Modalidades de Ahorro y de cómo la política pública nunca entiende a la gente

La semana pasada, en un seminario realizado por la Subsecretaría de Previsión, se desarrolló una discusión a propósito de formas de ahorro. Una de las personas comentaba que ahorrar para la vivienda era mucho mejor que la cotización. La réplica fue que, en términos de retorno financiero, el negocio inmobiliario era peor que las AFP y que un problema con la vivienda era la posibilidad de usarla para solucionar crisis y, por lo tanto, no era adecuado para ahorro en la vejez.

De eso uno podría obtener la conclusión que la idea (que no es tan rara, de acuerdo a estudios cualitativos) que la vivienda es mejor que la cotización están equivocadas, y que lo que se requiere hacer es educar a la gente.

Pero eso estaría, muy equivocado. Porque existen buenas razones para pensar que la preferencia por la vivienda se basa en una distinta valoración de los mismos hechos.

En primer lugar, cuando las personas se refieren a la vivienda como ahorro, en realidad están considerando el pago de dividendos como parte del ahorro. Lo que quiere decir que desde la perspectiva de las personas, están disfrutando del bien (el hogar) muchos años antes que termine la compra. En vez de esperar 30 años para tener algún beneficio de la inversión, las personas se benefician de una vivienda por 30 años.

En segundo lugar, el poder vender la vivienda, y así obtener una gran cantidad de dinero efectivo de una sola vez, puede ser problemático desde la perspectiva de política pública, pero estaría casi seguro que desde la perspectiva de la persona es un atributo, es algo positivo: Representa buena parte de su patrimonio y el hecho que tenga mayor control sobre él sería algo favorable. El hecho que nunca se ‘vea’ el monto acumulado es una crítica que se puede escuchar sobre las pensiones.

Si lo anterior es correcto, entonces el problema con plantear una solución educacional es que, al hablar en ‘lenguajes’ distintos, todo lo que se dijera sobre los beneficios de la cotización no debiera escucharse. Las ventajas propuestas no serían tan relevantes y no se mencionarían los puntos que a las personas les interesan. Dado que ‘obviamente’ ahorrar para la vivienda es mejor que cotizar, entregar argumentos que no tienen que ver con lo que la gente evalúa no debieran ser tan relevantes.

NOTA: Ahora, alguien puede retrucar que lo que hace la política pública es defender a la persona de sí misma: Que gastándose sus ahorros antes de la vejez se quedaría sin dinero para la vejez, y la imposibilidad de no usarlo es una forma de evitar que la persona cometa una acción que, desde el punto de vista de esa persona, sería un error: evitar caer en tentación. Desde este punto de vista, entonces, no estaríamos tanto ante una diferencia de perspectivas entre política pública y ciudadano, sino entre perspectivas al nivel de la misma persona.

Lo anterior puede ser cierto pero no afecta nuestro punto. Por un lado, la persona que sufre la tentación ahora probablemente descuenta también ahora la importancia de la vejez (o más importante, puede pensar que de aquí al futuro tantas cosas pueden pasar que…), así que el argumento no necesariamente es uno relevante para ella. Por otro lado, y creo que esto es más relevante, las personas no necesariamente asumen que si no cuentan con ahorro para la vejez quedarán desamparadas: Entre el propio trabajo, ayuda familiar y ayuda para el Estado pueden obtener ingresos. Si lo que agrega la cotización a esa alternativa es percibido como de menor valor al valor en efectivo de vender una casa ahora, bueno, entonces, de acuerdo a la perspectiva de la propia persona, la cotización es menos valiosa que la vivienda. Y esa condición depende de las valoraciones e intereses de las personas.

Ponencia sobre Trabajadores Independientes

Habiendo hecho una ponencia sobre la situación de trabajadores independientes para el VI Congreso de Sociología, no estaría nada de más publicarle en este blog (link aquí)

Y he aquí el resumen:

El trabajo contemporáneo se describe muchas veces como inestable, y caracterizado por la ‘des-estructuración’ de las trayectorias. La construcción de proyectos de futuro sería entonces más difícil. Los trabajadores independientes, más inestables, son un segmento interesante en este tema.

El contexto de los independientes nos permite entender las bases sobre las cuales podrían(o no) construir futuro. En primer lugar, tienen una alta diversidad, y esto implica a su vez que no todos son particularmente precarios. Su cultura económica –valorando su autonomía (no el emprendimiento) y sus resquemores frente a la inestabilidad también afecta su posibilidad de pensar el futuro.

Esto implica una relación con el futuro que no sigue la tónica supuesta: Un futuro familiar (no individual), con expectativa de trabajo continuo (sin jubilación). Su percepción del futuro se basa en la idea que si se ordenan y ahorran, algo que depende de ellos, pueden obtener un futuro positivo.

Entonces, los independientes pueden planificar el futuro: Hay incertidumbre sobre si cumplirán con la regla, pero no con la regla como tal. Perciben inestabilidad, pero no cambio estructural. Construir futuro (individual y familiar) se basa en la repetición del presente (social).

Una definición funcional y subjetiva de clase media

A propósito de que estaba leyendo una entrevista a un taxista (sobre el tema de previsión social, en el que trabajo) y hacía su declaración que ‘uno se la juega para que no sea así’ (que sus hijos sean taxistas). De ello se sigue una definición de clase media, a saber:

Es de clase media una persona que si su hijo repitiera su experiencia (trabajara en lo mismo) estaría de lo más feliz. En otras palabras, que no se la juega para que sus hijos eviten su propia vida.

El extraño caso de la influencia de Luhmann en la sociología chilena

¿Por qué Luhmann se transformó en Chile en uno de los principales teóricos? (es cosa de revisar programas, por ejemplo, los de doctorado, para observar su influencia). Al fin y al cabo, no es cierto que sea extremadamente influyente de manera universal.

Lo que vuelve aun más extraño el tema es que su teoría no tiene, que yo sepa, ningún ‘éxito’ explicativo o descriptivo relevante. De casi todos los otros teóricos se puede decir que iluminaron un aspecto de la vida social o que entregaron una respuesta interesante sobre un problema -que permitió avanzar nuestra comprensión de lo social.

Del funcionalismo, bien podemos decir que -equivocadas y todo- las ideas de Merton sobre anomia o sobre sociología de ciencia permitieron comprender mejor ciertos aspectos de la vida social. Incluso de Habermas se puede plantear que sus disquisiciones permitieron avanzar en la comprensión de la esfera pública. En el caso de Bourdieu, incluso cuando se lo declara obsoleto, sería difícil negar que La Distinción representó un aporte a todo el campo de la sociología de la cultura y la del consumo. Y así uno podría seguir con otros teóricos y tradiciones.

Pero en el caso luhmanniano, ¿que parte del análisis vida social ha recibido un aporte sustancial de esa teoría? A veces tengo la impresión que el asunto se reduce a una simple (bueno, compleja) redescripción de temáticas y dimensiones.

Un divertimento: Un análisis cientometrico de sociólogos chilenos

Por esas cosas de la vida, baje un software que realiza diversos análisis de indices cientométricos usando la base del Google Scholar. Como todas las cosas, tiene problemas -la base del Google Scholar no es perfecta (y de hecho funciona mejor para papers que para libros, y funciona mejor si eres citado fuera de Chile en publicaciones y conferencias de ‘corriente principal’). Pero también tiene virtudes.

De todos los diversos indices, usamos el h-index que es relativamente fácil de entender. No voy a usar la definición formal, pero un h-index de 4 indica que tienes 4 escritos que han sido citados 4 veces o más. Además presentaremos el g-index que sigue la misma lógica pero pesa más los textos más citados (es el número tal que los g-top textos tienen en conjunto g2 citas).

Bueno, veamos que resultados nos arrojan para sociólogos chilenos:

  • José Joaquín Brunner = 15 (g-index 27)
  • Norbert Lechner = 13 (g-index 27)
  • M. A. Garretón = 13 (g-index 20)
  • Daniel Chernilo = 8 (g-index 13)
  • Eugenio Tironi = 7 (g-index 11)
  • Florencia Torche = 7 (g-index 11)

(También calculé para Moulián, Morandé y otros pero tenían h-index de 5 o menos)

Debido a las características de la base, esto nos mide más bien el impacto ‘global’ de los autores. Alguien que es muy discutido en Chile pero menos fuera de Chile va a aparecer con un impacto más bajo. Pero, como todos los números, ha de verse como un indicador más que otra cosa, y no como verdad absoluta.

Valores comparativos

  • Pierre Bourdieu = 89 (g-index 295)
  • N Luhmann = 38 (g-index 98)
  • Mark Granovetter = 29 (g-index 199)

La Miseria de la Sociología.

Este texto también proviene de la intención de re-redactar y de reorganizar textos antiguos. En este caso, una serie de comentarios sobre análisis realizados durante los ’90 sobre la sociedad chilena. Al revisarlos, me dí cuenta que un tema interesante en el desarrollo de la sociología en Chile había sido que si bien durante los ’90 habíamos desarrollado un diagnóstico sobre la sociedad, en los años ’00 no realizamos ninguno -y simplemente seguimos usando el diagnóstico anterior. Así que pensé que esos comentarios eran recuperables, y que haciendo una distinción entre los fundadores y los epígonos bien podía hacer una crítica del quehacer sociológico durante los últimos decenios.

Una crítica porque la opinión seguía siendo la misma: La sociología chilena ha fallado en los últimos 20 años en realizar su tarea más básica, que es el de diagnosticar lo que sucede en Chile, y terminamos usando un diagnóstico limitado que no era mucho lo que nos permitía decir.

Hay dos características esenciales de la sociología en los últimos 20 años: Que se usa un diagnóstico común de que fue lo que sucedió en la sociedad -que nos transformamos en una sociedad de mercado. Esto se dice con retóricas, valoraciones y lenguajes muy distintos pero en lo fundamental eso es lo que se plantea. Y que se un método común para mostrar ese cambio -el ensayo impresionista, y en particular de ensayos que no argumentan demasiado. Ambas características están relacionadas entre sí. El uso del ensayo facilita el no profundizar los temas, y quedarse en lo que -finalmente- aparece como lo más obvio: la importancia del mercado y del consumo. Al quedarnos solamente en lo más obvio, además una vez dicho la obviedad no había más que decir. Y entonces sobre la sociedad después de los ’90 la sociología no ha tenido nada nuevo que plantear. Ni siquiera para discutir, en serio, si efectivamente no se habían dado cambios fundamentales.

¿Porque es relevante que la sociología en Chile en general no argumente y defienda sus posiciones? Al fin y al cabo, esto puede parecer un asunto meramente formal sin mayor relevancia frente a lo central: que es el contenido. ¿Qué importa que no argumentan si lo que plantean es tan interesante y correcto?
Porque sin argumentación con lo que único que nos quedamos es con los nombres. La única razón para tomar en cuenta lo que plantean es, simplemente, que ellos lo dicen. Sin argumentos estamos reducidos al mundo de lo que parece, de lo que a uno le suena. En un mundo sin argumentos, las afirmaciones nos parecen correctas o interesantes sólo por el prestigio del autor. No negaremos que es un mundo intelectual cómodo. sin argumentación, simplemente nos quedamos con el equivalente de una conversación de café de presunta profundidad. Y los textos, finalmente, tienen los mismos vacíos de esas conversaciones: brillantez fácil y frases sugerentes e inteligentes. Pero, nada de importancia detrás de la fachada. Como toda conversación de café, sirven para pasar una tarde y para pretender que uno no es un bruto, pero como aporte al conocimiento de la sociedad no es mucho lo que sirven. Lo extraño del asunto es la pretensión que ese tipo de disquisiciones merecían imprimirse

Para escribir los textos que hemos comentado se requiere algo de inteligencia y pensar unas cuantas tardes. No es una tarea realmente muy difícil. Sin embargo, la tarea de argumentar si es difícil. Es algo que requiere trabajo y dedicación. Al fin y al cabo, argumentar no es repetir varias veces la misma afirmación. Argumentar no es ilustrar la posición con un ejemplo Argumentar no es plantear que la propia posición es evidente. Argumentar es hilvanar: conectar frases. Para ser personas que, presuntamente, trabajan con ideas no deja de ser algo extraño que se salten la parte que efectivamente representa trabajar con ideas.

El problema central es que una consecuencia de esta ausencia de argumentación, de esfuerzo real de investigación, es que quedamos reducidos a las obviedades y al sentido común, las posiciones defendidas no son muy interesantes. La visión de la sociedad chilena que está detrás de las disquisiciones teológicas de Cousiño y Valenzuela -como por ejemplo, su discusión acerca del exódo-, de la retórica de Moulian y del equivalente a comentarios de sobremesa de Tironi es bastante sencilla: Chile se ha transformado en una sociedad dominada por el mercado. Prácticamente todos nuestros autores comparten la idea que Chile se ha transformado de una sociedad dominada por la política a una centrada en el mercado. Gran parte de nuestras actividades y relaciones está mediada por el mercado, y el consumo -especialmente, su aumento del consumo- se ha transformado en una de las actividades centrales de nuestra sociedad.

Pero al no indagar realmente, entonces no sólo decimos lo que parece ser obvio, sino que además sólo decimos lo que parece evidente de eso: Ni siquiera se investigó, mucho, en que consistía exactamente ‘una sociedad de mercado’. Plantear que hay más bienes en una sociedad -mas automóviles, mas lavadoras- no nos dice mucho sobre la experiencia y las prácticas de vivir en una sociedad de mercado, que implica realmente para las personas. Plantear que las personas se endeudan no nos permite entender mucho más si no conocemos cómo se inserta el endeudamiento en las vidas de las personas, como afecta las prácticas presupuestarias. Esto puede parecer cosas nimias, pero el tema es que cuando se mira en detalle es que aparecen elementos importantes que uno no podría haber pensado cuando se queda en la mirada general y obvia. Incluso si aceptamos el diagnóstico general, y aceptamos que lo que pasó fue la instauración de la sociedad de mercado, no sabemos en que consiste ese diagnóstico a menos que vayamos más allá de lo que se puede observar en general.

En última instancia, las debilidades del discurso sociológico se fundamentan en el rol que cumple. Al fin y al cabo, la sociología, en la práctica, no es más que la transposición, algo más compleja y afectada en el decir pero igual de sencilla en las ideas, del discurso político. El consenso político se transforma en consenso en el diagnóstico; y los puntos sobre los cuales se discute en política se transforman en los puntos sobre los cuales se discute en sociología (Estado y mercado a final de cuentas).

En en el apuro por tener alguna interpretación general sobre el Chile de los ’90, la sociología olvidó hacer su trabajo. Una etapa que, por admisión del consenso estándar, representa grandes cambios en la sociedad, debiera ser un período especialmente interesante para un sociólogo. Pero en vez de realizar un trabajo serio y exhaustivo, nos quedamos en lo que es más fácil: en el ensayo y en la metáfora. Y así dejamos abandonado el trabajo porque nada más teníamos que decir

No todo el mundo tiene la oportunidad de analizar una transformación mientras esta se desarrolla. En ese sentido, los sociólogos chilenos de los últimos decenios fallaron en la tarea básica que tenían que realizar, la de entender y estudiar una sociedad en un proceso de cambio.

El ingreso de los independientes: La esperanza de los altos ingresos.

En un post anterior sobre el ingreso de los independientes comparado con los dependientes, mencionamos que la comparación de los promedios escondía el tema de las variaciones. En particular, que los independientes tenían una mayor probabilidad de obtener altos ingresos que los dependientes (a igual nivel educacional): una persona de bajo nivel educacional tenía un límite de sus ingresos como dependiente que podía superar como independiente.

Ahora, ¿por qué centrarse en los niveles más altos? (y para un análisis general de la desigualdad de los ingresos de los independientes, uno puede leer el texto en este link) Por un tema puramente subjetivo: Las personas tienden a pensar que tienen mayores capacidades que el promedio, por lo que sus esperanzas no están puestas tanto en obtener el promedio sino en obtener lo que obtienen los que les ‘va bien’ (dado que suponen que ellos se contaran en ese grupo). Y tengo la impresión que los independientes pueden ser un grupo particularmente afecto a lo anterior -necesitas un dosis no menor de confianza en ti mismo para dedicarte a un trabajo que no tiene ingreso asegurado. En este sentido, la expectativa de que existe una posibilidad mayor de obtener altos ingresos como independiente no deja de ser relevante.

En cualquier caso, ¿que nos dicen los datos?

Fuente: CASEN 2009

Los datos nos muestran que la diferencia a favor de los trabajadores independientes, a igual nivel educacional, es incluso superior en los percentiles superiores en comparación con lo que ocurría en el promedio. Hicimos la comparación con el percentil 75 (o sea, la esperanza de estar en el cuarto superior de ingresos, el ‘optimismo moderado’), y con el percentil 95 (que representa a las esperanzas de lograr triunfar).

En relación al percentil 75 encontramos que la diferencia entre independientes y asalariados se ubica entre el 70% y el 80% en general. La sola excepción ocurre en los extremos de educación, donde la diferencia es de un 30% y bastante inferior a la diferencia en la media. Esto tiene que ver con la dispersión de los ingresos en esos grupos: La diferencia en las medianas, si bien sigue siendo favorable a los independientes, es aún menor (y de hecho, uno puede observar que la media de ingreso de los independientes con educación superior completa es superior al percentil 75 lo que da cuenta de una distribución altamente desigual para ese grupo). Pero si uno piensan en el percentil 95, o sea el optimismo en mayor grado, encontramos que las diferencias son incluso más altas, y que en general son de alrededor del doble de los ingresos de los dependientes. De hecho, el percentil 95 de los independientes sin educación formal es similar (de hecho algo superior) al percentil 95 de los dependientes con educación media completa.

En otras palabras, la idea que la diferencia de las medias todavía no da cuenta de la diferencia en los niveles máximos de ingreso que se pueden alcanzar se ve reafirmada con estos datos. Y esta es una diferencia que puede ser aun más relevante para los independientes.

El Ingreso de los Trabajadores Independientes

En muchas ocasiones uno tiende a tratar a los trabajadores independientes como un grupo más bien precario, de condiciones laborales inferiores al resto de la población. Sin embargo, si bien -claro está- existen muchos trabajadores independientes que viven situaciones de precariedad, esto no se puede decir afecte de manera general al segmento. Y ni siquiera es tan claro que afecte a los independientes mucho más que a los asalariados.

De hecho, los datos -al menos los de la CASEN 2009- nos indican que el trabajo independiente es una forma de obtener mayores ingresos a cambio de inseguridad

Como podemos observar el ingreso delos trabajadores por cuenta propia es algo inferior  al de los empleados públicos, pero claramente superior al de los empleados privados -y al servicio doméstico. La diferencia ente los ingresos de los asalariados (en su conjunto) y el de los independientes supera los 130.000 pesos.

Esta diferencia se vuelve aun más interesante cuando nos damos cuenta que los independientes tienden a tener un menor nivel educacional que los trabajadores asalariados: Un 31% de quienes tienen básica incompleta trabajan como cuenta propia, pero sólo un 12% de quienes tienen educación universitaria completa (de acuerdo a la misma CASEN 2009) . Y bien sabemos la relación existente entre nivel educacional e ingresos en el país.

Entonces, ¿cuál es la diferencia entre el ingreso de independientes y asalariados cuando mantenemos el nivel educacional constante?

INGRESOS POR OCUPACIÓN PRINCIPAL (CASEN 2009)

Las diferencias son bastante importantes: En general a, nivel educacional igual, el trabajador independiente -sin contar empleadores- obtiene ingresos que son al menos un 50% superiores a los que obtienen los asalariados.  Una diferencia que, además, es particularmente importante en los niveles más altos de educación. De hecho, un trabajador independiente con educación básica incompleta obtiene un ingreso equivalente al asalariado con educación media completa.

Pero, incluso, el argumento anterior pierde algo de vista: El hecho que plausiblemente, la única manera de obtener altos ingresos para personas con baja educación sea a través del trabajo independiente (o sea, es relevante observar no sólo la media sino además medidas de dispersión). Pero eso sería tema de otro post.

Definiendo la clase media

En varias partes he leído que un criterio relativamente útil para definir a la nebulosa clase media es sencillamente usando un criterio centrado en la mediana: Un grupo que tiene un ingreso definido como un porcentaje de la mediana (digamos entre el 75% y el 125% de la mediana de ingresos, que como lo mencionan Barozet y Espinoza es el criterio internacional). Parece una forma clara de referirse a lo que debiera indicar el término clase media: Aquellos que están en la mitad de la segmentación sociodemográfica.

Lamentablemente no tiene mucho sentido. La clase media no se define por que esta en la mitad, sino porque esta entre medio: Porque tiene sectores ‘arriba’ y ‘abajo’. En otras palabras, es un concepto puramente relacional. Lo importante de la clase media es que, finalmente, no pertenece a la elite ni tampoco a los pobres (o a los sectores populares a los trabajadores o a cualquier forma en que una sociedad defina a sus sectores bajos). Esa pertenencia es algo que ocurre realmente en los procesos sociales, y algo reconocido en la sociedad. Es un lugar concreto y reconocido en la estructura social, no un simple lugar en una escala estadística. Tiene que ver con quienes se reconocen como iguales, como pares; y quienes no se reconocen como tales.

¿Por qué es importante lo anterior? Porque nos recuerda que los ‘de abajo’ en diversas sociedades han sido la gran mayoría de la población. En una sociedad organizada por aristócratas / burgueses / campesinos, los campesinos son más de la mitad de la población y eso no quita que la ‘clase media’ son los burgueses (aun cuando por un criterio de ingresos claramente estuvieron muy por sobre la mediana). Lo importante era que claramente los burgueses no eran campesinos (no tenían el mismo estándar de vida, ni las mismas expectativas y en toda interacción entre ellos estaría claro quién era superior y quién inferior), ni tampoco parte de la elite (por las mismas razones).

Definir la clase media de acuerdo a la mediana nos parece relativamente razonable ahora, pero eso se debe a características concretas de nuestras sociedades (la dificultad de delimitar segmentos en sociedades formalmente basadas en igualdad de derechos, en que los niveles de ingreso son continuos y sin saltos etc.) Pero como afirmación general nos hace olvidar el fenómeno del cual estamos hablando.

A propósito de matrimonio entre homosexuales y lo preparado de la sociedad

Algunos, a quienes preferimos no mencionar, han declarado que -independiente de los méritos y deméritos del caso- la sociedad chilena no se encuentra preparada para el matrimonio entre homosexuales. Y, por lo tanto, entonces no conviene legislar.

Lo que el argumento olvida es que, de hecho, muchas veces es precisamente el hecho de legislar lo que hace que una sociedad se prepare. Al fin y al cabo, la sociedad chilena tampoco estaba preparada, y también era un tema de minorías, para el matrimonio civil, o para los cementerios civiles. Provocaron escándalo y crítica. Y sin embargo, años después, se convirtieron en cosas perfectamente razonables, ante las cuales la sociedad se encontraba plenamente preparada.

El caso es que las sociedades no se ‘preparan’ sin que haya acciones concretas realizadas por personas para que se preparen. El presentar una reforma a la ley que permita a los homosexuales casarse, es precisamente el tipo de acciones que hace que una sociedad se encuentre preparada.