Pequeño Manifiesto Teórico

Tenía un poco abandonado este blog, pero entre la entrega del proyecto de tesis, trabajo y ganas de descansar un poco, el ánimo no nos acompañaba. Así que para volver a postear, aprovecharemos cosas que ya estábamos escribiendo con otros propósitos-

A continuación algunas ideas básicas sobre teoría en Sociología. Sin comentarios que expliquen porque esas posiciones son relevantes; sin discusión crítica de autores que muestren desde donde viene la cosa. La pura posición. Que para ello es pequeño manifiesto.

 

La unidad social elemental es la interacción

No hay vida social sin interacción. La interacción es, entre todos los elementos para los cuales lo anterior es verdadero, el más sencillo y el único donde acaece que si ella se disuelve, con ello se disuelve lo social. Todo análisis social debe dar cuenta como momento elemental la interacción. Ello no implica que ella sea más relevante; sólo que es ineludible.

En la interacción aparecen todos los elementos de las discusiones basales en ciencias sociales. Implica un análisis de los agentes que constituyen esas interacciones; dar cuenta de las limitaciones estructurales (en la propia interacción, los límites puestos por Alter; y más en general, por las otras interacciones); se puede observar todas las posibles explicaciones de construcción de orden, ya sea poder, legitimidad o contrato; y así sucesivamente. Dimensiones que aparecen de la forma más sencilla para analizar y comprender.

 

¿Qué estudian las ciencias sociales?

Las ciencias sociales no han estudiado todas las interacciones sociales. Más bien han analizado las interacciones de una especie específica, la nuestra. Esta delimitación ya no es sustentable. El hecho que interacciones sociales en otras especies muestren alguna transmisión de cultura o la creación de objetos que operan como actores en, por ejemplo, las bolsas de valores, vuelven esa identificación discutible.

En relación a lo anterior, se puede observar que tanto hormigas como seres humanos entran en interacciones que pueden caracterizarse como conflictos armados entre sociedades. Pero las hormigas, al parecer, no firman tratados de paz, ni tienen políticas cambiantes de alianzas ni crean historias épicas sobre esos conflictos. La gama posible de interacciones se reduce cuando salimos del foco tradicional en seres humanos. La delimitación del campo de estudio la da el hecho de mantener la gama de posibilidades de ese foco tradicional, que parece ameritar estudiarse con herramientas específicas. En otras palabras, las ciencias sociales tratan de interacciones producidas por actores que son al menos tan complejos como el mismo analista.

Esta delimitación se hace sin establecer un conjunto de características bien definidas o de propiedades que las produzcan. Con lo anterior podemos un tipo de relaciones de interés sin presuponer analíticamente que cualidad las distingue. Eso queda, de haberlo, para la investigación.

 

El ámbito de la teoría.

La tarea de una teoría general es dar cuenta de los elementos que construyen interaccione entre estos agentes con capacidades ‘plenas’; y que establece los elementos y procesos que ellas construyen. Ese es el ámbito de una teoría general.

Los análisis específicos en ciencias sociales asumen la existencia de diversos elementos: Capacidades de sus actores (que aprenden o o que tienen auto-identidades), ordenamientos sociales (comunidades, o reglas y resultados de juegos). Una teoría general sirve a la investigación específica al producir y explicar los elementos que ellas asumen y requieren.

Ella postula formas y procesos de la vida social, pero nada dice sobre sus contenidos y resultados. Plantea que la construcción de prácticas sociales implica una teoría universal, pero nada plantea sobre las prácticas particulares creadas.

Chernilo sobre el nacionalismo metodológico

nacionalismoDaniel Chernilo.
Cosmopolitismo y Nacionalismo.
Ediciones UDP, 2010.

La crítica al denominado nacionalismo metodológico, a la idea que el estado-nación es la unidad implícito y básico de las sociedades, ha adquirido gran importancia en las últimas décadas. Chernilo desarrolla en el texto al menos dos argumentos al respecto: El primero que es sencillamente falso que la tradición sociológica, los ‘clásicos’, estuviera tan ciega en torno a las limitaciones del estado-nación y que lo considerara equivalente a sociedad. Muestra para cada autor como el concepto de nación no era un concepto obvio o claro, y que todos trabajaron sus complejidades. El segundo es que, de hecho, por todo lo que supuestamente ha sido uno de los supuestos eternos del pensamiento sociológico, no tenemos de hecho una buena teoría o explicación del estado-nación, no hay buenos conceptos para ello.

En relación a esos puntos no habría mucho que discutir. El uso de las fuentes por parte de Chernilo es lo suficientemente claro para mostrar su punto. Sin embargo el punto es insuficiente. Y esto porque más que nacionalismo metodológico, lo que la Sociología ha sufrido es de estadocentrismo.

La crítica a la idea que la sociología usa estado-nación como equivalente a la idea de sociedad en realidad se aplica más bien al Estado. Es si mal no me acuerdo, el punto de Luhmann: Que cuando decimos sociedad, decimos ‘sociedad chilena’, ‘sociedad japonesa’ y cada una de ellas está delimitada por el territorio de un Estado. En ese sentido, mostrar que los clásicos tenían sus dudas en relación a la idea del estado-nación no los exime de, en general, estar usando un concepto estatal de sociedad. Si al decir ‘Alemania’ o ‘Francia’ estaban equiparando una sociedad con el estado, entonces estaban cometiendo ese problema. De hecho, uno puede decir que, en general, cuando se habla de sociedad en otro nivel (‘sociedad moderna’, ‘sociedad desarrollada’) en realidad se está hablando de categorías de sociedades, pero la unidad sigue siendo el Estado. Charles Tilly, en relación a los análisis comparados, ha hecho también una acotación similar. En ese sentido, la crítica a la sociología clásica y a su concepto de sociedad todavía se mantiene.

Y de hecho esta equiparación entre sociedad y un Estado no es para nada necesaria. Si uno observa lo que sucede en Economía, uno bien puede observar que el concepto de mercado no necesariamente comparte los límites con el territorio de un Estado. Los límites del ‘mercado del pan’ pueden, o no, ser equivalentes a los de un estado determinado; pero no existe esa asociación casi inmediata.

En ese sentido, no es el nacionalismo del estado-nación el problema central, sino más bien el estatalismo de la Sociología lo que ha constituido una barrera.

Criterios de evaluación internos al campo científico: Una comparación de los criterios de avance y completitud del conocimiento

La idea original es más bien sencilla, y está desarrollada en el siguiente link de este mismo blog:

Que las discusiones de conocimiento general en sociología se encuentran entrampadas, repitiendo las mismas dicotomías y aporías de siempre (acción / estructura, cualitativo / cuantitativo). Incluso cuando el practicante de esas áreas se da cuenta de ello e intenta superarlo, la operación no termina funcionando. Bourdieu observa la dicotomía acción / estructura, intenta superarla y por todos sus esfuerzos termina siendo criticado como no reconociendo la acción. Por otro lado, los conocimientos particulares en sociología no sufren esa dinámica y uno puede observar construcción de acervos. Sabemos más sobre revoluciones que hace 100 años, o sobre la relación entre educación y desigualdad y en otros espacios específicos de investigación.

Lo anterior adquiere relevancia como observación basado en la idea que la oposición estancamiento / avance es una distinción básica en las ciencias. Es una normatividad interna al sistema, que premia y valora los avances y observa negativamente lo que está estancado. La mera popularidad de la idea de sobre hombros de gigantes nos muestra la potencia de esta distinción. Por lo tanto, aplicando las reglas del juego de las ciencias a la sociología, reglas que son las del juego que supuestamente está aplicando, se sigue que la evaluación del conocimiento general debiera ser negativa y la del particular positiva.

Conversando ayer sobre el tema, se me hizo la acotación que existe otro criterio interno de evaluación, pero que este tendría el resultado contrario: Es la distinción parcial / completo o no fundamentado / fundamentado. La crítica tradicional a los conocimientos particulares es que no son parciales, que no dan cuenta de los fundamentos de lo social (o de ellos mismos). Y por lo tanto, en términos de esas observaciones usando la normatividad interna al sistema que observamos no podemos concluir una evaluación positiva del conocimiento particular.

Pero creo que la acotación es insuficiente. Porque, y aquí entramos en el núcleo de este post, los dos criterios son distintos en términos de su importancia en la operación del campo científico. La distinción avance / estancamiento es basal: Premiamos y valoramos lo que hace avanzar (‘es un aporte’) y no se le da mucha importancia a lo que mantiene las cosas como están. Así están estructuradas las operaciones de publicación, de premiación, de prestigio etc. Incluso en sociología, donde el criterio puede estar en discusión, son los textos que proponen nuevos modelos los que citamos y estudiamos, no la enésima vez que se discute sobre esa propuesta. Si recordamos por ejemplo el reciente caso del descubrimiento del bosón de Higgs podremos observar que existieron lamentos porque si bien era un avance, esta era sólo en términos de reforzar la teoría existente, y por lo tanto era menor avance que algo que mostrara que era necesario ir más allá del modelo estándar. La capacidad de un trabajo científico para avanzar en la construcción del conocimiento de su campo es la forma básica de evaluación.

Ahora, la discusión sobre los fundamentos, o sobre lo parcial / completo no es tan basal. Si bien se usa el criterio, los conocimientos parciales no dejan de ser reconocidos como científicos o como buenos e importantes conocimientos. El caso canónico de esto son las críticas a la ley de gravitación de Newton. Porque una crítica fue, precisamente, que era parcial o que no estaba fundamentada ni explicada: la ecuación daba cuenta de los fenómenos pero nadie entendía porque sucedía, no había una explicación mecánica (que era lo que en la época hubiera sido una explicación satisfactoria). Ese es el contexto de la frase de hypothesis non fingo: Tenemos esta ecuación que da cuenta de los fenómenos, con ello ya es suficiente. Con ello ya se puede construir un trabajo científico de gran poder y prestigio al interior del campo.

No es que el criterio no se use, no es que no sería preferible tener una explicación fundamentada; pero no es un criterio necesario. Al contrario, el criterio de avance es un criterio basal y central.

Y por lo tanto, usando los criterios internos al campo analizado se puede concluir que efectivamente el conocimiento general en sociología no funciona, y el conocimiento particular sí lo hace.

Bourdieu es el rey

Al menos de la sociología contemporánea. Neal Caren, que trabaja en la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill, realizó un pequeño análisis sobre los trabajos más citados entre los años 2008 y 2012 en las revistas más importantes (link aquí) y del cual mostraremos aquí los 10 textos más citados:

Lugar Citas Textos Revistas donde más se cita
1. 218 Bourdieu P 1984 Distinctions Social Sociological Theory, Theory and Society
2. 185 Granovetter MS 1973 Am J Sociol Social Networks, Administrative Science Quarterly
3. 174 Raudenbush SW 2002 Hierarchical Linear Sociology of Education, Criminology
4. 171 Putnam RD 2000 Bowling Alone Am Dec City & Community, Sociological Forum
5. 166 Wilson WJ 1987 Truly Disadvantaged City & Community, Criminology
6. 133 Denton Nancy A 1993 Am Apartheid Segrega City & Community, Criminology
7. 128 Mcpherson M 2001 Annu Rev Sociol Social Networks, Annual Review of Sociology
8. 127 Glaser BG 1967 Discovery Grounded T Journal of Contemporary Ethnography, Qualitative Sociology
9. 124 Swidler A 1986 Am Sociol Rev Sociological Theory, American Journal of Sociology
9. 124 Coleman JS 1990 Fdn Social Thoery Rationality and Society, Journal of Mathematical Sociology

Y como se puede observar, de los ‘grandes’ teóricos sólo Bourdieu aparece, y además aparece en el primer lugar (bueno, James Coleman también es parte del mismo grupo, pero el rational choice no es muy popular en Chile). Así que al menos en lo que se refiere a utilidad para investigación, está claro quién es el que manda. Y también claro es porque lo es: Porque a diferencia de otros teóricos que tendremos la decencia de no nombrar, los trabajos de Bourdieu son además investigaciones. La Distinción no es sólo el desarrollo de unos conceptos y afirmaciones de teoría sobre el consumo, la cultura y las prácticas, es además una muy buena investigación.

Lo otro de interés es la posición de Granovetter. El artículo mencionado (que es The Strength of Weak Ties) no sólo es seminal en lo que se refiere a análisis de redes, sino que además es un artículo muy citado fuera de la disciplina. En un momento cuando la física, la biología y muchas otras disciplinas están desarrollando un esfuerzo importante en esta área, el artículo de sociología que normalmente se refieren es ese. Así que puede defenderse también cómo la otra obra central de la sociología contemporánea.

Caren además realizó una muy bonita visualización en redes de este asunto, que se puede ver acá.

Nota: Además me puedo sentir algo feliz porque en el curso de metodología que realicé en el primer semestre se me ocurrió además pasar y presentar investigaciones modelo. Y presenté La Distinción y de Granovetter, el Getting a Job -que es la investigación en cuyo contexto se generó el artículo sobre la fuerza de los lazos débiles. Así que efectivamente terminé eligiendo las investigaciones que han sido más influyentes en la sociología contemporánea.

Dos trampas del concepto de ideología

A propósito que hay, y estoy tomando, un seminario de ideología en el Doctorado -que a decir verdad, hasta ahora ha sido bastante decente con las clases de Larraín y Arditi-, no estará de más plantear algunas de las dudas y resquemores que el concepto de ideología me genera. Lo primero, en todo caso, es plantear que discutiremos el concepto negativo, crítico, de ideología. No abordaremos el concepto neutral de ideología. En última instancia, es el primero el que tiene algo de sentido, porque para conceptos neutrales del ámbito de las ideas ya tenemos varios (culturas, discursos etc.). Lo específico que trae ideología es una pretensión crítica. Si el concepto vale la pena, es por esa pretensión.

Pasando ahora a los resquemores como tales, que son básicamente dos:

1. Asimetría entre actor y analista. En muchos de los usos del concepto, su  función es básicamente distinguir entre unos actores que están insertos en una ideología y que no se dan cuenta de cuan distorsionada es su visión de la realidad, y unos analistas que sí son conscientes y superan los errores del vulgo. El problema es que los analistas son un tipo de actores, y sí ellos pueden darse cuenta, entonces los actores también (la versión contraria: que los analistas también pueden equivocarse, tal como los actores, lo reconoce todo el mundo: es lo que un analista le dice a otro cuando reclama que su visión es ideologizada). Entonces, si la distinción se plantea en términos muy absolutos, definitivamente no funciona.

Ahora, bien se podría decir que los analistas son un tipo especial de actores, y en ellos es simplemente más probable que ocurra la iluminación que identifique los errores de la ideología -pero no es una distinción absoluta. Esa respuesta estaría bien, si no fuera por dos elementos. El primero es que el hecho que los intelectuales digan que los intelectuales tienen un acceso especial (o más probable) al conocimiento verdadero, ¿no suena al tipo de cosas que el concepto de ideología describía en primer lugar? El segundo es que nunca queda clara la raíz de esa especial capacidad. En  muchas versiones del concepto esa capacidad de descubrir queda resuelta ‘de antemano’ (porque ya se descubrió la ciencia verdadera), pero nada que resuelva las dudas de un crítico resuelto.

En todo caso, a pesar de estos problemas, en principio el concepto puede tratar esta asimetría entre actor y analista. Es la segunda la que creo que es menos resoluble.

2. Asimetría en la discusión entre posiciones. Si una persona discute con otra de la cual piensa tiene una posición ideológica, la conversación entra en corto circuito. Porque al pensar que el otro es ideológico, ya presupongo no sólo que está equivocado (una presuposición que es inherente al hecho que yo creo que mi posición es la adecuada) sino que lo está por tener un paradigma que distorsiona su visión. En ese caso, puedo mostrar de donde aparece su posición ideológica, o puedo intentar convencerlo. La primera posibilidad implica discutir sobre el otro, no con el otro; lo cual no deja de ser algo arrogante, pero esa es un problema de actitud. La segunda posibilidad ya implica conversar con el otro. Sin embargo, y aquí entra la asimetría en juego, lo que no aparece muy posible es lo que efectivamente traduce la conversación en una real conversación con el otro: estar abierto a la posibilidad de ser convencido por el otro. Al declarar la posición contraria como ideológica, ya me cerré a la posibilidad de que sea correcta. En otras palabras, me negué a considerar de tratar en serio las pretensiones de validez de la otra posición. Puede que la idea de Habermas de la situación ideal de habla no funcione en términos empíricos o como telos inmanente a la comunicación, pero la idea que en una discusión ambos actores han de estar abiertos al mejor argumento creo que sigue siendo una buena posición normativa. Y el concepto de ideología no permite esa simetría básica de los participantes, le niega a los otros los derechos de un participante legítimo.

Una posibilidad frente a esta situación es que acusar al otro de ideológico es una postura que, como cualquier aseveración, podría estar equivocada. Y por lo tanto al discutir con otras posiciones uno bien pudiera estar abierto al hecho que ellos estuvieran en lo correcto. En última instancia, ¿por qué no? La acusación de ideológico es la postura inicial en la conversación, del mismo modo que más en general tengo la idea que esa postura está equivocada, pero no necesariamente la postura final. La razón está en que decir que alguien es ideológico no es solamente plantear que está equivocado (que es compatible con la simetría) sino que está obnubilado y que hay que corregirlo, que ve distorsionadamente; y por lo tanto lo que dice no se puede tomar completamente en serio. Es por ello que la noción de ideología atenta en general contra la simetría conversacional y con el hecho de estar abierto al otro.

Hay otro elemento que no creo en sí sea un problema pero no siempre se lo diferencia. La ideología como algo que está al servicio de ciertos intereses de clase o segmento (así lo define Giddens por ejemplo) y la ideología como algo que distorsiona la realidad (algo que Larraín enfatiza es central en el concepto original de Marx). Muchas veces se trata estos dos elementos como unidos indisolublemente, y que obviamente algo que defiende ciertos intereses es algo que distorsiona. Pero no creo que ello sea necesario: No veo porqué algo no podría al mismo tiempo tanto servir a los intereses de un segmento como ser una aseveración correcta (verdadera, útil, buena, lo que sea). A pesar que estas versiones suelen unirse, en realidad no es necesario.

Pero más allá de lo anterior, son estas dos asimetrías, una común pero en principio con alguna solución, aunque sea débil, y otra que creo insalvable, los elementos que me parecen más problemáticos del concepto.

A propósito de la noción de reificación

La idea de reificación, resumida a sus aspectos más fundamentales, es sencillamente que ciertos patrones sociales, una vez establecidos, son percibidos por los actores como algo natural y dejan de ser percibidos como algo producto de un proceso social. Por lo tanto, esto favorece la legitimación de ese patrón: es como son las cosas, no podría ser de otra forma. Que la dinámica como tal es algo que ocurre no es lo que discutiremos aquí.

Lo que nos preguntaremos es la relación entre esa dinámica y la legitimación. La idea que ser visto como algo natural legitima se basa en la idea que entonces es la única alternativa posible. Ahora, ¿es cierto que percibir otras posibilidades deslegitima? Porque creo que esa última situación no se da. Las personas no pierden confianza en sus propias creencias cuando saben que hay personas que tienen otras creencias (los católicos españoles de la Reconquista no perdieron intensidad en sus creencias por observar que otros tenían creencias distintas y así hay muchos ejemplos). La mera aparición de alternativas no cambia la legitimidad de la propia práctica.

Para afectar la legitimidad se requieren otros factores que hacen que esas otras prácticas puedan presentarse como alternativas viables. Al fin y al cabo, el concepto de realidad es lo suficientemente dúctil para que las personas se digan que la propia práctica está en consonancia con la realidad (con la naturaleza humana) y que las otras prácticas no lo son (y por eso mismo están destinadas a desaparecer o a no tener relevancia). En última instancia, ‘nosotros estamos en lo correcto y ellos están equivocados’ no es algo muy difícil de creer.

Lo cual quiere decir, en suma, que para entender la relación entre la reificación y la legitimidad tenemos que entender con mayor profundidad las dinámicas que hacen que una práctica diferente a la propia se traduzca efectivamente en una práctica alternativa.

De los sistemas como metáfora

Uno de los pasatiempos habituales de este blog es criticar a Luhmann. Y algo que hemos dicho en varias ocasiones es que, finalmente, no hay tal cosa como la teoría de sistemas luhmanniana, hay la metáfora de sistemas luhmanniana.

Y usaremos como prueba una cita de un texto reciente de Aldo Mascareño (Diferenciación y Contingencia en América Latina). La cita a continuación:

El 19 de mayo de 1981 es publicada en el Diario Oficial la Ley Orgánica Constitucional del Tribunal Constitucional. Un pasaje de su historia en los años ochenta parece de particular importancia para observar cómo la clausura operativa del derecho se refuerza a sí misma ante las pretensiones políticas de control. Se trata de la sentencia del Tribunal Constitucional del 24 de septiembre de 1985 acerca del Tribunal Calificador de Elecciones [que determinó que el plebiscito se hiciera con Tribunal Calificador]

¿Por qué esto muestra que esto es pura metáfora? Porque la clausura, finalmente, es producida por unos actores concretos. Lo del ‘clausura operativa del derecho se refuerza a sí misma’ es pura metáfora: no hay un proceso autónomo del derecho que realiza esa clausura, sino una decisión tomada por personas específicas -que bien podrían haber decidido de otra forma. Es porque esos actores tomaron esa decisión, usando temas individuales como su propia valoración de la autonomía del derecho, que se produce eso. En otras palabras, la autonomía de un sistema no es producida por el propio sistema. No suena, en realidad, mucho a autopoiesis.

NOTA: En el libro también aparecen algunas cosas típicas de lecturas latinoamericanas de estas cosas: Descubre Mascareño que en América Latina los sistemas no están tan separados ni autónomos como debiera: El poder político afecta al derecho, a la economía etc. Pero, claro, eso sería particular de esta zona de la sociedad mundial, pero no en Europa -donde claro la autonomía ahí si funciona.

El ejemplo más claro es cuando se habla de la no-autonomía de la economía. Esto se debería al estado desarrollista que, claro está, intervenía y no dejaba a la economía ser. Pero la intervención estatal de la economía era bien popular en las economías del centro en los años del desarrollismo. El dirigismo de los Franceses era lo mismo. En otras palabras, la no aplicación de la idea de sistemas plenamente autónomos no es particular a América Latina, también aplica a las zonas centrales del mundo. No es que Luhmann describiera bien a los países del ‘centro’, pero que esto no se aplicara totalmente en otras partes. Es que no describía adecuadamente a ninguna zona de la sociedad mundial.

Sobre los lamentos de la situación en sociología y la construcción del saber disciplinar

La sociología es, entre tantas otras cosas, una disciplina que periódicamente se plantea a sí misma en una crisis,  o con una necesidad de renovación total, y con una sensación de no haber producido mucho de interés. Se podrían hacer muchas citas al respecto (y este pobre blog ajeno no fue a ello en sus inicios). Pero creo que todo ello está profundamente equivocado -y dado que estamos en un doctorado, defender eso sería la tarea de la tesis.

En última instancia, el único consenso alcanzado es que una parte importante de la discusión sobre temas generales en estas disciplinas –ya sea en metodología o en teoría- se caracteriza por un diagnóstico de una situación crítica de la disciplina y la necesidad de su superación por la aproximación que ese texto defiende. Al mismo tiempo la repetición de las polémicas y debates se muestra que nada se supera. En 1937 Parsons iniciaba La Estructura de la Acción Social preguntándose quién lee ahora a Spencer pensando que el utilitarismo y el evolucionismo habían desaparecido de las ciencias sociales. Nadie podría partir un texto con esa alocución ahora: bien sabemos que hay quien lee a Spencer, y el utilitarismo y el evolucionismo retornaron, y que eso es cierto de casi cualquier tradición conceptual. Los mismos debates, y casi los mismos argumentos, se tienden a repetir. No es raro que esa situación lleve a esos textos genéricos a la desesperación. Esa desesperación está, en todo caso, mal planteada.

O para decirlo de manera más preciso: mal especificada. Porque no se aplica a la sociología en general, sino a esas discusiones generales: a la teoría general y a la metodología general. En relación a ellos bien podemos plantear que efectivamente los participantes de esos debates comparten –aunque por razones muy distintas- un diagnóstico de una ciencia social, y de una sociología, que se encuentra en crisis y que en general no ha realizado grandes aportes al conocimiento social. Y en ese sentido, la labor del conocimiento general es una labor de Sísifo: los mismos debates (sobre el positivismo o sobre la relación acción-estructura) se repiten y muchos de los argumentos específicos también lo hacen.

Pero lo que es cierto en relación a esos conocimientos generales el diagnóstico de un fracaso funciona, no lo hace cuando lo aplicamos a la praxis de investigación, porque en ella si podemos encontrar adquisición de conocimiento que es valioso. Dicho de otra manera, si uno se preguntara ¿han valido la pena las ciencias sociales? ¿nos ha aportado algo todo ese esfuerzo y todos esos estudios? Si la respuesta es sobre teoría y metodología general, la respuesta es –a confesión de quienes se dedican a ello- que no mucho se ha alcanzado. Pero si respondemos sobre los estudios específicos si encontraremos conocimiento sustancioso.

El tema, ahora, no es solamente plantear que en la práctica de investigación concreta se alcanza conocimiento. No es solamente una vindicación del viejo Robert K. Merton y las teorías de alcance medio.

Es pasar más bien al siguiente paso: ¿Y si construimos nuestro saber general a partir de lo que ha funcionado? (i.e la investigación concreta). Elucidar entonces la metodología y la teoría desde la investigación, no a partir de consideraciones epistemológicas, ontológicas u otras de ese tenor –que ha sido lo habitual entre nosotros. Que además tendría la ventaja no menor de conectar la metodología y la teoría general con la investigación específica, que es de hecho la separación más relevante en sociología -y mucho mayor que la usualmente mencionada de separación de teoría y método: ambas están separadas de la investigación.

Lo cual implica, finalmente, recuperar nuestra propia tradición disciplinar. Al fin y al cabo, lo más interesante de los clásicos no ocurre en las declaraciones metodológicas o teóricas, sino en los estudios concretos. No en las Reglas del Método Sociológico, sino en la División del Trabajo Social; no en los conceptos generales de Economía y Sociedad sino en la Ética Protestante.

El trabajo, entonces, es desarrollar una propuesta de saber general a partir de la práctica de investigación.

Acción y estructura. Un ejemplo de la falsa contraposición ente acción racional y estructura.

En los interminables debates que suele tener la sociología sobre acción y estructura, solemos poner la perspectiva de la acción racional como parte de la perspectiva de la acción y opuesta a la estructura. La acción racional es sobre como las personas eligen y la estructura sobre como las personas no eligen (parafraseando a frase de Duesenberry sobre economía y sociología).

Ahora, esa relación no tienen ningún sentido. Si todas las personas son racionales (y, a la Becker, comparten sus preferencias básicas), entonces ¿qué es lo que genera comportamientos distintos? Situaciones distintas, estructuras de intercambio distintas etc. La diferencia en el comportamiento entre mercados competitivos y mercados monopolicos sólo tiene que ver con la diferencia en el número de oferentes, lo que diferencia el comportamiento de las personas en distintos juegos son los distintos payoffs, si es repetido o no, si es cooperativo o no. En otras palabras, las diferencias las causan las diferencias en estructura.

Por otro lado, una explicación estructural requiere que los actores sean racionales. ¿Por qué? Porque sólo para un actor racional sería posible pasar de la estructura a la acción sin intermedición: el actor lee la estructura, obtiene la acción correcta dada ella y la realiza. Dado que todos hacen lo mismo, entonces puedo olvidarme del actor y pasar de la estructura a los resultados. Si los actores no fueran racionales, entonces requiero analizar el nivel del actor (dado que no lee la acción a realizar desde la estructura, sino que tiene que desarrollarla a partir de él mismo).

Pensemos en un caso concreto: la delincuencia. Entonces tendremos a quienes nos dicen que la acción de los delincuentes es racional -y por lo tanto, se ve afectada si cambiamos los incentivos y los costos, así que subamos las penas- o que es efecto de factores sociales -y por lo tanto, tenemos que cambiar las estructuras sociales y culturales. Pero si observamos las explicaciones, veremos que -de hecho- son traducibles.

Pensemos la explicación de factores sociales. Puedo plantearla de la siguiente forma: Dada las condiciones sociales que enfrenta esta persona (los posibles resultados de sus acciones, los costos de ellas, sus preferencias) entonces tomará acciones delincuentes. O sea, de hecho podría decir que es racional en esas condiciones tomar acciones delincuentes.

Pensemos la explicación de actor racional. Puedo plantearla de la siguiente forma: Para un actor dado es racional tomar acciones delincuentes. ¿Por qué? Porque dadas las condiciones sociales que enfrenta (los posibles resultados de sus acciones, los costos de ellas, sus preferencias) es racional hacerlo.

La diferencia crucial entre ambas no es teórica, sino puramente ideológica. El defensor de la actor racional postulará que lo crucial es aumentar los costos de la acción delincuencial en relación a otras (aumentar las penas). El defensor de los factores sociales nos dirá que lo crucial es aumentar los beneficios y disminuir los costos de las acciones alternativas. En ambos casos, lo que modifico es la situación estructural (el contexto) y luego espero que los actores se comportan racionalmente.

Lo Hobbesiano que somos.

Usualmente pensamos que Hobbes era un extremista del autoritarismo estatal, y que nosotros en la actualidad hemos superado esas visiones. Pero en realidad creo que no.

Pensemos en las cosas que Hobbes plantea en el Leviatán cuales son los derechos del soberano:

  • Que los súbditos no pueden cambiar de forma de gobierno. Esto porque transfirieron esos poderes al soberano (a su monarca o a su asamblea), y requieren que ese soberano este de acuerdo. Los súbditos no pueden porque implicaría romper un pacto
  • El poder soberano no puede ser enajenado. Ningún súbdito puede decir que como el soberano quebró el pacto puede liberarse de su sumisión, porque el soberano no ha efectuado pacto con los súbditos (son los súbditos los que hicieron el pacto de obedecer al soberano)
  • Nadie puede protestar justamente contra la institución del soberano declarado por la mayoría. Si la mayoría eligió un soberano, quien disiente o ha de consentir o exponerse a ser eliminado (dado que quebrantó el pacto de someterse a lo que la asamblea definiese)
  • Los actos del soberano no pueden ser justamente acusados por el súbdito. El Estado actúa por autorización de sus súbditos (que lo crearon) y quien actúa por autorización no puede cometer injuria e injusticia contra quien lo autorizo (dado que esa persona traspaso su derecho a otro para que actúe)
  • Nada que haga un soberano puede ser castigado por el súbdito. Dado que cada súbdito es autor de los actos del soberano (constituir un Estado es aceptar que la voluntad del Estado es la mía) entonces estaría castigando al soberano por las acciones que la propia persona ha realizado
  • El soberano es juez de lo que es necesario para la paz y la defensa de sus súbditos, y de que doctrinas son adecuadas para que se le enseñen.
  • El soberano tiene el derecho a establecer normas (por las cuales los súbditos pueden saber lo que es suyo) y que ningún súbdito puede arrebatarle. Es inherente a la soberanía establecer las normas en virtud de las cuales las personas saben de que bienes (y de que forma) puede disfrutar.
  • El soberano tiene el derecho de judicatura (es el soberano quien determina todas las sentencias y realiza todos los juicios)
  • Y tiene el derecho a hacer la guerra y la paz como considere más conveniente. El poder de defensa frente a otros consiste en los ejércitos, y por lo tanto el Estado tiene el poder sobre estos (y no personas particulares dentro del país.

Estos derechos del soberano, y toda esta ausencia de derechos del súbdito, que parecen tan excesivos, de hecho es como seguimos pensando en la actualidad. El hecho que el soberano en la actualidad sea el pueblo, todos los ciudadanos –una posibilidad que Hobbes siempre menciona-, el hecho que dividamos los poderes (entre ejecutivo, legislativo, judicial) nos tiende a hacer olvidar que usamos esos derechos del soberano: Efectivamente negamos que alguien pueda justamente protestar contra la elección de la mayoría (i.e nadie puede justamente rebelarse porque su candidato perdió la elección). También pensamos que para castigar al soberano se requiere una decisión del soberano(si establecemos que el Estado debe recompensar a alguien por daño causado eso se establece mediante una decisión del Estado, de un tribunal, no mediante una decisión particular de las personas). Al fin y al cabo, también planteamos que para cambiar la forma de gobierno se requiere que el soberano esté de acuerdo (y por ello planteamos que esos cambios se hacen mediante las formas que la Constitución establece). Como el mismo Hobbes lo dice: ‘Ningún hombre es tan necio que afirme, por ejemplo, que el pueblo de Roma hizo un pacto con los romanos para substentar la soberanía a base de tales o cuales condiciones que al inclumpirse permitieran a los romanos deponer legalmente al pueblo romano’.

En ese sentido, somos más Hobbesianos de lo que pensamos.