Chile, un caso de imperialismo frustrado

La Guerra del Pacífico se inició con la invasión de Antofagasta el 14 de febrero de 1879 por tropas chilenas antes de una declaración de guerra, lo que había sido precedido por la aparición del Blanco Encalada el 26 de diciembre de 1878. Lo interesante de esos actos es lo que implican sobre la actitud del gobierno Chileno en la época.

En el siglo XIX el uso de la fuerza sin declaración de guerra (y de ubicar fuerzas navales en el puerto de otros países como forma de amenaza) no era para nada común en la relación entre países pares, pero si cuando un país se pensaba superior a otro (no en poder, sino en su tipo): Las potencias europeas vivieron haciendo eso a otros países durante esos años, pero no entre ellos. En otras palabras, por el mero hecho de realizar ese acto Chile se ubicó  en relación con Bolivia como el Reino Unido se pensaba en relación con, digamos, Zanzíbar.

El transcurso de la guerra nos sigue mostrando esa actitud de no reconocer a los países contrincantes la posición de par. Chile ocupó militarmente el Perú (al menos su costa) entre 1881 y 1883. Ahora bien, ¿por qué? Simplemente, porque Chile no reconocía gobierno alguno en el Perú y mantuvo la ocupación hasta que apareciera un gobierno de su gusto. Nuevamente, no es el tipo de cosas que en la época se usaran entre países pares. Los prusianos humillaron completamente a Francia en la guerra franco-prusiana (1870-1871) y con ella el gobierno francés se desplomó, pero a Bismarck no se le ocurrió imponer un gobierno, simplemente negoció con el surgido tras la caída de Napoleón III (uso el ejemplo, porque el gobierno chileno defendería sus anexiones de provincias tras la guerra del Pacífico aduciendo el ejemplo de la anexión de Alsacia y Lorena).

Todo el comportamiento, entonces, de Chile indica un país que se relaciona con sus vecinos del norte como un país imperialista del siglo XIX se relacionaba con cualquiera de sus víctimas (o con cualquier país al cual no le reconocía igualdad de trato).

En realidad, Chile durante el siglo XIX experimenta un fuerte proceso de expansión territorial. Hay muchos que piensan en una historia de pérdidas de territorios (‘cesión de la Patagonia’) pero eso olvida las realidades. En 1810 quienquiera que gobernara en Santiago administraba efectivamente, sus órdenes podían ser cumplidas, el territorio entre Copiapó y el Bio-Bío. En 1820 Chile toma y se anexa Valdivia (que era dependencia del Virrey en Lima no de la Capitanía); en 1826 Freire anexa Chiloé (que también era dependencia del Virrey y donde los chilotes no tenían  ningún entusiasmo por ser parte de Chile, habiendo defendido las banderas del rey toda la Independencia). En 1843 se funda el Fuerte Bulnes (como colonia penal, siguiendo el ejemplo de varios Imperios en expansión), en un territorio en el cual nunca había sido sometido a los decretos de Santiago; a lo que sigue en la década de 1850 la colonización en Valdivia y Llanquihue. Finalmente, tenemos la conquista del territorio Mapuche y de las provincias de Iquique y Antofagasta. 1881 es el año de la fundación de Temuco y de las batallas de Chorrillos y Miraflores (en otras palabras, de un esfuerzo militar doble separado por 4 mil kilómetros). Y para completar la expansión, Chile en 1888 adquiere una colonia al incorporar Rapa Nui (haciendo el mismo tipo de operación que cualquier país imperialista Europeo realizaba en la época en la Polinesia). En 1890 quienquiera que gobernara en Santiago administraba efectivamente un territorio mucho mayor que su antecesor en 1810.

Este proceso de expansión territorial se realizó usando las diversas formas de expansión al uso entre potencias imperialistas en el siglo XIX: Conquista de provincias a países vecinos, colonias penales, conquista de pueblos no-estatales, instalación de colonias de ‘ultramar’. Por cierto, todo en pequeño -como corresponde a un país de imperialismo periférico (o semi-periferia para usar términos de Wallerstein).

El delirio de esa actitud es la expansión de la flota a finales del siglo XIX y principios del siglo XX. Por motivos de equilibrio de poder, y la mera idea que ese concepto era aplicable a las relaciones de ‘potencias sudamericanas’ ya es significativo, Chile decide contratar en astilleros británicos la construcción de dos acorazados del tipo dreadnought (Latorre y Cochrane). La construcción estaba inconclusa al iniciarse la 1a Guerra Mundial y los barcos son tomados por el gobierno inglés. El Latorre, rebautizado Canadá, participó en la batalla de Jutlandia (el Cochrane, más atrasado en su construcción, fue comprado por los ingleses en 1917, convertido en portaaviones, renombrado Eagle y luchó en la 2a Guerra Mundial). En otras palabras, Chile había contratado la construcción de un barco que estaba en condiciones de ser usado en primera línea por la mayor potencia naval del mundo en 1916.

Ahora bien, toda ese intento de constituirse en un país imperialista fracasaron. La razón de ello es obvia y evidente: no es posible constituirse en un país de ese tipo sin alguna capacidad industrial (y en particular, de industria pesada). El fracaso puso a esas intentonas imperialistas en su lugar: como un delirio de una élite dirigente que creyó ser más de lo que en realidad podía ser.

 

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3 Comments

  1. Delirante analisis… solo eso.. delirante.. con poca información historica (Chile SI invadio no solo la costa peruana, sino que se llegó a Puno y el lago Titicaca, y solo no ocupó la selva peruana).
    La intención de Chile era el dominio del Pacifico, lo que se hubiera podido, no por las razones que expone el comentarista de arriba, pues Chile ya tenía influencia en las islas del Pacifico debido al comercio y servicios.
    La capacidad industrial, no era absolutamente necesaria para sus planes. La elite dirigente tenia entonces mas vision que la cabeza de este “comentarista”.

    • Juan Ignacio Jiménez A.

      Si alguien de verdad cree que en el siglo XIX era posible una política imperialista sin una base industrial relevante, habrá que recordar que Chile encontró rápidamente los límites de cualquier ‘poder’ que creyese tener en el caso del Baltimore. Una muestra clara de la falta total de recursos de Chile para cualquier política de ese estilo.

  2. Me voy a cortar la pelotas

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