producen máquinas). Ahora, ¿las comunicaciones producen comunicaciones? Tengo la impresión que eso no queda ni claro en Luhmann.

A propósito de una cita de Luhmann

A veces, uno comete errores flagrantes. Uno de ellos lo cometí hoy al leer un texto de Luhmann (‘La modernidad de la Sociedad Moderna’ en ‘Observaciones de la Modernidad’).

Y entonces aparece la siguiente cita (en nota a pie de página)
‘Ya que Giddens rechaza una explicación sobre ‘diferenciación funcional’, vincula el concepto de sociedad al nivel del Estado nacional y probablemente tampoco diría que la ‘reflexive monitoring of action’ tiene que tener esa consecuencia por una especie de ley histórica; en realidad, sólo queda una explicación a través de la evolución de técnicas de comunicación de amplio alcance. Pero entonces la transición a la modernidad comenzaría con la invención de la escritura, y su primer resultado sería la conciencia pluriétnica surgida en el siglo II a.C en Egipto y Asia Menor’ (p. 20).

Ahora, bueno es que -extrañamente- Luhmann usa algo cercano a un argumento, pero como argumento no resulta tan bueno. Porque, ¿cuál es la razón que la transición a la modernidad no pueda comenzar con la invención de la escritura? (de hecho, es como se puede leer algunas de las tesis de Goody). Pero dar razones es, en todo caso, tan ajeno a Luhmann que bien pudiera perdonarsele que no las usara ahora.

Y sobre la falta de razones:
‘También aquí servirá de ayuda una comparación histórica para obtener distancia. A todas luces, esto ya no tiene nada que ver con la antigua ética europea, por más que hoy haya quién guste de volver a soñar con una sociedad civil ético-política. Esta tradición terminó en el siglo XVII, a más tardar en el XVIII. Al mismo tiempo termina la rivalidad comunicativa entre filosofía y retórica (o también entre historiografía y poesía), que había coaccionado el esquema verdadero/falso u por eso tenía que utilizar los problemas de comunicación para justificar por qué la retórica y la poesía tenían que trabajar con veladas o percibidas ilusiones. Mientras entonces se trataba de amplificación, arriba empleabámos para ello el concepto de absorción de la inseguridad. Sin embargo, el mundo de estas premisas de la comunicación se ha sobrevivido a sí mismo desde todos los puntos de vista. Nada de esto es hoy directamente relevante, y todo intento de reactualización está por eso bajo la sospecha de funciones compensatorias(p 166-167, Ecología de la Ignorancia, negritas JJ).

Y así es como ‘argumenta’ Luhmann: Planteando que -obviamente, como alguién pudiera siquiera pensar lo contrario- los que opinan en contra de él están claramente equivocados (pertenenciendo a tradiciones que desde hace siglos están terminadas, faltaba más). Lo único que se acerca a un argumento es el punto sobre el final de las rivalidades filosofía / retórica, historia / poesía. Y ahora, ¿cuál es la relevancia de esa observación sobre el tema en discusión?

Si así funciona la ‘teoría’ sociológica, no hay mucho que hacer con nuestra disciplina. Alrededor de 200 páginas sobre la sociedad moderna y nada -cero- empiria. Lo más cercano son discusiones sobre lo que se dice sobre la sociedad moderna, una observación sobre el golpe en Rusia el ’91 y otra observación sobre la industria de la moda.

En fin, hay autores peores uno puede pensar.