La Pasión según San Mateo (BWV 244)

Bueno, la versión de Bach.

A nosotros, que nos ha sido vedada la verdad, y que -por más que luchemos por él- sólo tenemos atisbos fugaces del bien, sólo nos queda como redención la belleza. Y doy por no completamente inútil y sin sentido a la humanidad por el sólo hecho de que, entre medio de todo, Bach fue. Y habiendo honrado a quién se lo merece, pasemos entonces a la obra en cuestión.

La tristeza y el dolor que la Pasión, en particular en sus números finales, transmite es una cosa de perfección. Como a, me imagino, buena parte de quienes las han escuchado, el contraste entre el Mesías y La Pasión siempre es de interés. Y, al menos a mí, entre las dos creo que transmiten bien el rango de la experiencia emocional del cristianismo: Del dolor más intenso que es La Pasión (que, finalmente, es la historia de una muerte) a la alegría y la esperanza que se encuentra en el Mesías (que, finalmente, es historia de resurrección y salvación). He ahí un camino que recoge e integra buena parte de la experiencia humana. Con todas sus falencias, he ahí algo que el cristianismo hizo bien.

Y pasemos a lo que nos convoca. Una de las mejores -en mi humilde opinión, la mejor- de las arias de La Pasión según san Mateo:

Mache dich, mein Herze, rein
ich will Jesum selbst begraben.
Denn er soll nunmehr in mir
Für und für
Seine süße Ruhe haben.
Welt, geh aus, laß Jesum ein!

Y si el lector tiene algo de buen gusto, puede escucharla en youtube, en versión de Ton Koopman con la Amsterdam Baroque Orchestra and Soloists, en este link

Escuchado el sábado, viajando en micro

Por supuesto no me acuerdo tan bien ahora, y por cierto que el original tiene bastante más estilo que los pobres remedos de frase que escribo ahora, pero siguen siendo de interés:

‘Tengo rabia con todo esto, que nos hacen hacer transbordo… ¿Sabes porque pasa todo esto? Porque esto lo hicieron ricos, gente con plata…. Y este %6$# no paró aquí’

Sólo hacer notar que el tema de la comodidad ha estado medio desaparecido en toda la discusión sobre el Transantiago, pero no deja de ser relevante (entre las cosas que se echan de menos es lo cómodo del sistema: de tu casa a donde quieres ir en un sólo viaje).

Y por cierto, que el tema fundamental (para suerte del Gobierno) no es tanto gobierno que lo hace mal, como ‘ellos’ (los ricos, los poderosos) contra ‘nosotros’ (los pobres). En esas circunstancias, las caídas del gobierno no pueden ser aprovechadas por nadie. Lo cual indica, en todo caso, que el Gobierno no es parte de ‘nosotros’, pero -bueno- eso es relativamente evidente.

A propósito de Zaltman y los universales humanos

Gerald Zaltman, quién se ha hecho bastante famoso en los últimos años, no sólo ha desarrollado una técnica particular para hablar sobre los consumidores (*). Sino que, como muchas personas que inventan algo en estos temas, ha pensado bien en tener una teoría que muestre por qué su técnica no sólo es adecuada, sino que es lo más mejor que hay.

Ahora, esto no estaría tan mal si no fuera porque hay errores en el camino. Entre las innumerables cosas que Zaltman dice está que ha sido un error de las ciencias sociales dedicarse a hablar de las diferencias, siendo que hay muchos elementos universales en las sociedades. Y que estos elementos son importantes y que nos muestran una mente común inconsciente y muchas cosas.

Hasta ahora, nada tan terrible -al fin y al cabo, no suena tan descabellado plantear que hay elementos universales de los seres humanos que cruzan entre sociedades. El problema es en el tipo de universales que destaca. El listado empieza con lo siguiente:

Cambio a través del tiempo – Usan metáforas – Regulan el sexo – Tienen un
sistema de status y roles – Comparten una organización cognitiva – Regulan la
expresión del afecto – Controlan los comportamientos disruptivos – Sueñan – Usan el espacio

El problema es evidente: Ese tipo de universales existe, pero es completamente inútil. Lo que interesa -en términos académicos y prácticos- no es tanto que las sociedades regulen cosas sino cómo regulan y cuál es la regulación que hacen. O sea, no sirve de mucho saber que las sociedades regulan la expresión del afecto si no se sabe cuál es la regulación que tienen.

No todos los universales mencionados son de ese carácter. Algunos de los que Zaltman menciona efectivamente son de interés (son etnocentricos por ejemplo), pero otros son incluso más insulsos (tienen diversos temperamentos). De todas formas, nos muestra uno de los problemas de Zaltman: no reconoce que lo común -en muchas situaciones- no es lo interesante, que la diferencia es -precisamente- lo que interesa e importa.

Por supuesto, si Zaltman defendiera mucho la importancia de las diferencias, no podría andar investigando la mente del consumidor y metáforas universales en todas partes. Pero, bueno, tendría que buscar una mejor estrategia publicitaria uno se imagina.

(*) Técnica que pasaremos por alto, con toda justicia, porque nadie debiera hablar de técnicas patentadas. Suficiente tengo con tener que pasarlo en el curso.

Sobre que a la racionalidad a veces se le exige demasiada racionalidad

La revisión de pruebas es la tarea más ingrata de dedicarse a hacer clases. Ahora bien, sólo tiene una característica redentora: permite darse cuenta de algunas peculiaridades del sentido común sociológico. Que es lo que procederemos a comentar ahora.

En la última prueba de consumo, y dado que los alumnos tuvieron que responder una pregunta sobre Becker (*), resulto notorio que fuera extremadamente común declarar que para que una acción sea racional debe ser sin error. Y no error de juicio (no sacar las consecuencias válidas del conocimiento dado) sino error de conocimiento (no tener todo el conocimiento).

Ahora, ¿por qué resulta tan común una mirada tan tradicional sobre la racionalidad? Pensemos que, por ejemplo, en lo que concierne a todas las disciplinas que analizan el conocimiento, la idea que la racionalidad tenga algo que ver con estar en lo correcto (encontrar la verdad) ha sido abandonada desde hace mucho tiempo. Digamos, desde Popper al menos que eso ya no es mantenido. Porque, entonces ¿insistir en ello para la acción?

De hecho, ni siquiera en economía -que tiene una de las nociones más restringidas y limitadas de racionalidad posible- se usa tal equiparación. O al menos, lo que se requiere es no tener error de juicio. Pero exigir que sin tener todo el conocimiento no se puede tener acción racional implicaría que, por definición, no se puede tener acción racional en situaciones de incertidumbre -que no tiene sentido a decir verdad..

Al final, me imagino, el mantener esa equiparidad tiene una explicación sencilla: Si mantenemos que para que una acción sea racional tiene que cumplir unos requisitos imposibles, entonces podemos desechar toda esa línea de explicación de manera muy sencilla.

(*) ¿Por qué pasar a Becker en un curso de sociología de consumo? La razón ilegítima es que a mí me parece interesante. La razón legítima es que, al fin y al cabo, nunca esta de más conocer al ‘enemigo’ por así decirlo.
(**) 100 entradas. Para algo más de un año y medio. Hmm, el ritmo inicial no fue muy rápido, pero bueno -hay cosas peores.

Una nota sobre los supuestos de este blog

En realidad, el supuesto es más que evidente, pero en aras de que las cosas queden explícitas nunca está de más mencionarlos.

El lector atento, e incluso el muy inatento, se habrá dado cuenta que la crítica al estado de la sociología se basa en la postura que la Sociología es una ciencia y que su tarea es explicar los fenómenos sociales.

Ahora, como la mayoría de las declaraciones sencillas, esto requiere de una explicación. Que debiera ser larga, pero que aquí sólo desarrollaremos en breve.

El problema de decir la Sociología es una ciencia es que con eso uno pudiera decir muchas cosas, que no es la intención decir. Por ejemplo, uno pudiera querer decir que la sociología debiera imitar la física. O que, por ejemplo, uno se ha olvidado de las necesarias dialécticas que implica la sociología (que es la sociedad estudiando la sociedad, cosa que se supone trae innumerables complejidades). O que, entonces eso implica necesariamente una postura acrítica sobre la sociedad. Veamos que podemos decir a cada una de ellas.

A la primera, que imitar a la física puede decir -a su vez- muchas cosas. Claramente no podemos imitar una ciencia experimental, ni probablemente el tipo de esquema teórico de la física (con constantes universales, leyes formalizadas etc.) Pero eso también es cierto de la química (que no trabaja mucho con leyes universales, aun cuando las use) o de la biología (que durante un buen tiempo ha sido claramente científica sin necesidad de grandes formalizaciones). En realidad, cuando decimos que la sociología es una ciencia queremos decir que lo que debiéramos imitar de la física es el rigor en el trabajo, la necesidad de claridad (los conceptos pueden ser todo lo complejos que se requiera, pero conceptos ambiguos no son una ventaja a final de cuenta). Finalmente, la idea que entender como funciona la sociedad es una tarea difícil y compleja, que requiere trabajo serio.

A lo segundo, que la sociología no tiene ninguna dialéctica especial al respecto. La física es materia investigando materia, la biología vida investigando vida. Ninguna de esas cosas ha sido óbice para desarrollar esas ciencias, no veo porque debiera ser especial en el caso de la sociología. Independiente de que eso esté o no fundamentado, el caso es que en la práctica el que X estudie X no ha implicado nada muy particular para el estudio de X en ningún otro caso. A final de cuentas, yo tiendo a pensar que ese tipo de ideas no son más que otra forma de querer vernos (y, por tanto, a las sociedades que creamos) como algo distinto, especial, diferente a la naturaleza.

A lo tercero, que la convicción crítica o no es un asunto de uno como ciudadano, no como sociólogo. Es cierto que el hecho, necesario en un sociólogo, que regularmente piensa en alternativas posibles (*), facilita una posición crítica, pero sigue siendo cierto que no es necesario (Todavía resulta posible que se evalúen todas esas alternativas como inferiores). La sociología necesariamente quita uno de los puntos de apoyo de una visión acrítica de lo social, pero no los quita todos. Y, en general, las posturas sobre la sociedad son un asunto de los ciudadanos como ciudadanos, no de algunos grupos en particular que -vaya uno a saber por qué- saben por donde tiene que ir la sociedad. Nada peor que el filósofo-rey, y la pretensión que la sociología, per se, implica una posición política tiene una cercanía a esa posición. Obviamente, en todo caso, cuando el sociólogo habla como ciudadano, entonces debiera hablar como sociólogo (aprovechando y usando su saber particular). Pero así habla todo el mundo, y debiera estar claro que está hablando él usando la sociología, no que está hablando la sociología. En otras palabras, una visión de la sociología como ciencia no implica la torre de marfil o una visión conservadora, implica que cuando uno habla en la sociedad, lo hace como ciudadano de a pie.

Con lo que podemos pasar al segundo punto que basa este pobre blog: Que la sociología no sólo es (debiera más bien) una actividad científica, sino que su objetivo debiera ser explicar.

Más bien, debiera incluir explicar. La disciplina, como toda disciplina, tiene muchos objetivos posibles. No es que la sociología sea una ciencia ‘teórica’ dejando a otras las tareas de contacto directo con la realidad (ya sea como estudio o como acción). Lo que sí defendemos es que la sociología también incluye esos aspectos teóricos, y que la teoría debiera entenderse como explicación, no sólo como desarrollo de modelos conceptuales.

Para defender esta idea vamos a usar un atajo. Vamos a criticar a uno de los exponentes más conocidos de la idea contraria, a Giddens. Para Giddens una sociología explicativa es imposible, o a lo más naïve, acaso ¿no es cierto que lo que pasa en la sociedad depende de los conceptos de los sujetos? ¿no es cierto que los actores son, finalmente, también teóricos sobre lo social, y que sus teorías constituyen lo social?

Sí, todo eso es cierto. Pero nada de eso obsta para desarrollar una ciencia explicativa (o peor, incluso generalizante). El propio Giddens lo muestra: Su teorema de la dualidad de la estructura (**) es cierto independiente de los sujetos. Incluso, seguiría siendo válido si los sujetos lo dieran por verdadero y lo usaran en su vida. Lo que dice Giddens sobre la importancia de la seguridad existencial básica en la vida social puede ser verdadero o falso, lo que sí es cierto es que verdad o falsedad no depende de si los sujetos sociales lo usan en su vida cotidiana o no. Por ejemplo, si lo usaran -y entonces lo convirtieran en objetivo político- no cambiaría su validez.

De hecho, lo mismo es válido para uno de los ejemplos típicos de Giddens: soberanía. Nos dice que ese concepto, que parte como conceptualización teórica de académicos, ‘inventada’ para explicar ciertas cosas; se transforma en un objeto social en la medida en que es adaptada por los actores y usada como uno de los conceptos básicos mediante los cuales entendemos (y por tanto, constituivo) la vida social. ¿No implica esto, entonces, que la validez de los conceptos al final depende de los actores sociales? ¿Que soberanía no es un concepto externo de la vida social, sino constitutivo de ciertas sociedades?

No, no es esa la consecuencia real. Efectivamente, soberanía es un concepto interno de los sujetos, efectivamente para discutir, describir y explicar la política contemporánea tenemos que usar el hecho que los actores describen su accionar usando el concepto de soberanía. Ahora, eso es independiente del hecho si el concepto de soberanía es un concepto explicativo (en sentido generalizante o de un nivel separado de los sujetos) sobre lo político. El hecho que el concepto funcione en los dos niveles no implica que no pueda usarse en el nivel explicativo general, implica que efectivamente opera en los dos niveles. Y que así sucede con los conceptos de las ciencias sociales en general.

Por ejemplo, usando el concepto de soberanía teórica y generalmente uno podría intentar preguntarse, ¿por qué ese concepto se incorporó en las concepciones de los actores políticos? ¿tiene eso efectos sobre la forma en que se usa la soberanía? (‘trabajan’ con la soberanía de manera diferente quienes tienen el concepto y quienes no lo tienen).

En general, el hecho que los autores tengan conceptos, que esos conceptos son parte de los hechos que investigamos, es reconocer y entender de qué se trata la tarea explicativa. No implica que no se pueda tener una tarea explicativa. Al fin y al cabo, Giddens está lleno de afirmaciones explicativas y generalizantes: Que la falta de seguridad existencial tiene tal y tal consecuencia es claro de la lectura de su texto. Que Giddens no lo lea en términos de explicaciones y no quiera desarrollar ese camino es otro asunto, y uno que limita (limitó) profundamente sus esquemas

(*) Que es el punto, esperemos no olvidarnos, del siguiente post en la serie sobre el método de la sociología.
(**) Ese es el tipo de frases que muestra lo útil que sería imitar a la física. El teorema de la dualidad de la estructura es cualquier cosa menos un teorema, si uno quisiera imitar se daría cuenta de ello y usaría alguna frase menos rimbombante

Alabado sea con grandes alabanzas el Internet Archive

Alabado sea con grandes alabanzas el Internet Archive y su magnífica Wayback Machine. ¿Por qué?

Porque me ha permitido recuperar mi antiguo sitio, El Francotirador, y mis viejos comentarios (circa 2001-2002). Recuperar lo que uno suponía perdido no deja de ser una pequeña felicidad.

Lo otro que me causa algún placer es que, mirando los textos con 4 o 5 años de distancia, creo que no están tan mal. Es cierto que siempre quedaron ripios, que algunas veces debiera preocuparme de dejar más en claro las ideas, y que -en general- algún trabajo de edición nunca estuvo de más; pero he de decir que me gusta el contenido y, en particular, el estilo -al menos en algunas partes.

Todavía me gusta el inicio de la crítica al libro de Cousiño y Valenzuela (Politización y Modernización en América Latina). Después de una larga cita, se partía con ‘Se agradece a un texto que buena parte de sus errores, todos mayúsculos, estén tan concentrados en un solo párrafo‘. Y también, en el comentario La Miseria de la Sociología dijera en una nota a pie de página que ‘Moulian además usa el método probado de decir que la ideología de los adversarios les impide ver la verdad‘. Y en el cuerpo de ese mismo comentario ‘Como toda conversación de café [que era la comparación que usaba para esos textos], sirven para pasar una tarde y para pretender que uno no es un bruto, pero como aporte al conocimiento de la sociedad no es mucho lo que sirven‘. Y me gusta la frase, usada para criticar a Tironi, de ‘las afirmaciones pueden ser ciertas, y parecen ser plausibles, pero es la perdición de las ciencias sociales si nos vamos a quedar en el reino de lo plausible‘.

No me acordaba tampoco que la crítica al informe del PNUD de 1988 fuera tan severa. ‘Si las incertidumbres son ineludibles en la vida social, entonces para investigar la seguridad en Chile no hay que estudiar incertidumbres, hay que analizar amenazas‘ para plantear que, efectivamente, el PNUD nunca realizó ese análisis. Y más en genérico:

Decir que un difuso malestar recorre Chile puede querer decir varias cosas: Puede querer decir que los chilenos plantean que existen problemas importantes. Puede querer decir que los chilenos perciben que viven mal, que el balance general de su vida es negativo. Si la tesis del PNUD plantea sólo lo primero, entonces no plantea nada interesante. Es relativamente obvio que las personas nunca son tan ilusas, en general, para crear que todo está bien y que no existen problemas. Lo interesante es la segunda versión: que decir malestar es decir que, en balance, los chilenos estiman que lo negativo supera a lo positivo. Pero para poder plantear ello, se requiere evidencia sobre ese balance. Y esa evidencia no está presente.

Lo del estilo, en particular si el lector no comparte mi gusto por esas frases, puede parecer menor. Pero, al menos para mí, no lo es tanto. Pero, para ello será menester referir a una historia personal y anterior. En 1996-1997, saliendo de la Universidad, por algún motivo releí algunos de mis trabajos de cuando recién ingresé a la escuela -2º año para ser preciso, 1991- y me deprimí. Encontré que sencillamente no podía repetir el estilo de esos trabajos, y que la persona que los escribió era irrecuperable. Y pensé que había quedado, sin vuelta posible, atrapado por el seco, mediocre e ilegible estilo de los sociólogos. Lo que me muestran los textos del 2001-2002 es que no era la caída en esa forma de escritura no era irreversible. Que, mal que mal, era posible recuperar una forma de escritura más personal. Una forma que podrá ser todo lo desastrosa que se quiera, pero refleja al menos que uno no se ha separado de sus propios textos.

En todo caso, lo que me resulta incluso más placentero -en realidad, debiera preocuparme, pero por ahora simplemente disfrutaremos del asunto- es que todavía mantenga firmemente algunas de las opiniones de esa época. Al parecer 5 años no es tiempo muy largo para cambiar de (algunas) opiniones.

Porque todavía doy por cierto, como decía en mi introducción a mi nada mesurado proyecto de Historia de las Sociedades Humanas (*) que:

¿Queremos saber porque Japón fue la única sociedad no occidental que en el siglo XIX logró modernizarse y no quedar bajo la dominación -sea directa o indirecta- de las potencias coloniales europeas? Pues bien, busquemos la respuesta en la estructura social japonesa -en el carácter de su feudalismo, de su vida urbana, de la extensión de sus mercados- más que en la cultura japonesa. ¿Queremos saber porque las religiones monoteístas se expandieron tan fuertemente? busquemos la razón de ello en la precisa forma en que se relacionan entre sí los miembros de una secta profética y las formas en que se reaccionó a ello.

En otras palabras, me siguen gustando las explicaciones estructurales (aunque por algún motivo son los temas culturales a los que vuelvo).

En fin, terminada esta excursión por asuntos más bien personales que no debieran importarle -creo- a nadie más allá de mi pobre persona, podemos continuar con la programación habitual del blog.

(*) Y se coloca en mayúsculas porque siendo un proyecto sin mesura debiera marcar su importancia, Al fin y al cabo, si yo no me creo la importancia del proyecto intelectual que se supone debiera orientar mi experiencia, entonces ¿quién podría hacerlo? Y el pobre proyecto se merece que alguien se lo tome en serio.
(**) Alguna vez leí, que por supuesto no me acuerdo donde, que Beethoven era uno de los pocos compositores en que todo lo que había escrito era bueno o al menos interesante. Escuchando la Sonata a Kreutzer, op 47, he de reconocer que estoy de acuerdo: Nunca le he escuchado algo mediocre.


A propósito de la encuesta Bicentenario (II) De familias y religión

En fin, entre otras cosas en el tintero se me había olvidado hacer algunos comentarios sobre el tema de la encuesta Bicentenario. Y así, antes que pase más tiempo, algunos puntos sobre los temas ‘valóricos’, o sea familia y religión.

Lo primero es que, definitivamente, al parecer los chilenos entienden que la respuesta ‘liberal, tolerante’ es la buena respuesta. En general, cuando se les insta a reconocer un deber social o se les pregunta si aconsejarían a alguien a acercarse a la ley, los porcentajes son relativamente bajos (o al menos muestran discusión). El 29% cree que los padres deben permanecer juntos por los hijos aunque la relación no esté bien, el 30% aconsejaría a sus hijos no tener relaciones antes de casarse, un 42% aconsejaría a sus hijos no convivir antes de casarse (*).

Ahora, ¿donde hay grandes mayorías? En una parte, con declaraciones que son parte de la ética liberal (por ejemplo, no engañe a su pareja, que es parte de respetar al otro y cumplimiento de los compromisos). Por otra parte, en la familia.

En ese 84% que dice que hay que permanecer en contacto con la familia cercana, aun cuando no tengan mucho en común. El 67% que dice lo mismo con la familia más lejana (**), el 77% que dice que el matrimonio es un compromiso para toda la vida.

Ahora, hay que entender lo que dicen esas declaraciones. Lo peor que se podría hacer sería pensarlas como un núcleo de opinión conservadora. Lo que todas las declaraciones dicen es el deseo y preferencia por la permanencia de las relaciones familiares (estar en contacto, matrimonio toda la vida). Lo que nos dicen es de la familia como centro de la subjetividad, como núcleo central de las relaciones humanas (las personas lo pasan mejor en familia que con sus amigos 70%). En otras palabras, es una familia que no se ordena en torno al deber social, a las funciones de socialización, sino que se ordena en torno a un cierto tipo de relación interpersonal. En última instancia, es el sueño del amor incondicional (***).

Los datos sobre religión siguen una lógica parecida: los chilenos son creyentes, pero definitivamente la religión es un asunto privado (es un asunto en el que intentar convencer no es bien visto). 94% cree en Dios (sin duda alguna), 75% no duda en la existencia de milagros, un 61% dice que Dios es tanto o más importante que su familia.

Por otra parte, un 81% dice preferir que sus hijos decidan en esas cosas por su cuenta (sin que ellos influyan) y sólo un 35% dice que da testimonio de su fe. UN 75% piensa que no es necesaria la religión para tener una vida moralmente buena.

En otras palabras, la religión es buena pero no creo que deba intentar que otros la sigan. Y si otros no la siguen, bueno, tampoco es tan terrible. Los mismos temas de debilitamiento del deber, y en particular de las autoridades paternas siguen presentes.

Ahora, con el tema de la religión podemos -de hecho- concluir con otro punto: Los chilenos pueden ser ‘tradicionalistas’, y en ese sentido conservadores (religiosos, familiares etc.) y al mismo tiempo -y sin contradicción- ‘tolerantes’, y en ese sentido liberales (no hay derecho a imponer cosas). La combinación que realiza la población no indica contradicción, ni una posición intermedia, ni nada de eso.

Pero eso es, finalmente, obvio: Lo contrario de conservador no es liberal, es ser innovador. Lo contrario de liberal no es conservador, es ser autoritario.


(*) Lo interesante de estas cifras es que los padres no parecen tener derecho siquiera al consejo. Ya claramente no a la imposición -hipótesis que parece tan extraña que no fue enunciada siquiera en la encuesta.
(**) El hecho que familia más lejana sean tíos, sobrinos o primos es de interés. Uno pudiera decir que -no es extraño el porcentaje dado que, en verdad, son más bien cercanos. Pero la declaración que es parte del núcleo familiar cercano esas relaciones ya muestra un grado importante de relevancia de la familia. Sea como sea, el dato ya muestra lo relevante de la familia.
(***) Pero, ¿acaso las personas no dicen que los padres pueden separarse a pesar que hayan niños? Y claro, la relación de pareja es -precisamente- la relación que no es incondicional. No tendría sentido preguntar por ‘puede abandonar un padre / madre a su hijo aunque se lleven mal’ porque esa relación se asume y se demanda como incondicional. Sería interesante saber en que lugar queda la relación fraterna. Yo tendería a pensar que se la coloca en el lado de las cosas incondicionales.

Fordismo y Posfordismo

Entre las innumerables transformaciones que a los sociólogos nos encanta plantear se han desarrollado en la actualidad, está la vieja (a estas alturas) idea del cambio al fordismo al posfordismo (se puede usar el siguiente link para una descripción somera del asunto)

Ahora, cuando la fábrica del mundo se trasladó a China, ¿podemos decir que la forma contemporánea de producción es el post-fordismo? Porque, no tengo claro que las fábricas chinas sigan ese modelo (tampoco que sean fordistas para el caso). Bien puede ser que en el mundo desarrollado no se esté en fordismo, pero también es el caso que el centro de la producción material está abandonando ese mundo.

Al parecer, el eurocentrismo sigue siendo fuerte en la disciplina.

Mundo privado y público en la antigua Grecia

En realidad, todo se hace para poder volver a citar a Demóstenes.

Conocida es la distinción entre la libertad de los antiguos y de los modernos, que le debemos a Constant: en la antiguedad la libertad es centralmente un tema público, político, mientras que entre los modernos es un asunto privado, de lo que se hace fuera de la esfera pública. Fustel de Coulanges también decía algo similar.

Y uno puede encontrar fácilmente evidencia de dicha posición. Por ejemplo, Polibio cuando se refiere a Flaminio y su declaración de la libertad de los griegos dice: ‘Indeed, every factor combined to produce this crowning moment, when by a single proclamation all the Greeks inhabiting both Asia and Europe became free, with neither garrison nor tribute to burden them, but enjoying their own laws’ (Polibio,p. 517 en la edición de Penguin que tengo). O, por ejemplo, con Demóstenes: ‘Pero Tesalia, ¿en qué situación se encuentra? ¿No les ha arrebatado a los tesalios sus constituciones y comunidades ciudadanas y establecido tetrarquías, con el fin de que no sólo sean esclavos por ciudades, sino hasta por naciones’ (Tercera Filípica, 26). Tucídides se encuentra lleno de citas en que el tema de la libertad de la ciudad es lo central -al final, no hay que olvidar que para que los Espartanos pudieran decir que eran los campeones de la libertad de los griegos contra Atenas, la libertad defendida es la libertad de la ciudad para gobernarse a sí misma.

Ahora, la posición mencionada también tiene sus problemas. Mogens Herman Hansen (The Athenian Democracy in the Age of Demosthenes, University of Oklahoma Press, 1999) defiende una idea diferente: Dada la separación entre lo público y lo privado, entre el mundo de la polis y el mundo del oikos (*), entonces los griegos también tenían claro que la libertad era también libertad privada. Hansen nos hace ver que el discurso fúnebre de Pericles hace ese punto bastante explícito (como parte del elogio de la ciudad).

Entonces, ¿en qué quedamos? Ahora, en general, en las citas que hemos mencionado de la libertad de los antiguos vamos a notar algo: Que son todas citas sobre eventos políticos, y en particular sobre eventos de ‘relaciones exteriores’. Ahora, que la política para los griegos fuera, en buena parte, sobre como relacionarse con otras polis nos indica que efectivamente el mundo público del privado están relativamente separados. Y, por tanto, en la discusión pública la libertad relevante va a ser la libertad de la polis

En otras palabras, precisamente la forma en que se entiende la libertad ‘privada’ hace que la discusión pública sea predominantemente sobre aspectos puramente públicos. Cohen (1992) hace ver que hay muy poca regulación y discusión en Atenas sobre, central para la supervivencia de la ciudad, la importación de trigo. En otras palabras, buena parte de los temas de nuestras discusiones públicas están ausentes de lo público griego.

Si lo anterior es correcto, entonces la diferencia central entre la libertad de los antiguos y la de los modernos es precisamente la naturaleza de la diferencia entre público y privado, que al parecer era mucho más clara en el caso griego(**).

(*) Que el mundo de la polis estaba separado del mundo privado es también algo que recalca Cohen (Athenian Economy and Society, Princeton University Press, 1992). Hansen hace ver que los tribunales populares en Atenas se dedicaban en buena parte a juicios políticos.

(**) Otra diferencia, pero que ameritaría otro post, es que la libertad -sea pública o privada- en los griegos sigue siendo una libertad de una ‘comunidad’, no tanto un aspecto individual (la libertad privada es la libertad del oikos de no ser gobernado, no la libertad individual de sus miembros)

De la facilidad de nuestros comentaristas

En principio tenía pensado hacer otro post (dedicado al bueno de Demóstenes y la antiguas democracias griegas) pero se me ocurrió leer la última Qué Pasa.

Y entonces me encuentro con lo siguiente -en el artículo de Felipe Lamarca (No tenemos cara para seguir hablando de las vacas flacas). ‘En los últimos 30 años, gracias a la economía libre, Chile y el mundo han crecido a tasas inesperadas. Somos otro país y tenemos el mayor ingreso per cápita -US$10 mil- de América Latina’

¿Perdón? Usemos 2 fuentes de las usuales para hablar de ingreso per cápita -el Baco Mundial y el Fondo Monetario- y usemos las 2 formas usuales para hablar del mismo ingreso (de acuerdo al valor de cambio del dólar y en PPP, o sea tomando en cuenta las diferencias de precios).

Banco Mundial, usando valor de cambio (método Atlas, que es un método que promedia el valor del dolar en 3 años), Chile tenía el 2005 5.870 dólares. Y México 7.310. Y ahora pensemos en PPP, Chile tenía ese mismo año 10.920 dólares. Pero Argentina tenía 13.800

Pero los datos del Banco Mundial son del 2005, usemos el Fondo Monetario que tiene estimaciones para años más recientes (aunque esas no son cifras oficiales sino estimaciones del staff del Fondo)

¿Per cápita en dólares valor de cambio? Chile el 2006, 8.846 dólares que es superior a México efectivamente (8.066 dólares) y el primero de América Latina.

¿Per cápita en dólares PPP? Chile el 2006, 12.982 dólares. Argentina 15.936 dólares.

Como se puede ver las cifras son distintas (*), así que indica que hay que trabajar con cuidado esas cosas. Pero en todo caso, son claros en algo -en la forma de medición que Chile tiene 10 mil dólares de ingreso per capita, que es midiendo con PPP- Argentina claramente tiene mayor ingreso que Chile.

Ahora, uno puede decir, ¿y para qué criticar tanto a Lamarca? No es que la cifra sea tan crucial en su argumento -incluso si estamos bajo Argentina sigue siendo cierto que somos otro país. Y el punto de Lamarca en su artículo son los costos de ese cambio, así que menos importancia tiene ese punto.

¿Por qué hacer esa crítica? Porque muestra un tema de falta de seriedad. Se supone que Lamarca es un tipo serio que escribe en una revista supuestamente seria. No se pueden usar cifras como las usa uno en una conversación entre amigos -así, al voleo y de acuerdo a la memoria. Al fin y al cabo, conseguirse cifras decentes no se demora mucho (**). En otras palabras, difícil tener una discusión pública más o menos decente si su nivel no sale de lo más elemental. Y parte de eso es que, cuando se van a usar números, bueno hay que preocuparse de usarlos bien

(*) Parte de la diferencia se debe a que los dólares del año 2006 no son los mismos dólares del año 2005. Y parte de la diferencia se debe a las metodologías (por ejemplo, en dólares valor de cambio el Banco Mundial usa un promedio móvil y el Fondo Monetario da el valor del año, que explica en buena parte la diferencia entre 5 mil y algo y 8 mil y algo en un año.
(**) O sea, buscar http://www.imf.org y http://www.worldbank.org no es tan complejo. Y ambos tienen en su página de entrada un link sobre datos. O sea, me tomó 10-15 minutos buscar las cifras. Me imagino que Lamarca bien puede tener un asistente que le haga ese trabajo, si es que no tiene ganas de hacerlo él mismo.