La sentimentalidad y la dureza. Del camino a la crueldad.

Una forma retórica que es algo común cuando se desea presentarse como alguien realista que se ha librado de las ilusiones es plantear que la diferencia con quienes miran la realidad de forma sentimental. Una comparación entre una mirada dura y resuelta sobre la realidad y de quienes, finalmente, prefieren un sentimentalismo vacío que se esconde de la realidad. Hay miles de ejemplos, y bastaría con indicar que es una retórica común entre los defensores de la Realpolitik; ya el hecho que se nombre como ‘realismo’ a la escuela que quiere hablar de ciertos ámbitos sin referencia a asuntos morales y éticos, usualmente reducidos a mera emocionalidad, resulta bien instructivo.

Dicha forma retórica tiene un peligro claro: del rechazo al sentimentalismo no resulta tan fácil alcanzar la defensa y justificación de la crueldad (al fin, ¿enjuiciar algo como cruel no es en sí la demostración más cabal de estar atrapado en ilusiones emotivas?). Fue una retórica usada extensivamente en el plan genocida de los nazis en Europa Oriental: El ‘Plan de Hambre’, bajo el cual las fuerzas invasoras alemanas y la población alemana serían alimentadas a partir de la cosechas extraídas a la población eslava conquistada, producto de lo cual dichas poblaciones morirían de inanición. El nivel de genocidio implicado en el plan supera con mucho a los genocidios efectivamente realizados (simplemente, resultó imposible aplicarlo de manera efectiva) por los nazis.

Realicemos algunas citas que muestran esta retórica:

Eduard Wagner, the quartermaster general of the German army, wrote to his wife that the inhabitants of Leningrad, all 3.5 million of them, would have to be left to their fate. They were simply too much for the army’s “provision packet”, and “sentimentality would be out of place” (Timothy Snyder, Bloodlands, Cap. 5).

En 1942 una empresa hablando sobre trabajadores eslavos que desfallecían por hambre y la necesidad de aumentar sus raciones:

It is characteristic of the state of mind in Germany at the time that the firm felt it necessary to point out that its complaint had nothing to do with sentimental humanitarianism. They requested more foord for their workers, ‘only for the purpose of getting the greatest possible perfomance out of Ukrainian workers who are undoubtedly diligent and usable (Adam Tooze, The Wages of Destruction, Cap. 16, p. 542)

El discurso de la dureza antisentimental pasa a ser la justificación y la práctica de la barbarie. Quien sale del ‘humanitarismo sentimental’ observa la situación de las poblaciones conquistadas como un asunto de distribución de calorías, donde los conquistados no tienen prioridad. Así en una reunión de planificación de la invasión a la Unión Soviética en mayo de 1941 las minutas establecen:

1. The war can only be continued if the entire Wehrmacht is fed from Russia in the third year of the war.

2. If we take what we need out of the country, there can be no doubt that many millions of people will die of starvation.

3. The most important issues are the recovery, and removal of oil seeds, oil cake and only then the removal of grain (Wages of Destruction, Cap. 14, p. 479).

Cuando todo es reducido a cosa y objeto (cuando todo es mirado desde una mirada anti-sentimental que mira ‘objetivamente’ la realidad) entonces la vida de los seres humanos se reduce a un tema de contabilidad.

La fascinación de las miradas ‘duras y realistas’ llega al límite cuando la barbarie se puede presentar en tintes heroicos (‘nosotros que hemos tenido que hacer lo indecible para la defensa de…’), y antes de citar recordaré que es un tipo de retórica que ha aparecido después. Este es Himmler hablando a los Gauleiter (gobernadores zonale) nazis en Octubre de 1943:

You all accept happily the obvious fact that there are are no more Jews in your province. All Germans, with very few exceptions, realize perfectly well than we couldn’t have lasted through the bombs and the stresses of the fourth, perhaps in the future the fifth and even sixth year of the war, if this destructive pestilence were still present within our body politic. The brief sentence ‘The Jews must be exterminated’ is easy to pronounce, but the demands on those who have to put it into practice are the hardest and most difficult of the world

[…]

We will do this just as unsentimentally as all things must be done in this fifth year of the war: unsentimentally but from the bottom of our hearts, for Germany (Wages of Destruction, Cap. 18, p. 609)

Si la barbarie se declara antisentimental, quizás sea un motivo para defender el sentimentalismo. Ninguna idea evita por sí misma la barbarie, pero del hecho que la barbarie haya tenido que declararse de manera tan sistemática contra el sentimiento cabe colegir que la sentimentalidad bien puede ser una defensa contra ella.

El punto es la crueldad. Una cita de las memorias de Zweig y la llegada del nazismo a Viena

Hitler n’était pas depuis huit hours maître de la ville qu’on prit un arrêté bestial interdisant aux Juifs de s’asseoir sur un banc -une de ces mesures qui visiblement n’avaient été inventées que dans le dessein sadiqur de tourmenter perfidement (Stefan Zweig, Le Monde d’hier, p 473, Le Livre de Poche)

El Mundo de Ayer, las memorias de Stefan Zweig, literato vienés de ascendencia judía. es un libro bien interesante para observar el cataclismo que sobre la civilización burguesa de Europa significó la 1a guerra mundial, y todo lo que ella desencadenó. Hacia los capítulos finales aparece el régimen nazi, y su implantación en Austria, y ahí aparece la cita anterior.

En años recientes se ha discutido bastante, a propósito de los populismos de derecha, sus similaridades (y diferencias) con esta versión anterior de populismo de derecha; y muchas veces se ha mencionado que todo partió con pasos pequeños. No se llega al lager en un solo paso, sino a muchos pasos pequeños. De hecho, en unas páginas antes de la cita Zweig hace notar todo la sorpresa que implicaba para él, ciudadano formado en la vieja civilización burguesa, el hecho que la policía fuera a realizarle un interrogatorio en su casa. El simbolismo de esa barbarie algo se ha perdido, porque efectivamente ya no vivimos en ese mundo burgués para el cual eso era radicalmente inaceptable.

En la cita aparece, en una práctica de un hecho muy cotidiano, todo el odio al que es diferente. Zweig compara esa decisión (la prohibición de sentarse) con otras (la decisión de quitarles sus propiedades) y nos dice que esto último tenía alguna explicación económica (expoliar a un grupo se puede comprender, por más ilegítimo que se lo encuentre), “mais refuser à une vieille femme ou à un vieillard épuisé le droit de reprendre haleine quelques minutes sur un banc, cela était réservé au XXe siècle et à l’homme que des millions de gens adorent comme le plus grand de ce temps” (Ibid, p. 474).

En años recientes la idea de hacerles la vida imposible a los grupos inmigrantes (era la política de May en el Reino Unido cuando era ministra del interior si no me equivoco) sigue la misma idea: A estas personas no se les extiende la cortesía de la vida civilizada (el de poder sentarse tranquilo en el parque) sino que deben ser hostigados a cada momento. Puesto que al final no son personas como uno. En la actualidad, una abogada del gobierno de Estados Unidos ha defendido que los niños tengan acceso a cepillos y pasta de dientes en sus centros de detención no es parte necesaria de las condiciones sanitarias. Todo ello es comparable a esa regla que los judíos no pueden sentarse en los bancos públicos.

Cuando uno quiera pensar en cuáles pueden ser los peligros del futuro, no estará de más recordar que la barbarie mayor, partió con la producción cotidiana de la indignidad.