Consideraciones sobre el sistema de pensiones, y la relación de la población con él en Chile

A veces tiene sentido hacer comentarios sobre temas de actualidad, y como el tema de hoy son las pensiones, y como (a) se dicen diversas inexactitudes y (b) hay algunas cosas interesantes desde el punto de vista de los estudios de opinión, he aquí algunos comentarios.

Sobre la quiebra del sistema de reparto.

Un argumento común de quienes defienden las AFP es que los sistemas de reparto están quebrados (o, si son más exactos, que quebrarán a futuro): El envejecimiento de la población que se traduce en una disminución de la relación contribuyentes / pensionados inexorablemente produce lo anterior.

Ahora bien, el caso es que cuando un sistema de reparto entra en un desequilibrio actuarial (i.e tendremos que pagar más de lo que recibimos, lo cual usualmente se puede prever) tiene formas de reaccionar: Aumentar tasas de cotización, aumentar la edad de jubilación, cambiar las formulas de beneficios. Y, dado que la quiebra es actuarial no necesariamente es real (puede traducirse en un mayor costo al fisco no en que no se paguen las pensiones).

Estas medidas (con la excepción de la última, que es específica a los de reparto) ¿no son las mismas cosas que proponen quienes defienden el sistema de AFP? La amenaza que produce el cambio demográfico tiene dinámicas distintas, pero todos los sistemas de pensiones tienen que adaptarse. En uno de reparto la amenaza es la quiebra actuarial producto del aumento de porcentaje de pensionados. En uno de capitalización la amenaza es la disminución automática de pensiones produce del aumento de la esperanza de sobrevida (no la de vida al nacer, sino de cuantos años espera vivir alguien que ya ha llegado a la edad de jubilación). Y las herramientas son básicamente las mismas.

Lo cual, por cierto, tiene una consecuencia hacia los críticos: Si bien es cierto que los sistemas de reparto no están quebrados automáticamente, ello es cierto porque usan las mismas herramientas que los críticos no desean aceptar para el sistema de AFP. Hay diversas razones para preferir uno u otro, pero no hay diferencia en torno a que, finalmente, para mejorar prestaciones hacen uso del mismo tipo de recursos.

Sobre la evaluación del sistema de reparto (sistema antiguo) en Chile.

El sistema de reparto antiguo era fuertemente criticado en el Chile pre-dictadura. Era un sistema altamente desprestigiado por múltiples motivos: La diversidad de sistemas (de cajas) con regímenes muy distintos de pagos de pensiones, situación de quiebras y de no pago de pensiones, falta de reajuste de ellas etc.

Una consecuencia inesperada (y doy por seguro que era no deseada) de la reforma de 1981 fue que todos quienes se mantenían en el sistema antiguo pasaron a ser pagados por el Estado vía INP, ahora IPS. Y ese cambio se traduce en un sistema que es caro para el Estado (en parte porque deja de recibir contribuciones para financiarlo) pero que desde el punto de vista del beneficiado es muy ventajoso: No hay amenaza de falta de pago, el Estado pagará sí o sí las pensiones; no hay problema de falta de reajuste etc. Más aún, un tema del viejo sistema -y que de hecho es algo que es común en todos los sistemas de reparto- es quienes contribuyen pero no reciben beneficios (o reciben muy menores) porque no cumplen con las reglas del sistema (no acumulan años de cotización por ejemplo). Ahora bien, esas personas probablemente no siguieron en el viejo sistema, y entonces los que se quedaron fueron quienes podían optar a pensiones completas bajo el viejo sistema.

¿En qué concluye todo lo anterior? En que la imagen del sistema antiguo post-1981 es claramente superior a lo que podría haber sido la mantención del viejo sistema ahora. En la forma de comparación más sencilla, la que usa cualquier pensionado -comparar pensiones de dos compañeros de trabajo uno IPS y otro AFP- entonces el viejo sistema de reparto queda mucho mejor. Y así inesperadamente la reforma produjo una buena imagen del viejo sistema.

La crítica a la AFP usa y se basa, en parte no menor, en el uso de la lógica del sistema.

La lógica del sistema de capitalización individual implica que uno es propietario de un ahorro previsional: Que es mi dinero con el cual se paga mi pensión. Resulta interesante que ese argumento se usa muchas veces para fundamentar la crítica al sistema.

La idea que las AFP obtienen beneficios con mi dinero, que de hecho me roban (porque ellas obtienen beneficios que yo no veo); que se pide una mayor propiedad de ese ahorro (porque a mi me rendiría más el ahorro que la pensión que obtengo de ello) son cosas que uno puede observar en la crítica actual y que aparecían en estudios en los que he participado. La crítica es, entonces, individualizante y en nombre del derecho de propiedad.

En cierto sentido, el sistema de AFP hace uso de una promesa de propiedad que no cumple: No puedo decidir sobre ese ahorro, no puedo disponer de él (no decido sobre sus usos, no puedo venderlo etc.). Si se quiere, las personas parecen tomarse muy en serio la idea de capitalización, que es un capital, y el sistema no da para ello. Pensemos en que si se elije renta vitalicia no es posible pasar el capital a los herederos; si se elije renta programada en principio ello es posible pero en realidad esa modalidad implica ‘comerse’ el capital (y sólo produce herencia en el caso que alguien se muera antes). De esta forma no genera los efectos que se supone produce un capital (no produce renta heredable, no puedo ‘invertirla’).

Lo cual no deja de ser curioso porque los argumentos más fuertes a favor de la AFP son en términos de instrumento de inversión (la tasa de rentabilidad que producen) más que en términos de pensiones. Y pensarlo como instrumento de inversión es pensarlo desde una perspectiva de capital que el sistema finalmente no entrega.

Otro de los fundamentos, al menos oficiales, es la idea de elegir. Y nuevamente la crítica se hace desde una idea de elección más intensa: Que estoy obligado a cotizar en AFP (y que no tengo otra forma disponible), que estoy obligado a financiar (mediante la comisión) a grupos y empresas que probablemente no quiera financiar. Mi impresión es que el atractivo existente, más allá de si es alto o bajo, de la AFP estatal no es el tema de aumentar la pensión sino el de tener una alternativa a lo que se percibe como una obligación de financiar a los grandes grupos económicos.

En resumen, que una ‘ganancia’ ideológica del sistema -las ideas individualizantes de propiedad y de libertad- son parte de lo que impele la crítica a él. La vida social es, para repetir lo que no deja de ser verdad por ser lugar común, impredecible.